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Aibar

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Plantilla:Infobox ciudad España

Aibar (oficialmente Aibar-Oibar) es un municipio de Navarra, España.

Gentilicio

Aibareses, as, Oibartarrak

Geografía

Aibar está a una distancia de 44,2 km de Pamplona. Cuenta con 456 viviendas familiares.

Arqueología

En el termino de Aibar se han producido hallazgos esporádicos de hachas pulimentadas recogidas en el Castillo de Javier. En el lugar llamado El Llano y en Soreta hay restos de población romana y en el Solano se encontró un bronce de un muchacho desnudo escanciando un odre y un ara dedicada a Júpiter por Lucio Sempronio Gémino.

Arquitectura civil

El caserío está situado en una colina descendiendo desde la iglesia que está emplazada en la parte alta. Las calles siguen un trazado tortuoso en cuesta. A ellas dan casas de mampostería de tres niveles con vanos adintelados. Las portadas son de medio punto o adinteladas. Algunas casas tienen la parte superior de adobe. El pueblo, con sus callejuelas, casas nobles y arcos, es típico. No restan vestigios del cerco amurallado que dominó la población.

Casas

Casa Arbeloa Señorial casa de sillarejo de tres niveles con sillar sólo en torno a la puerta que tiene arco de medio punto y sobre ella escudo cortado entre leones tenantes y campo rodeado por la inscripción: DE LOS ARBELOA DE LOZANO. En el campo dos leones enfrentados en la parte superior y en la inferior un animal pasante. Sobre el escudo ventana tapiada y más arriba otra. En la fachada contigua dos balcones en el segundo nivel y un balcón corrido en el tercero.

Casa Aibar Casa de dos niveles de sillar con puerta de medio punto y ventana adintelada sobre ella. Lleva en la clave un escudo con un castillo.

Casa Banderas Casa de sillar del siglo XVI, presenta dos niveles con puerta de arco apuntado con grandes dovelas y sobre ella una ventana adintelada con antepecho de bolas. El escudo situado en la clave de la puerta está perdido.

Casa Barrunta Casa del siglo XVI de tres niveles de sillar con dos puertas de medio punta cada una con suescudo en la clave con anagrama de Cristo y estrella, una de ellas modificada para adintelarla. En el segundo nivel se abren ventanas geminadas con arco conopial una sobre cada puerta.

Casa Sola-Esquilador En la carretera, incrustada en una casa más moderna, son los restos de una vivienda de comienzos del siglo XVI de sillar con dos cuerpos y tercero recrecido. La puerta es de medio punto con moldura y potentes dovelas radiales, en el segundo cuerpo hay dos ventanas geminadas de tracería flamígera que han perdido el parteluz. Entre ambas un escudo rococó con mascarón inferior con yelmo por timbre rodeado de rocallas y en el campo árbol arrancado con jabalí pasante y flor de lis. Lleva una inscripción ilegible.

Casa Iziz Casa del siglo XVIII a juzgar por el alero, de dos niveles, en el superior entre dos balcones escudo barroco con mascarón inferior y yelmo por timbre entre leones tenantes; en su campo cinco fajas.

Casa Larraga Casa cuadrangular enlucida con sillar en vanos y esquinas presenta tres niveles. La puerta es adintelada y descentrada con escudo sobre el dintel con tres cruces e inscripción ARMAS DE RADA. En el segundo nivel tres balcones adintelados con forja, y en el tercero tres ventanas rectangulares.

Casa Tabarés Casa de sillarejo presenta tres niveles con sillar en los vanos; en el primer piso puerta adintelada, en el segundo dos balcones en el centro y dos ventanas a los lados y en el tercer nivel un escudo rococó con mascarón de la parte inferior, rocalla y yelmo por timbre en el primer cuartel el escudo del Roncal, en el segundo escudete entre besantes, en el tercero seis fajas surmontadas por cruz, en el cuarto dos leones enfrentados y en el quinto tres ondas y tres fajas. Enfrente hay dos casas con arquillos conopiales.

Palacio Vadillo (Casa Pascual) Casa de sillar de dos cuerpos y pequeño ático del siglo XVII, puerta de arco descentrado de medio punto con dovelas almohadilladas y en la clave escudo muy borroso.

Sociedad Ipar Haizea Crismón. En relieve, en la clave del portal de medio punto reconstruido, pero conservando su antigua disposición. Circular, trinitario, de seis brazos arqueados los que forman el aspa (X), y aro marco. Perteneciente a un pequeño grupo de crismones navarros de este tipo peculiar. Tilde de cruz que curiosamente sujeta en su extremo el vano pequeño de la P. Alfa gótica cuadrada y Omega menor de aro, y S grande de buen trazo.

Casa Tarifas Casa rehecha que mantiene el medio punto de ingreso y escudo cuartelado en la clave, en el primero y cuarto cuartel ave sobre roquedo, en el segundo creciente entre estrellas y en el tercero torre entre estrellas y creciente.

Casa Consistorial La casa consistorial anterior estuvo situada en un edificio del Casco Antiguo, junto a la Iglesia que alberga el Aula de Energías Renovables. La actual está situada en la plaza de y fue construida en el siglo XIX

Arquitectura religiosa

Basílica de Santa María

Situada en un extremo del pueblo, en la parte baja, se encuentra esta iglesia románica, de la segunda mitad del siglo XII, cuyos muros acusan dos fases de obra en el reajuste del aparejo del segundo tramo y en la interrupción de la moldura que corre a media altura.

Su planta presenta una sola nave de cuatro tramos y cabecera semicircular (Planta).

La cubierta es de medio cañón apuntado y está jalonada por cuatro fajones apuntados y doblados que descansan en las pilastras.

Iluminan la nave tres ventanas de medio punto abocinadas situadas dos en la cabecera, una a cada lado, y la tercera en el muro de los pies.

Preside la basílica el retablo mayor barroco, contratado en 1710 por P. Arriaga, maestro de Uncastillo que realizó en la parroquia el retablo del Santo Cristo.

Ermita de San Joaquín

Es una construcción del siglo XVIII cuya planta es de una nave de cuatro tramos y cabecera recta (Planta). Está cubierta por una bóveda de lunetos jalonada por fajones. Su exterior es de sillarejo con puerta de medio punto con dovelas de sillar y espadaña con campana a los pies sobre la fachada.

San Pedro

Una noticia documental fecha con toda precisión la obra de esta iglesia en 1146, año en el que don Pedro, abad de Aibar, otorgó un contrato con García Cristóbal por el cual efectuaban un trueque para la obra de la iglesia de San Pedro.

El cuerpo de naves que hoy conserva la iglesia puede pertenecer efectivamente a esas fechas de mediados del siglo XII dentro de un románico perteneciente al arte del camino de Santiago. La iglesia de San Pedro de Aibar es un ejemplar de construcción románica muy completo a pesar de la falta de su cabecera primitiva. La fecha bastante temprana de su construcción es otro factor que da interés a la obra.

La planta se compone de un cuerpo románico de tres naves de tres tramos, la central más ancha que las laterales. A este cuerpo románico se le añadió en el siglo XVI un amplio crucero más la capilla mayor y la sacristía.

En un lateral de la iglesia se encuentra la imagen gótica de un Santo Cristo, el del Amparo. La transmisión oral, nos dice que este crucifijo se trajo de las Cruzadas.

