Anexo:Bibliografía de Leopoldo Marechal

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El escritor argentino Leopoldo Marechal (1900-1970) fue considerado durante su época un destacado artista emergente surgido de un grupo de autores conocido como el Grupo Florida; denominado así porque la revista en la que publicaban se ubicaba en las cercanías de dicha calle de Buenos Aires, y se reunían en la Confitería Richmond. Este grupo incluyó escritores cómo Victoria Ocampo, Leopoldo Marechal, y Oliverio Girondo entre otros muy destacados escritores argentinos, y se encontraba en una contraposición dialéctico-literaria con el también recordado Grupo Boedo, cuyos integrantes publicaban en la Editorial Claridad, se reunían en el Café El Japonés, y poseían una raigambre social mucho más humilde; este grupo incluía integrantes cómo Roberto Arlt, entre otros.

Teatro[editar]

Antígona Vélez (1951)[editar]

Antígona Vélez en el teatro.

Versión de Leopoldo Marechal de Antígona de Sófocles, transporta la historia a La Pampa argentina. Esta historia está situada en el siglo XIX, en la “Postrera” ubicada en esa región del país, durante la llamada "Conquista del Desierto", que tuvo como objetivo el exterminio de los indígenas. La historia de base se mantiene casi íntegra, solo que el autor cambia algunos personajes (Don Facundo Galván por Creonte, Lisandro Galván por Hemón, Antígona Vélez por Antígona, Ignacio Vélez por Polinices, Martín Vélez por Eteocles, etc.) y se toma licencias sobre los hechos.

Resumen[editar]

El relato comienza cuando Ignacio Vélez, hermano de Antígona, deserta de la civilización y se une a los indígenas. En la contienda, mueren ambos hermanos, Ignacio y Martín Vélez. Después de la muerte de ambos, Martín Vélez es velado honorablemente mientras que Ignacio, por haber tomado bando por los indígenas, es dejado abandonado por órdenes de Don Facundo Galván. Antígona se encuentra con su hermana Carmen y le cuenta que quiere enterrar a Ignacio. Carmen no quiere tener nada que ver en esto y le dice que no va a decir nada a nadie, si bien Antígona desestima esa promesa. Después de este encuentro, intenta convencer a Don Facundo, tío de Ignacio, de llevar a cabo el entierro y este se niega, amenazándola. Antígona decide, entonces, enterrarlo por sí misma.

Lisandro vuelve de la batalla para hablar con su padre Facundo y un rastreador, quienes le explican a Facundo las novedades en el frente. Facundo le cuenta a Lisandro que no enterraron a Ignacio Vélez y que Antígona quería hacerlo. Lisandro y el rastreador se desconciertan, porque alguien había desobedecido sus órdenes. Tenía en la cabecera una cruz de sauce atada y en los pies flores de cardo negro. El rastreador dijo que había unas huellas. Don Facundo pide al rastreador que siga las huellas y rastree al culpable del entierro. Vuelve el rastreador y le dice a Facundo que ha encontrado las prendas con las que se ha enterrado a Ignacio en el cuarto de Antígona que es llevada, entonces, ante Facundo que condena a ser librada en un alazán (caballo de pelo rojo) para que corra por la pradera frente a los indios, de modo de caer muerta por sus lanzas.

Antígona se encuentra con Lisandro y empieza a hablar con él, Lisandro le dice que su padre hizo mal en dictar esa sentencia y que ese caballo no saldrá, pero Antígona afirma que ya no importa. Después, recuerdan su infancia cuando Lisandro domó su primer potro: un doradillo (caballo de pelo dorado) y se enamoran. Al atardecer, Antígona va hacia el caballo para cumplir su sentencia y de la puerta sale corriendo Lisandro, quien, llamándola, le dice que ese caballo no puede salir. Los hombres lo sujetan mientras habla con Antígona, pero ella sigue su destino. Lisandro con todas sus fuerzas se suelta y la persigue al galope. Finalmente la alcanza y, a lo lejos, se ven lanzas que caen, muriendo los amantes, atravesados por una misma lanza.

Más tarde, Don Facundo pregunta cómo andan las cosas, suenan unos clarines y un soldado afirma: “hemos ganado” y vuelven a tocar el clarín. Pero más triste, Facundo pregunta: “¿Qué pasa allá afuera?”, a lo que el sargento responde: “Le traigo dos muertos”: Antígona Vélez y Lisandro Galván, atravesados por la misma lanza. Facundo dice, entonces: “Hombres: caven dos tumbas, ahí mismo donde reposan ya, si bien se mira están casados”. A lo que uno de los hombres responde: “Pero no le darán nietos”, a lo que Facundo replica: “Todos los hombres y mujeres, que algún día cosecharan en esa pampa el fruto de tanta sangre”.

Civilización y barbarie[editar]

En esta obra de teatro se puede ver el enfrentamiento de la civilización, es decir de los hombres blancos y de la llamada "barbarie" que en este caso serían los indígenas de la pampa. "Como con Creonte en el hipotexto sofocleano, en Antígona Vélez se produce un enfrentamiento entre Antígona y Don Facundo, un desafío entre dos lógicas de acción, dos leyes de distinto orden, lo humano y lo divino. Pero Don Facundo también se enfrenta a un duelo con el medio: la civilización está representada por la estancia, el progreso, el catolicismo; la barbarie, por el contrario, es el atraso, el indio ("los infieles") y, por sobre todo, la llanura salvaje, la naturaleza. Cuando Don Facundo confirma que Antígona enterró a Ignacio Vélez, la condena a salir de la estancia hacia el sur, donde están los indios, así la condena a la barbarie

Novela[editar]

Don Juan (1959)[editar]

Es una novela clásica del medio oriental, que trata de unas mujeres con tendencia a la "prostitución" , que se enamoran de un hombre llamado Don Juan, y una mujer que estaba algo loca mató a todas sus hermanas y se quedó con Don Juan, y la segunda parte de este libro se llama "Don Juan y Su Bella Dama".

Referencias[editar]