Diferencia entre revisiones de «Alegoría de la caverna»

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En este mito, el ser humano se identifica como los prisioneros. Las sombras de los hombres y de las cosas que se proyectan, son las apariencias, es decir, lo que captamos a través de los sentidos y pensamos que es real (región sensible). Las cosas naturales, el mundo que está fuera de la caverna y que los prisioneros no ven, son el [[mundo de las ideas]], en el cual, la máxima idea, la [[idea de Bien]] (o verdad), es el sol. Uno de los prisioneros logra liberarse de sus ataduras y consigue salir de la caverna conociendo así el mundo real. Es este prisionero ya liberado el que deberá guiar a los demás hacia el mundo real, es el símbolo del filósofo.
En este mito, el ser humano se identifica como los prisioneros. Las sombras de los hombres y de las cosas que se proyectan, son las apariencias, es decir, lo que captamos a través de los sentidos y pensamos que es real (región sensible). Las cosas naturales, el mundo que está fuera de la caverna y que los prisioneros no ven, son el [[mundo de las ideas]], en el cual, la máxima idea, la [[idea de Bien]] (o verdad), es el sol. Uno de los prisioneros logra liberarse de sus ataduras y consigue salir de la caverna conociendo así el mundo real. Es este prisionero ya liberado el que deberá guiar a los demás hacia el mundo real, es el símbolo del filósofo.


Al hacer entrar de nuevo el prisionero al interior de la caverna para que dé la buena noticia a aquella gente esclavizada y prisionera de la oscuridad, haciéndoles partícipes del gran descubrimiento que acaba de hacer, a la vez que debe procurar convencerles de que viven en un engaño, en la más abrumadora falsedad para los demás prisioneros, enajenados desde la infancia, le toman por un loco y se ríen de él. Incluso, afirma Sócrates, que si alguien intentase desatarlos y hacerlos subir por la empinada ascensión hacia la entrada de la caverna, si pudiesen aprehenderlo con sus propias manos y matarlo, lo matarían; así son los prisioneros: ignorantes, incultos y violentos. Por lo que podemos deducir que los prisioneros no serían participes de abandonar la caverna, quedándose el interior sin saber realmente que hay fuera, sin conocer la verdad.
Al hacer entrar de nuevo el prisionero al interior de la caverna para que dé la buena noticia a aquella gente esclavizada y prisionera de la oscuridad, haciéndoles partícipes del gran descubrimiento que acaba de hacer, a la vez que debe procurar convencerles de que viven en un engaño, en la más abrumadora falsedad para los demás prisioneros, enajenados desde la infancia, le toman por un loco y se ríen de él. Incluso, afirma Sócrates, que si alguien intentase desatarlos y hacerlos subir por la empinada ascensión hacia la entrada de la caverna, si pudiesen aprenderlo con sus propias manos y matarlo, lo matarían; así son los prisioneros: ignorantes, incultos y violentos. Por lo que podemos deducir que los prisioneros no serían participes de abandonar la caverna, quedándose el interior sin saber realmente que hay fuera, sin conocer la verdad.


Este tipo de alegoría, en la que pone de manifiesto cómo los humanos podemos engañarnos a nosotros mismos o forzados por poderes fácticos, es repetida durante la historia por muchos filósofos u otros autores, como [[Calderón de la Barca]] con [[La vida es sueño]]. Ejemplos más modernos pueden ser el libro [[La Invención de Morel]] (1940) de [[Adolfo Bioy Casares]], [[Un mundo feliz]], de ([[Aldous Huxley|Huxley]], 1932), la trilogía cinematográfica [[Matrix]] (especialmente la primera) o [[El show de Truman]], o el libro La Caverna (2000) de [[José Saramago]].
Este tipo de alegoría, en la que pone de manifiesto cómo los humanos podemos engañarnos a nosotros mismos o forzados por poderes fácticos, es repetida durante la historia por muchos filósofos u otros autores, como [[Calderón de la Barca]] con [[La vida es sueño]]. Ejemplos más modernos pueden ser el libro [[La Invención de Morel]] (1940) de [[Adolfo Bioy Casares]], [[Un mundo feliz]], de ([[Aldous Huxley|Huxley]], 1932), la trilogía cinematográfica [[Matrix]] (especialmente la primera) o [[El show de Truman]], o el libro La Caverna (2000) de [[José Saramago]].

