Usuario:Chimu22

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La clave secreta del universo
de Lucy y Stephen Hawking
Edición original en inglés
Título original George's Secret Key to the Universe
Editorial Doubleday
País Reino Unido
Fecha de publicación 2007
Páginas 297

La Clave Secreta Del Universo[editar]

CAPITULO UNO[editar]

Los cerdos no desaparecen así como así, sin más, se dijo George, mirando embobado la desierta pocilga. Cerró los ojos y los volvió a abrir por si se trataba de una horrible ilusión óptica. Sin embargo, al mirar de nuevo, el cerdo no había aparecido milagrosamente, no vio por ninguna parte su mole rosada cubierta de barro hasta las orejas. De hecho, al reconsiderar la situación, comprendió que el asunto había empeorado en vez de mejorar: la puerta lateral de la pocilga se balanceaba sobre las bisagras, lo que significaba que alguien no se había preocupado de cerrarla. Y ese alguien seguramente había sido él.

-¡Georgie!-oyó que su madre lo llamaba desde la cocina-. Voy a empezar a hacer la cena, así que te quede una hora.¿Ya has hecho los deberes? -Sí, mamá-contestó, fingiendo tranquilidad.

-¿Cómo está el cerdo?

-¡Esta bien! ¡Perfecto!-aseguró, con voz de pito. Lanzó unos cuantos gruñidos de prueba para que pareciera que todo estaba bajo control en el pequeño patio trasero,ocupado por un huerto lleno a rebosar de todas las hortalizas imaginables y una pequeña pocilga con un enorme aunque imaginables desaparecido cerdo. Volvió a gruñir un par de veces a modo de efectos especiales; era vital que su madre no saliera al huerto antes de que George hubiera tenido tiempo de concebir un plan. No tenía ni la más remota idea de cómo iba a encontrar y devolver el cerdo a la pocilga, cerrar la puerta y entrar en casa a tiempo para cenar, pero ya estaba en ello y lo último que necesitaba era que uno de sus padres apareciera antes de haber dado con la solución.

George sabía que su mascota no era precisamente santo de la devoción de sus padres: no querían un cerdo en el huerto de casa. A su padre en particular solían rechinarle los dientes al recordar al personaje que vivía al otro lado del espacio destinado a las hortalizas.Había sido un regalo. una fría Nochebuena de unos años atrás, les habían dejado una caja de cartón delante de la puerta de casa,de la que salía chillidos y resoplidos. Cuando la abrió, George encontró con cuidado de la caja y contempló embelesado cómo su nuevo amiguito patinaba sobre sus diminuta pezuñas para esconderse en la tapa