María de Cazalla

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María de Cazalla (Palma del Río, Córdoba, 1487 - Guadalajara, mediados del siglo XVI), fue una religiosa española, perteneciente al círculo místico heterodoxo denominado "alumbrados", que, aunque su contenido teológico no está del todo aclarado, se ha propuesto como una de las primeras actividades del protestantismo en España.

Vivió la mayor parte de su vida en Horche y Guadalajara. Era hija de Beatriz Cazalla, criada de Luis Fernández Portocarrero (VI señor y primer conde de Palma del Río) y sobrina de Alonso de Cazalla, mayordomo del VII señor de Palma.[1]​ Se casó con Lope de Rueda, un prominente burgués de Guadalajara.[2]​ Fue madre de seis hijos, aunque inicialmente rechazaba el contacto carnal, por consejo de la beata Mari Núñez, quien la terminó denunciando a la Inquisición.[3]

Familia Cazalla

Auto de fe del doctor Cazalla, en Valladolid.

Pertenecía a la familia Cazalla, un ejemplo de la burguesía rica y culta, de origen judeoconverso, en la que abundaban letrados y teólogos; muchos de ellos fueron (más de veinte años después que María) procesados en los autos de fe de Valladolid de 1559. Especialmente destacado fue el "doctor Cazalla", Agustín de Cazalla, predicador y capellán de Carlos V, junto con sus hermanos Francisco, Beatriz y Pedro (hijos de Pedro de Cazalla, contador real, y Leonor de Vibero). Su casa de Valladolid fue derribada y en el solar colocado un padrón de ignominia, porque los hereges Luteranos se juntaban en ellas a hacer conventículos contra nra Stª fe católica.[4]

Para esa fecha, María, tía de Agustín, ya no aparece en el proceso. Quizá ya había muerto, como otro de sus hermanos: Juan de Cazalla,[5]​ obispo humanista y erasmista, antiguo capellán del cardenal Cisneros, que intervino en los estudios de Agustín en la Universidad de Alcalá.[6]​ También fue hermana del médico Diego de Cazalla, de Palma del Río.


María y los alumbrados de Guadalajara

Palacio del Infantado, el de los Mendoza en Guadalajara.

Junto a su hermano Juan y su marido, María se relacionaba con Brianda de Mendoza, Isabel de Aragón y Mencía de Mendoza, de la poderosa familia Mendoza, que presidían la vida social de esa ciudad.

Su condición de beata franciscana la acercó a la espiritualidad del franciscanismo, en la que profundizó a través de conversaciones con los hermanos del convento de la Salceda. En 1519 se distanció de la beata Mari Núñez, pasando a recibir la influencia de Isabel de la Cruz, al igual que hizo otro miembro de su círculo, Pedro Ruiz de Alcaraz. Entre las dos Marías surgió una enemistad tan violenta y personal que los Cazalla decidieron trasladarse a Horche, y Mari Núñez denunció a Isabel y a su grupo a la Inquisición. La opinión de la Cazalla sobre la Núñez era evidente: Mujer mentirosa y alborotadora de pueblos e rebolvedora de casas que debaxo de color de virtuosa y santa era viciosa de muchas maneras.[7]

Se cita a María Arias y su marido Alfonso de la Cerda como "seguidores" de María de Cazalla. María Arias escribió un libro de comentarios bíblicos, en colaboración con Juan Cazalla (que lo tradujo al latín), muy alabado por Felipe Melanchton en la Dieta de Augsburgo (1530).[8]

Ideas religiosas y proceso inquisitorial

Qué ceguedad es esta de las gentes que te determinan lugares donde estés, siendo infinito: que te buscan en un templo de cantos y en sí propios, que son templos vivos, no te hallan ni te buscan.
María de Cazalla, dirigiéndose a Dios.[9]

María de Cazalla llegó a la convicción de la necesidad de una vida religiosa más íntima y personal, alejada de la superficialidad externa. Valoraba la oración mental, no le satisfacían sacramentos como la confesión ni la comunión y criticaba los costosos ornamentos del culto. Se burlaba de las devociones habituales y de las mujeres que las seguían (las llamaba "miseras" y "papamisas"), considerando que "mejor estaban hilando en su casa". En una ocasión, en que se vio forzada a comprar una bula, dijo con el documento en la mano: ¡Mirad que traigo de cristiandad comprada!.[10]

La descripción que ella misma hace de su vida sexual y afectiva, y las consecuencias morales y teológicas que extrajo de ello, es muy significativa: todos los hijos... que había parido, los había concebido sin delectación e que no los quería más que a los hijos de sus vecinos e que menospreciaba el estado de virginidad porque decía que merescía más en el estado del matrimonio pues no sentía delectación en el acto carnal. ... Estando con su marido en la cama estaba más cerca de Dios que con cualquier oración del mundo.[11]

Al abrirse el proceso contra los alumbrados de Toledo, fue interrogada por la Inquisición en 1525 y entró en prisión en 1532. Su proceso duró hasta diciembre de 1534, y en él se conjuntaron luteranismo, erasmismo y alumbrados. Fue sometida al potro y la toca, y la mantuvieron amordazada parte del tiempo de su cautiverio. Finalmente fue absuelta de los cargos más graves, sometida a vergüenza pública en una iglesia de Guadalajara y multada con cien ducados, prohibiéndosele mantener contacto con sus antiguas relaciones.[12]

Bibliografía

  • Manuel de León de la Vega, Los protestantes y la espiritualidad evangélica en la España del siglo XVI, ISBN 8461520661
  • Álvaro Castro Sánchez Las Noches Oscuras de María de Cazalla: Mujer, Herejía y Gobierno en el Siglo XVI, La Linterna Sorda, 2011, ISBN 8493656291

Notas

  1. María de Cazalla, León de la Vega, op. cit., pg. 196 y ss.
  2. Doña Brianda de Mendoza, en León de la Vega, op. cit., pg. 234.
  3. María de Cazalla, León de la Vega, op. cit., pg. 197, nota 74.
  4. Frase citada en vallisoletvm.
    • Francisco Núñez Roldán, El triunfo de la inquisición, en Historia National Geographic, nº 104, agosto de 2012.
    • Girona.
  5. La condición de "tíos" de Agustín de Cazalla se indica en Agustín de Cazalla, León de la Vega, op. cit., pg. 289.
  6. Citado en DE L’AGRESSIVITE ENVERS LES « SORCIERES » ET LES « ILLUMINEES » AU SIECLE D’OR (Inquisition de Tolède, 1529-1655), 2008.
  7. María Arias en Leon de la Vega, op. cit., pg. 183.
  8. Citado por León de la Vega, op. cit., pg. 197.
  9. María de Cazalla, León de la Vega, op. cit., pg. 197, nota 74.
  10. Proceso, pg. 38, citado en María de Cazalla, León de la Vega, op. cit., pg. 198. La segunda frase, según Castro Sánchez, citado en el mismo lugar, pg. 198-199.
  11. María de Cazalla, León de la Vega, op. cit., pg. 199

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