Este sitio de 1.640 m2, situado en el distrito de Port Louis, es el lugar donde comenzó la diáspora moderna de los “trabajadores contratados”. En 1834, el gobierno británico escogió la isla de Mauricio para aplicar en ella por primera vez lo que llamó “el gran experimento”, o sea la utilización de trabajadores libres en vez de esclavos. Entre 1834 y 1920, llegaron desde la India a Aapravasi Ghat casi medio millón de “trabajadores contratados” para trabajar en las plantaciones de caña azucarera de Mauricio, o ser transferidos a la isla de la Reunión, Australia, el África Meridional y Oriental, y el Caribe. Los edificios de Aapravasi Ghat son uno de los primeros exponentes materiales de lo que llegó a convertirse en un sistema económico de envergadura internacional, causante de uno de los mayores movimientos migratorios de la historia de la humanidad. (UNESCO/BPI)[1]
La escabrosa montaña del Morne, que se adentra en el océano Índico al sudoeste de la isla de Mauricio, fue el refugio de los esclavos cimarrones en el siglo XVIII y los primeros años del XIX. Protegidos por su relieve abrupto, boscoso y prácticamente inaccesible, los esclavos evadidos se agruparon en pequeños poblamientos asentados en las grutas y la cima de este promontorio. La tradición oral de los cimarrones hace de esta montaña el símbolo de los sufrimientos y sacrificios de los esclavos y de su lucha por la libertad. Trascendiendo los confines de Mauricio, esa tradición tuvo resonancia en los continentes y países de donde procedían los esclavos: África, Madagascar, la India y Asia Sudoriental. Importante escala del comercio oriental de esclavos, la isla de Mauricio llegó a ser conocida con el nombre de “República de los Cimarrones”, debido al importante número de esclavos fugados que se instalaron en el Morne. (UNESCO/BPI)[2]
La inscripción en esta lista es la primera etapa para cualquier futura candidatura. Mauricio, cuya lista indicativa fue revisada por última vez el 17 de mayo de 2006,[3] ha presentado los siguientes sitios:
El “sega tipik” mauriciano es un arte tradicional del espectáculo, emblemático de la comunidad criolla de Mauricio y muy dinámico, que se practica en el seno de las familias con motivo de eventos de carácter privado o en lugares públicos con ocasión de diferentes acontecimientos de carácter colectivo. Las canciones del “sega tipik”, interpretadas en tono menor, van cobrando paulatinamente un ritmo más rápido al son de instrumentos de percusión y marcan el compás a los bailarines que, moviendo caderas y manos, giran unos en torno a otros con pasos cortos y en formaciones variadas. Los cantantes solistas improvisan las letras de sus canciones en lengua criolla, mezclada a veces con otros idiomas, al son de un tambor, una maraca en forma de caja y un triángulo, que imprimen al “sega tipik” su ritmo característico. Las letras de las canciones hablan del amor y las dificultades de la vida diaria, y en la coreografía de los bailes se suelen mimar esos dos temas. Las bailarinas lucen faldas largas y enaguas y los bailarines van vestidos con pantalones arremangados, camisas coloridas y sombreros de paja que recuerdan la indumentaria de sus antepasados. Los protagonistas principales del “sega tipik”, esto es, los cantantes, bailarines y músicos transmiten sus conocimientos a los demás mediante la enseñanza formal, o de modo informal mediante la imitación y la participación. Algunos practicantes del “sega tipik” fabrican también sus instrumentos y transmiten sus conocimientos y técnicas de fabricación mediante un aprendizaje informal. Representativo del carácter pluricultural de la sociedad mauriciana, el “sega tipik” trasciende las barreras culturales y sociales, crea la posibilidad de encuentros entre las diferentes culturas y, por lo tanto, contribuye a unificar a los diferentes grupos de la sociedad en torno a este patrimonio cultural común de los mauricianos. (UNESCO/BPI)
La ceremonia geetgawai en Mauricio, con cantos populares en bhojpuri
Bien inmaterial inscrito en 2016.
La celebración de la ceremonia prenupcial denominada geetgawai combina rituales, plegarias, cantos, músicas y danzas. La practican principalmente comunidades de habla bhojpuri de Mauricio, originarias de la India. El escenario de la ceremonia es el hogar de uno de los futuros esposos y el ritual lo ofician tradicionalmente las mujeres de la familia y del vecindario de la pareja. Cinco mujeres casadas colocan en un paño cúrcuma, arroz, yerba y dinero, mientras que las demás mujeres entonan a su alrededor cantos en honor de los dioses y diosas. Una vez santificado así el lugar de la ceremonia, la madre del novio o de la novia, acompañada por un tamborilero, rinde homenaje a los instrumentos musicales que se van a tocar durante la celebración del rito, entre los que destaca un tambor de dos parches, llamado dholak. Luego se interpretan cantos estimulantes y todos los asistentes se ponen a bailar. El geetgawai es una expresión de la identidad cultural y la memoria colectiva de las comunidades de habla bhojpuri, que confiere a sus practicantes un sentimiento de orgullo y contribuye al fortalecimiento de la cohesión social, suprimiendo las barreras de clase social y de casta. Las generaciones de más edad transmiten a las más jóvenes, ya sea de modo formal o informal, las prácticas y los conocimientos vinculados a esta ceremonia tradicional mediante la observación y la participación en el seno de las familias, así como en escuelas domésticas y centros comunitarios y educativos. Hoy en día, el ritual geetgawai se puede practicar en público y los hombres pueden participar en su celebración. (UNESCO/BPI)[5]