Usuario:Haslerjuan/totonaco

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El totonaco


1. Situación general

Los dos idiomas prehispánicos más importantes del centro de México a la llegada de los españoles, fueron el otomí y el mexicano. Éste último es llamado “azteca” en otros países”, y los especialistas le dicen “nahua”. En el occidente se les sumó el tarasco, y en el oriente el totonaco. En la actualidad la sede principal de los grupos totonacos está en las fértiles laderas templadas-frías de la Sierra de Puebla y en sus colindantes tierras bajas, con clima tropi-cal. Ya más al sur, en Misantla-Yecuatla (Núms.114 y 115 del mapa de los municipio) y en la Sierra de las Siete Lluvias (Nº 116) ha concluido recientemente la larga agonía del idioma. Hay dos grupos dialectales geográficamente centrales, el Mūnixcān (Nº 1 del mapa) y Zacatlán-Papanta (Núms. 32 y 108). Al sur de ellos, desde aproximadamente Misantla (Nº 116) hasta Jalapa (Nº 122), estaba localizado el muy fraccionado segundo grupo totonaco, que es el totonaco del sur. Al norte de Mx (Mūnixcān, Nº1) y ZP (Zacatlán-Papantla) están los habitantes de la variedad tp (tepehua, Núms. 101, 103 y 201 del mapa de los municipios, y núms. 1, 2 y 3 del esquema “El impacto del nahua chichimeco en los dialectos totonacos”), cuyas di-vergencias morfológicas son suficientes para considerar al tp como un idioma aparte, pese a que fonéticamente es tan similar al totonaco que hasta los mismos hablantes nativos llegan a confundir ambos vehículos glóticos cuando los oyen de lejos. Contó un tepehua: Sus padres habían notado atónitos que noche tras noche el cielo se volvía rojo del lado oriental, aumentando cada noche de intensidad. Arrieros otomíes y marchantes totonacos de Munixcān trajeron la noticia “La gente de razón estaba sacando fuego de las entrañas de la tierra y se estaba formando un gran pueblo junto a esos fuegos, en un sitio conocido como Poza Rica” [aparentemente por su abundancia en peces]. Unos pocos tepehuas audaces decidieron salir de Tliltzapoapan del barrio Pisa Flores (todavía no se había fundado el pueblo independiente, en el ejido de El Limón), e ir a conocer la maravilla. Cuando llegaron se sintieron muy desamparados en el mundo extraño que habían ido a descubrir y del que nada entendían. Por fin gran alegría: ¡oyeron hablar su lengua! Se acercaron con bien educada cautela a aquellos indios para y hablarles y pedirles orientación. Pero estando ya más cerca de ellos, comprobaron que no entendían nada de los que conversaban aquellos [que eran papantecos]. Comentó el informante: la lengua “sonaba igual, pero las palabras eran otras”.[1] Al nor oeste, en el municipio de Huauhchinango (Nº7), pero cerca de Jicotepec de Juárez (Nº 8), hay dos aldeas totonacas Tepetzintla y Ozomahtlán, geográficamente separadas de las demás, cuya pertenencia dialectal queda por determinar. Aparte de algunos rasgos comunes en su léxico, las dos formas geográficas más alejadas el tepehua y el totonaco del sur comparten la ausencia del fonema λ existente en los dialectos centrales. Esos hechos acercan diacrónicamente el tepehua y el totonaco del sur.