Revisión del 23:02 28 abr 2009

La Alegoría de la caverna es una explicación metafórica, realizada por el filosofo griego Platón al principio del VII libro de La República, de la situación en que se encuentra el ser humano respecto del conocimiento. Así Platón explica su teoría de la existencia de dos mundos: el mundo sensible (conocido a través de los sentidos) y el mundo de las ideas (solo alcanzable mediante la razón).

En este diálogo participan: Sócrates, Adeimantus, Alcibíades, Aristófanes, Callicles, Glaucón, Gorgias, Hippias, Pitágoras, Parménides, Theaetetus, Thrasymachus y Timeo de Locri.

Descripción

Archivo:Hoehlengleichnis.png
Recreación del mito. Se observa como el prisionero sólo puede observar proyecciones del mundo que son falsas.

Platón describió en su mito de la caverna una gruta cavernosa, en la cual se encuentran unos hombres prisioneros desde nacimiento por cadenas que les sujetan el cuello y las piernas, de forma que únicamente pueden mirar hacia la pared del fondo de la caverna sin poder nunca girar la cabeza. Justo detrás de ellos, se encuentra un muro con un pasillo y, seguidamente y por orden de lejanía respecto de los hombres, una hoguera y la entrada de la cueva que da al mundo, a la naturaleza. Por el pasillo del muro circulan hombres cuyas sombras, gracias a la iluminación de la hoguera, se proyectan en la pared que los prisioneros pueden ver.

En esta alegoría, los encadenados no pueden considerar otra cosa verdadera que las sombras de los objetos. Debido a la obnubilación de los sentidos y la ofuscación mental se hallan condenados en tomar por verdaderas todas y cada una de las cosas falsas.

En este mito, el ser humano se identifica como los prisioneros. Las sombras de los hombres y de las cosas que se proyectan, son las apariencias, es decir, lo que captamos a través de los sentidos y pensamos que es real (región sensible). Las cosas naturales, el mundo que está fuera de la caverna y que los prisioneros no ven, son el mundo de las ideas, en el cual, la máxima idea, la idea de Bien (o verdad), es el sol. Uno de los prisioneros logra liberarse de sus ataduras y consigue salir de la caverna conociendo así el mundo real. Es este prisionero ya liberado el que deberá guiar a los demás hacia el mundo real, es el símbolo del filósofo.

Al hacer entrar de nuevo el prisionero al interior de la caverna para que dé la buena noticia a aquella gente esclavizada y prisionera de la oscuridad, haciéndoles partícipes del gran descubrimiento que acaba de hacer, a la vez que debe procurar convencerles de que viven en un engaño, en la más abrumadora falsedad para los demás prisioneros, enajenados desde la infancia, le toman por un loco y se ríen de él. Incluso, afirma Sócrates, que si alguien intentase desatarlos y hacerlos subir por la empinada ascensión hacia la entrada de la caverna, si pudiesen aprenderlo con sus propias manos y matarlo, lo matarían; así son los prisioneros: ignorantes, incultos y violentos. Por lo que podemos deducir que los prisioneros no serían participes de abandonar la caverna, quedándose el interior sin saber realmente que hay fuera, sin conocer la verdad.

Este tipo de alegoría, en la que pone de manifiesto cómo los humanos podemos engañarnos a nosotros mismos o forzados por poderes fácticos, es repetida durante la historia por muchos filósofos u otros autores, como Calderón de la Barca con La vida es sueño. Ejemplos más modernos pueden ser el libro La Invención de Morel (1940) de Adolfo Bioy Casares, Un mundo feliz, de (Huxley, 1932), la trilogía cinematográfica Matrix (especialmente la primera) o El show de Truman, o el libro La Caverna (2000) de José Saramago.

Véase también

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