Usuario:Leopoldoquezada/Democracia cristiana

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Definición[editar]

La democracia cristiana es una ideología política de inspiración cristiana. Según sus propios documentos es "un movimiento de ideales que postula una visión del hombre , la sociedad y el mundo basada en el Humanismo Cristiano". [1]

"Para los demócrata cristianos, el resorte decisivo es us concepción del hombre y de la sociedad: una concepción del hombre marcado por su vocación y por el sentido de su existencia; una concepción de la sociedad como comunidad más humana" [2]

Los demócrata cristianos[editar]

Los demócrata cristianos, son de acuerdo a lo anterior, "personas que compartiendo una visión del hombre, la sociedad y el mundo, adoptan la decisión de unirse para construir una nueva forma de organización humana, denominada Comunidad de Hombres Libres, basada en los ideales y aspiraciones de la Democracia Cristiana".

Entre sus principales exponentes se cuenta en Europa a Konrad Adenauer, Ludwig Erhard, Helmut Kolh, Alcide De Gasperi, Luigi Sturzo; en Latinoamérica, Rafael Caldera, Luis Herrera Campins, Napoleón Duarte, Ricardo Arias, Osvaldo Hurtado, Eduardo Frei Montalva, Radomiro Tomic, Bernardo Leighton, Patricio Aylwin, Eduardo Frei Ruiz Tagle


Principales pensadores[editar]

1.2 Principios en que se basan los Social Demócratas o Demócratas Cristianos.

Los principios fundamentales de la filosofía cristiana están inspirados por una concepción cristiana del mundo. Estos principios se encuentran por encima de la política y según algunos políticos, estos son metapolíticos y pueden enunciarse de la siguiente manera:

a. La dignidad de la persona humana.

b. La primacía del bien común.

c. La perfectibilidad de la sociedad civil.

d. los logros de la sociedad

Estos principios corresponden a una concepción filosófica del mundo y del hombre elaborado por el pensamiento cristiano. Estos están elaborados en el orden de la filosofía pero no de la religión y es perfectamente posible que una persona, sin plantearse problemas de sus relaciones con Dios, pueda llegar a aceptar esos tres postulados que no son religiosos sino filosóficos.

Como nuestra finalidad es conocer la esencia del pensamiento Demócrata Cristiano ahondaremos en el significado de los tres postulados citados para más adelante encontrarnos con lo que ha sido la adaptación de estos principios a un Partido Político en Venezuela.

1.2.1 La dignidad de la persona humana.

La Democracia Cristiana tiene un concepto del hombre como un ser racional, inteligente y libre, compuesto de alma y cuerpo. También para la Democracia Cristiana el hombre tiene como fin una misión terrenal que cumplir en el plano histórico-temporal y una misión ulterior trascendente, ultra terrenal, que es la salvación del alma.

Este fin trascendente o sobrenatural está fuera de la sociedad política y es independiente de ella. Es el fin último y supremo de la sociedad de los hombres: DIOS.

Por el contrario el fin inmanente o temporal está dentro de la sociedad política y es dependiente de ella. Es lo que se conoce pura y simplemente como Bien Común.

1.2.1.1 Características inherentes de la persona humana:

Razón:

La razón es la facultad que tiene el hombre para conocer el bien y el mal, para comprender las cosas y a sí mismo, así como los valores. Es decir, el hombre tiene una comprensión del mundo, de su propia problemática y de su propia vocación. En virtud de la razón , el hombre es capaz de decidir sobre su acción.

Libertad:

Partiendo de la concepción cristiana de que el hombre viene de Dios, se deriva inexorablemente la necesidad de reconocer que el hombre como tal, fue creado libre, que tiene un destino propio y no puede ser un instrumento al servicio de otros hombres, ni de institución, sociedad u organismo alguno. En consecuencia el hombre ha venido a la tierra para ser un Señor y no un Esclavo. Sin embargo, esa libertad esta enmarcada en ciertas limitaciones. Los límites a este postulado son:

¨Todas las cosas son para el hombre y el hombre se debe a Dios¨. A partir de este principio se puede afirmar que el fin del hombre no es trabajo, ni la familia, ni la agrupación económica o social, ni la empresa, ni la profesión, ni el Estado, ni siquiera la Patria, la más grande de la instituciones de carácter puramente humano. Todos estos elementos no constituyen un fin para el hombre sino un medio de lograr su camino hacia Dios.