2. Migraciones

Las innovaciones culturales, incluido el idioma, se expanden desde un centro, al contrario de lo que sucede en los conglomerados biológicos, en que el centro de la población es conservador y las innovaciones ocurren en la periferie. En el caso que estamos observando, un rasgo diagnóstico de peso es la presencia de λ en el centro geográfico. Se debe considerar una innovación. Pero la experiencia indica igualmente que así como el centro actual de un montículo prehispánico posiblemente no corresponderá nunca con el centro original que el edículo tuvo cuando se le construyó, así puede suceder que el centro actual de un área étnica no haya estado ahí desde el comienzo de su etnogénesis. Por ejemplo, se ha aclarado desde muchos decenios que los totonacos se encontraban en el Altiplano, al occidente de la Sierra Madre Oriental, en una época en que sus vecinos nahuas hablaban el nahua medio (al que pertenecía también el nahua de los chichimecas). Esto permite considerar que en ese tiempo y lugar un grupo de totonacos (¿qué podríamos denominar grupo del oeste?) estuvo en vecindad de los chichimecas de habla nahua, quienes tenían la peculiaridad de no decir ta sino tla con una “ele sorda”. Este rasgo del nahua chichimeco debe haber sido aceptado por los totonacos mencionados. Al mismo tiempo, los totonacos que no estaban en contacto con los chichimecas nahuas, no recibían este influjo. A este sector o grupo que no estaba en contacto con aquellos nahuas, sino que vivía en la sierra, podríamos llamarlo el grupo de este. Los nahuas de cultura chichimeca que se encontraban, junto con otomíes y totonacos principalmente, en la parte norte de Valle, ansiosos de penetrar en la región conocida como Mesoamérica desde que Paul Kirchhoff acuñó este término que en romance sería América Media, parecen haber sido tantos que si bien es cierto que su presión hacia el sur terminó por romper la resistencia de Mesoamérica, también es cierto que hizo que una parte de ellos no esperara este colapso sino que emprendiera una migración hacia la Sierra Madre Oriental. Esos nahuas chichimecas, hablantes de nahua medio y portadores del fonema λ (o sea, del sonido tļ) parecen haber vivido en estrecha cercanía con chichimecas totonacos, quienes deben haber tenido ya igualmente λ, con quienes emprendieron el ascenso a la sierra. Arrastrados, empujados o simplemente aliados, los totonacos con λ atravesaron la sierra y junto con los nahuas llegaron a tierras tropicales. Los nahuas chichimecos y los totonacos chichimecos, ambos portadores de su λ y de su hambre, probablemente desalojaron primero a los totonacos previamente establecidos en la sierra, que carecían de λ y que tuvieron que ir a establecerse más al sur. De esta forma se compensó su abandonó del territorio en el Altiplano, con un aumento del espacio vital totonaco hacia el sur, sin que sepamos a costa de quienes. (No es imposible que los nuevos territorios no hayan sido habitados en su totalidad). En el mismo proceso de expansión, los chichimecos nahuas y parte de los chichimecos totonacos prosiguieron la marcha sierra abajo y desalojaron a los de habla maya-huasteca de Teayo, Metlaltoyúcān y Meca-palāpān.

