Diferencia entre revisiones de «Lingüística histórica»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
Diegusjaimes (discusión · contribs.)
m Revertidos los cambios de 189.194.77.233 a la última edición de Robbot
Línea 26: Línea 26:
*en primer lugar, que ''el cambio de las lenguas se debe no sólo a la voluntad consciente de los hombres, sino también a una necesidad interna''{{citarequerida}}. Los lingüistas de la época distinguieron a tal efecto dos tipos de relaciones entre palabras análogas en dos momentos históricos determinados: el ''préstamo'' y la ''herencia''; la primera relación motivada por cambios conscientes y la segunda por cambios inconscientes o ''internos'' a la lengua. En este sentido, la asunción de que una palabra puede provenir, por herencia, de una palabra diferente suponía admitir que existen causas naturales para el [[cambio lingüístico]]. Consecuencia importante de esta idea es que la comparación entre lenguas utiliza también las diferencias para establecer el parentesco.
*en primer lugar, que ''el cambio de las lenguas se debe no sólo a la voluntad consciente de los hombres, sino también a una necesidad interna''{{citarequerida}}. Los lingüistas de la época distinguieron a tal efecto dos tipos de relaciones entre palabras análogas en dos momentos históricos determinados: el ''préstamo'' y la ''herencia''; la primera relación motivada por cambios conscientes y la segunda por cambios inconscientes o ''internos'' a la lengua. En este sentido, la asunción de que una palabra puede provenir, por herencia, de una palabra diferente suponía admitir que existen causas naturales para el [[cambio lingüístico]]. Consecuencia importante de esta idea es que la comparación entre lenguas utiliza también las diferencias para establecer el parentesco.


*en segundo lugar, que ''el cambio lingüístico es regular y respeta la organización interna de las lenguas''{{citarequerida}}. La aceptación de la idea de que solo se considera una diferencia como cambio si manifiesta cierta regularidad en el interior de la lengua, es esencial para la configuración de la lingüística histórica como disciplina plenamente científica; se sustituye, pues, el estudio llamado entonces ''etimología'', que consideraba cada palabra como un problema especial. La regularidad, por el contrario, implica que la diferencia entre dos palabras análogas proviene de alguno de sus constituyentes y que en todas las demás palabras donde aparece el mismo constituyente está afectado por el mismo cambio. Este pensamiento puramente [[Estructuralismo|estructuralista]] fue descartado posteriormente por los lingüistas diacrónicos, quienes argumentan que la lengua debe de ir en la picha de la bieja y es dinámica sexual y los cambios son que en la picha se pone mojada no son por l
*en segundo lugar, que ''el cambio lingüístico es regular y respeta la organización interna de las lenguas''{{citarequerida}}. La aceptación de la idea de que solo se considera una diferencia como cambio si manifiesta cierta regularidad en el interior de la lengua, es esencial para la configuración de la lingüística histórica como disciplina plenamente científica; se sustituye, pues, el estudio llamado entonces ''etimología'', que consideraba cada palabra como un problema especial. La regularidad, por el contrario, implica que la diferencia entre dos palabras análogas proviene de alguno de sus constituyentes y que en todas las demás palabras donde aparece el mismo constituyente está afectado por el mismo cambio. Este pensamiento puramente [[Estructuralismo|estructuralista]] fue descartado posteriormente por los lingüistas diacrónicos, quienes argumentan que la lengua es dinámica y los cambios no son por lo general regulares sino que pueden afectar únicamente a un pequeño grupo de palabras de iguales características.
regulares sino que pueden afectar únicamente a un pequeño grupo de palabras de iguales características.


De esta segunda idea se concluía que, para que el cambio poseyera regularidad, parecía necesario que respetase la organización gramatical de la lengua y sólo alterase la palabra a través de su organización interna. Por lo demás, se sugiería también entonces que esa regularidad podía darse también en los componentes fonéticos; de aquí que en el siglo XIX se consolidase el estudio de las [[ley fonética|leyes fonéticas]], uno de los terrenos donde la lingüística histórica obtuvo sus mayores éxitos.
De esta segunda idea se concluía que, para que el cambio poseyera regularidad, parecía necesario que respetase la organización gramatical de la lengua y sólo alterase la palabra a través de su organización interna. Por lo demás, se sugiería también entonces que esa regularidad podía darse también en los componentes fonéticos; de aquí que en el siglo XIX se consolidase el estudio de las [[ley fonética|leyes fonéticas]], uno de los terrenos donde la lingüística histórica obtuvo sus mayores éxitos.

Revisión del 01:46 13 ene 2010

La lingüística histórica (o lingüística diacrónica) es la disciplina lingüística que estudia el cambio de las lenguas con el tiempo y el proceso de cambio lingüístico. Por tanto, la lingüística histórica ocupa un lugar destacado en el estudio de la evolución diacrónica de las lenguas y su relación o parentesco genético.

Los resultados de la lingüística histórica pueden ser frecuentemente comparados con los de otras disciplinas como la historia, la arqueología o la genética. En los estudios interdisciplinares de este tipo lo que se pretende es reconstruir la cronología relativa de contactos entre pueblos, rutas de expansión e influencias culturales mutuas.

El nombre lingüística comparada, o gramática comparada, se refiere propiamente a una de las técnicas principales de la antigua lingüística histórica sincrónica.