Artesanía

Panadería Azparren

La tradición panadera en la saga de los Azparren se remonta a principios del siglo XX, cuando antepasados de la familia, elaboraban pan en un rudimentario horno que todavía se conserva en Casa Canturro. Elabora pan y repostería casera en horno de leña de fuego directo y reforzado con vapor de agua.

Entorno

Aibar tiene una situación privilegiada desde la que se pueden emprender numerosas excursiones. En un radio de unos 30 km. podemos visitar:

· Pueblos medievales de carácter defensivo encaramados en los montes para su defensa (Ujue, Gallipienzo, Caseda, Sos del Rey Católico, Uncastillo)

· Castillos o torres medievales (Castillo de Javier, Peña, Olite)

· Monasterios (Leire, La oliva)

· Pequeñas ciudades con historia desde el medievo y notable patrimonio artístico (Sangüesa, Olite, Tafalla)

· Lugares de alto valor naturalístico y paisajístico (Foces de Lumbier y Arbaiun, Sierra de Leire, Sierra de Izko, pantano de Yesa)

Además, dos importantes vías atraviesan el termino municipal de Aibar-Oibar. Por un lado el camino de Santiago aragonés en dirección Este-Oeste entra desde Sangüesa-Rocaforte y, atravesando el norte del término, se dirige hacia Ibargoiti. Por otro lado, la Real Cañada de los salacencos en dirección Norte-Sur atravesa el mismo casco urbano aibarés en su camino hacia las Bardenas Reales.

Historia

Introducción

Desde muy antiguo los hombres han pisado nuestra tierra como lo demuestran las hachas pulimentadas encontradas que datan de la Edad del Bronce (hace 2.500 / 3.000 años).

Algo menos antiguos (de hace unos 2.000 años) son los restos romanos aparecidos en El Llano, Soreta y Solano, en este último, un ara dedicada a Júpiter y una figurita de bronce, lo que indica que se seguía habitando la zona, aunque no la localidad.

A mediados del siglo IX debía de ser una de las plazas importantes del reino pamplonés. Muhammad ibn Lup, uno de los grandes caudillos de la familia Banu Qasi, se alzó contra sus familiares y extendió sus dominios ocupándoles Zaragoza, Valtierra, Tudela y San Esteban de Deio. Penetró en el reino y se enfrentó al rey García Iñiguez, muerto en la batalla; poco después arrasaba el castillo de Aibar: En el año 882 “fractus est castro de Aybaria a Mohamed ben Lup”. El castillo de Aibar, del que tan solo queda su topónimo (el cerco), desde su estratégico emplazamiento, vigiló las incursiones agarenas del valle del Ebro por el curso del Aragón.

Deberemos esperar al S. XI para que la villa y su señorío adquieran protagonismo. Es a raíz del hijo que el rey Sancho el Mayor tuvo con la dama aibaresa doña Sancha. Este hijo no es otro que Ramiro (futuro Ramiro I rey de Aragón) que recibe en herencia, además de las tierras aragonesas, la villa de Aibar y su señorío (año 1035). Esta extraña situación cambia ya el año 1062 en el que Aibar vuelve a manos navarras.

Nuevamente los aragoneses toman la villa el año 1.200 (S.XIII) en su lucha contra Navarra y su rey Sancho VII el Fuerte. En esta ocasión Aragón forma alianza con Castilla que le arrebata Álava y Guipúzcoa. Por fortuna el propio rey recupera la villa para Navarra y ya será siempre parte del reino navarro.

Como villa de realengo, siguió abonando pecha a la corona, hasta que en 1368 fueron recucidas por Carlos III en dos sueldos anuales por cada casa.

El 27 de Marzo de 1397 y en atención a “la gran lealtat, penas e trabajos que los francos de nuestra villa han mostrado e pasado en tiempos de guerra y adversidades les hizo" hijosdalgo a todos y extiende esta gracia a cualquiera otras personas, hombres e mujeres e crianzones que allá fuesen a vivir tanto por casamiento como por cualquier otro motivo” y la posibilitan para “comprar sacar e llevar el vino de su cosecha hasta las partidas de Aragón, Castilla y otros reinos y señoríos".

Nuevamente la villa de Aibar se cita en una carta que Doña Blanca de Navarra envía a su esposo Don Juan el 17 de Septiembre de 1425 y en la que se ensalza la valentía de los aibareses.

Años después (1451–1452) Juan II y el Príncipe de Viana luchan en Aibar. Derrotado el príncipe es hecho prisionero por su padre. Es una triste época de guerra civil. Navarra se divide entre padre e hijo quedando Aibar fiel a Don Carlos el Príncipe de Viana a quien reconoce como heredero legítimo.

Es el propio Príncipe Carlos quien en 1459 “la instituyó e hizo noble y buena villa en el reyno” y le dio el título de "muy leal y fidelísima".

Fue buena villa con asientos en cortes. Durante el siglo XVI vivió tiempos de prosperidad, reflejada en la ampliación del templo parroquial de San Pedro, en el que fue sustituida la cabecera románica triabsidal por la actual con el crucero y la portada plateresca de acceso. De esta época son también un crucero con el escudo de armas de la villa en el fuste, y una custodia de plata.

Existían en Aibar dos palacios, el deyuso, “que le dicen del río” cuyo escudo era de cinco fajas de azur en campo de oro y el de suso o casa del barrio de arriba que traía por armas seis paveses de oro en campo de gules. Contaba Aibar además de con las dos iglesias románicas de San Pedro y Santa María que se conservan en la actualidad, con las ermitas de San Julián, San Felices, San Jaime, San Juan Bautista, San Lorenzo, San Miguel, San Millán, San Roque, Santa Cecilia, Santa Lucía y Santa Romana, todas ellas desaparecidas, de algunas de las cuales se conserva su recuerdo en los nombres de término. Se conserva en cambio la ermita de San Joaquín.

Durante la Guerra de la Independencia los franceses fusilaron al alcalde, al vicario y a cinco vecinos. A otros los deportaron a Francia o los encarcelaron o les expoliaron sumas apreciables de dinero.

Durante los tiempos modernos, formaban el valle al que Aibar da nombre, y del que es cabeza, La Valdaibar: Abaiz, Arteta, Ayesa, Eslava, Ezprogui, Gallipienzo, Gardaláin, Guetádar, Julio, Leache, Lerga, Loya, Lumbier, Moriones, Peña, Rocaforte, Sabaiza, Sada, Usumbelz, Izco y Javier. En 1844 Aibar obtuvo de la Diputación su separación del valle, a pesar de la oposición de los restantes integrantes de la comunidad; pero fue en 1846 cuando se hizo efectiva la medida, a la vez que se deshacía todo el valle en varios ayuntamientos.

Aibar hacia 1850

Así describía Pascual Madoz Aibar en su diccionario histórico-geografico-estadístico de 1845-50:

Villa con ayuntamiento de la provincia, audiencia territorial y capitanía general de Navarra, merindad y partido judicial de Sangüesa (1 legua), valle y arciprestazgo de su nombre, diócesis de Pamplona.

