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La vacunación consiste en introducir un agente, ya sea una bacteria, gen o molécula, que no puede producir una enfermedad pero que aún puede inducir una respuesta inmune, al estar en contacto con un organismo que sí puede causar una enfermedad, el sistema inmune es capaz de defenderse.[1]​ En sus inicios se veía más bien como inmunizar de una enfermedad con otra parecida que los humanos pudieran aceptar y así no enfermarse de la primera.

Después de unos 200 años las vacunas han sido un gran avance en el sector salud, han tomado un papel muy importante dentro de nuestra sociedad al contribuir en la prevención de enfermedades y a veces la muerte de mucha gente, la vacunación regular de las personas genera un “círculo” de inmunidad pues al estar vacunados, si se llegara a contraer la enfermedad, la vacuna entra en acción y esto provoca que no se propague a través de la población.

Historia[editar]

Antes de la propagación de la vacunación, lo más cerca a una inmunización en la antigüedad del siglo XVII fue la variolización, practicada originalmente en China y la India y que poco a poco se fue propagando a los alrededores del entorno como un preservativo de la enfermedad. Esta práctica constituyó una innovadora herramienta contra la enfermedad ya que se dieron cuenta que las personas sobrevivientes de la viruela ya eran totalmente inmunes a ella, es decir, nunca en el resto de su vida se volvían a enfermar a pesar de estar en contacto con un infectado.[2]

Hace más de 200 años, en 1796 en Reino Unido, Edward Jenner al observar que las mujeres que ordeñaban vacas no parecían poder enfermar de viruela si ya se habían contagiado de una viruela mucho menos agresiva que es la viruela bovina, es entonces cuando decidió realizar un experimento en el que pudo comprobar que al infectar a un niño de 8 años con llagas de la viruela bovina y posteriormente infectarlo con el virus de la viruela común, el niño adopta inmunidad, es así como el sistema de las vacunas comienza a ser utilizado.

Después de unos casi 100 años el Dr. Louis Pasteur en 1885 utilizó con éxito una vacuna para prevenir la rabia en un niño llamado Joseph Meister que había sido mordido por un perro con rabia, demostrando que esta enfermedad podía ser eludida al infectar a los humanos con gérmenes debilitados. Posteriormente el Dr. Jonas Salk y el Dr Albert Sabin lograron los avances más importantes para la vacunación desarrollando la vacuna de poliomielitis inactiva y la activa, salvando a un sin fin de niños de quedar en sillas de ruedas.[3]

En las últimas décadas registradas, la inmunización ha llegado a tantos niños como nunca antes en la historia: más de 100 millones de niños al año entre 2005-2007. Entre otros beneficios que ha traído consigo la inmunización es la protección a las personas de enfermedades que podrían acabar con su vida como son la gripe , la meningitis y algunos cánceres que aparecen en la edad adulta, por primera vez en la historia se ha registrado que de los niños que mueren cada año se a reducido por debajo de los 10 millones.[4]

En México la vacunación remonta a 1804, cuando el Dr. Francisco Xavier de Balmis introdujo la inoculación contra la viruela mediante la técnica de brazo en brazo. A finales del siglo XIX, se realizaron otros tipos de inmunizaciones contra la rabia, la polio y la tuberculosis. México sobresale, además, por su capacidad de producción de vacunas, convirtiéndose en el Centro Regional de Referencia para Vacunas. En 1990, México fue uno de los siete países del mundo autosuficientes para elaborar todas las vacunas del Programa Ampliado de Inmunizaciones. A su vez, México ha asumido políticas nacionales y compromisos internacionales destacables en materia de vacunación.[5]

En la actualidad se llevan a cabo técnicas de biología molecular, para obtener nuevas vacunas, esto ha dado la posibilidad de formar vacunas de virus híbridos que podría llevar al desarrollo de una vacuna polivalente contra muchos microorganismos en un sólo vector seguro, barato y relativamente estable.[6]

También se han encontrado con el posible desarrollo de otro tipo de vacunas con la ingeniería genética donde está avanzando favorablemente en el desarrollo de tales como lo son las vacunas de subunidades o las vacunas de subunidades peptídicas.