Métodos sincrónicos de reconstrucción lingüística

Reconstrucción externa: Método comparativo

Las similitudes intralingüísticas obedecen a una de tres causas posibles: a) casualidad; b) préstamos; o c) herencia. Cuando las similitudes entre palabras de distintas lenguas se deben a un origen común, estas palabras se llaman cognados. Dichos cognados sirven para determinar el grado de relación entre distintas lenguas en distintos aspectos lingüísticos. Si todas las lenguas de un grupo emparentado en forma filogenética comparten un rasgo, suponemos que este se encontraba presente en la lengua madre. El indoeuropeo ha sido reconstruido principalmente mediante el método comparativo.

Reconstrucción interna

Este método intenta reconstruir sistemas lingüísticos antiguos partiendo de los datos de una sola lengua. Se basa en que las irregularidades del presente remiten a procesos que en el pasado fueron regulares. Este método se utiliza básicamente con aquellas lenguas aisladas de las que se desconocen parientes o en combinación con la reconstrucción externa. Los resultados de la reconstrucción externa mejoran cuando se practica previamente una reconstrucción interna dentro de cada lengua.

Glotocronología

Este método parte de ciertos supuestos de la retención de ítems de vocabulario básico. El método compara el porcentaje de cognados (palabras genéticamente relacionadas) común a las lenguas comparadas. Para muchos lingüistas los supuestos básicos son poco realistas, y no tienen en cuenta los factores sociopolíticos y culturales que pueden influir de manera puntualmente importante en la evolución de una lengua. Sin embargo, a pesar de esas críticas el método se ha popularizado[cita requerida] porque existe un conjunto de estimaciones glotocronológicas que dan resultados razonablemente concordantes con datos históricos y arqueológicos. Además cuando no existen fuentes escritas mediante las cuales se pueda investigar el pasado de dicha lengua, es frecuentemente una de las pocas alternativas existentes.

Orígenes de la lingüística histórica

Ideas básicas

La historia de esta disciplina lingüística tiene su origen a mediados del siglo XIX con los llamados Neogramáticos, interesados en encontrar la raíz de todas las lenguas europeas (el indoeuropeo).

Dos ideas son las que fundamentan en aquel momento el desarrollo de la nueva forma de estudio lingüístico:

  • en primer lugar, que el cambio de las lenguas se debe no sólo a la voluntad consciente de los hombres, sino también a una necesidad interna[cita requerida]. Los lingüistas de la época distinguieron a tal efecto dos tipos de relaciones entre palabras análogas en dos momentos históricos determinados: el préstamo y la herencia; la primera relación motivada por cambios conscientes y la segunda por cambios inconscientes o internos a la lengua. En este sentido, la asunción de que una palabra puede provenir, por herencia, de una palabra diferente suponía admitir que existen causas naturales para el cambio lingüístico. Consecuencia importante de esta idea es que la comparación entre lenguas utiliza también las diferencias para establecer el parentesco.
  • en segundo lugar, que el cambio lingüístico es regular y respeta la organización interna de las lenguas[cita requerida]. La aceptación de la idea de que solo se considera una diferencia como cambio si manifiesta cierta regularidad en el interior de la lengua, es esencial para la configuración de la lingüística histórica como disciplina plenamente científica; se sustituye, pues, el estudio llamado entonces etimología, que consideraba cada palabra como un problema especial. La regularidad, por el contrario, implica que la diferencia entre dos palabras análogas proviene de alguno de sus constituyentes y que en todas las demás palabras donde aparece el mismo constituyente está afectado por el mismo cambio. Este pensamiento puramente estructuralista fue descartado posteriormente por los lingüistas diacrónicos, quienes argumentan que la lengua es dinámica y los cambios no son por lo general regulares sino que pueden afectar únicamente a un pequeño grupo de palabras de iguales características.

De esta segunda idea se concluía que, para que el cambio poseyera regularidad, parecía necesario que respetase la organización gramatical de la lengua y sólo alterase la palabra a través de su organización interna. Por lo demás, se sugiería también entonces que esa regularidad podía darse también en los componentes fonéticos; de aquí que en el siglo XIX se consolidase el estudio de las leyes fonéticas, uno de los terrenos donde la lingüística histórica obtuvo sus mayores éxitos.

El comparatismo como metodología

Se suele señalar a 1816 como la fecha de nacimiento de la lingüística histórica con la aparición de la obra Sistema de conjugación de la lengua sánscrita, comparado con el de las lenguas griega, latina, persa y germánica del lingüista alemán Franz Bopp. El título describe perfectamente la metodología empleada: el llamado comparatismo o gramática comparada, técnica empleada por varios lingüistas de la época entre los que se incluyen a von Schlegel, J.L.C. Grimm, A. Schleicher y R. Rask. Las características del comparatismo son las siguientes:

Dedicación al estudio de las lenguas indoeuropeas, interés derivado del descubrimiento a finales del XVIII de la analogía entre el sánscrito y la mayoría de las lenguas europeas.
Idea de que entre las lenguas indoeuropeas no hay solo parecido sino parentesco: se trata, por tanto, de transformaciones naturales de una misma lengua madre, el indoeuropeo.
El método comparativo: se busca, ante todo, establecer correspondencias entre las lenguas comparándolas; esta comparación, además, es entre sus elementos gramaticales. Se plantea, a este respecto, la polémica sobre si se debe prestar atención a las raíces de las palabras o bien a los elementos afijales de estas (sufijos, prefijos...); a principios del XIX, la comparación de las lenguas se consideró esencialmente como la comparación de estos últimos, pues eran los menos susceptibles de ser préstamos de forma aislada.

Véase también

Enlaces externos