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Plan Primavera

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El Plan Primavera fue un plan económico ortodoxo que intentó estabilizar la economía argentina.[1]​ Fue lanzado en agosto de 1988, durante el gobierno de Raúl Alfonsín, concebido con el propósito de frenar el empeoramiento de la recesión económica que venía arrastrándose desde hacía años.

En la práctica, los problemas económicos no fueron aliviados y provocaron que Alfonsín decidiera anunciar el 21 de abril de 1989[2][3]​ el adelanto de las elecciones al siguiente 14 de mayo (siendo que estaban previstas para octubre), creyendo que así se calmaría la economía. Tras las elecciones presidenciales ganó el justicialista Carlos Menem y sucedió lo opuesto a lo buscado por Alfonsín: la economía empeoró y se pasó de la fase de recesión a la fase de hiperinflación, dando como resultado que de 460% de inflación en abril se pasó a 764% en mayo.[4]​ Presionado por la hiperinflación, saqueos, y un retroceso en el apoyo de los líderes empresariales, sindicales y militares, Alfonsín anunció el 12 de junio de 1989[5]​ que también adelantaría el traspaso de mando presidencial para el 30 de ese mes (siendo que estaba previsto para el 10 de diciembre). Tras negociaciones con Menem, que se vio sorprendido por el anuncio de Alfonsín y no quería tomar el poder tan pronto, el traspaso de mando se realizó el 8 de julio de 1989. Con respecto a la hiperinflación, no se calmó con la asunción de Menem sino que continuó todo el año siguiente, y recién se llegaría a niveles de inflación pre-mayo del '89 en febrero de 1991 (582%).[4]

Antecedentes

Hacia mediados de 1986 se inició una fase de descongelamiento gradual de precios; en ese período la inflación tuvo un ligero incremento, llegando hasta el 5% mensual. La situación desmejoraría notablemente al aumentar fuertemente el tipo de interés internacional y reducirse nuevamente el precio de las materias primas, que llevaría hacia fines de 1987 a una nueva crisis macroeconómica vía restricción externa.

A mediados de 1988, las medidas tomadas anteriormente por el gobierno ya no surtían efecto, el anterior plan Austral ya estaba agotado, por lo cual el gobierno lanzó el plan Primavera. En las principales medidas figuraban: un cambio único, con un régimen de control; tasas de interés libres; precios con autorización para trasladar mayores costos. No se corrigieron los desequilibrios fiscal y externo.En 1988, la Argentina no pudo pagar la deuda externa. Ese año, la economía argentina acentúo su estado crítico: recesión, inflación, bajos salarios y desocupación. Se presentó un nuevo plan para estabilizarla. Se buscó un acuerdo entre sindicatos y empresarios para evitar el aumento de precios y salarios. Sin embargo, el gobierno volvió a emitir bonos y nuevamente se produjo un aumento del déficit fiscal. La gravedad de la crisis económica y la incapacidad del gobierno de la UCR para hacerle frente, condujo a una erosión de la confianza en los inversores, a la fuga masiva de capitales, a la devaluación del austral y a una hiperinflación. Ante esta situación, renunció Juan Vital Sourrouille y asumió Juan Carlos Pugliese, que poco después le cedió su puesto a Jesús Rodríguez.[6]​ El plan Austral no contaba con una política de largo plazo. No se estimulaba la inversión productiva, la inversión se contrajo. El plan dependía demasiado de que hubiera buenos precios para las exportaciones argentinas.

El Plan

El nuevo plan económico impulsaba la apertura de la economía y la privatización de empresas estatales, tuvo la decidida oposición del sector rural y escaso apoyo de los sectores industriales. El denominado Plan Primavera paralizaba las negociaciones con los sindicatos y el congelamiento de los salarios de los empleados estatales. En pocas semanas, el plan había fracasado. En febrero de 1989, en medio de un clima de ebullición político y social, el gobierno dispuso una devaluación de la moneda. Esta medida produjo un alza de precios que se fue acelerando —hasta producir hiperinflación—. Los precios, que en enero se habían incrementado en un 9% en mayo treparon hasta el 80% y la cotización del dólar se octuplicó.[7]

El alto endeudamiento externo e interno, estancamiento, escasa inversión en bienes de capital e infraestructura y un grave desequilibrio fiscal;[8]​ se sumó la pérdida del valor de la moneda Austral, llevada cabo por el Banco Central.

En febrero de 1989 el dólar subió un 25 por ciento y el mercado empezó a descontrolarse. En medio de sucesivos feriados bancarios, el público minorista retiraba masivamente sus depósitos para comprar billetes de la divisa norteamericana que, en marzo, trepó a los 31 australes. A fin de mes, Juan Carlos Pugliese reemplazó a Sourrouille; a la semana el dólar llegó a los cincuenta australes y más adelante —en el marco de un mercado cambiario libre y único— aumentó a noventa. En un escenario de remarcaciones de precios casi diarias y de desabastecimiento, la inflación de abril fue del 33,4 por ciento.

Jaqueado por los diversos problemas (económicos, sindicales, empresariales, militares), y buscando una medida que calmara el país, el 21 de abril de 1989[2][3]​ Alfonsín anunció el adelanto de las elecciones presidenciales al siguiente 14 de mayo (siendo que estaban previstas para octubre), creyendo que así se calmaría la economía.