Situada a la margen derecha del río Aragón en la pendiente de un elevado cerro, en cuya cima se divisan los vestigios o cimientos del antiguo y fuerte castillo cuya rendición tanto costó a los aragoneses en tiempo de su rey D. Juan II: combátenla principalmente los vientos del Norte y su clima es muy saludable. Forman el pueblo 213 casas, contándose entre ellas la consistorial, cárcel pública, carnicería, pósito, un hospital donde los enfermos pobres de la villa obtienen asistencia y medios de curación, el palacio del marqués de Ayerbe y otro perteneciente al marqués del Vadillo, cuyos edificios no ofrecen particularidad alguna. Hay también escuela de primeras letras dotada con 200 robos de trigo y 300 reales, a la que asisten 100 niños y otra dirigida por una maestra que tiene de sueldo 90 robos de trigo y 240 reales, a la cual concurre igual número de niñas para instruirse en las labores propias de su sexo. Tiene además una iglesia parroquial dedicada al apóstol San Pedro, servida por un cura llamado vicario y 6 beneficiados, y las ermitas de Sta María y San Joaquín, hallándose a 1/8 legua al Oeste de la población otra titulada de San Juan Bautista, en todas las que se celebra misa los días festivos. Dentro de la villa hay una fuente con su lavadero público; sus exquisitas aguas así como las de otros manantiales que brotan en distintos puntos del término sirven también para surtido del vecindario, abrevadero de ganados y otros objetos de agricultura. Confina el Término por el Norte con los de Izco, Nardués y Lumbier a dos leguas; por el Este con los de Sangüesa y Rocaforte a una legua; por el sur con los de Caseda y Gallipienzo a una legua y media y por el Oeste con los de Sada y Leache a tres cuartos de legua. Su longitud de Norte a Sur es de tres horas y una de latitud de Este a Oeste. Los diversos manantiales que se dijo brotan en él, dan origen a un riachuelo que no tiene nombre, pero es tan caudaloso que el sobrante de sus aguas se vende a los vecinos de Sangüesa, y con las mismas se mueve el molino de Caseda. El terreno participa de monte y llano y su calidad arenisca, arcillosa y caliza es bastante fértil: abraza unas 6000 robadas de cultivo y 2000 incultas por ser ásperas y estériles, en las cuales solamente se crían algunos pastos, arbustos y maleza: en la parte montuosa, cuyo circuito será de una hora, hay robles y otros árboles, cuyo número era muy considerable antes de la guerra de la Independencia; en el día se halla notablemente disminuido, si bien los habitantes se esfuerzan por mejorarlo. En las tierras bajas y de labor se ven muchos viñedos, sembraduras de cereales, prados de pastos y varios trozos de regadío. Los caminos son de herradura, conducen a los pueblos inmediatos y se encuentran en mal estado. La correspondencia se recibe de Sangüesa por medio de balijero que sostiene el ayuntamiento: llega los domingos, martes y viernes a las 12 del día y sale en los mismos días a las 8 de la mañana. Producción de trigo, avena, cebada, centeno, mucho vino, poco aceite, especialmente desde 1830, en cuyo año los hielos inutilizaron la mayor parte de los olivos, legumbres y hortaliza; cría ganado vacuno, lanar, cabrio y el mular, caballar y asnal necesario para la agricultura, y caza de perdices.

Industria. Una parada con dos garañones y caballo padre, arriería, molinos de aceite y fábrica de aguardiente; Comercio. El de importación de linos, cáñamos, aceite y géneros ultramarinos y coloniales que se conducen de Francia, Aragón y Cataluña y el de exportación de frutos sobrantes del país, principalmente el de aguardiente, que se portea a los valles de Salazar y Roncal. Población 260 vecinos, 1360 almas. El presupuesto municipal asciende a 28338 reales: se cubre con unos 15350 que producen las fincas de propios y ramos arrendables, y el resto por reparto entre los vecinos.

En 1366 tenía Aibar con Santa Cilia 97 vecinos entre ellos 35 hidalgos. El rey D. Carlos II la libertó de la pecha de dos sueldos anuales que pagaba cada casa, en el año 1368. En 1397 D. Carlos III considerando la lealtad de los francos de esta villa, y lo que sufrían en las guerras con Castilla y Aragón, los hizo nobles, y asimismo a cuantos en adelante viniesen a vivir en ella. Les concedió que tuviesen un alcalde para cuya elección los jurados y el concejo propusiesen al rey tres personas de la villa: que si ocurrieren muertes, heridas o peleas entre los vecinos, el alcalde y los jurados les requiriesen para dar treguas los unos a los otros, y que de hecho las diesen; y que pudiesen entrar libremente vino de la cosecha del pueblo a Castilla y Aragón. El rey D. Juan II confirmó este privilegio en 1428. Esta villa tenía asiento y voto en las cortes, y de ella se hace mérito en muchos documentos antiguos en los cuales figuran como testigos los gobernadores de Aibar. Su iglesia perteneció al monasterio de San Juan de la Peña cuyo abad D. Blasco en 1056 hizo donación del término de Santiago de Aibar para que los habitantes del valle de Aezcoa fundasen una nueva población. El rey D. Sancho el Mayor cuando dividió los reinos, adjudicó esta villa a Don Ramiro de Aragón.

Aibar y el Euskera

Sobre el nombre vasco de Aibar

Navarra, comunidad bilingüe

En Navarra, como en otras regiones europeas, se habla más de una lengua. En este caso romance y vascuence son las dos lenguas que de manera natural han sido habladas por los navarros desde hace siglos.

Esta situación va a tener reflejo en los nombres de las principales villas y ciudades navarras, lugares de encuentro de las dos comunidades lingüísticas, que, en muchos casos, recibirán distinta denominación dependiendo de la lengua utilizada: Pamplona-Iruña, Monreal-Elo, Puente la Reina-Gares, Lumbier-Irunberri, Tudela-Tutera, Sangüesa-Zangoza…

Como se verá más adelante Aibar también cuenta con doble denominación Aibar-Oibar.

Situación lingüística en la Comarca de Sangüesa

Ahora bien, la distribución geográfica de los idiomas propios de Navarra ha sufrido considerables cambios en los últimos doscientos años. Diversos documentos y los estudios de toponimia menor de Navarra muestran una nítida frontera lingüística que se mantuvo prácticamente inalterable hasta que en los siglos XVIII y XIX comenzó a dejarse de hablar el vascuence en amplias zonas de Navarra.

La comarca de Sangüesa muestra una situación muy interesante y variada. Al oeste del ría Aragón (Sada, Leache, Ayesa, Gallipienzo), con excepción de Rocaforte y Aibar, el vascuen ce fue la lengua principal hablada hasta, seguramente, finales del siglo XVIII. Eran igualmente vascohablantes Lumbier y Ujué. Al otro lado del río (Sangüesa, Javier, Cáseda y además Liédena y Yesa) la pérdida del vascuence pudiera remontarse al primer milenio de nuestra era.

Tanto Ricardo Ciérbide como Menéndez Pidal consideran tres fases de romanización en el nordeste hispánico. Una primera afectaría al corredor del Ebro, una segunda al Alto Aragón y zona oriental de Navarra (Sangüesa) y finalmente un romanceamiento tardío que todavía hoy continúa. La segunda de estas fases es la que habría afectado a Sangüesa y, según los citados autores habría acaecido hacia los siglos VI o VII de nuestra era. En Aibar todavía se habría hablado algún siglo más, de hecho su toponimia conserva todavía algún nombre vasco. Patxi Salaberri cifra la pérdida del vascuence en Aibar hacia el siglo X.

Así pues no es difícil imaginar una localidad como Aibar donde sus naturales hablasen desde muy antiguo una lengua romance (romance navarroaragonés) pero donde la presencia de vascohablantes no de los pueblos vecinos, e incluso valles pirenaicos, harían del vascuence una lengua cercana y familiar.

