Rubén C. Navarro

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Rubén C. Navarro
Información personal
Nombre de nacimiento Rubén Claudio Navarro Murgia
Nacimiento 4 de enero de 1894
Bandera de MéxicoTangancícuaro, Michoacán
Fallecimiento 8 de agosto de 1958
Bandera de México Caborca, Sonora
Nacionalidad Mexicana
Lengua materna Español
Información profesional
Ocupación Escritor, poeta, político
Años activo Siglo XX
Cargos ocupados Diputado de México Ver y modificar los datos en Wikidata
Lengua literaria Español
Obras notables El Cristo de mi Cabecera, Sirve más Vino, Tabernero, Bienaventurados, El cristo de mi Pueblo, Salutación, Silenciosamente, Resignación, Está muy bien, Quien pudiera ser Monje, Al buen Jesús, Tu Amor es un Martirio, Que cosas de Sor María, Yo el Rabí, Reza, Mírame Sultana, La muerte Pasa, Nuestras Almas Serán Águilas, Doña Blanca de Nieves, Al Caballero Don Quijote
Distinciones premio en los Juegos Florales de Tampico, Tamaulipas, durante la Fiesta de la Raza (1916)

Rubén C. Navarro (Tangancícuaro, Michoacán, México; 16 de julio de 1894-Caborca, Sonora; 8 de agosto de 1958). Fue un escritor, poeta, y político mexicano.

Biografía

Nació en el año de 1894 en el pueblo de Tangancícuaro, Michoacán. Estudió en el Seminario de Zamora Michoacán, en dónde también estudió Amado Nervo; Abandona el Seminario y se incorpora a la Revolución Mexicana en 1910. Se casa con María Susana Ureña Torres, con quien tiene cinco hijos, Rubén Claudio, Benjamín, Jorge Luis, Laura y Octavio todos Navarro Ureña. Es nombrado Diputado en el Congreso de la Unión en dónde lanzó la iniciativa para crear el premio Nacional de Literatura: fue Director del Internado de Niños; Ocupó el cargo de Cónsul General en San Diego California y en la República del Brasil, entablando en ese entonces vínculos muy estrechos de amistad con la Poetisa Chilena Gabriela Mistral. Falleció en 1958 en la H Caborca Son, y se encuentra sepultado en el que fue su propiedad CAmpo El Cortijo de la Morena

Publicaciones

Es autor de los libros de poemas Sulamita y otros poemas, 1918; La zíngara y otros poemas, 1918; Lágrimas de sangre, 1920; Jardines interiores, 1921; Torre de marfil, 1922; Cancionero del villorrio. Breviario del amor y del dolor, 1931; Este era un rey; Copas vacías; Lunas de otoño; De mi bosque durmiente; La torre del silencio; El libro de Ella, 1933; La divina locura, 1934; Tú… y otros poemas, 1935; Las voces cardinales; Ritmos de otoño, 1945; Sus mejores poesías. Antología, 1947. Algunos de sus poemas fueron incluidos en la compilación Literatura Michoacana de Jesús Romero Flores, 1923.

Cine

En el año de 1950 se filmó en el pueblo de Tangancícuaro una película, inspirada en el que, seguramente es su poema más celebre: "[El cristo de mi Cabecera][1]" dirigida por Ernesto Cortazar.

El cristo de mi Cabecera

Cuando estaba solo… solo en mi cabaña,
que construí a la vera de la audaz montaña,
cuya cumbre, ha siglos engendró el anhelo
de romper las nubes… y tocar el cielo;
cuando sollozaba con el desconsuelo
de que mi Pastora - más que nunca huraña-
de mi Amor al grito nada respondía;
cuando muy enfermo de melancolía,
una voz interna siempre me decía
que me moriría
si su almita blanca para mí no fuera,
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque me quisiera…!
¡porque me quisiera…!
………………………………
Cuando nos unimos con eternos lazos
y la pobrecita me tendió sus brazos
y me dio sus besos y alentó mi Fe;
cuando en la capilla de la Virgen Pura
nos bendijo el Cura
y el encanto vino y el dolor se fue…;
cuando me decía,
loca de alegría,
que su vida toda para mí sería…
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque prolongara nuestra Primavera…!
…¡Porque prolongara nuestra Primavera…!

Cuando sin amparo me dejó en la vida
y en el pobre lecho la miré tendida;
cuando até sus manos, que mostraban una
santa y apacible palidez de luna
y corté su hermosa cabellera bruna,
que en el fondo guardo de mi viejo arcón;
cuando, con el alma rota en mil pedazos,
delicadamente la tomé en mis brazos
para colocarla dentro del cajón;
cuando muy enfermo de melancolía,
una voz interna siempre me decía
que ya ¡nada! me consolaría,
¡le rezaba al Cristo de mi cabecera,
porque de mis duelos compasión tuviera…!
…¡porque de mis duelos compasión tuviera…!
……………………………………….
Hoy que vivo solo… solo, en mi cabaña,
que construí a la vera de la audaz montaña.
cuya cumbre ha siglos engendró el anhelo
de romper las nubes y besar el cielo;
hoy que por la fuerza del Dolor, vencido,
busco en mi silencio mi rincón de Olvido;
mustias ya las flores de mi Primavera;
triste la Esperanza y el Encanto ido;
rota la Quimera,
muerta la Ilusión…
…¡Ya no rezo al Cristo de mi cabecera…!
¡Ya no rezo al Cristo … que jamás oyera

los desgarramientos de mi corazón…!

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