Seguridad[editar]

Al igual que algunas otras medidas preventivas, o terapéuticas, las vacunas no pueden ser inocuas al 100% y, en ocasiones, presentan efectos adversos. Pero a diferencia de estas otras las vacunas se caracterizan por administrarse a millones de personas, en su mayoría sanas, y habitualmente en población infantil, por lo que el grado de seguridad que debemos exigir debe ser extremo. Es por ello que las vacunas se someten a unos ensayos clínicos previos a su comercialización, con un número importante en pacientes incluidos, donde se evalúa detenidamente si inmunogenicidad, eficacia y seguridad. La farmacovigilancia trabaja de manera exhaustiva recogiendo y documentando efectos adversos y complicaciones vacunales en situaciones habituales de aplicación a millones de receptores. Los datos recogidos por los sistemas deben analizarse de forma cuidadosa y las hipótesis formuladas a partir de ellos nunca podrán contrastarse con nuevos ensayos clínicos controlados por motivos éticos y prácticos, por lo que hay que recurrir a los estudios epidemiológicos y observacionales de cohortes históricas o de casos y controles, siempre que el número de casos sea suficientemente elevado.[7]

En 1999 fue creado por la Organización Mundial de la Salud (OMS), pero de forma independiente a la misma,[8]​ el Comité Consultivo Mundial sobre la Seguridad de las Vacunas (GACVS) con el propósito de responder de manera rápida, eficiente y científicamente rigurosa a cuestiones relacionadas con la seguridad de las vacunas que puedan tener importancia a escala mundial,[9]​ recientemente figuran las siguientes cuestiones:

  • Supuestos vínculos entre la vacuna contra la hepatitis B y la esclerosis múltiple.
  • Supuestos vínculos entre el tiomersal, conservante de vacunas (timerosal), y el autismo en niños.
  • La inocuidad de las vacunas antirrotavirus recientemente autorizadas.[10]

Argumentos en contra[editar]

El principal argumento contra la vacunación en su mayoría procede de experiencias personales de familias completas, que van desde enfermedades causadas por ellas, muertes inmediatas después de la vacunación, hasta vacunas adulteradas.[11]​ Se pueden encontrar otras razones.

  • En 1998 Andrew Wakefield junto con 12 colaboradores publicaron una serie de casos donde la vacuna contra el sarampión, paperas y rubéola (MMR) podría estar relacionada con la predisposición a tener trastorno generalizado del desarrollo de niños[12]​ (Artículo retractado), con esas conclusiones las tasas de vacunación MMR comenzaron a disminuir porque los padres estaban preocupados por el riesgo de autismo.[13]
  • Aluminio y mercurio: Algunos tipos de vacuna necesitan adyuvantes para aumentar la respuesta inmune, estas sustancias contienen metales como el aluminio o mercurio[14]​ que son potencialmente peligrosas y pueden causar envenenamiento.[15][16]
  • Las vacunas causan alergias, asma y enfermedades autoinmunes.[17]
  • Se puede sobrecargar el sistema inmune, muchas vacunas o una para múltiples enfermedades con sus respectivas bacterias/virus atenuados pueden hacer que el sistema inmune se pueda debilitar dando paso a otras enfermedades.[18][19]
  • La inmunidad natural es más eficiente.[18]

Argumentos a favor[editar]

Como ya se ha explicado anteriormente, las vacunas abarcan un número de la población muy grande por lo que debemos exigir una rigurosa y exhaustiva investigación como también control que nos garantice la seguridad del uso de éstas.

Las vacunas han logrando su objetivo principal que es acabar con enfermedades temidas por décadas, que a pesar de estar siempre presentes en la población, hoy por hoy podemos decir que se han erradicado pero antes de celebrarlo, se abre el camino hacia el olvido de la enfermedad y la lucha por demostrar su seguridad cuando las reacciones adversas (ya sea asociación casual o temporal) se hacen proporcionalmente más visibles. Teniendo en cuenta los ensayos clínicos con pacientes debemos considerar que el número de personas vacunadas en estos estudios son relativamente pequeño con respecto a la población en general que se vacuna que son millones de personas. La experiencia de la asociación de ciertas reacciones adversas con las vacunas es vasta y variada, y nos puede enseñar que el análisis crítico y científico, dentro de la objetividad y la tranquilidad, puede conducirnos a confirmar o desmentir las evidencias de una relación entre vacuna y enfermedad y adoptar las medidas más oportunas. La precipitación en el análisis la presión mediática y social o la falta de rigor científico son los enemigos de una evaluación correcta y objetiva.[7]

La inmunización previene discapacidades para toda la vida, por ejemplo las asociadas al sarampión, como la sordera, la ceguera y la discapacidad mental. La OMS estimó que si todas las vacunas que se disponían en el 2009 contra las enfermedades de la infancia se hubieran adoptado de forma generalizada, y si los países pudiesen incrementar la cobertura vacunal hasta un promedio mundial del 90%, del 2009 al 2015 podrían haberse prevenido dos millones de muertes al año entre niños menores de cinco años. También podría reducir en una cantidad significativa la carga de morbilidad y discapacidad debidas a enfermedades prevenibles mediante vacunas, y contribuiría a mejorar la salud y bienestar de los niños, además de reducir los costos de hospitalización.[10]

Reglamentación[editar]

En el siglo XX, la Administración de Medicamentos y Alimentos (FDA) de los Estados Unidos y el Instituto Paul-Ehrlich de Alemania fueron los primeros y únicas instituciones que se encargaban de la reglamentación en pro del cuidado e inocuidad de productos en el mercado, incluyendo las vacunas.

