Ir al contenido

Problema de los universales

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Esta es una versión antigua de esta página, editada a las 15:09 23 abr 2014 por 85.136.202.193 (discusión). La dirección URL es un enlace permanente a esta versión, que puede ser diferente de la versión actual.

El problema de los universales involucra diferentes áreas temáticas: la psicología cognitiva, la epistemología, y la ontologia, entre otros. El problema de los universales se refiere al modo en que pensamos y sabemos, y cuáles son las realidades a ser conocidas.

Se puede ejemplificar el problema de los universales con la siguiente pregunta: ¿es la idea de un río (un universal) más real que las furiosas aguas del Río Meandro (un particular) en este momento? ¿Es menos real? ¿O diferentemente real?

El problema de los universales en la antigüedad

El debate pudo haber comenzado con Heráclito, un antiguo pensador griego a quien Platón le atribuye la expresión que versa sobre el río en el Crátilo (obra que lleva el nombre del principal discípulo de Héraclito), 402a: "En algún lugar dice Heráclito que todo se mueve y nada permanece, y, comparando las cosas con la corriente de un río, dice que en el mismo río no nos bañamos dos veces". En el tiempo que nos toma mover el pie para dar el segundo paso, el agua ha continuado corriendo hacia delante, las orillas han cambiado un poco, y el río ya no es el mismo. Esta interpretación platónica suele ser considerada tendenciosa para poder argumentar sus ideas. Heráclito consideraba que había algo que permanecía, en el caso del río, el cauce, a modo de metáfora para referirse al lógos.

Heráclito, desde el punto de vista platónico, es frecuentemente interpretado como sugiriendo una conclusión escéptica de esta observación. Como nunca nada se mantiene igual de momento a momento, cualquier conocimiento que creamos poseer es obsoleto en el instante de adquirirlo. Heráclito también podría haber estado sugiriendo que los nombres son una manera artificial de imponer estabilidad al flujo de la realidad: «llamando a esto "río", pretendo que sea una entidad». Esto lo convertiría en el primer nominalista.

Mucho en la filosofía de Platón puede ser entendido como una respuesta a Heráclito, especialmente a las implicaciones escépticas de sus escritos. Para Platón, nuestro intelecto puede contemplar el mismo río cualquier cantidad de veces, ya que río como una idea, como una forma, se mantiene siempre el mismo. Hay una aguda distinción entre el mundo de los sentidos y el mundo del intelecto: uno puede tener sólo opiniones acerca del primero, pero puede tener conocimiento verdadero, ciencia como una creencia verdadera justificada, acerca del segundo. Justamente por esa razón, el mundo inteligible es el mundo de la razón; y el mundo sensible es sólo provisionalmente real, como las sombras en la pared de una cueva. Así es como describe Platón la realidad del mundo y de las ideas en su famosa Alegoría de la caverna: Platón. La República, Libro VII.

La noción platónica de ideas atemporales no está confinada a universales. Términos particulares pueden también ser entendidos como el nombre de una forma inteligible. Entonces, a pesar de que río es una forma, Meandro lo es también, y "el Meandro como era al mediodía el viernes pasado" es asimismo una forma. ¡Hasta "flujo Heraclítico" es una forma, y como tal desprovisto de flujo y atemporal! Hay aquí paradojas en abundancia, y Platón mismo las exploró en un diálogo deslumbrantemente dialéctico: el Parménides.

Pero al menos una parte de lo que Platón quiso dar a comprender es que Río, como un universal, es una idea atemporal, perfecta y por eso inmutable, en la cual los ríos mutables participan parcialmente, ya que el mundo material es un espejo imperfecto del mundo real. Platón, en consecuencia, fue el primer realista.

Su alumno, Aristóteles, estaba en desacuerdo tanto con Platón como con Heráclito. Aristóteles transformó las formas de Platón en "causas formales"; los planos implícitos en las cosas materiales. Donde Platón idealizaba la geometría, Aristóteles practicaba la biología, y su pensamiento siempre vuelve a los seres vivos. Considera un árbol de roble. Éste es un miembro de una especie, y tiene mucho en común con todos los robles de generaciones pasadas, y con todos los que vendrán. Su universalidad, lo que le da la esencia de roble, es una parte de él; pero ningún roble es idéntico a sus pares en grado absoluto, por lo cual cada quien es particular. Por consiguiente, Aristóteles era mucho más insistente que Heráclito o Platón sobre conocer el mundo sensible. Un biólogo puede estudiar robles y aprender sobre su esencia, encontrando el orden inteligible dentro del mundo sensible. Tal visión hizo a Aristóteles un realista en cuanto a los universales, pero un nuevo tipo de realista. Suele darse el nombre a esta visión de las cosas como la postura del "realismo moderado".

El problema en tiempos medievales

Sabios islámicos preservaron una tradición de sabiduría aristotélica después de que el Cristianismo lo hubiera largamente olvidado al asumir la tradición platónica. A partir del siglo XI la escolástica medieval suscitará el problema con Roscelino de Compiègne, considerado el primer nominalista y sobre todo por la polémica que introdujo su alumno Pedro Abelardo y la condena de tales ideas por parte de Anselmo de Canterbury.

Sin embargo, la "reconquista" de España y la cultura árabe en ella establecida durante tantos siglos, hizo posible traer de nuevo a la cultura latina las riquezas de la antigua filosofía griega, como se ha encontrado en las bibliotecas recapturadas de Toledo.

Tomás de Aquino en el opúsculo De ente et essentia restableció la visión de Aristóteles sobre la esencia, o los universales.

Lo que no impidió que en el siglo XIV floreciera con fuerza de nuevo el nominalismo siendo su representante más importante Guillermo de Ockham.