Sidi al-Ayachi
Sidi M'Hamed al-Ayachi, también llamado el-Ayachi o al-Ayashi (-1641), fue un marroquí morabito, señor de la guerra y yihadista.[1] El sultán de Marruecos, Mulay Zidan al-Nasir, le había nombrado gobernador (qā′id) de Azmūr,[2] pero en 1627 decidió separarse y crear su propio estado.
Desde la muerte de Ahmad al-Mansur en 1603, Marruecos había caído progresivamente en un estado de anarquía, con el sultán perdiendo autoridad.[3] Con Marruecos en estado de guerra civil, los españoles aprovecharon la oportunidad para capturar las ciudades de Larache en 1610 y luego Mehdía en 1614. [4] La aparente incapacidad del sultán para defender el país, enfureció a Sidi al-Ayachi, y comenzó una contraofensiva contra España, haciendo corso contra su navegación, y obteniendo la ayuda de los moriscos y de los ingleses. [4] Consiguió recapturar al-Mamura, aunque temporalmente, y extendió su poder hasta Taza.[4]
En abril de 1627, Sidi al-Ayachi se rebeló contra el sultán y atacó el puerto de Salé, que capturó y transformó en su propio principado, la República de Salé, convirtiéndose en su gobernador independiente. [3] El diplomático inglés John Harrison negoció un tratado con Sidi al-Ayachi en mayo de 1627, un mes después.[3] Los holandeses también apoyaron firmemente a Sidi al-Ayachi, y le suministraron armas.[2]
No fue hasta que Sutan Mohammed esh Sheikh es Seghir llegó al trono en 1636, que se hicieron verdaderos esfuerzos para restaurar las tierras de Sidi al-Ayachi al trono. Sidi al-Ayachi murió en una batalla en 1641.[2]
Referencias
- ↑ Sato (2012). Islamic Urbanism. Hoboken, New Jersey: Taylor and Francis. p. 77. ISBN 978-1-136-16952-6.
- ↑ a b c Hirschberg, Joachim W. (Hayyim Ze'er). Bashan, Eliezer; Attal, Robert, eds. A history of the Jews in North Africa: From the Ottoman conquests to the present time (second edición). Leiden: E J Brill. p. 234. ISBN 978-90-04-06295-5.
- ↑ a b c Ships, money, and politics por Kenneth R. Andrews p.167
- ↑ a b c The Cambridge history of Islam por P. M. Holt, Ann K. S. Lambton, Bernard Lewis p.247