En la actualidad se utiliza un sistema universalizado que abarca tres fases principales de ensayo: ensayos preclínicos en el laboratorio, incluidos ensayos en animales; ensayos clínicos en seres humanos, y vigilancia tras la aprobación reglamentaria para la comercialización.

Para garantizar la inocuidad y la calidad de las vacunas, la OMS utiliza un sistema que en primer lugar establece normas internacionales de eficacia, inocuidad y calidad de las vacunas, y a continuación supervisa la medida en que cierta vacuna autorizada cumple estas normas. El establecimiento de normas internacionales incumbe al Comité de Expertos de la OMS en Patrones Biológicos. El seguimiento de del grado en que una vacuna fabricada o autorizada en determinado país cumple esas normas o patrones corresponde al organismo nacional de reglamentación del país. En 1982, el Comité de Expertos pidió a todos los países que establecieran un organismo nacional de reglamentación.

Contar con un organismo nacional de reglamentación que sea independiente y funcional es un buen comienzo para un país que desee garantizar que las vacunas que utiliza cumplan las normas internacionalmente acordadas en materia de inocuidad, eficacia y calidad.[10]

Véase también[editar]

controversia de las vacunas Vacuna

Referencias[editar]

  1. «¿Qué es la vacunación? | Bienvenido a Sanofi Pasteur». web.archive.org. 26 de agosto de 2018. Consultado el 25 de mayo de 2020. 
  2. «La introducción de la variolización en Europa | Vacunas / Asociación Española de Vacunología». Consultado el 25 de mayo de 2020. 
  3. «Historia de las vacunas». HealthyChildren.org. Consultado el 25 de mayo de 2020. 
  4. «Vacunas e inmunización: situación mundial. Resumen de orientación.». 
  5. «Historia y avances de la vacunación en México.». 
  6. Murray, Patrick R.; Rosenthal, Ken S.; Pfaller, Michael A. (24 de abril de 2017). Microbiología médica. Elsevier Health Sciences. ISBN 978-84-9113-088-8. Consultado el 25 de mayo de 2020. 
  7. a b Picazo, Juan; De Aristegui, Javier; Axpe, Jose; Ordóñez, Dolores; Gurrea, Aurelio; José, Xavier; Díez-Domingo, Javier; Romo, Fernando et al. (31 de marzo de 2011). «Evidencias científicas disponibles sobre la seguridad de las vacunas». Vacunas 12: 3-34. doi:10.1016/S1576-9887(11)70002-4. Consultado el 25 de mayo de 2020. 
  8. «OMS | Comité Consultivo Mundial sobre Seguridad de las Vacunas, 12-13 de diciembre de 2007». WHO. Consultado el 25 de mayo de 2020. 
  9. «OMS | Comité Consultivo Mundial sobre Seguridad de las Vacunas». WHO. Consultado el 25 de mayo de 2020. 
  10. a b c OMS, UNICEF, Banco Mundial (2010). «3». Vacunas e inmunización: situación mundial. Organización Mundial de la Salud: Ginebra. ISBN 978 92 4 356386 2. Consultado el 24 de mayo de 2020. 
  11. ««Hay gente que no entiende nuestra decisión de no vacunar a nuestra hija»». abc. 3 de junio de 2015. Consultado el 25 de mayo de 2020. 
  12. Aj, Wakefield (28 de febrero de 1998). «Ileal-lymphoid-nodular Hyperplasia, Non-Specific Colitis, and Pervasive Developmental Disorder in Children». Lancet (London, England) (en inglés). Consultado el 25 de mayo de 2020. 
  13. F, DeStefano (12 de junio de 1999). «Negative Association Between MMR and Autism». Lancet (London, England) (en inglés). Consultado el 25 de mayo de 2020. 
  14. «Adyuvantes en vacunas». 
  15. «★ Aluminio hidróxido 🥇». www.vademecum.es. Consultado el 25 de mayo de 2020. 
  16. Philadelphia, The Children's Hospital of (7 de noviembre de 2014). «Vaccine Ingredients – Thimerosal». www.chop.edu (en inglés). Consultado el 25 de mayo de 2020. 
  17. «Riesgo de púpura trombocitopénica inmune tras la vacunación - Artículos - IntraMed». www.intramed.net. Consultado el 25 de mayo de 2020. 
  18. a b «Cómo desmontar científicamente los 4 principales argumentos antivacunas - Blog». ISGlobal. Consultado el 25 de mayo de 2020. 
  19. «OMS | Sobrecarga del sistema inmunitario». WHO. Consultado el 25 de mayo de 2020.