Los nombres de Aibar Documentación antigua

Aibar

Aibaría (882); Agibare, Fort. Gar. De (1027); Aibar, Aibare, Aibari, Aiuar, Aiuare, Aiubare, Aiuuar, Aiuruuare, Aivar, Aybare, Ayuar, Ayvar (SS. XI-XIII)

Oibar

A pesar de que el nombre vasco, como la propia lengua vasca, rara vez aparece en la documentación oficial, a veces, por medio de topónimos, se llegó a escribir en escrituras.

Oiuar (1074, 1076); García Oivarco (s. XI o XII)

Por lo general el nombre viene unido a la voz bidea “el camino”: Ottra viña… en Oibarbidea (en Leache, año 1763) Otra viña… en el camino de Oibarbidea teniente al Camino que de Aibar… (Leache, año 1723) Otra viña… en el Camino de Oibarbidegaña teniente… al camino de Aibar (Leache, año 1723)

Testimonios Orales

El nombre vasco ha sido conservado hasta nuestros días por los vascohablantes del valle de Salazar, buenos conocedores de la zona, debido a su tránsito anual siguiendo la ruta marcada por la cañada de los salacencos.

Concretamente llaman Oibarre a Aibar, pronunciándolo Oibárre y Óibarre.

Consideraciones sobre los datos aportados El nombre vasco: Oibar

La Real Academia de la Lengua Vasca, a la vista de la documentación y de las pronunciaciones recogidas en el valle de Salazar, decidió proponer en 1988 que Oibar fuese el nombre vasco de Aibar.

Más tarde Patxi Salaberri, miembro de la Comisión de Onomástica de la Real Academia de la Lengua Vasca, explicaba las razones que hacían de Oibar, y no Aibar, el nombre vasco de la villa. Cree por un lado que oibar podría ser la forma más antigua y original, aunque no tanto por los datos obtenidos de la documentación antigua sino por comparación con otros nombres que aparecen en la toponimia de otros lugares. En este sentido cita la existencia de otros antiguos núcleos de población, hoy despoblados, y diversos parajes que también llevan el nombre de Oibar (Valdorba), Oibar (Valle de Imotz), Oibar (Zubieta), Oibarzoko (Aia-Zarautz), Oibar (Gizaburuaga).

Pero además insiste en el hecho de que en el vascuence de Salazar se dijese Oibarre y en que en la toponimia vasca de la comarca aparezca también Oibar en pleno siglo XVIII.

Etimología del nombre

El nombre está compuesto de la voz vasca ibar “valle”, “vaguada” y un primer elemento no identificado. Parece que el nombre original fue Oibar de donde posteriormente surgíó Aibar, aunque este hecho es difícil de probar.

La pronunciación oibarre muestra una –e final que según Patxi Salaberri es paragógica y surgida del uso de la declinación Oibarrera Oibarretik…

Conclusión

Aibar, nombre oficial hoy, es el que se ha utilizado en la villa desde muy antiguo para su denominación. Oibar, por otro lado, fue el utilizado por los habitantes vascos de la comarca y otras zonas vascas de Navarra para referirse a la misma población.

Repasando la documentación medieval del monasterio de Leire nos encontramos que este despoblado cercano a Tafalla fue conocido como Oibar de Yuso, “Oibar de abajo”, seguramente para diferenciarlo de otro Oibar situado a mayor altura y de mayor importancia: el actual Aibar.


La nevera de Bizkaia

Luces y sombras de un pozo de nieve

“En Navarra, bebimos (…) un azumbre de vino, más helado que si fuera deshecho cristal de los despeñados desperdicios de los nevados Alpes; porque vale tan barata la nieve en aquel país, que no se tiene por buen navarro el que no bebe frío y come caliente”. Vida y hechos de Estebadillo González, hombre de buen humor, compuesto por él mesmo, E. Gonzalez, cap. XII (1646)

