Compañía de Filipinas
La Real Compañía de Filipinas fue una empresa privilegiada del periodo ilustrado establecida el 10 de marzo de 1785 por una Real Cédula de Carlos III, dirigida por Francisco Cabarrús, asumiendo las funciones que hasta ese momento había venido desarrollando la Compañía Guipuzcoana. Su finalidad era promover el comercio directo entre Filipinas (colonia del Imperio español) y la metrópoli. Se fundó con un fondo inicial de 3000 acciones de 250 pesos cada una, participando en la operación las incipientes empresas financieras españolas. Más tarde, incremento su capitalización con la emisión de bonos.
Tuvo el monopolio de la industria del comercio y sirvió para mantener una actividad estable entre Asia y España y reforzó el papel de Filipinas en el entorno asiático. No obstante, redujo los derechos de monopolio de las demás compañías del imperio, cuando comenzó a crecer y participar con otros monopolios españoles, lo que dio lugar a problemas sobre competencias con los que operaban con productos similares con América. Más graves fueron los conflictos con los propios filipinos, que usaban la ruta con Acapulco para sus actividades y con el Reino Unido, que mantenía el comercio asiático como primera potencia. Estos problemas derivaron en una progresiva decadencia del proyecto a partir de 1794, quedando prácticamente inoperativa a finales del siglo XVIII y comienzos del XIX. Durante la regencia de María Cristina en nombre de Isabel II, la compañía fue disuelta.
Sirva como referencia la descripción de la misma que hace el General H.L.V. Ducoudray Holstein en sus memorias; en ellas en su primer capítulo describe como era el territorio de terra firme, entonces virreinato de Nueva Granada en el año 1810:
El sistema colonial español es generalmente tan bien entendido, que resultaría superfluo hablar aquí de éste, pero los siguientes detalles particulares de la Compañía de Filipinas, son muy poco conocidos. Esta era una sociedad de comerciantes y otros individuos muy ricos de la provincia de Vizcaya en España, quienes adquirieron del rey el privilegio de importar y exportar, hacia y desde sus colonias, mercancía de todas las descripciones. En la Tierra Firme, ni el capitán general ni el virrey podían alterar los precios fijados por la compañía. Penas capitales eran ordenadas contra cualquiera que llegara a comerciar con los habitantes locales sin tener la autorización de la compañía. Los habitantes locales eran forzados a vender sus cultivos al precio fijado. La compañía tenía buques armados llamados Guarda Costas, empleados para impedir el intercambio con cualquier otro buque o individuo no autorizados por la compañía. Su ganancia neta era alrededor del trescientos por ciento y así, este modo de manejar sus negocios puede solamente servir para mostrar la condición tan lamentable en la que se encontraba Tierra Firme.
Referencias
- BUZETA, Manuel.: Diccionario geográfico, estadístico, histórico de las Islas Filipinas, 1850. [en dominio público].
- Ducoudrau Holstein, H.L.V.: Memorias de Simón Bolívar y de sus principales generales. ISBN: 978-9-58-446124-7