Usuario:Rubén Tornero/Taller
Los encantos de la culpa es una obra de teatro del dramaturgo español del siglo XVII Pedro Calderón de la Barca. Pertenece al género del auto sacramental.
Datación[editar]
Según A. A. Parker, “Los encantos de la culpa” se escribió antes de 1647 y Valbuena Prat propone que es 1645.
Argumento[editar]
Esta obra recupera un argumento de “La Odisea” del poeta heleno Homero.
La obra comienza cuando el Hombre –paralelo calderoniano del Ulises homérico– y su marinería, formada por los cinco sentidos (olfato, gusto, vista, tacto y oído) y el entendimiento, va navegando por un mar y percibe que se avecina una gran tempestad. La tripulación exhorta al hombre a invocar a su creador para no sucumbir. La tormenta se desata y hace que el navío encalle en las costas de una isla gobernada por una hechicera llamada Culpa, cuya análoga homérica es Circe.
El hombre manda a sus sentidos a inspeccionar libremente la zona, mientras él, bajo un ciprés, símbolo de la muerte, se queda a dormir. El entendimiento, al estar carente de sentidos y no pudiendo discurrir ya que el Hombre duerme, opta por irse tras los sentidos. Citar la fuente
Al despertar, el Hombre comienza a recobrar los sentidos, pero en formas de animales. El entendimiento narra al Hombre lo acaecido: mientras el hombre dormía y los sentidos divagaban por la isla, se encontraron con una hermosísima mujer. Ella, amable y lisonjera les dice que están en los campos de Diana, pero el entendimiento no se deja engañar y descubre que es la hechicera Culpa.
La hechicera llama a sus damas, que son los vicios, para capturar a cada uno de los sentidos del hombre: para capturar a la vista, llama a la envidia; al tacto, la lascivia; al olfato, la murmuración; al gusto, la gula; al oído, la lisonja; y al entendimiento, la soberbia. Todos los sentidos –excepto el entendimiento– sucumben a los vicios de la Culpa, quien los transforma en animales. El entendimiento al percibir el peligro, regresa al hombre a narrarle lo sucedido.
El Hombre pide consejo a su entendimiento, y éste le responde que clame y pida perdón al cielo para que le sea proporcionada la solución. El hombre lo hace y del cielo aparece la penitencia trayéndole el remedio: un ramo de flores que son las virtudes con las cuales podrá librar a sus sentidos del hechizo.
El Hombre va y libera a sus sentidos, sin embargo, al recuperarlos, el Hombre duda, pues los vicios eran muy placenteros, así que manda al entendimiento a buscar la nave. La Culpa comienza a dialogar con el hombre, quien, mientras la escucha, va dejando caer algunas de sus flores, y termina cediendo a sus encantos. La Culpa conduce al Hombre y a los sentidos de éste, al palacio. Desde lejos el entendimiento los ve y grita para que no entren. En ese momento aparece de nuevo la Penitencia trayéndole el remedio: el recordar al Hombre que es mortal.
En tanto, el Hombre y la Culpa se disponen a celebrar un banquete donde la música de cuando en cuando canta:
Si quieres gozar florida edad entre dulce suerte, olvídate de la muerte y acuérdate de la vida.[1]
La Penitencia y el Entendimiento gritan al Hombre que se olvide de la vida y se acuerde de la muerte. Esto hace reaccionar al hombre que toma de nuevo el ramo de las virtudes, libera a sus sentidos, y se embarca en su nave y le agradece al cielo el que lo haya librado de la Culpa.
Referencias[editar]
- ↑ Calderón de la Barca, Pedro (2002). Autos sacramentales. Porrúa S.A. de C.V. p. 202.
Enlaces externos[editar]
- Wikisource contiene obras originales de o sobre Rubén Tornero/Taller.
- Los encantos de la culpa en la Biblioteca Virtual Miguel de Cervantes.