Introducción
Durante el siglo XVIII la villa navarra de Aibar contó con dos pozos donde acumular nieve y hielo para su posterior consumo. El primero de ellos, el llamado pozo del Cerco, responde a las características del típico pozo de almacenaje (1), mientras que el segundo, la nevera de la Bizkaia, se corresponde con el modelo de pozo de aprovisionamiento en medio del monte. A pesar de contar con estos dos depósitos, el abastecimiento de nieve a la villa de Aibar a lo largo de la mencionada centuria se convirtió en una tarea difícil, no sólo por motivos puramente climatológicos de escasez de nieve, sino también debido a los problemas planteados por la defectuosa construcción y el emplazamiento “erróneo” de uno de sus pozos, el de la Bizkaia.
Los vecinos han abierto un nuevo pozo
El llamado pozo de nieve o nevera de la Bizkaia se localiza a unos 4 Km. En línea recta al NW de la villa de Aibar, dentro del término comunal de la Bizkaia. Exactamente, se encuentra situado a pocos metros del corral de Longás, en un pequeño promontorio entre dos barrancos, que servirían de aliviaderos, y a unos 830 metros de altitud. La antigua caseta-cubierta que protegía el hueco ha desaparecido, quedando únicamente una profunda oquedad recubierta por un potente muro de piedra seca. No se aprecia ninguna zona acondicionada a su alrededor para las tareas de carga y descarga de la nieve.
Varias noticias certifican la construcción de la nevera de la Bizkaia en tres fases sucesivas (1723, 1724-1725 y 1727-1728). Gracias a la detallada información que aportan es posible llegar a una reconstrucción de este pozo de nieve.
La primera de las fases tuvo lugar en 1723. Durante el verano de este año, los vecinos de Aibar abrieron un pozo en el monte de esta villa, en un paraje comunal que llamaban de la Bizkaia, para acubilar en él niebe, para el abasto de los vezinos y para vender la que se pudiere afuera de esta villa. La nevera, por tanto, se construía en un terreno comunal y con el propósito de auto-abastecer a la población de Aibar, pero también, para vender, en la medida de lo posible, excedentes a viajeros o en localidades limítrofes. Los gastos de su apertura fueron costeados a expensas del producto que se había sacado en los campos de cultivo comunitarios.
(…) dijeron que los vezinos de esta villa el anno ultimo passado hizieron en los comunes de la Bizcaia, a sus expensas, un pozo nuevo para acubilar en él niebe, (…)
El alcalde y los regidores de la villa determinaron que los beneficios de la venta de nieve de este pozo irían a parar a los propios vecinos, siendo administrados por el depositario del trigo. Igualmente, contemplaron que los vecinos no podrían arrendar ni administrar directamente el pozo sin el consentimiento expreso de la Junta de la Veintena de Aibar. Por último, se dictaminó que los maderos y despojos para el pozo, se obtuvieran del Monte Robledal de Aibar, un paraje cercano y profuso en vegetación. Aunque también se advertía que ya empezaban a surgir las primeras quejas de algunos particulares temiendo los más que probables abusos en la tala de este término.
Las obras en la nevera prosiguieron en los años 1724 y 1725. Fue entonces cuando un conocido maestro cantero de la villa, Juan Julián Urrutia, levantó un tejado a dos aguas sobre el pozo. Esta cubierta se sustentaba por medio de dos pilares de mampostería, cuyas esquinas se reforzaban con piedra, alcanzando un grosor total de 80-120 cm. cada uno. Sobre estos mismos pilares se disponían dos vigas de madera, que a su vez, se apoyaban en otras tantas transversales. Con posterioridad, se ahondaría el pozo en dos ocasiones, se abriría un desagüe y se instalaría una puerta con cerraja. No obstante, y a pesar de las denuncias de algunas inspecciones, este tejadillo cedió, dañando las paredes y el caño, además de cegar el pozo casi en su totalidad.
Con respecto a la tercera y última fase de construcción, contamos con información muy precisa. En 1727 los vecinos se afanaron a la hora de recomponer el pozo tras el desastre provocado por el anterior hundimiento del tejado. El 5 de febrero del mismo año, dos maestros canteros reconocían que los pilares presentaban un buen estado, pero se criticaba, por primera vez, el emplazamiento de la nevera y su falta de impermeabilidad para mantener la nieve en el interior.
No obstante, es a partir del 15 de febrero de 1728, cuando se reestructura por completo el pozo de la Bizkaia. En esa fecha, los maestros canteros Miguel y Francisco Guallar, vecinos de la villa aragonesa de Pintano, acordaron con la villa de Aibar una actuación integral en el pozo de la Bizkaia. Los trabajos que llevaron a cabo en el pozo se prolongarían durante siete meses. En primer lugar, se cubrió todo el interior del pozo con una pared circular de piedra seca, de 1,26 m de grosor y 6,3 m de profundidad, Por cada tramo de 2,1 m de pared se insertó una hilada de piedras en disposición vertical –la documentación habla de arcos-. De esta manera, dos “anillos” dividían el pozo en tres pisos iguales. Cabría preguntarse por su finalidad práctica, ya que no parece que tuvieran ninguna función constructiva esencial. Por otro lado, la documentación posterior tampoco apunta del todo hacia la hipótesis de que se traten de algún tipo de “referencias” para calcular con mayor exactitud el nivel de nieve acumulada. Esta misma intervención también sirvió para colocar una nueva casetilla con tejado a dos aguas sobre la superficie del pozo. Su altura coincidía con la de los pisos del pozo -2,1 m-, y sus paredes estaban hechas de cal y arena. Además se abrió un caño, en ángulo recto y hacia el Este para el mejor desalojo de la nieve derretida. Finalmente, se construyó una nueva puerta destinada a introducir la nieve de forma más cómoda. Según estos datos, la altura total de la nevera alcanzaría los 8,4 m-6,3 de ellos bajo tierra-, quedando un hueco interior cuya boca medía 6,3 m de diámetro, aunque algo menos por su fondo. Con estas dimensiones, el pozo de la Bizkaia podría llegar a almacenar unos 196 metros cúbicos de nieve aproximadamente. Cabe reseñar que en la época en que fue construido, estaba considerado como un pozo muy grande y de boca muy ancha.
Para el abasto de los vecinos y para vender la que se pudiera afuera
La nevera de la Bizkaia empezó a utilizarse de forma inmediata, en el mismo invierno de 1723-1724. Sin duda alguna, se hacía muy necesaria la provisión de nieve a la villa por aquel entonces, ya que parece ser que no resultaba suficiente con la nieve y el hielo encobilados en el pozo del Cerco. Tanto es así que en varias ocasiones se tuvo que comprar nieve en mercados foráneos, como en el de Lumbier para el verano de 1708, con la consiguiente sobrecarga económica. Quizás también por falta de existencias en el pozo del Cerco, el encargado del abastecimiento de nieve a lavilla no pudo cumplir con su cometido en 1722, justo un año antes de la construcción del pozo de la Bizkaia. Bajo la amenaza de una fuerte sanción, las autoridades municipales le apremiaban en el reparto de nieve, por ser cossa tan necesaria del bien comun el abasto de dicha niebe o yelo. Así, los vecinos de Aibar decidieron construir una nueva nevera y asegurarse la provisión de nieve de forma más directa y barata.
En un primer momento, la nevera no presentó problemas, incluso se llegaron a vender excedentes a los pobladores de Eslava, Cáseda, Gallipienzo, Santacara y a todo aquel que lo solicitase. Pero, al año y medio de su entrada en funcionamiento, Simón de Sola, el arrendatario del momento, afirmaba haber perdido mucha de la nieve guardada en el pozo. Unos peritos, nombrados por la villa, reconocieron el desastre. Según su declaración, la nieve se iba deshaciendo y el agua se acumulaba en el suelo del pozo por encima de las varas sobre las que la efímera nieve permanecía. A pesar de ello, la situación pudo retomarse, y en el ejercicio fiscal de 1724, las cuentas del depositario de la villa únicamente presentaron un ligero déficit en el ramo de nieve.
En 1725 se produjeron dos hechos bastante significativos. En primer lugar, el arriendo del producto del Cerco quedaba complementado con el de la Bizkaia, solución muy recurrida durante la segunda mitad del siglo XVIII. Pero también surgieron las primeras dificultades serias para conservar la nieve dentro de él, hasta tal punto que el arrendatario de los dos pozos huyó de la villa, haciéndose cargo de la embarazosa situación sus herederos. Nuevamente, se tuvo que echar mano de nieve traída de fuera, esta vez desde Villaveta, cerca de Aoiz y a más de 20 Km. De distancia. A pesar de la denuncia del mal estado de conservación del pozo por parte del teniente alcalde de Aibar –quien decía que necesitaba recomponerse y refinarse para su mayor subsistencia-, su tejado acabó por hundirse definitivamente en 1727, como ya se ha visto.
Se iba consumiendo dicha nieve a toda prisa fuera de lo regular