Sociabilidad:

Está caracterizada por la tendencia social del hombre de buscar entrar en contacto directo con sus semejantes. El cristianismo le ha agregado a esa noción otra muy importante: La solidaridad. Ambas nociones son complementarias, la sociabilidad impide que el hombre sea un ser solitario; mientras que la solidaridad evita que el hombre sea un ser abandonado.

Estas tres facultades llevan al hombre a la realización de determinados valores tales como la verdad, el deber, el bien y la justicia. Tales valores y su realización llevan al cumplimiento del fin temporal que de acuerdo al pensamiento demócrata-cristiano todo hombre debe cumplir.

El principio de la dignidad de la persona humana coloca al hombre por encima de todo, de donde surge la obligación de todos, individuos y sociedades, de respetar la dignidad humana del hombre en su condición de haber sido creado a imagen y semejanza de Dios. Una organización familiar, profesional, económica, o política que no responda a estos principios, terminará fatalmente por convertirse en una traba para la recta solución del problema social de acuerdo a la concepción social-cristiana:

Todo esto dota al hombre de la primera plaza. Es decir, el hombre tiene el primer rango o dignidad dentro de lo temporal. Está en la cúspide de todas las categorías temporales. Todo debe confluir a servirle para que él pueda realizarse. Este es el principio de la dignidad de la persona humana.

1.2.2 La Primacía del Bien Común

El concepto del Bien Común, de profunda raigambre cristiana, ha encontrado su principal intérprete en Santo Tomás de Aquino, el insuperable filósofo de la Edad Media, y ha sido después desarrollado por grandes pensadores cristianos, quienes han seguido la inspiración y directrices de la filosofía tomista.

En el pensamiento cristiano abundan las definiciones sobre el Bien Común. Jacques Maritain señala:

“Ese bien común es la conveniente vida humana de la multitud de personas; su comunicación en el bien vivir. Es, pues, común al todo y a las partes sobre las cuales se difunde y que con él deben beneficiarse.”

Habíamos afirmado anteriormente que en la sociedad, los hombres se unen para hacer algo en común, El fin es colectivo en cuanto afecta a todos los hombres por igual y porque todos ellos deben contribuir con su esfuerzo al logro del mismo, que es superior al de cada una de las partes. Esto es lo que se llama Bien Común. Este Bien Común es el valor fundamental de la sociedad. En consecuencia, cualquier otro valor por importante que sea, debe sacrificarse en la búsqueda del Bien Común.

Visto por la democracia cristiana venezolana:

El Bien Común es el conjunto de condiciones concretas que permite a todos los hombres de una sociedad desarrollar al máximo su perfección.  Todo este orden de cosas concretas, en el orden de la relación hombre-hombre y hombre-sociedad, constituyen el Bien Común.  Es común porque de él se han de beneficiar todos y cada uno de los miembros. La relación hombre-cosa es también en función del hombre.  Es decir, es una relación hombre-hombre con ocasión de la cosa.

Sin embargo, cabe preguntarse: ¿Cuál es la relación entre el bien personal y el bien común?

