Viaje de agua

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Se denominaban viajes de agua a una serie de conducciones subterráneas o semisubterráneas que canalizaban el agua de diferentes manantiales de la Sierra de Guadarrama y Sierra de Ayllón hasta Madrid. Además de traer agua de varios acuíferos subterráneos cercanos a la capital.

Características

Estos acueductos eran qanats de origen árabe construidos probablemente durante los siglos VIII al XI (fundación y dominación árabe de Madrid), y aparecen mencionados por primera vez en el Fuero de Madrid de 1202.[cita requerida] Su efectividad quedó demostrada ya que fueron el principal medio de suministro de agua a la ciudad, tanto para consumo humano, como para regadío y ornamento (fuentes) desde su fundación hasta la creación del Canal de Isabel II, en el siglo XIX, si bien la red árabe original sufrió sucesivas ampliaciones para aumentar su capacidad conforme Madrid fue aumentando su población.

El agua subterránea se captaba mediante pozos o galerías de captación de agua de lluvias, construidas en altitud, con varios centenares de metros por encima del nivel de la ciudad, lo que garantizaba el suministro y presión sin necesidad de bombeo alguno. Éstas galerías de captación tenían una altura de aproximadamente 1,80 metros, a la que se dotaba de un lecho de grava en su interior que sirviese para retener las impurezas que por decantación caían al fondo de la mina. Al acercarse a la ciudad, las galerías de captación se convertían en canalizaciones de entre 0,5 y 1 metro de ancho, con interior revestido en piedra o ladrillo y con un lecho cóncavo a modo de bóveda invertida que seguía sirviendo al mismo propósito de retener impurezas. Los pozos estaban cubiertos por una piedra de granito tallada, con forma troncopiramidal, de 70 cm de lado por 80 de alto, y que, permitiendo la función de respiradero, impedía que animales, personas o basura cayesen en el interior.

Al llegar a la ciudad, el agua se conducía a unos depósitos o arcas principales, donde se retenía para su distribución a las distintas fuentes públicas y ornamentales de Madrid. En torno a estas fuentes giraba gran parte de la vida pública de la ciudad, ya que era punto de encuentro de las clases bajas así como de los aguadores y la servidumbre de las casas de la alta sociedad que no tenían pozo o suministro de agua propio.

Usos

Los viajes de agua surtían fuentes públicas que se denominaban en función del arroyo que canalizaban, y a su vez se clasificaban por la calidad de las aguas que traían. Así, había viajes de aguas finas, los llamados de Alcubilla, Alto Abroñigal, Bajo Abroñigal, Fuente Castellana, Alto del Retiro, Bajo del Retiro (también llamado arroyo de Oropesa), Amaniel (conocido como de Palacio), San Dámaso (hoy conocido como arroyo Butarque), Retamar, Fuente de la salud y Fuente del Rey. Por otro lado, estaban las llamadas de aguas gordas que eran las de la Fuente del Berro, Fuente de Leganitos, Contreras, Fuente de la Reina, Prado de San Jerónimo, Caños Viejos, Conde de Salinas, Pajaritos, Harinas, Hospital General, Atocha, Conchas, Neptuno, Toledo, Gremios, Pascualas, Meaques, Casa de Vacas, Fuente del Zacón, Fuente de Húmera, Fuente de la Casa de Campo. Las primeras eran las más apreciadas para el consumo humano, mientras que las aguas gordas, aunque potables, eran empleadas generalmente para regadío o limpieza. Esta clasificación no tenía que ver con la procedencia del agua, sino que normalmente las fuentes de aguas finas eran aquellas más cercanas a la acometida de la ciudad, mientras que las fuentes de aguas gordas eran aquellas donde finalizaba el viaje de agua, por lo que arrastraba más cal e impurezas.

Véase también

Bibliografía adicional