En este mapa “dinámico” Nº 1 está representado de qué manera el antiguo grupo del este se rompió en dos ante el impacto del antiguo grupo del oeste, que dio lugar al proto Mūnixcān y del proto Zacatlán-Papantla. El empuje del grupo dinámico pone primero en movimiento a un grupo, tal vez pequeño, de totonacos sin λ, los proto tepehuas. Llegan costeando por el sur la sierra de los otomíes sedentarios, hasta las llanuras y mesetas de tierra caliente ocupadas por los huastecos de Teayo, Metlaltoyúcān y Mecapalāpān. Al encontrar ahí una población fuerte, retroceden y se introducen a la barrancas que ascienden a la sierra otomí. Ahí ocuparon desparramados sitios serranos, lo que a la postre les valió el nombre de tepēhuà ‘los del cerro’. Por haber sido los primeros en separarse del antiguo grupo totonaco del este, su idioma tuvo tiempo para diferenciarse de todas las demás variantes del idioma, aunque se le sigue notando su afinidad con el actual totonaco del sur. Después de su separación del grupo del este, ya cuando se expandió el dialecto del oeste en su forma mūnixcān, entró nuevamente en contacto con hablantes del idioma totonaco. Este contacto causó algunos influjos mūnixcān en el tepehua y parece haber inhibido una separación mayor. Este mismo mapa “dinámico” muestra cómo la otra parte del grupo del este es empujada hacia el sur. Posiblemente residió algún tiempo más en la cercanía de los causantes de todo ese movimiento de pueblos, pues si bien es cierto que han conservado rasgos comunes con los tepehuas, también es cierto que no han divergido tanto como éstos. Finalmente ceden. Costeando territorios de nahuas sedentarios, imponen su presencia en la selvática llanura costera de Cempoálac y las colindantes de Misantla, en la sierra de Chiconquiahco, y acaso en sitios cercanos a Perote. La historia del arte nos informa que esta toma de tierra ocurrió en una época en que la tradición lapidaria de origen olmeca seguía viva y produciendo “hachas” esculpidas en piedra (véase el Cuadro arqueológico comparativo). Escasos datos sugieren que, por su parte, los recién llegados totonacos (que ahora constituyen el grupo sur) empleaban objetos rituales tildables de “proto palmas”, talladas en materiales perecederos, y que el estímulo del arte olmeca dio lugar al nacimiento de las justamente afamadas palmas sur-totonacas talladas en piedra, que significativamente están ausentes en el territorio central, lo que incluye El Tajín, ocupado por gente con λ. Aunque la diferencia dialectal pudo haberse iniciado antes de la migración en dirección al este, esta diferencia y la ausencia de “proto palmas” entre los penúltimos emigrantes totonacos (establecido finalmente en la región papanteca y de El Tajín) sugiere una distancia temporal entre su viaje y el de los totonacos del sur. Comentemos que fragmentos o piezas enteras del complejo hacha-palma-yugo-candado que se pueden encontrar al norte del territorio tS son piezas transportadas fuera de su zona original y que, a semejanza de las piezas mayas en Colombia, sólo demuestran que hubo coleccionistas prehispánicos u otro tipo de contacto.

Una vez quebrada la resistencia huasteca en Mūnixcān-Teayo, parecen disminuidas en general las resistencias en la llanura tropical (Papantla) y en la Sierra de Puebla. Por pocos que hayan sido los habitantes que sin duda hubo en esas dos provincias fisiocráticas antes del avance de los portadores de λ, ellos fueron cediendo ante el ímpetu colonizador del remanente arribeño de los totonacos con λ que acaso no habían logrado participar en la conquista del sur de la Huasteca. Éstos avanzaron ahora también y terminaron por toto-naquizar (o por lo menos a imponer la modalidad con λ) en todo el territorio ZP (Zacatlán-Papantla). El que esto ocurrió después de la toma de posesión y de la fundación del Mūnixcān (Mx) totonaco, lo documenta la fuerte diferencia dialectal entre Mx y ZP.

3. El origen de λ

Vale la pena detenerse en la inquietante pregunta acerca de los dialectos nahuas con λ y de los nahuas con t, ¿Cómo surgió λ? ¿Podría ser que los nahuas hayan recibido ese fonema de los totonacos? Esta hipótesis sería muy de tomarse en cuenta, si no fuera por la ausencia de datos en este sentido, y como tenemos la explicación de B. Whorf conviene por ahora quedarnos con ella. Según ese investigador un grupo de nahuas produjo la moda de africar en su dialecto la sílaba ta pronunciándola tļa (lo que posteriormente quedó fonematizado en λa, cuyo circulito se puede omitir cuando los lectores están suficientemente informados de que λ no significa dl). Se sitúa ese acontecimiento en el período del nahua medio, durante el cual ya se encontraban en la agraria Mesoamérica los sedentarios descendientes de dos migraciones previas de nahuas, la primera de ella paralela al Pacífico, la segunda paralela al Atlántico.