Entre el bien estrictamente personal y el bien común no puede, lógicamente, existir oposición porque en lo temporal ambos responden a un solo fin -servir al hombre- pero si la necesidad llegase a existir el escoger entre ambos, el bien personal puede o debe ser sacrificado al Bien Común por dos razones fundamentales:

1. Porque el bien del individuo no puede existir sin el Bien Común de la Sociedad.

2. Porque el Bien Común es superior al individuo o al de la minoría.

La subordinación del bien personal al Bien Común la decide la autoridad legítima, que es responsable de éste. La relación entre bien personal y Bien Común cree resolverla el Liberalismo con su fórmula: ¨La Sociedad para el hombre¨, entendiendo al hombre como individuo, lo cual es erróneo dada la insuficiencia del hombre, de modo que la sociedad es necesaria y no solamente un producto de su voluntad. Las corrientes de pensamiento totalitario creen resolver la situación con otra fórmula más falsa todavía: ¨El hombre es para la sociedad¨, con la cual se desconoce la autonomía que la persona y que el hombre tiene por naturaleza, fines que van más allá del orden temporal. La concepción demócrata cristiana, señala:¨El hombre es para la sociedad y la sociedad, a la vez, es para el hombre¨. Con esta fórmula se quiere expresar que la persona, en su conducta, se encuentra subordinada a la sociedad, representada principalmente por su autoridad legítima; que la sociedad existe para la persona y le está subordinada en el orden de los fines que persigue. La sociedad es temporal, el hombre desenvuelve su vida en lo temporal pero está llamado también a un destino transcendente. La persona es anterior y superior a la sociedad. Es anterior en relación al tiempo y a la historia y es superior en cuanto a su destino. Entre la persona y la sociedad puede existir colaboración y tensión. La colaboración se refiere al presente mientras que la tensión está referida al impulso hacia al porvenir. La sociedad alcanzará un orden auténtico en la medida en que logra un mejor equilibrio entre ambas fuerzas.

Sin embargo, el Bien Común tiene un límite. El Bien Común siendo inmanente o temporal no es limitado ni absoluto. La sociedad jamás puede exigirle al hombre el sacrificio de su personalidad, ni arrebatarle sus derechos naturales, ni pedirle que haga el mal, porque el Bien Común es algo moralmente bueno. Por ello, no debe confundirse con el llamado Bien Común del Estado que es uno de los elementos del Bien Común Separado como lo llama Maritain. Los derechos naturales de la persona han de merecer respeto por parte del Estado, el cual debe integrar, sin anular, ni eliminar, a todas las otras sociedades (intermedias entre el Estado y el individuo) y las iniciativas privadas que tiendan a favorecer la perfección de la persona humana. Si se actúa de otro modo, no puede ser alcanzado el Bien Común.

Finalmente, es conveniente observar que desde el punto de vista de las relaciones sociales, el Bien Común es un fin, pues los actos de naturaleza social hacía él, tienden a agotarse en la vida terrestre o temporal; pero visto desde el ángulo del destino final del hombre, el Bien Común es un medio, porque contribuye a que ese mismo hombre alcance su fin último y trascendente.

1.2.3 La Perfectibilidad de la Sociedad Civil

Sin lugar a dudas habría que comenzar por señalar qué se entiende por sociedad perfecta y al mismo tiempo qué es una sociedad imperfecta.

Se entiende generalmente por sociedad perfecta aquella que, sin formar parte de otra sociedad, es plenamente suficiente en bienes y recursos para cumplir su finalidad. La sociedad natural perfecta político o civil, es el Estado, para el desarrollo integral y armónico de la personalidad natural del hombre. La sociedad sobrenatural perfecta o religiosa es la Iglesia para el desarrollo completo de la personalidad sobrenatural del hombre como hijo de Dios, llamado a la bienaventuranza eterna.

Las sociedades imperfectas forman parte de otras sociedades más amplías a las cuales están subordinadas como la parte al todo y aisladamente no pueden alcanzar toda su finalidad específica. Sociedades imperfectas son la doméstica o familiar, las profesionales, las económicas, las culturales, las deportivas y, además, las que pueda crear la voluntad libre del hombre en sus diversas actividades. Sin embargo, por muchos cambios de estructuras que se realicen en una sociedad civil, no es posible alcanzar la perfección absoluta. Esto plantea la necesidad de cambiar las estructuras sociales y de irlas perfeccionando y acomodando de acuerdo al devenir histórico evolutivo de los pueblos. Este principio conlleva al inconformismo con un status de permanente, y desde luego conduce la acción del hombre hacia una actitud revolucionaria. Por ello el hombre cristiano tiene que ser por convicción un revolucionario que aspire a una completa transformación del mundo en que le toque vivir. Tiene que ser además inconforme porque su inconformismo es camino de perfección. Su ideal tiene que ser el lograr un mundo mejor en donde exista una comunión espiritual de valores y una alegría particular de contenido humano: el goce comunitario.