Tras las elecciones presidenciales ganó el justicialista Carlos Menem y sucedió lo contrario a lo buscado por Alfonsín. Esta sería muy aguda, llevando la inflación de 460% en abril a 764% en mayo, y la pobreza de 25% a comienzos de 1989 al récord histórico de 47,3% en octubre del mismo año. A fines de año la inflación sería del 3.079 % anual y el dólar estadounidense habría subido al 2.038 %. Durante mayo de 1989, el tipo de cambio —que oficialmente se encontraba fijo— se elevó de 80 a 200 australes por cada dólar estadounidense —equivalente a una abrupta devaluación mensual de un 150%— lo que naturalmente tendió a acrecentar en gran medida las ya de por sí fuertes presiones inflacionarias. Comenzaban a escasear productos básicos en los supermercados y negocios y los precios de los cada vez menos bienes disponibles llegaron a ser remarcados varias veces durante un mismo día. Como corolario del proceso o fenómeno inflacionario, las tasas de interés subieron de forma descontrolada y las reservas de moneda extranjera del Banco Central comenzaron a descender de manera preocupante a medida que vendía dólares en un infructuoso esfuerzo por intentar mantener el valor de la moneda. La sociedad retiró masivamente sus depósitos de los bancos.

Tras el 14 de mayo se sucedió una ola de saqueos y violencia, motivada por la hiperinflación, la pérdida de poder adquisitivo, la carencia de alimentos y bebidas, la crisis energética y el aumento de la pobreza (récord histórico de 47,3% en octubre 1989 en Gran Buenos Aires). La ola de saqueos comenzó en el Gran Rosario —la tercera aglomeración más grande del país tras el Gran Buenos Aires y el Gran Córdoba— y, rápidamente se extendió hacia otras partes del país. La ola de saqueos forzó el 29 de mayo a Alfonsín a declarar el estado de sitio para pacificar el país; al término del operativo habían 40 detenidos y 14 muertos.

Presionado por la hiperinflación, saqueos, y un retroceso en el apoyo de los líderes empresariales, sindicales y militares, Alfonsín anunció el 12 de junio de 1989[5]​ que también adelantaría el traspaso de mando presidencial para el 30 de ese mes (siendo que estaba previsto para el 10 de diciembre). Tras negociaciones con Menem, que se vio sorprendido por el anuncio de Alfonsín y no quería tomar el poder tan pronto, el traspaso de mando se realizó el 8 de julio de 1989. No obstante, la hiperinflación continuó tras la asunción de Menem, y recién se llegaría a niveles de inflación pre-mayo del '89 en febrero de 1991 (582%).[4]

Trama del Banco Macro

Sin embargo la recesión económica produjo el enriquecimiento de algunos empresarios: en este último grupo estuvo el Banco Macro. Jorge Brito junto a sus socios compraron el Banco Macro, cuando uno de sus dueños era Mario Brodersohn, secretario de Hacienda de Raúl Alfonsín. En ese entonces, contaba con aceitados vínculos con la coordinadora radical, grupo de dirigentes de la UCR que ocuparon cargos importantes del área económica, entre ellos en el Banco Central. Uno de los golpes más importantes del Banco Macro fue comprar dólares en cantidad en el 6 de febrero de 1989, cuando el Central liberó el mercado cambiario. Esa Sociedad de Bolsa era manejada por Chrystian Colombo, que en ese entonces tenía una estrecha relación con el Coti Nosiglia dirigente radical y que en el gobierno de Fernando de la Rúa ocupó el puesto de jefe de Gabinete. [9]

Características

  • Control de costos: Para estabilizar los precios, se convalidaron los aumentos a julio del 88 congelando los valores al 2 de agosto. Se autorizaron alzas de 1,5% en la segunda quincena de agosto y 3,5% en septiembre.
  • Se aplicó un tarifazo en los servicios públicos de 30%
  • Se mantuvieron las paritarias sin topes (los salarios del sector público subieron 25%).
  • Para combatir el déficit del BCRA, se reagruparon los depósitos indisponibles y demás encajes remunerados, y hubo promesas de reducción de redescuentos al Banco Hipotecario Nacional.
  • El mercado cambiario se desdobló, pasando las exportaciones sin reembolsos (principalmente productos primarios y sus manufacturas) a liquidarse por el mercado comercial, mientras que las que tenían reembolsos (industriales) pasaban 50% por el comercial y 50% por el financiero. Las importaciones pasaban a liquidarse por el tipo de cambio financiero.
  • La devaluación nominal fue de 11,4% (12 australes por dólar) y 22,5% para las exportaciones y 33,6% en el caso de las importaciones.[cita requerida]
  • El BCRA comenzó a licitar dólares en el circuito financiero para mantener el tipo de cambio.
  • También se elevaría fuertemente la tasa de interés para desalentar la huida hacia el dólar, mientras que se lanzaban una serie de instrumentos para absorber australes, situación a la que se le pondría un famoso título: “Festival de bonos”.
  • Adicionalmente se proponía la privatización, al menos parcial, de empresas estatales.

Consecuencias

  • Los precios, que en enero se habían incrementado en un 9 % en mayo treparon hasta el 80%
  • La cotización del dólar se octuplicó.
  • El mercado empezó a descontrolarse.
  • Múltiples y constantes feriados bancarios.
  • Remarcaciones de precios a diario
  • Desabastecimiento

Dado el fracaso de sus planes económicos frente a la cartera de economía Juan Vital Sourrouille renunció a su cargo de Ministro de Economía en marzo de 1989.

Véase también

Referencias