4. El totonaco actual

En la actualidad existen escuelas rurales en las aldeas de todos los municipios que se mencionan más abajo. Por esto ya no se pueden encontrar jóvenes monolingües tepehuas o totonacos como hace algunos decenios. El idioma marcha hacia su extinción. El proceso ha concluido en los municipios del sur (Nos 114 a 121), lo mismo que en varias aldeas de las mesetas y planicies de Mx, según pude observar en 1975. Naturalmente, esta tendencia se conoce también en aldeas marginales de ZP, pero es en ZP, con inclusión de la subregión X (Jopala, Tlaola, Zihuateuhtla) donde se encuentran los núcleos más densos de hablantes.

Para que estas líneas no omitan pormenores que tal vez puedan interesar en el futuro, se transcribe lo que sigue, tomado de Hasler “La formación de los grupos totonacos”, La palabra y el hombre, 86, Jalapa, 1993, reproducido en El lenguaje silbado y otros estudios de idiomas, Cali, 2005: «No he tenido ocasión de visitar Ihzatlán, lugar del que provienen varios o todos los fundadores del El Escondido, en la Meseta de Zanatepec, región de Mx). Geográficamente aislados están los hablantes de Tepetzintla y Ozomahtlán (TO), con quienes tuve que entenderme en náhuatl un jueves en la tarde, año de 1954, cuando los conocedores del castellano se encontraban en el mercado de Jicotepec o Xico. Al caer la noche volvieron esos elementos progresistas; me interrogaron y mi presencia no fue de su agrado. Tomé algunas notas y pasé la noche en el suelo en la mitad de una habitación y mientras dormía me fueron sustraídos mis apuntes. Un día después tomé en Xico un breve vocabulario a un habitante de Ozomahtlán, quien estaba encarcelado.»

«Hace tiempo había yo hecho el inventario de los municipios totonacos, dando un número a cada uno. Pero al tratar de situar los municipios pequeños de Puebla en un mapa, fue imposible colocar sus números: no había espacio. En el año 2000 consulté en Ciudad de Puebla, el mapa Distribución municipal de grupos indígenas, del Instituto Nacional Indigenista, y me convencí de que localizar y poner los número (del 1 al 32) de esos pequeños municipios era un reto posible de afrontar, pero que no aportaría claridad alguna. Y para no introducir una falta de simetría, he omitido ahora también la localización de los municipios en Veracruz. El Mapa del I.N.I. informa que en Chiconcuauhtla (Nº 31) hay 2 hablantes, en Ixtepec (Nº 26) hay 17 hablantes, en Jonotla (Nº 18) 88, y registra municipios como Nauhtzontla con 8 habitantes o Acatempa con 5. A continuación transcribo mi numeración original, omitida ahora en el Mapa 3. En Hidalgo: 201 Huehuetla (tepehuas). En Puebla: 1 Mūnixcān (Mecapalápān), 1b Metlaltoyucān (castellano), 2 Pantepec, 3 Jalpan, 3 Agua Fría (castellano), 4 Tlaxco, 5 Tlahcuilotepec, 6 Naupan, 7 Quauhchinango, 8 Xicohtepec (Xico). 9 Juan Galindo, 10 Zihuateuhtla, 11 Tlaola, 12 Jopala, 13 Olintla, 14 Huehuetla, 15 Tumazapan de G., 16 Tenampulco, 17 Huetamalco, 18 Xonotla, 19 Ignacio Allende, 24 Tzapotitlán de M., 21 Tzongotzotla, 22 Tepango de R., 23 Amixtlán, 24 Camocuauhtla, 25 Huetlalpan, 26 Ix-tepec, 27 Coatepec, 28 Hermenegildo Galeana, 29 San Francisco Tepatlán, 20 Ahua-catlán, 31 Chiconcuauhtla, 32 Zacatlán de las Manzanas. En Veracruz: 101 Tlalchi-chilco (con tepehua en Chintípan), 102 Izhuatlán (con tepehua en Tliltzapoapan y en el pueblo nuevo de Pisa Flores), 103 Cazones, 104 Coatzintla 105 Espinal, 106 Coyutla, 107 Coahuitlánhumatlán, 108 Papantla, 109 Filomeno Mata, 110 Mecatlán, 111 Chu-matlán, 112 Coxquihui, 113 Toztozcolco, 114 Misantla, 115 Chiconquiahco, 116 Yecuatla, 117 Landero y Coss, 118 Acatlán, 119 Cuacuatzintla, 120 Naolinco, 121 Jilotepec, 122 Jalapa (castellano).»

