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Imágenes del Paraíso: paneles de Zócalo del Salón Rico de Madinat al-Zahra[editar]

El Madinat al-Zahra (en castellano Medina Azahara) o la "ciudad brillante"[1]​ fue levantada por Abd al-Rahman III (primer califa Omeya de España) a partir del año 936, ciudad que fue concebida como la nueva sede del gobierno del califato. Pero no fue sólo un palacio, sino una auténtica ciudad dotada de una compleja organización urbanística en cuyo interior se desarrollaba la administración civil y militar del nuevo Estado.

Su estructura es basilical y está formada por tres naves paralelas, separadas por arquerías y un pórtico de seis arcos con vista hacia el jardín, en el que se sitúaban los estanques. A los lados, hay varias habitaciones longitudinales en cuyos extremos se disponen unas salas de forma cuadrada. Los elementos decorativos se encuentran fijados a los muros interiores y a la fachada que mira al jardín (Morales Lourdes 2012), mismos que se han identificado como elementos del arte islámico que aluden a las imágenes del paraíso descritas en el Corán (libro sagrado del Islam).

Cosmovisión desde el Islam[editar]

Es evidente que desde el origen de la vida ha existido el enigma en cuanto al destino del hombre, y el de su alma, que lo ha atormentado y ha sido la genuina preocupación unificadora del género humano. Todas las culturas a lo largo de la historia han manifestado su interés por este aspecto y por la búsqueda del conocimiento del “más allá”, la cual ha ocupado buena parte de sus esfuerzos; lo han ideado, explicado o representado en función de su situación espiritual, posicióncultural, desarrollo científico, relación y/o contacto con el pensamiento de otros imperios y estados fronterizos, es decir, la construcción ideológica sobre la vida y la muerte -o la otra vida- no es exclusiva de un solo pueblo, de una nación o de un solo período temporal, lo que implica la posibilidad de que cada cultura adapte sus principios religiosos y las formas en las cada una las manifiesta [2]​(Moreno 2005: 51).

Tradicionalmente, se ha adoptado la idea de relacionar este destino final del hombre a su conducta en la vida, de manera que los justos y prudentes habrían de recibir en la otra vida premios en compensación de sus buenas acciones, de la misma manera que los necios e injustos recibirían castigos en correspondencia a su comportamiento; ello en relación íntima con la construcción moral de un bien y un mal, de un paraíso y de un inframundo [2]​(Moreno 2005: 51-52).

En el pensamiento islámico, la consideración de estos dos espacios ocupa un lugar extraordinariamente destacado y la prueba irrefutable de esto, es la materialización específicamente del Paraíso en su arquitectura, su literatura y su arte cerámico u ornamental.

La unidad conceptual subyacente a la civilización islámica generó una noción y representación iconográfica del Paraíso común a todos aquellos territorios sometidos a esta religión, ya desde el siglo VII y a lo largo de todo el período medieval. En esta etapa, son especialmente interesantes las manifestaciones artísticas vinculadas con el Califato oriental, en concreto las producidas por Omeyas y Abasíes, así como las surgidas en el Califato occidental, atribuidas a las sucesivas dinastías que gobernaron al-Andalus y el Norte de África [3]​(Silva 2011:42).  

La ciudad y conjunto arqueológico[editar]

Se escogió un punto situado a unos 8 kilómetros de la ciudad de Córdoba sobre las faldas de los últimos montes de la Sierra Morena, España. Su nueva creación significó una transformación del terreno que la circundaba, creándose nuevas canteras, redes de comunicación, huertos y granjas. Se rehabilitó un antiguo acueducto romano y se instaló una nueva red de captación, almacenamiento y distribución de aguas (Morales Lourdes 2012).