Tras la completa reconstrucción de los años 1727 y 1728, la nevera estaba lista opara ser explotada de nuevo. Así, el vecino y escribano real, Bernardo Laboreria y Zalba, se adjudicó el arriendo del pozo el 6 de noviembre de 1728, por un período de nada menos que ocho años, y a razón de 20 ducados anuales, pagaderos el día de San Miguel. Una de las cláusulas del contrato especificaba que la villa le entregaba el pozo compuesto, bien, y, perfectamente con sus paredes de piedra circundando todo el dicho pozo con sus paredes, y, cubierto aquél, bien perfectamente con el escalador y vertiente en el suelo de dicho pozo, para que puedan expeler las aguas con comodidad y sin que se pueda rebalsar aquélla en dicho pisso, y, que sobre dicho escalador se aya de terraplenar la abertura que ay sobre él, para que no puedan fender los aires. Igualmente, se estipulaba que, de no haber nieve, el arrendatario quedaba excusado de pagar la renta por ese año. Otras facilidades que se le ofrecían eran la posibilidad de recoger la nieve de los sembrados circundantes con entera libertad, y el compromiso de la villa de recompensarle por cualquier ruina inesperada que afectara a la nevera. No era para menos de cara a afrontar con garantías un arriendo por tan largo tiempo. Por su parte, Bernardo Laboreria corría con los gastos de llenado del pozo, daba prioridad a los vecinos de Aibar en la vente de nieve, y supeditaba su persona y bienes, así como los del fiador del arriendo, Diego de Rada, al entero cumplimiento del mismo. Sin embargo, como veremos a continuación, Bernardo Laboreria no cumplió con su trabajo, y, a raíz de las quejas de la villa, el asunto terminó en los tribunales.
En la Sección de Tribunales Reales del Archivo General de Navarra, se ha conservado el proceso judicial de los vecinos de Aibar contra Bernardo Laboreria, sobre refacción o rescisión del arriendo de la nieve de la Bizkaia en el año 1735. Según la declaración del implicado, éste almacenó toda la nieve posible en el pozo durante dos años, bajo sus propias expensas, y con mucho cuidado y diligencia. Pero, al ir a recogerla, advirtió que gran parte de ella se había perdido, por lo que dejó de llenar el pozo en los dos años siguientes para evitarse más gastos inútiles. Es más, junto con otros declarantes, coincide en que allí resultaba imposible que se pudiera conservar mucha nieve, por lo que solicitaba una revisión del contrato de arriendo que había firmado años atrás. En concreto, Bernardo Laboreria alegaba en su descargo que la nevera padecía varios “defectos de fábrica de terreno”. Por ejemplo, el hecho de estar en un paraje elevado y orientada al Sur, donde le daban el Sol, desde que salía hasta que se ponía, además de todos los vientos, excepto el Cierzo. La fuerza del calor del sol y del aire cálido echaba a perder sin remedio toda la nieve que allí se recogía. Por otro lado, y continuando con el mismo testimonio, el problema quedaba acentuado al tratarse de un pozo de boca ancha y sin las escorrederas suficientes para la salida de aguas. La mayoría de testigos del proceso que decían haber reconocido el pozo y trabajado en las labores concejiles de encobilado, coinciden básicamente con esta declaración de Bernardo Laboreria. Cabe destacar los testimonios de dos maestros canteros que aprueban la fábrica de la nevera, pero, por otro lado, recomienda un emplazamiento más adecuado, como el de otros pozos de la misma zona geográfica. Según opinión de estos canteros, para que dicho pozo fuese permanentte y manttubiese la nieve que en él se pusiese, devia esttar en paraxe o terreno opaco, resguardado del sol y de la ventilación de bochorno y castellano, por ser los aires más nocibos para la conservación de la nieve (…).
Por el contrario, en la versión del fiscal, Bernardo Laboreria y todos los vecinos de Aibar, conocían de antemano la situación del pozo. Éste prosigue diciendo que, las paredes del pozo, a pesar de estar construidas a posteriori, se encontraban en perfecto estado y que la nevera, bajo su punto de vista, era una de las fabricas buenas que ay en el entorno de la villa. Si es que se había desecho la nieve, denunciaba, era por negligencia de su depositario, por el poco cuidado que se tuvo durante el empozado, e, incluso, llega a decir que como consecuencia de aver tenido la puerta abierta. Es más, los años en que dispuso de nieve, Bernardo Laboreria hasta vendió una porción fuera de la villa. El proceso quedó pendiente –Bernardo Laboreria moriría por esas fechas-, pero sus herederos y los de Diego de Rada, el fiador del arriendo, fueron obligados a llegar a un acuerdo con la villa para completar, a plazos, los pagos pendientes. Hasta 1756-1757 no se liquidó definitivamente la deuda con los vecinos.
No se encuentra postor para la nevera
A partir de 1746, la nevera de la Bizkaia entra en una fase en la que se suceden, indistintamente, las adjudicaciones de su arriendo, con la ausencia total de personas interesadas en su explotación. En algunas ocasiones, tras fracasar el remate de candela de su nieve, la propia villa se ve obligada a administrar directamente el depósito. Igualmente, se constata un descenso paulatino de la duración de los contratos. De los ocho años a los que se comprometió en su día Bernardo Laboreria, se pasaba a los cinco meses y medio de provisión de nieve durante el período 1781-1784, se establecía que el arrendatario pudiera disponer del pozo del Cerco en condiciones, y, también, subsidiariamente, el de la Bizkaia libre, para que pueda poner niebe a su arbitrio. Sin duda alguna, asistimos a un paulatino declive del uso de la nevera de la Bizkaia, seguramente agudizado por los años en los que apenas nevaba, y por la competencia que suponía el agua fría de la fuente recién estrenada en Aibar –según se dice, antes todos la gustavan (la nieve ) por carecer de agua fresca (…)(2).
La última mención directa al pozo de la Bizkaia data del 21 de febrero de 1798. En esa fecha, Francisco Domeño tomaba en arriendo el pozo del Cerco, pero la villa también le cedía el aprovechamiento de la nevera de la Bizkaia. A partir de entonces, las noticias documentales conservadas únicamente hablan, siempre en singular, del pozo de nieve, la nevera, la nevera de la villa, o simplemente, nieve o el arriendo de nieve. Todo parece indicar que son referencias al pozo del Cerco y no al de la Bizkaia, seguramente caído en desgracia. En primer lugar, por la propia trayectoria del pozo del Cerco para seguir en funcionamiento, mucho más segura, fiable y rentable que la de la Bizkaia. En segundo lugar, porque precisamente con el nombre de nevera de la villa era como se conocía a este mismo pozo antes de entrar en escena el de la Bizkaia. Ello explicaría también que durante el período de coexistencia, por lo menos “documental”, de ambas neveras en Aibar (1723-1798), fuera necesario especificar más en sus denominaciones para poder distinguirlas. Así, se adoptó al nombre de cada una de ellas, el topónimo donde estaban emplazadas; por un lado, la del Cerco (también de la villa), y, por otro, la de la Bizkaia (llamada en alguna ocasión del monte). Por último, bajo esos nombres genéricos no cabe suponer un “ arriendo conjunto” de las dos neveras, práctica habitual en los últimos años, ya que siempre que falta nieve en el pozo del Cerco, se acude fuera de la villa para comprarla, sin mencionarse para nada la de la Bizkaia. Por tanto, se trataría del depósito del Cerco, el cual la villa terminaría cediendo al Santo Hospital de Aibar en 1802.
Conclusiones
La nevera de la Bizkaia parece un pozo construido apresuradamente. No hay más que pensar en las continuas reparaciones a las que se vio sometido al poco tiempo de su entrada en funcionamiento. A juzgar por los problemas detectados para la conservación de la nieve en su interior, tampoco se pensó muy bien el lugar en el que fue abierto. Los vecinos critican insistentemente el intenso calor del Sol que entra por la puerta durante todo el día, y los vientos cálidos que inciden directamente sobre la nevera. De esta forma, resultaba imposible mantener la nieve en su interior.
Por otro lado, los vecinos de Aibar decidieron abrir el pozo a la vista de las dificultades que atravesaban con el simple abastecimiento del pozo del Cerco de la villa. En este sentido, no hay que olvidar las dificultades detectadas en los años previos a la construcción de la nevera de la Bizkaia. También, cabe destacar la iniciativa vecinal por mejorar la producción y la venta de excedentes.
En un primer momento, la nevera pareció funcionar a la perfección, incluso se vendió algún remanente de nieve en otras localidades cercanas. Pero, poco tiempo después, comenzaron los primeros problemas de conservación de la nieve, cuyo culmen se alcanzaría en 1735 con el proceso abierto contra uno de sus arrendatarios, Bernardo Laboreria y Zalba. En los años sucesivos asistimos a un progresivo declive de la nevera. A pesar de que la villa se afanaba por sacarlo a pública subasta, el arriendo quedaba desierto en bastantes ocasiones. Nadie presentaba postura alguna, todo lo contrario a lo que sucedía con los disputados arriendos del pozo del Cerco. Además, durante la segunda mitad del siglo XVIII (3), el producto encobilado en la Bizkaia servía únicamente como complemento al del Cerco. A falta de documentación que demuestre lo contrario, es fácil pensar que el pozo de la Bizkaia fue progresivamente dejado de lado, hasta caer en el más completo abandono a finales del siglo XVIII. La “misteriosa” desaparición de las referencias documentales desde 1798, no parece responder a una cesión de la nevera a manos de algún particular o entidad. La trayectoria histórica del pozo en cuestión, plagada de gastos, arreglos y arriendos desiertos, no invitaba precisamente a hacerse cargo de ella. Por otro lado, la compra de nieve foránea cuando quedaba agotada la del pozo del Cerco parece bastante determinante para concluir en un abandono de la nevera de la Bizkaia. Por todo ello, cabe concluir que la explotación de esta nevera en Aibar se prolongó desde 1723, fecha de su construcción, hasta el año 1798, cuando figura por última vez en la documentación antigua. Su recorrido histórico abarcaría, por tanto, un breve marco de 75 años.