5. Datos glóticos

Es válido para todos los dialectos tt (totonacos), con inclusión del tp (tepehua), lo que Pedro Aschmann escribiera en relación con el habla estudiada por él en una aldea serrana de ZP: «except for a few minor items, this description is the same for the phonemes of any Totonac speaker».[4] Con los signos • (cantidad vocálica), que puede señalarse igualmente con una raya encima de la vocal), ´ (acento), i a u p t ¢ č k q  m n l ļ w y, y para Mūnixcān y ZP, λ, se puede representar satisfactoriamente todo vocablo tepehua o tt. Hay que advertir que el grupo Cʔ(esto es, consonante más oclusión glotal) se representa en trabajos técnicos como C’. En el tt de Pueblillo, cerca de Papantla, y en el tp, la glotalización que en las demás aldeas tt se percibe postvocálica, CVʔ, se emite prevocálica: CʔV. Esta forma C’V debe considerarse arcaica: más adelante veremos que ella es la que se presenta en las lenguas emparentadas, de estirpe maya, correspondiendo ahí a una serie p’ t’ ¢’ č’ k’ q’, que se suma a la serie p t ¢ č k q, aunque la forma p’ de la protolengua se ha reducido en general a ʔ(también en otomí). En relación con la vocal, Pedro Aschmann, en página 35 de op. cit. acota que la glotaliza-ción se puede percibir de tres formas: después de la V, al mismo tiempo (lo que se imprimiría encima de la letra, ỉ ả ủ), y ante la V. Esto explica que en viajes de sondeo a diversas aldeas se capte ʔu•n ‘viento’ con un informante pero u•ʔn con otro. Y es perfectamente posible que en otra aldea el investiga-dor pueda anotar ʔu•ʔn. Si no fuera por el inconveniente tipográfico, sería recomendable reducir en todos los casos estas diferencias a una forma impresa común, encimando el 2º signo a la u: ủ: sin parar mientes en la posición real de la oclusión. En Patla, a orillas del río Necaxa, existe la solución q > ʔ. El cambio es posterior a la ley de observancia general en tp-tt, que exige que toda vocal alta se abra a media cuando está en contacto con q: /ququ/ = [qóqo] ‘mudo’ en ZP y Mx, pero [ʔóʔo] en Patla. A cambio de esta innovación, Patla ostenta un rasgo conservador al compartir con Mx la vocal no acentuada final, en palabras como u•ni ‘viento’, que suele haber evolucionado a u•n en ZP. En tp de Pisa Flores han sido registradas ambas formas para ‘viento’, recibiéndose la impresión de que esas pronunciaciones pertenecían a dos normas distintas, de las que la que tiene vocal final (acaso debido al adstrato Mx) está cediendo ante la otra. En el tomo de Homenaje a Robert. J. Wéitlaner, 196l, Juan A. Hasler anotó lo siguiente en página 537: «Parece aceptable suponer para el antiguo tt una ley de acentos y de sílabas átonas (inacentuadas) contraria de la que tenemos en latín tardío. En este último, el acento primario de una palabra absorbe toda la fuerza muscular de la sílaba contigua, recuperándose la palabra de este desgaste sino hasta la tercera sílaba, en la cual los músculos vuelven a adquirir cierta tensión acústicamente perceptible como acento secundario: CCVC (por ejemplo en rápidù). En cambio, en el tt el acento primario iría seguido del secundario, dejando vacío de fuerza acentual a la tercera sílaba: CCCV lo que permite su ensordecimiento: *tásùnị ‘chaca’. Al evolucionar, tanto el latín como el tt pierden su vocal átona: rápidù > rápdù > rabdo > rabdo > raudo, *tásùni > tásùnị> tásùn. La forma tasiya k’iw ‘chaca’ en el tS (tt del sur) permite despejar la raíz *tas (porque k’iw es ‘árbol’) y postular que *tas|iya y *tas|uni son voces compuestas. Es bastante improbable que la raíz ceda su acento a los agregados *-iya y *-uni mientras subsista en la comunidad glótica la conciencia del carácter compuesto de la palabra. En consecuencia, se justifica postular una acentuación original esdrújula *tásùni ‘chaca’. Sólo después de perdida la noción de que la palabra es compuesta, se pudo desplazar el acento y entrar a funcionar, para algunos antiguos hablantes, el mecanismo de los que varios autores consideran la «armonía vocálica en totonaco»: *tásuni > *túsuni, lo mismo que *tasúni > tusúni. Lo anterior permite reconstruir, en tres niveles, los antecedentes a mis datos dialectales: en Mx tasúni, en Papantla tásuni, en tp de Pisa Flores tásuni y túsun, en tp de Huehuetla, Hgo., *tasú•n, según el dato que me envió desde Huehuetla, Hgo., Bethel Bowere del Instituto Ligüístico de Verano, en TO tasúniʔ (con ʔ automático a final de dicción, y por ello sin valor fonemático):