El Madinat al-Zahra, que en esta ocasión será el sitio al que nos delimitaremos a estudiar, por sus magníficos paneles y elementos decorativos, fue levantada por Abd al-Rahman III (primer califa Omeya de España) a partir del año 936, ciudad que fue concebida como la nueva sede del gobierno del califato. Pero no fue sólo un palacio, sino una auténtica ciudad dotada de una compleja organización urbanística en cuyo interior se desarrollaba la administración civil y militar del nuevo Estado (Morales Lourdes 2012)..

Iconografía de los paneles[editar]

El estudioso de los paneles del Salón Rico, Christian Ewert[4]​, ha desmenuzado los motivos vegetales y su profundo análisis ha insinuado que sus artífices pudieron haber buscado en las cortes orientales y los distintos espacios de culto, un reflejo de los palacios celestiales procurando real simbolismo cósmico. Podemos apreciar una gran variedad de soportes y técnicas que han sido utilizadas para plasmar en el Islam medieval la iconografía del Paraíso: pinturas, placas de mármol o de estuco talladas, cerámica, mosaico, piezas eborarias, textiles e iluminación de manuscritos.


La composición de cada tablero parietal integra un numeroso conjunto de hojas, flores y frutos distribuidos de forma armónica entre los tallos. Cada uno de estos elementos tiene significantes variantes y formas distintas de representación, así como una colocación ordenada desde el complejo visual [5]​(Maldonado 1981: 260). En esencia, la decoración de los paneles es definida de manera técnica como de motivo ataurique; ya que el tema empleado en el desarrollo de sus formas se reduce a la de carácter vegetal de forma estilizada, en este caso, el material empleado es una piedra arenisca bastante blanda. Podemos notar que los paneles tienen cierta profundidad lo que denota la importancia de ciertos motivos sobre la superficie plana de la roca, como una manera de expresar el dominio de algunas formas sobre otras [6]​(Vicario 2009:86).

Motivos decorativos[editar]

Existen otros motivos decorativos que caracterizan a la arquitectura y a la decoración en el arte islámico, tales como la epigrafía que utiliza los trazos rectos y cursivos como elementos ornamentales, la decoración colgante de mocárabes o muqarnas, que consisten en la yuxtaposición y superposición de unos prismas con base cóncava con la que se decoran frisos, capiteles, arcos y bóvedas. Todos ellos se caracterizan por la continua reiteración, desarrollándose ininterrumpidamente e incluso de forma infinita [6]​(Vicario 2009:86-87).  

Maricea Eliade[7]​ ha escrito que la nostalgia del paraíso es una de las más antiguas formas de misticismo. Define la nostalgia como “el intento repetido del hombre para restablecer la situación paradisíaca perdida en los primeros tiempos” y que existió en todo sociedad primitiva.


  1. Monsalvo Antón, José María (2014). Ediciones Universidad de Salamanca, ed. Historia de la España medieval. p. 72.
  2. a b Moreno Alcalde, María. Paraíso desde la Tierra. Manifestaciones en la arquitectura hispanomusulmana. Madrid: Editorial Universidad Complutense de Madrid Departamento de Historia del Arte I (Medieval), 2015.
  3. Silvia Santa-Cruz, Noelia. Paraíso en el islam. Madrid: Editorial Universidad Complutense de Madrid Dpto. Historia del Arte I (Medieval), 2011.
  4. Ewert, Christian. Elementos decorativos en los tableros parietales del Salón Rico de Madinat- al-Zahra. Córdoba: 1987.
  5. Maldonado, Pavón. “En torno a la qubba real en la arquitectura hispanomusulmana, en Actas de las Jornadas de Cultura Árabe e Islámica, Madrid, 1981.
  6. a b González Vicario, Teresa. “El arte Islámico: Origen y expansión.” En Historia del Arte de la Antigua Edad Media, coordinado por Esther Alegre Carvajal y Genoveva Tusell García, 83-104. Madrid: Editorial Universitaria Ramón Areces/ UNED, 2009.
  7. Eliade, María. Encyclopedia of Religions, New York, 1986.