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Antonio de Zamora

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Antonio de Zamora (Madrid, 1 de noviembre de 1665 - Ocaña, 7 de diciembre de 1727) fue un dramaturgo español.

En 1689 era ya oficial de la Secretaría de Indias en la parte o sección de Nueva España. Fue amigo del dramaturgo Francisco Bances Candamo, a quien sustituyó como poeta oficial de la Corte desde 1694; en 1696 el Ayuntamiento de Madrid le encargó la composición de los Jeroglíficos para el túmulo de la reina madre doña Mariana, en las exequias que celebró, a 19 de mayo, en el convento de Santo Domingo el Real; en 1698 llegó a ser gentilhombre de cámara del rey Carlos II.

El Ayuntamiento le encomendó además las inscripciones para el catafalco de este rey en la referida iglesia, y compuso la Fúnebre numerosa descripción de estas Exequias, toda en verso, como ya lo indica su afectado título. Y, en fin, para las honras del serenísimo señor Luis de Borbón, príncipe heredero de Francia, padre de Felipe V, escribió por igual comisión los Jeroglíficos el año de 1711.

Partidario de los Borbones durante la Guerra de Sucesión, tuvo que esconderse de los proaustriacos. Celebró la entrada de Felipe V en Madrid en 1717 con el auto sacramental El pleito matrimonial del cuerpo y el alma (1701), que ampliaba otro precedente de Pedro Calderón de la Barca, cuya escuela dramática siguió; también celebró este acontecimiento en un romance heroico titulado Epinicio métrico, Prosphonema numeroso. La zarzuela Todo lo vence el amor fue compuesta para celebrar el nacimiento de Luis I en 1707 y se representó en el Coliseo del Buen Retiro con música de Antonio de Literes; su dramma musical Angélica y Medoro fue representado con motivo de la boda de don Luis.

Labor

Cultivó los géneros dramáticos habituales entonces: comedias religiosas y de santos (Judas Iscariote, El lucero de Madrid y divino labrador san Isidro, La honda de David), comedias históricas (Cada uno es linaje aparte, La doncella de Orleans, La defensa de Tarifa, La destrucción de Tebas) y comedias de figurón, donde destacó especialmente por Don Domingo de don Blas y Don Bruno de Calahorra, pero sobre todo por El hechizado por fuerza, estrenada en 1698 y una de sus comedias más famosas, donde se satiriza al necio Don Claudio; en ella, y al estilo de Molière, dibuja un personaje que posee más vicios que virtudes, comunes a una clase social poderosa por economía, rango y su presunta superioridad moral; en la obra, su negativa a casarse impide de rebote el matrimonio de su hermana, y su actitud prepotente, prejuiciosa y caprichosa trae de cabeza a sus sirvientes, sus amigos y su médico. Al resto de los personajes que le rodean no les queda otro remedio que urdir una trama de engaños en la que le hacen creer que está hechizado y que morirá si no se casa. Para ello se sirven de todos los medios a su alcance. Fue la obra más famosa de su época y estuvo reponiéndose durante siglo y medio. Otra de sus obras de más éxito fue No hay plazo que no se cumpla ni deuda que no se pague o convidado de piedra, que trata de la leyenda de don Juan, pieza menos sutil que la de Tirso de Molina y algo más realista que la de José Zorrilla, pues no deja el final abierto a la duda como este. Se estuvo representando durante las fiestas de difuntos de todos los años hasta que fue sustituida por la obra de Zorrilla.

A Zamora le atrajeron además los temas costumbristas y fantásticos (dentro de estos últimos, fue muy popular su comedia de magia El mágico de Salerno). Cultivó asimismo la zarzuela, que él llamaba dramma musical; su libreto para Viento es la dicha de amor tenía música de José de Nebra; para este tipod e obras prefirió el tema mitológico.

Sus obras dramáticas, con el título de Comedias nuevas, se editaron en 4 vols. en Madrid, 1722 (Comedias Nuevas con los mismos saynetes con que se executaron) y Madrid, 1744 (Comedias de don Antonio de Zamora gentil-hombre que fue de la casa de su magestad, y su oficial de la Secretaría de Indias, parte de Nueva España). Sus entremeses representan una transición hacia el populismo de los de Ramón de la Cruz.

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