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Diferencia entre revisiones de «Deflación»

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En [[economía]] se llama '''deflación''' a la bajada '''generalizada''' y '''prolongad'''a (como mínimo, dos semestres según el [[Fondo Monetario Internacional|FMI]]{{cita requerida}}) del nivel de precios de [[Bien económico|bien]]es y [[Servicio (economía)|servicio]]s. Es el fenómeno contrario al de la [[inflación]].
Viva España [[Fondo Monetario Internacional|FMI]]{{cita requerida}}) del nivel de precios de [[Bien económico|bien]]es y [[Servicio (economía)|servicio]]s. Es el fenómeno contrario al de la [[inflación]].


Suele responder a una caída en la [[Demanda (economía)|demanda]] y puede tener consecuencias más negativas que la inflación.
Suele responder a una caída en la [[Demanda (economía)|demanda]] y puede tener consecuencias más negativas que la inflación.

Revisión del 09:17 18 may 2012

Viva España FMI[cita requerida]) del nivel de precios de bienes y servicios. Es el fenómeno contrario al de la inflación.

Suele responder a una caída en la demanda y puede tener consecuencias más negativas que la inflación.

Efectos de la deflación

La deflación puede desencadenar un círculo vicioso: Los comerciantes tienen que vender sus productos para cubrir al menos sus costos fijos (entendiendo que el precio ya no alcanza para pagar los costes variables), por lo que bajan los precios. Con los precios bajando de forma generalizada, la demanda disminuye más, porque los consumidores entienden que no merece la pena comprar si mañana todo será todavía más barato. En la inflación, sin embargo, ocurre todo lo contrario, dado que los consumidores prefieren comprar antes los bienes de larga duración, para anticiparse a subidas de precios.[cita requerida]

Dado este círculo vicioso, la deflación se convierte en causa y efecto de la falta de circulación del dinero en la economía, porque todos prefieren retenerlo. Una deflación prolongada, puede tener efectos muy perniciosos en la economía nacional, dado que la industria no encuentra salida a sus productos y sólo tiene pérdidas al tener que afrontar costes fijos con ingresos menguados, dadas las circunstancias.

Los efectos de la deflación sobre la actividad económica son muy negativos y difíciles de corregir. Un descenso de los precios deteriora los resultados empresariales, lo que implica recortes de plantilla y de inversión en bienes de equipo, lo que a su vez lleva a una disminución de la demanda que de nuevo recorta el excedente empresarial. En ausencia de políticas correctoras, la salida de este círculo vicioso sólo se produce cuando los precios han disminuido lo suficiente para que los consumidores y empresas puedan restablecer progresivamente su nivel de demanda.

Además, la deflación provoca fuertes distorsiones en la actividad financiera, ya que aumenta la carga real de intereses que sufren los deudores. En efecto, los tipos de interés no pueden disminuir por debajo de cero, pero los precios están cayendo, lo que aumenta el poder adquisitivo del dinero. Si una persona pide 100€ con interés cero a un año y los precios caen un 10%, en términos reales la deuda se habrá transformado en 110€.

Medidas contra la deflación

Las políticas que la Administración puede aplicar para actuar contra la deflación estarán orientadas a potenciar la demanda para cubrir el desfase con la oferta. El consenso entre los economistas sobre la mejor opción se limita al énfasis en actuar a a priori (prevenir la deflación) más que a posteriori (combatir la deflación).

A partir de ahí, las opiniones se agrupan en torno a dos propuestas. La primera, monetarista, sugiere bajar los tipos de interés y aportar fondos a las entidades financieras para fomentar el crédito a familias y empresas. La segunda, de corte keynesiano, propone incrementar el gasto público para dinamizar la economía. Normalmente, la opción más adecuada dependerá de cada situación y consistirá en una combinación de ambas propuestas.

Por ejemplo, durante la Gran Depresión la Reserva Federal disminuyó los tipos de interés hasta el 0,5% a principios de 1930. Sin embargo, en estas condiciones las familias preferían atesorar su dinero en casa ya que la rentabilidad que ofrecían las entidades financieras era muy reducida (trampa de la liquidez). Al no disponer de recursos de clientes, los bancos no podían conceder préstamos para la actividad productiva. Por ello, fue la política de estímulo a través del gasto público acometida por el presidente Roosevelt en el marco del New Deal la herramienta que permitió superar la crisis.

Deflación y desinflación

Es necesario distinguir deflación de desinflación. La desinflación se define como una desaceleración de los precios, es decir, siguen creciendo pero a un ritmo menor, mientras que la deflación implicaría tasas de variación negativas del IPC.

Causas de la deflación

La deflación se produce cuando la oferta de bienes y servicios en una economía es superior a la demanda: el sector empresarial se ve obligado a reducir los precios para poder vender la producción y no verse obligado a acumular stocks. Este desajuste entre oferta y demanda puede venir por dos motivos.

Insuficiencia de la demanda

Por ejemplo, en la Gran Depresión ocurrida en los Estados Unidos a finales de los años 20, el derrumbe de los mercados bursátiles y el colapso del sistema financiero redujo drásticamente la capacidad de gasto de las familias induciendo una espiral deflacionista: el IPC se redujo un 24% entre agosto de 1929 y marzo de 1933.

Exceso de la oferta

El mejor ejemplo es la coyuntura actual. En los últimos años del fuerte ciclo expansivo de los noventa, las empresas acometieron cuantiosos proyectos de inversión seducidas por la "nueva economía". La no cristalización de estas expectativas dejó al sector productivo (sobre todo en EE.UU.) con un fuerte exceso de capacidad que todavía no ha sido purgado: en Estados Unidos el uso de capacidad estaba (abril de 2003) en el 74%, siete puntos por debajo de la medía 1972-2002. El impacto de este desajuste sobre los precios puede verse acentuado por cambios estructurales en la economía mundial que impliquen un incremento de la productividad o de la competencia entre las empresas, como ocurre en los últimos años con la progresiva desaparición de las barreras al comercio mundial y la liberalización de sectores básicos (telefonía, transporte, energía) en muchos países.

Casos de deflación

En realidad, la deflación ha sido un fenómeno muy poco frecuente en el siglo XX, donde sólo se han registrado dos casos relevantes. El primero, ya citado, fue la Gran Depresión norteamericana que se reproduciría en Japón y Suecia (-25% y -20% en precios). El segundo se observa en Japón desde mediados de los 90 hasta la actualidad. No obstante, a día de hoy, podemos encontrar tasas leves de deflación en España.

Véase también

Bibliografía