Este cuadro quiere hacer ver por una parte la pérdida de la vocal final y por otra parte el cambio de la vocal en la raíz. ¿Cómo sabemos que tas es anterior a tus? Por dos razones, hasta ahora: porque tas se encuentra en otras palabras que tienen que ver con ‘árbol’ o partes del árbol, y porque el totonaco del sur tS) tiene la vocal a en tasiá kiʔ, tasiya kéʔ), y finalmente podemos aducir que a no sólo se encuentra en los extremos (tp, tS), sino que sigue siendo más frecuente que u. Sin embargo, tales reflexiones no serán concluyentes sino hasta el momento en que un análisis de este tipo se haga de muchas palabras más, y permita la presentación de reglas o leyes fonéticas.» Agréguese a este razonamiento la posibilidad de *tïs|uni

6. Relaciones del léxico dialectal

En los doce ejemplos que siguen, se ilustra cómo el tp y el tS comparten el acortamiento de sus palabras (ļu, k’iw, ļk’ihni, ¢’a•ļ). Por no haberse discriminado en este trabajo los datos de ZP en Z y P, no se puede apreciar en qué medida aumenta la divergencia léxica conforme subimos la sierra, pero dejemos asentado que el vocabulario de los últimos emigrantes tt que avanzaron hacia el este, es notoriamente distinto del de todos los predecesores tp-tt en las tierras bajas.