Estos tres principios metapolíticos sirven de base a la elaboración de principios puramente políticos. Estos principios filosóficos son fundamento y base para la doctrina demócrata-cristiana pero no son patrimonio exclusivo de ella.

Cuando uno se reduce a hablar de estos principios no está haciendo sino una labor de difusión de principios generales. Estos planteamientos no son demócrata-cristianos. Los demócrata-cristianos no los inventaron. Esto es importante para que no hablemos de ¨nosotros¨ (si se es demócrata-cristiano) cuando tratemos de estos principios.

Objetivos[editar]

Historia[editar]

Se considera dentro de los precursores de la democracia cristiana al pensador francés Federico Ozanam quien en 1830, usó por primera vez la expresión Democracia Cristiana. Ozanam hace un estudio profundo en relación con la Democracia y el Cristianismo ya que le preocupaba la indiferencia de los católicos para incorporarse a la lucha política (Hay que tomar en cuenta que para ese entonces lo democrático era visto como un sinónimo de anticlericalismo, de ateísmo militante y de seudo-liberalismo en Francia). A raíz de sus estudios Ozanam fundó un movimiento político el cual tuvo corta actuación debido al golpe de estado que llevó a Luis Napoleón al gobierno en 1851.

En 1901 el papa León XIII, ante cierta inquietud, de los cristianos que asumían un rol político, advirtió en la Encíclica Graves de communi que "la democracia cristiana, por el hecho mismo de recibir ese nombre, debe estar fundamentado en los principios de la fe divina, atendiendo de tal suerte al interés de las masas que procure perfeccionar saludablemente los ánimos, destinados a bienes sempiternos. Nada pues para ella tan santo como justicia que manda que se conserve íntegro el derecho de propiedad, defiende la diversidad de clases, propia de toda sociedad bien constituida y quiere que su forma su forma sea la que el mismo Dios su autor ha establecido" [3]

En particular, se plantea una reserva a los católicos de que "en modo alguno ha de tender a desear y tratar de introducir un régimen social con preferencia a otro", "Evítese asimismo, encubrir bajo la denominación de democracia cristiana, el propósito de insubordinación y oposición a las autoridades legítimas, porque la ley natural y cristiana prescribe reverencia a los que según su grado, rigen la sociedad y obediencia a sus preceptos justos"[4]​, así como el explícito rechazo a favorecer de alguna forma la lucha de clases.


Tal como la conocemos hoy en día, surge del desarrollo de la Doctrina social de la Iglesia impulsada por los Papas, desde León XIII. En 1919 (Primera Guerra Mundial) el sacerdote siciliano Don Luigi Sturzo fundó el Partido Popular, independiente de la jerarquía religiosa pero inspirado en la filosofía cristiana. A causa de su evolución este se convierte en el Partido Demócrata Cristiano, que en 1945 se convierte en el partido político más dominante en Italia.

La democracia cristiana ha sido más prominente en Italia, Alemania y Sudamérica, destacando Chile, país que ha tenido tres presidentes de esa tendencia: Eduardo Frei Montalva (1964-1970), Patricio Aylwin Azócar (1990-1994), Eduardo Frei Ruiz-Tagle (1994-2000).




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Véase también[editar]

Referencias[editar]


Notas[editar]

  1. ABC: El pensamiento político de la Democracia Cristiana, ICHEH, 2003, Santiago
  2. Paul Davin, citado en Martinez,Gutenberg. La Palabra y los pensamientos, Encrucijada, 2005
  3. http://www.puc.cl/facteo/magisterio/plano/rtf/01LXIII025.rtf Encíclica Graves de communi
  4. Op cit