Diferencia entre revisiones de «Hurí»

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Mahoma ideó en el Paraíso que ofreció a sus seguidores la existencia de unas bellísimas vírgenes, de las cuales habían de gozar los buenos después de su muerte. Según el Corán, hay hurís blancas, verdes, amarillas y rojas; sus cuerpos son de [[azafrán]], [[almizcle]], [[ámbar]] e [[incienso]] despidiendo un olor sumamente aromático y llevan sobre la cara descubierta un letrero de oro con expresiones consoladoras. Los que cumplen la ley del Profeta y especialmente los ayunos del [[ramadán]] gozarán de las hurís de cejas negras en tiendas de [[perla]]s blancas en las cuales hay setenta planchas de [[rubí]], sobre cada una de estas, setenta [[colchón|colchones]] y sobre cada colchón setenta esclavas, cada una de las cuales está servida por otra esclava. Las huris visten ropas magníficas tan ligeras y diáfanas que se ve al través de ellas la médula de los huesos. A cada elegido presenta un [[ángel]] una pera o naranja en una bandeja de plata. El feliz mahometano abre el fruto y de él sale la hurí que le está destinada, en los brazos de la cual permanece mil años, sin que ella pierda nunca su virginidad.<ref>''Enciclopedia moderna: diccionario universal. Tomo III.'' Francisco de P. Mellado. 1851</ref>
Mahoma ideó en el Paraíso que ofreció a sus seguidores la existencia de unas bellísimas vírgenes, de las cuales habían de gozar los buenos después de su muerte. Según el Corán, hay hurís blancas, verdes, amarillas y rojas; sus cuerpos son de [[azafrán]], [[almizcle]], [[ámbar]] e [[incienso]] despidiendo un olor sumamente aromático y llevan sobre la cara descubierta un letrero de oro con expresiones consoladoras. Los que cumplen la ley del Profeta y especialmente los ayunos del [[ramadán]] gozarán de las hurís de cejas negras en tiendas de [[perla]]s blancas en las cuales hay setenta planchas de [[rubí]], sobre cada una de estas, setenta [[colchón|colchones]] y sobre cada colchón setenta esclavas, cada una de las cuales está servida por otra esclava. Las huris visten ropas magníficas tan ligeras y diáfanas que se ve al través de ellas la médula de los huesos. A cada elegido presenta un [[ángel]] una pera o naranja en una bandeja de plata. El feliz mahometano abre el fruto y de él sale la hurí que le está destinada, en los brazos de la cual permanece mil años, sin que ella pierda nunca su virginidad.<ref>''Enciclopedia moderna: diccionario universal. Tomo III.'' Francisco de P. Mellado. 1851</ref>

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Revisión del 16:48 5 may 2010

Huríes en el paraíso, según manuscrito persa del s. XV

En el islam, una hurí ḥūr o ḥūrīyah (en árabe حورية‎) es una de las jóvenes perpetuamente vírgenes que esperan a los creyentes en el Janah el día del Yaum al-Qiyamah.[1]

Estas doncellas, que tienen el don de la eterna juventud y están dotadas de toda suerte de encantos, simbolizan para algunos musulmanes la eterna bienaventuranza. Las mujeres encontrarán a los ghilman.[2]

Mahoma ideó en el Paraíso que ofreció a sus seguidores la existencia de unas bellísimas vírgenes, de las cuales habían de gozar los buenos después de su muerte. Según el Corán, hay hurís blancas, verdes, amarillas y rojas; sus cuerpos son de azafrán, almizcle, ámbar e incienso despidiendo un olor sumamente aromático y llevan sobre la cara descubierta un letrero de oro con expresiones consoladoras. Los que cumplen la ley del Profeta y especialmente los ayunos del ramadán gozarán de las hurís de cejas negras en tiendas de perlas blancas en las cuales hay setenta planchas de rubí, sobre cada una de estas, setenta colchones y sobre cada colchón setenta esclavas, cada una de las cuales está servida por otra esclava. Las huris visten ropas magníficas tan ligeras y diáfanas que se ve al través de ellas la médula de los huesos. A cada elegido presenta un ángel una pera o naranja en una bandeja de plata. El feliz mahometano abre el fruto y de él sale la hurí que le está destinada, en los brazos de la cual permanece mil años, sin que ella pierda nunca su virginidad.[3]

Citas

  1. Corán, sura 52:17-20
  2. Corán, sura 52:24
  3. Enciclopedia moderna: diccionario universal. Tomo III. Francisco de P. Mellado. 1851