Diferencia entre revisiones de «Tito Pomponio Ático»

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Testigo, durante su juventud, de las guerras civiles entre [[Cayo Mario|Mario]] y [[Lucio Cornelio Sila|Sila]], se alejó de Roma para no verse involucrado en ninguna de las revueltas públicas, y se estableció en el Epiro y en Atenas dedicándose, por entero, al estudio y a sus negocios como terrateniente, editor de libros, prestamista y entre otras actividades más propietario de un grupo de gladiadores. Fue un epicureo notable y desde esa doctrina trató de ayudar a sus amigos apartándose por completo de la actividad política, rechazando siempre cuantas ofertas se le hicieron para involucrarse en ellas.
Testigo, durante su juventud, de las guerras civiles entre [[Cayo Mario|Mario]] y [[Lucio Cornelio Sila|Sila]], se alejó de Roma para no verse involucrado en ninguna de las revueltas públicas, y se estableció en el Epiro y en Atenas dedicándose, por entero, al estudio y a sus negocios como terrateniente, editor de libros, prestamista y entre otras actividades más propietario de un grupo de gladiadores. Fue un epicureo notable y desde esa doctrina trató de ayudar a sus amigos apartándose por completo de la actividad política, rechazando siempre cuantas ofertas se le hicieron para involucrarse en ellas.


Llegó a dominar, hasta tal punto, el idioma griego, que mereció el honor de ser conocido con el sobrenombre de ''Atticus''. Volvió a Roma cuando su edad le eximía de la obligación de alistarse en caso de enfrentamientos, haciendo no obstante frecuentes viajes a sus propiedades griegas. Dese su epicureismo, actuó de mediador entre sus amigos, enfrentados en los conflictos civiles. Mantuvo buenas relaciones con los hombres más eminentes de la época aunque fueran de ideologías dispares, entre ellos se contaban: [[Sila]], [[Lucio Cornelio Cinna|Cinna]], [[Cneo Pompeyo Magno|Pompeyo]], [[Julio César]], [[Marco Antonio]], [[Cicerón]], [[Marco Junio Bruto|Bruto]] y [[Octavio]].
Llegó a dominar, hasta tal punto, el idioma griego, que mereció el honor de ser conocido con el sobrenombre de ''Atticus''. Volvió a Roma cuando su edad le eximía de la obligación de alistarse en caso de enfrentamientos, haciendo no obstante frecuentes viajes a sus propiedades griegas. Dese su epicureismo, actuó de mediador entre sus amigos, enfrentados en los conflictos civiles. Mantuvo buenas relaciones con los hombres más eminentes de la época aunque fueran de ideologías dispares, entre ellos se contaban: [[Sila]], [[Lucio Cornelio Cinna|Cinna]], [[Cneo Pompeyo Magno|Pompeyo]], [[Julio César]], [[Marco Antonio]], [[Cicerón]], [[Marco Junio Bruto|Bruto]] y [[Octavio]].


Casó a los 50 años con Pilia, con la que tuvo una hija, Cecilia, a la que el propio Cicerón apodaría Ática. Por arreglo de Marco Antonio, la pequeña fue prometida a Vipsanio Agripa, amigo íntimo de Octavio.
Casó a los 50 años con Pilia, con la que tuvo una hija, Cecilia, a la que el propio Cicerón apodaría Ática. Por arreglo de Marco Antonio, la pequeña fue prometida a Vipsanio Agripa, amigo íntimo de Octavio.
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Se dejó morir de hambre para sustraerse a los dolores de una enfermedad muy grave, alegando que si alimentaba su cuerpo haría lo mismo con la enfermedad.
Se dejó morir de hambre para sustraerse a los dolores de una enfermedad muy grave, alegando que si alimentaba su cuerpo haría lo mismo con la enfermedad.


[[Categoría:Historiadores de la Antigua Roma]]

[[Categoría:Historiadores de Roma Antigua]]


[[ca:Tit Pomponi Àtic]]
[[ca:Tit Pomponi Àtic]]

Revisión del 15:00 12 feb 2009

Tito Pomponio Ático (Titus Pomponius Atticus, 109 a. C.32 a. C.) fue un historiador y escritor romano y un conocido editor.

Fue un romano muy rico y cultivado. Editó las obras de sus amigos, entre los que se encontraba Cicerón, y fue el editor romano más antiguo que se conoce. Su biografía fue escrita por Cornelio Nepote.

Ático escribió una cronología de la historia romana (Crónica o Liber annalis), entre otras obras, casi siempre de historia, pero no ha quedado ninguna de ellas. Se han encontrado, de su correspondencia con Cicerón, hasta 396 cartas dirigidas a él, pero ninguna de las que Ático pudo escribir a Cicerón.

Se le llamó Atticus debido a su amor por la cultura de Atenas, donde vivió de 88 a 65 a. C.

Biografía

Testigo, durante su juventud, de las guerras civiles entre Mario y Sila, se alejó de Roma para no verse involucrado en ninguna de las revueltas públicas, y se estableció en el Epiro y en Atenas dedicándose, por entero, al estudio y a sus negocios como terrateniente, editor de libros, prestamista y entre otras actividades más propietario de un grupo de gladiadores. Fue un epicureo notable y desde esa doctrina trató de ayudar a sus amigos apartándose por completo de la actividad política, rechazando siempre cuantas ofertas se le hicieron para involucrarse en ellas.

Llegó a dominar, hasta tal punto, el idioma griego, que mereció el honor de ser conocido con el sobrenombre de Atticus. Volvió a Roma cuando su edad le eximía de la obligación de alistarse en caso de enfrentamientos, haciendo no obstante frecuentes viajes a sus propiedades griegas. Dese su epicureismo, actuó de mediador entre sus amigos, enfrentados en los conflictos civiles. Mantuvo buenas relaciones con los hombres más eminentes de la época aunque fueran de ideologías dispares, entre ellos se contaban: Sila, Cinna, Pompeyo, Julio César, Marco Antonio, Cicerón, Bruto y Octavio.

Casó a los 50 años con Pilia, con la que tuvo una hija, Cecilia, a la que el propio Cicerón apodaría Ática. Por arreglo de Marco Antonio, la pequeña fue prometida a Vipsanio Agripa, amigo íntimo de Octavio.

Fue introducido en la lista de proscripciones del año 43 por los triunviros a causa de su amistad con Cicerón y también de su enorme fortuna. Tuvo que refugiarse en casa de un oficial de Marco Antonio (Volumnio), quien intercedió por él ante el triunviro, que le perdonó la vida, según cuenta Nepote.

Era suegro de Agripa y entregó a su hermana a Quinto, hermano de Cicerón. Gozó, según su biógrafo, de la amistad y confianza de Octaviano, quien le consultaba asuntos de estado.

Se dejó morir de hambre para sustraerse a los dolores de una enfermedad muy grave, alegando que si alimentaba su cuerpo haría lo mismo con la enfermedad.