En la segunda línea siguiente tenemos “jota española” en julú, con una escritura que no es estrictamente fonemática, por interesar en esto caso un pormenor fonético. La primera palabra de este cuadro significa ‘red para pescar’ en Yecuatla y Misantla (tS) pero ‘red para colgar un niño’ (es decir, ‘cuna’) en Jilotepec (tS). En tp ha pasado por sinécdoque a significar de plano ‘niño’. En la segunda palabra, que significa ‘bofe’ y ‘saliva’, se ha empleado una escritura semi fonemática que consiste en escribir de manera fonemática todo excepto algún segmento cuyo comportamiento interesa; en este caso el fonema /u/ que se mantiene como [u] en tp y en ZP a pesar de encontrarse en contacto con “hache”, que en los demás dialectos abre la /u/ a [o]. La tercera palabra significa ‘viejo’. En las cuatro primeras columna se halla el étimo de la voz papa, que refiere Bernal Díaz del Castillo en relación con su llegada a Cempoálac; se encuentra igualmente en la designación tp del ‘brujo’. La cuarta palabra es ‘luna’. La quinta es ‘humo’ y se halla en la raíz de hi•n ‘trueno’ y de qatahí•n ‘trueno grande’ (de ahí El Tajín). La sexta es ‘árbol’; entra como elemento formativo en el topónimo Cuxquihui: kuškíwi ‘cierto carrizo’ cuya equivalencia miỵe es koškepi ‘cierto carrizo’, palabra compuesta de koš ‘carrizo’ y de képi ‘árbol’. La palabra siete significa ‘nariz’. La ocho es ‘oreja’. La nueve es ‘mucho’ (Hasler, 1993, comenta: «en Mx la oí siempre con λ, excepto en Huitzílac. En una sesión conjunta en Apapantilla, Mx, Ruth Bishop del I.L.V., anotó ļú•wa, pero yo oía λúwa; creo que el  final no tiene valor fonemático. ») La palabra diez es ‘agua’, La once es ‘epazote’ (c. hierba aromática), con la peculiaridad de empezar con ļ en Yecuatla y Jilotepec, pero con š en Misantla (los tres lugares son tS). La doce significa ‘cuello’. Estos ejemplos ilustran la comparación interna y cómo ella permite despejar raíces. Lo así obtenido, que a menudo es monosilábico, se considera propio del acervo del proto idioma, pero cuando no se puede afirmar que la palabra haya sido monosilábica, las raíces se postulan con un guión en el sitio en el cual hay una o más sílabas en la actualidad: piš- ‘cuello'’, -k’ih- ‘epazote’, čuh- ‘saliva’.

7. Relaciones externas

Se concluirá con el ejemplo de una comparación externa, se mencionará la posibilidad de un long range comparison, es decir, de una comparación entre lenguas geográficamente alejadas como hacía Mauricio Swadesh, aunque el propósito de establecer macro familias ya no es apetecido por algunos investigadores actuales. El ejemplo de kuškíʔwi y su equivalente miỵe košképi es una comparación que, junto con otros vocablos más, permite establecer el parentesco entre tp-tt y las lenguas zoque, popoluca y miỵe. De esta manera se establece una especie de familia agrandada: el toto-zoque. La comparación ha sido llevada más lejos por los investigadores y se ha logrado establecer el parentesco entre el totozoque y las lenguas mayas. El tp y las lenguas mayas ilustran que la glotalización en el común proto idioma, ocurría siempre antes y no después de la vocal, más preciso: estaba siempre después de una consonante, lo que se representa con C’: maya k’ak’ ‘lumbre’, tp ļka•k’a ‘ceniza’, pero tt ļka•kán ‘ceniza’ Se ha podido comprobar que el zoque y el popoluca tienen una morfología perfectamente comparable con la del nahua antiguo (especialmente en los pronombres personales:[3]. Como es notorio que el léxico de las lenguas mayas tiene mucho parecido con el léxico nahua, ya se ha adelantado la sospecha de que el nahua y el maya sean parientes y que constituirían una familia compuesta por las principales lenguas no tonales de México. Swadesh ha llegado más lejos, postulando una familia macromesoamericana. La comparación se podría extender a territorios más alejadas, pero se debe proceder con prudencia. Karl Bouda comparó el tt con las lenguas del Cáucaso, concluyendo «...daß das Totonaco zum Kaukasischen gehört oder, wenn man lieber will, eine starke kaukasische Schicht aufweist». O sea, que el tt y las lenguas del Cáucaso están emparentadas.[6] No sería razonable negar ā priori un parentesco entre lenguas del viejo mundo y las americanas, pero tampoco es razonable tomar según parece: al azar el tt u otra lengua cualquiera y compararla con cualquier lengua del viejo mundo. Lo que hace faltan es tener proto lenguas reconstruidas y después compararlas entre sí. Claro que si no se dispone de tales reconstrucciones pero se quiere de todas maneras lanzarse a la aventura de la comparación, esto habrá de hacerse con idiomas menos separados geográficamente así nuestra selección sea, ella también, producto del azar. Veamos un ejemplo:

