Venus y sátiro con dos amorcillos

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Venus y sátiro con dos amorcillos
Autor Annibale Carracci
Creación c. 1588
Ubicación Galería Uffizi (Italia)
Material Óleo y Lienzo
Técnica óleo sobre lienzo
Dimensiones 112 centímetros x 142 centímetros

Venus y sátiro con dos amorcillos es un cuadro de Annibale Carracci, también conocido como La Bacante.

Historia[editar]

Johann Zoffany, La Tribuna de los Uffizi, 1772-1778, Castillo de Windsor, colección Real.

El lienzo fue vendido en 1620 por un tal Camillo Bolognetti, un caballero boloñés, a un emisario del Gran duque de Toscana[1]​.

Una vez en Florencia, la pintura permaneció siempre en las colecciones mediceas, donde se consideró digna de ser exhibida en la Tribuna de los Uffizi, ubicación reservada a las obras más distinguidas propiedad de los Médicis.

La pintura de Carracci aparece de hecho en el cuadro de Johann Zoffany que representa esta sala: está en lo alto a la izquierda, junto a la Caridad de Guido Reni y sobre la Virgen de la silla de Rafael.

No hay datos anteriores a la venta de 1620, así pues es incierta la datación de la obra. Sin embargo, la fuerte influencia veneciana que la caracteriza indica como ubicación temporal más verosímil los últimos años de la novena década del siglo XVI, cuando Annibale hacía poco que había estado en Venecia.[2]

A causa de la fuerte carga erótica que impregna la escena, la obra, durante el siglo XVIII, se cubrió con otro lienzo, usado como pantalla, retirado solo a principios del siglo XIX.

Descripción y significado iconográfico[editar]

Annibale Carracci, Eros y Anteros, 1597-1601, Roma, Palacio Farnesio, detalle de los frescos de la Galería Farnesio.

Dada la explícita sensualidad del cuadro, debido a la desnudez de la diosa de espaldas, cuyas nalgas aparecen bien visibles en primer plano, se aprecia una clara alusión sexual, aun más subrayada por el contraste entre las formas opulentas y rosadas de Venus con las oscuras del sátiro, a su vez emblema del instinto carnal, a lo que se asocia también el ofrecimiento de una copa de uvas, que entrega a la diosa, fruto dionisíaco por excelencia.[2]

Estos temas eran comunes en el Renacimiento y el Barroco en los denominados cuadros "de cámara", destinados a los ambientes estrictamente privados de las alcobas señoriales y a menudo caracterizados por escenas de contenido erótico, para deleite del propietario.[2]

Aunque se podría dudar fácilmente que la pintura tenga también este valor, al mismo tiempo se capta un trasfondo moral.[3]​ Se observa, de hecho, que la diosa se sustrae al acercamiento del sátiro y más bien se cubre púdicamente con un paño blanco. Pero es sobre todo la acción de los dos amorcillos lo que desvela este aspecto edificante.

Mientras uno abajo a la izquierda agarra un muslo de Venus – como para soportar el asalto del sátiro – y saca la lengua en pose lasciva (pero también un poco cómica), el otro, arriba a la derecha, llega al vuelo y agarra al sátiro por los cuernos deteniendo su ímpetu.

Los dos putti, así pues, no son otros más que Eros y Anteros, en perenne conflicto entre ellos, como precisamente es continua la lucha entre los “bajos” instintos del cuerpo y las pasiones (Eros) y el alto aliento del amor espiritual y virtuoso (Anteros). Obviamente, como impone la moral de la época, la palma de la victoria está destinada a Anteros, que en efecto está a punto de coronar a Venus con una guirnalda.[3]

La Venus protagonista de esta obra es por tanto una Venus Celeste, es decir la faceta de la diosa que encarna los aspectos “nobles” del amor – que en un último análisis remiten al amor de Dios – en contraposición a la Venus Terrena (o Vulgar) que a la inversa simboliza los aspectos “deteriorantes” de este sentimiento: la vanidad, la fugacidad de las pasiones y la lascivia.[3]

Referencias estilísticas[editar]

Tiziano, Diana y Calisto, 1559, Madrid, Museo del Prado.

La Venus de los Uffizi es claramente producto de la fuerte influencia ejercida por la pintura veneciana sobre Annibale Carracci en el periodo que va desde finales de los años ochenta hasta su traslado a Roma (en 1595).[4]

Lo prueba el tema tratado, siendo ya riquísima la tradición veneciana de pinturas dedicadas a Venus (y otras figuras mitológicas) atrevidamente desnuda. Lo mismo ocurre con las gamas cromáticas de rojos, marrones y dorados cuya reacción a la luz determina notables efectos tonales.[2]

Se plantea que la figura de Venus pueda basarse en la de una ninfa que aparece (abajo a la derecha) en la obra maestra de Tiziano Diana y Calisto (1559).[1]​ Ciertamente, Annibale no pudo tener conocimiento directo de la pintura ya que fue enviada a España en el mismo año de su ejecución; sin embargo, existe un grabado de Cornelis Cort, que podría haber sido el modelo seguido por Carracci.[2]

Bellísima es la factura de los detalles: el peinado de Venus, con un recogido donde están insertadas perlas, el refinado cojín sobre el que se acoda la diosa, la pequeña porción de prado en el extremo inferior, donde brotan margaritas.

Las numerosas copias existentes de este cuadro atestiguan el aprecio que recibió: entre ellas destaca la del Chrysler Museum, en Virginia, de tal calidad que algunos la consideran una réplica autógrafa del mismo Annibale.[1][5]

Claramente relacionado con el lienzo de los Uffizi es un grabado de Carracci, de pocos años después, representando, según dos interpretaciones diferentes, a Venus espiada por un sátiro o a Júpiter y Antíope[2]​.

Otras imágenes[editar]

Referencias[editar]

  1. a b c Donald Posner, Annibale Carracci: A Study in the reform of Italian Painting around 1590, Londres, 1971, Vol. II, N. 47, pp. 21-22.
  2. a b c d e f Alessandro Brogi, en Annibale Carracci, Catalogo della mostra Bologna e Roma 2006-2007, Milán, 2006, pp. 198-199.
  3. a b c Berry Wind, Annibale Carracci's “Venus, Satyr and Two Cupids” reconsidered, in Storia dell’Arte, Roma, 1984, n. 51, pp. 127-130.
  4. Alessandro Brogi, in Annibale Carracci, Catalogo della mostra Bologna e Roma 2006-2007, Milán, 2006, pp. 198-199.
  5. Questa copia peraltro reca sul retro la scritta Annibale Carracci 1588. Secondo alcuni autori tale circostanza consentirebbe una datazione ad annum della tela degli Uffizi. Altri, invece, non ritengono questo fatto incompatibile con l’ipotesi, basata su considerazioni stilistiche, che essa sia di qualche anno successiva a quella data.

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