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Triunfo romano

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El triunfo fue una espectacular ceremonia que se celebraba en la antigua Roma para agasajar al general o comandante militar (en latín Dux) que hubiera regresado victorioso con su ejército de alguna campaña en tierras extranjeras. Para el general protagonista era un día glorioso. Su ejército quedaba a la espera en el Campo de Marte, sin poder traspasar las Murallas Servianas. En principio, sólo podían celebrar un triunfo los miembros del orden senatorial y convertirse, con ello, en vir triumphalis (no triumphator que es una forma moderna).

En el siglo II a. C. el general tenía que haber sido aclamado imperator por sus tropas para poder solicitar el triunfo al Senado, que era la institución que podía concederlo. El espectáculo consistía en un desfile militar que recorría un itinerario previsto que comenzaba en el Campo de Marte. Para entrar en la ciudad pasaba por una puerta especial de las murallas llamada Porta Triumphalis; de allí al Velabrum, Foro Boarium y Circo Máximo, desde donde se dirigía al monte Capitolino a través de la Vía Sacra del Foro Romano, haciendo el triumphator el recorrido completo en una cuadriga acompañado por un esclavo, que sostiendo los laureles de la victoria sobre su cabeza le recordaba constantemente la formula: Respice post te, hominem te esse memento (“mira hacia atrás y recuerda que sólo eres un hombre”). El cortejo se detenía al pie de la escalinata del templo de Júpiter Optimus Maximus. El general iba acompañado de sus lictores y con ellos entraba en dicho templo para ofrecer al dios sus laureles de victoria. A continuación se celebraba una gran fiesta costeada por el protagonista que solía ser bastante generoso, en la que participaba todo el pueblo.

Requisitos

Si bien en ocasiones se celebraron triunfos sin cumplir con todos los requisitos, en teoría para que éste se concediese en la época republicana era necesario:

  1. Ganar una victoria significativa contra un enemigo extranjero, matando al menos a 5.000 enemigos. La victoria debe realizarse en una guerra victoriosa. Una batalla ganada en una guerra perdida no da derecho a triunfo. Además, esa guerra debe haber sido "Bellum Iustum", es decir, una guerra correctamente declarada conforme al rito fecial.
  2. Ser un magistrado electo con imperium (como un cónsul o un pretor).
  3. Traer a las tropas a casa, simbolizando con ello el fin de la guerra y de la necesidad del ejército (esto fue aplicable hasta la profesionalización del ejército romano). Más adelante el triunfo se celebraba con un pequeña cantidad simbólica de tropas.
  4. La aprobación del Senado.

Más adelante, desde Augusto y durante toda la época del Imperio, el triunfo era algo reservado al emperador y a su familia, puesto que él poseía el mayor "Imperium" siendo los demás delegados del suyo. Se entendía que todos los triunfos eran del emperador, dado que los generales actuaban a sus órdenes.

Véase también

Bibliografía

  • MC CULLOUGH, Colleen El primer hombre de Roma. Editorial Planeta S.A., 2001. ISBN 80-08-04000-6
  • PAOLI, Ugo Enrico. Urbs. La vida en la Roma antigua. Editorial Iberia, Barcelona 2000. ISBN 84-7082-270-5

Enlaces externos