(1) La nevera del Cerco Figura en la documentación desde el año 1664-1665, aunque su construcción seguramente es bastante anterior, incluso no cabe descartar un posible origen medieval. Se ha seguido la pista de este pozo hasta 1819, año en el que, aparentemente, desaparece de los registros documentales. Existen bastantes dudas sobre la localización exacta de su emplazamiento, pero probablemente haya que identificarla con el “hueco” que los vecinos llamaban La Corte, cerca del antiguo Santo Hospital, del padul de la villa y del propio Cerco, en dirección a Rocaforte.

(2) Hacia 1799 la villa de Aibar encargaba la construcción de una fuente de agua potable.

(3) A modo de comparación, según Juan Labeaga Mendiola, en los años 20 del siglo XX se abandonan los antiguos pozos de nieve en la zona de Sangüesa, en la que se enmarca la villa de Aibar, siendo sustituidos paulatinamente por fábricas de hielo artificial. Por su parte Rafael García Serrano afirma que la nevera de Sangüesa se abandonó exactamente en 1915 y la de Cáseda hacia 1928.

El escudo

Trae de gules y un castillo de tres torres de oro, la central más alta que las laterales y almenadas de tres almenas. Debajo del castillo dos llaves del mismo metal cruzadas en sotuer. Quizás provenga este blasón del sello céreo que usaba la villa desde el siglo XIII y que representaba, bajo una arcada flanqueada de dos torres y sumada de una tercera más alta, la imagen del patrón San Pedro empuñando una llave. En siglos posteriores y siguiendo las leyes heráldicas, la arcada con las torres se simbolizó en el castillo y la figura del santo en las llaves.

Barrios

Santa maría, Toki eder, La miilagrosa, Amalur, El cerco, Jaminduriz, Blanca Navarra, Camino del Monte, San Juan, La ontina, Barrio opaco, Calle San Pedro, Calle Mayor, Calle del aguardintero, Calle Centro Iriarte, Barrio San Francisco Javier, Aritza, Calle Santiago Pla, Carretil,

Localidades limítrofes

Cáseda, Leache, Lumbier, Sangüesa, Sada, Rocaforte.

Monumentos

Iglesia Santa Maria, Iglesia San Pedro, Lavadero, Plaza de la Virgen, Plaza consistorial, La Fuente, Pozo de las Hiedras,

Medio Natural

Flora y fauna

En la accidentada zona norte quedan algunos rodales de robledal y de bosques mixtos de encina y roble (unas 223 Ha), pero aun sumándole los pinares de repoblación (principalmente pino laricio de Austria) no alcanza la superficie forestal arbolada más que el 7,1% del total. El monte bajo lo forman arces, zarzas, coscojas, espinos, y bojes. Junto a barrancos y regatas aparecen más o menos dispersas las especies propias del soto como el fresno, olmo, chopo, cornejo y algún álamo blanco. En las zonas fangosas se instala el carrizal y los juncales.

Desde las cercanías del pueblo al margen del Aragón predomina el campo cultivado ya sea en secano con cereal, vid y olivo, o en regadío con huertos principalmente aunque pueden verse frutales y maíz.

Por este paisaje se mueven libremente animales de caza mayor como el jabalí y de caza menor como la liebre, la perdiz, la codorniz o el conejo.

Pero además de estos animales y de otros que pueden verse en la localidad como gatos, perros, gorriones, urracas, golondrinas...etc. existen algunas granjas destinadas a la cría de ganado. De forma totalmente estabulada las hay de cerdos y pollos y de forma semiestabulada de vacas y ovejas.

Geografía física

Los 48 Km2 de término municipal se extienden de NO a SE desde la Sierra de Izco, que aquí culmina a 900-960 m, hasta el mismo cauce del río Aragón (380 m).

Al Norte la topografía es accidentada: se trata de una serie de serrezuelas separadas por vallonadas que siguen la dirección pirenaica. Las primeras fueron modeladas por la erosión en los afloramientos areniscos y las segundas en los margosos y arcillosos del Oligoceno, los cuales están plegados: sinclinal de Rocaforte, anticlinal de Aibar y prolongación oriental del sinclinal de Barásoain. La inversión del relieve, de tipo prealpino, es perfecta: sinclinales colgados, vallen anticlinales, crestas.

Al sur la topografía es más llana y corresponde a dos extensos niveles de glacis de erosión y de terrazas fluviales.

El clima es de tipo mediterráneo, con cierto matiz continental en la mayor parte del término y submediterráneo al Norte. Los valores medios anuales oscilan, de acuerdo con la latitud y, sobre todo, la altitud, de la siguiente manera: temperatura, 12º-13°C; precipitaciones, 500-800 mm. y 80-100 días; evapotranspiración potencial, 725-750 mm.

Hidrografía

Nuestra hidrografía es bastante peculiar ya que todos los barrancos del término nacen en él. Todos desembocan en el río Aragón que riega el Sur de nuestro término fuera del término municipal de Aibar. Estos barrancos de este a oeste son los de ‘Santacilia’, ‘Cornadoro’, y ‘Valdespesa’ que se juntan formando el barranco de Uñesa y que pasa a Sangüesa donde recibe el nombre de ‘Gayano’ (Gallán); el barranco de la Estanca; el barranco de Valladana; los barrancos de ‘El Zoko’, ‘La Rabosa’ y ‘La Bizkaia’ forman el “río” Lorte que tras unir sus aguas con las del barranco de ‘Pontarrón’ se le llama de ‘Valcervera’ y pasa a tierras casedanas antes de desembocar en el Río Aragón.

Balsa de la Mueda Estanque natural de 12 hectáreas de extensión de gran importancia ecológica para las aves migratorias.

Gastronomía

La gente es de buen ver...

Lugares a visitar

Los lugares más basicos a visitar en una vuelta por aibar son el ayuntamiento, el lavadero, con parada en el Gaztetxe, La fuente, La plaza de la Virgen, el pozo las hiedras, la Iglesia de San Pedro y de Santa María y LA TXOZA.

Deportes

El pueblo tiene un equipo de futbol, Aibarés(www.aibares.tk), que milita en la primera regional del fútbol navarro. Entrenado en la actualidad por el vecino Koldo Martinez, hacen disfrutar en el San Lorenzo(campo superpequeñisimo) en las tardes primaverales al público que el mismo alberga(capacidad de 1000 espectadores según nueva reglamentación FIFA, antes eran 2000)además de diversos equipos de futbito (Skoria, Botepronto, Ukra team, los simpson, Aibar blanco, txoza balompié(los kios),Garrotek y además se cuenta son un grupo de motoristas cuya organización, Motoclub 4-40 realiza varias pruebas de enduro en la villa. Aparte de lo mencionado, Aibar cuenta con jóvenes deportistas ciclistas, montañeros , así como con una escuela de pelota etc.