El acento agudo y la presencia de -n en o en wiš|ún nos documentan que no se trata de una voz genuinamente quichua (posiblemente sea de origen chaqueño). Lo que interesa es observar la presencia de wih ~ wiš en territorios alejadas entre sí: en nahua tenemos kowiš | in ‘iguana’, que viene si duda de *kowa wiš ‘reptil wiš’. Los datos quichuas provienen del dialectos más meridional, que por una parte no tiene C’ y por otra ha evolucionado *k- y *h- iniciales: *kumínt’a > umínta ‘empanada’, *hápi > ápi ‘mazamorra’. En tarasco hay un componente tan, comparable perfectamente en lo fonético y lo semántico con tan en tp-tt y en quichua: kukús | ta y kurín | ta ‘tortilla’. En quichua existe el nombre de un tamal kumínt'a > humínta > umínta (que en español dio ‘umita’), cuyo parecido con kurínta no deja de ser llamativo. En maya existe ul ‘atole’, voz que dio lugar a la palabra nahua á•t | ul ‘líquido ul’. La misma raíz se reconoce en tp hap’ | ul | úʔ ‘atole’, cuyo primer componente parece tener que ver con há•ʔpi del popoluca. La existencia de la palabra quichua úλpu ‘pinole’ hace plausible pensar que ul se halla en la palabra nahua pínul ‘pinole’ (salvo si existan diferentes moras o cantidades). Si los parecidos no son debido a onomatopeyas o a otra causa que desmerece un supuesto parentesco, y aún en el caso de que se demuestre que dos lenguas no están emparentadas, puede suceder que un complejo de conceptos sí esté en los dos idiomas. O sea, la técnica de la panificación (tortilla, gordas o memelas, empanadas, tamales) puede haber viajado a través del continente entero junto con la expansión de la correspondiente farinácea (lo que en el caso del maíz nos puede remitir a tiempos olmecas antes del descubrimiento del nixtamal: las arepas del norte de Suramérica son una especie de “gordas”, y claro, pueden haber sido inventadas independientemente, es decir, pueden haber existido dos focos fitológicos de difusión del maíz). Lo mismo puede haber acon-tecido con algún otro elemento, como el cacao o el dulce, y nada de peculiar tiene que al mismo tiempo se haya difundido a través del continente el nombre del elemento de im-portación. Cuando la investigación no se puede ocupar por alguna razón de protolenguas enteras, debiera ocuparse de tales complejos culturales. Mas sin dejar de lado pistas de otro tipo; por ejemplo en tp-tt y en quichua existe respectivamente ļmá•n y súni, sin parecido fónico alguno, pero sí perfectamente concordantes en lo que para el europeo serían tres conceptos completamente diferentes: ‘alto’, ‘hondo’, ‘largo’:

Palabra Quichua Tepehua Papantla Mūnixcā́n
Largo súni ļmá•n ļmá•n ļmá•n
Alto súni t'almá•n talmá•n ča•ʔlmá•n
Hondo súni t'al̹má•n pul̹má•n pul̹má•ʔn

Referencias:

 [1] Hasler, “La formación de los grupos totonacos”, La Palabra y el hombre, Jalapa,1993.
 [2] Hasler, “Palmas en Palenque – Mayas en  Darién”, Por el mundo misterioso del indio, 2007.
 [3] Benjamín Whorf, American Anthropologist, 1937.
 [4] Aschmann, “Tototonac  Phonemes”, International Journal of American Linguistics, 22, 1946.
 [5] Hasler, “A reciprocal in Ancient Nahua?”, Indiana, Berlín, 1983.
 [6] K. Bouda, “Das Totonaco”, Orbis, 13, 1963, p. 289.