Fiestas

nafarroaren jai oberenak

El calendario de fiestas y tradiciones es largo y con gran actividad en algunas fechas del año.

Enero El 5 de enero se celebra la tradicional cencerrada, costumbre centenaria de auyentar los malos espíritus mediante cencerros, eskilas y demás enseres. El mismo día se celebra la Cabalgata de los Reyes Magos.

Febrero Salen los coros de Santa Agueda y se celebran los Carnavales. Durante todos los viernes de Cuaresma se canta en la parroquia de San Pedro el Miserere.

Marzo-Abril En Semana Santa es tradicional la Procesión de Viernes Santo.

Mayo Coincidiendo con el primer domingo después de la Cruz de mayo (3 de mayo) se celebran las fiestas en honor al Santo Cristo del Amparo que cuenta con la devoción de todos los aibareses. La semana previa a las fiestas se celebra la novena del Santo Cristo pero el día grande es el domingo, día del Santo Cristo. También es muy especial la celebración del "Cristico", al día siguiente del domingo de Santo Cristo. Durante estas fiestas también es de destacar el campeonato de Goitibeheras que se celebra por el vertiginoso y técnico recorrido urbano aibarés.

Junio A finales de junio se celebran las fiestas de San Pedro. Entre sus actos más tradicionales se puede destacar la comportada (reparto gratuito de vino y abadejo) y las Ruedas de San Pedro, fuegos artificiales con la imagen de San Pedro.

Julio A comienzos de julio se celebra el concurso de pintura “Pintor Crispín”.

Agosto Del 15 al 20 de agosto destacan las Fiestas patronales en honor de San Roque, que que cuentan con un variado programa de capeas de vaquillas, deporte rural, pelota, verbenas, pasacalles, procesión...

Noviembre Hacia el primer fin de semana de Noviembre (puente de Todos los Santos) se celebra el Mercado medieval, en el incomparable marco medieval del casco urbano.

Diciembre Por último el 24 de diciembre el Olentzero visita Aibar para premiar con regalos a los que se han portado bien durante el año.

Ocio

Aibar cuenta con varios bares así como un centro cívico y un frontón municipal además de otro para uso público. También cuenta con una pista de motos y una de enduro. Por el monte perteneciente a la villa hay varios senderos y varias rutas para btt.

Gaztetxe

En el Gaztetxe se organizan actividades para todo el pueblo (juegos para los niños, talleres para los jóvenes, exposiciones y charlas para todo el pueblo...). Todo ello organizado por Oibarko Gazte Asanblada en la que puede participar todo el mundo. Todos los años, alrededor del 17 de Diciembre, tiene lugar el Gazte Eguna para celebrar el aniversaro de los primeros conciertos organizados por la Oibarko Gazte Asanblada. Este colectivo pertenece además al colectivo de jóvenes de Ekialdeko Gazteria que a su vez celebra anualmente un Gazte Eguna, cada año se hace en un pueblo diferente.

Personas célebres nacidas en esta localidad

Francisco Arbeloa (1711–1798 )

Monje cisterciense de San Salvador de Leire y autor entre otras obras de “Notas históricas referentes al monasterio de San Salvador de Leire".

Andrés Azcarate Esparza (1891–1981)

Monje benedictino profeso en Santo Domingo de Silos (1911). Nacido en 1891, había estudiado y realizado su profesión monástica en la abadía de Santo Domingo de Silos. Prior de la comunidad de Buenos Aires (Argentina) entre 1951 y 1963, año en que se retira a Leire.

En 1914 fue enviado a Buenos Aires y tras algunas alternativas, se radicó con sus monjes en Palermo. Allí logró fundar en 1920, la que más tarde fue la abadía de San Benito. Entre sus obras se cuenta, además, la creación del monasterio benedictino femenino de Santa Escolástica, en 1941. En 1960 el abad solicitó su retiro y regresó a España en 1963 y en el monasterio de San Salvador de Leyre falleció en 1981, casi nonagenario.

Fundador de círculos culturales, revistas...etc, y autor de varias obras con carácter religioso como un catecismo para solteros y otro para casados.

Crispín Martínez Pérez (1903–1957)

Nacido en Aibar en 1903, se traslada a muy temprana edad a San Sebastián, en donde permanece hasta los 14 años, regresando después a Aibar y fijando su residencia en Pamplona de una manera estable sobre 1918. En 1919 presenta su primera exposición en Pamplona a consecuencia de la que la Diputación Foral de Navarra le concede una pensión.

Recibe algunas lecciones en la academia de Javier Ciga, pero, autodidacta en todos los sentidos, abandona prontamente quedando de aquel corto período solamente la amistad personal que siempre le unió con el maestro. En 1934 se presenta en el Salón de otoño de Madrid, repitiendo en 1929 en el IX salón.

En 1928 gana la Medalla de Plata del Certamen Científico, Literario y Artístico del ayuntamiento de Pamplona, época en la que se traslada a vivir a Logroño y en la que desarrolla una actividad febril tanto como pintor, por aquel entonces expone en Bilbao, Pamplona y en un par de ocasiones en Logroño, como de decorador y hasta de diseñador de muebles y objetos artísticos.

En 1932 participa en la Exposición de Artistas Vascongados. Coincidiendo con su exposición en Pamplona de 1936 estalla la guerra española, volviendo a fijar su residencia en Pamplona y, por encargo del canónigo Fermín Izurdiaga, delegado de prensa del Movimiento, realiza de 1936 a 1938 una importante colección de retratos de los políticos y jefes militares de aquel que contribuyen a fijar su imagen de notable retratista.

En 1940 realiza el cartel de la Exposición de Artistas Navarros, ganando el mismo año el concurso de carteles de San Fermín que, allá por 1945, volverá a ganar lo mismo que hará con el convocado por la Caja de Ahorros Municipal de Pamplona. A partir de estos años se dedica a una labor sorda, sin participar en exposiciones ni certámenes, cultivando fundamentalmente el retrato y alguna que otra composición de tema religioso y aun histórico, hasta 1957, en que, en un desgraciado accidente de automóvil, muere al regreso de Tafalla, en la noche del 17 de agosto.

Cultivó los géneros del paisaje y el retrato. Son populares los retratos de personajes históricos como Mola, Franco y José Antonio.

Hay obra suya en los Ayuntamientos de Pamplona y Aibar, en la Diputación Foral de Navarra y en el Museo de Navarra. El Ayuntamiento de Pamplona le dedicó una calle en el Pleno del 27 de noviembre de 1970.

Santiago Pla Conocido entre nosotros como “Pla”. Aunque nacido en Aoiz, él se sintió aibarés y lo que es mejor así lo sentían también sus vecinos. Se hizo popular por su peculiar forma de entender la vida, pues era diestro en el arte de la picardía, del humor y de la aventura. De Don Santiago Pla se cuentan multitud de anécdotas a cada cual más curiosa. Y a Pla los aibareses le hemos dedicado una calle y un gigante de nuestra comparsa. Nosotros trastocando la letra de la jota decimos:

“Dos hombres tuvo Navarra que la hicieron inmortal. El cabrero Gallipìenzo y el famoso Pla de Aibar”.

Véase también

Bibliografía

Enlaces externos