Diferencia entre revisiones de «Violencia doméstica»

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[[Archivo:1908, Josip Racic, Majka i dijete.jpg|210px|thumb|<small>«''Mother and Child''», pintura de [[Josip Račić]].</small><br />La violencia doméstica engloba toda aquella forma de violencia ejercida en el ámbito doméstico.]]


La '''violencia doméstica''', '''violencia familiar''' o '''violencia intrafamiliar''' comprende todos aquellos actos violentos, desde el golpeo de raul a toby de la fuerza física hasta el [[matonaje]], [[acoso]] o la [[intimidación]], que se producen en el seno de un hogar y que perpetra al menos un miembro de la [[familia]] contra otro u otros.<ref>Sin embargo, ''domus'' en [[latín]] tenía un sentido amplio, no solo comprendía la casa, sino también la patria y la familia.</ref>
La '''violencia doméstica''', '''violencia familiar''' o '''violencia intrafamiliar''' comprende todos aquellos actos violentos, desde el empleo de la fuerza física hasta el [[matonaje]], [[acoso]] o la [[intimidación]], que se producen en el seno de un hogar y que perpetra al menos un miembro de la [[familia]] contra otro u otros.<ref>Sin embargo, ''domus'' en [[latín]] tenía un sentido amplio, no solo comprendía la casa, sino también la patria y la familia.</ref>


== Terminología ==
== Terminología ==

Revisión del 16:43 20 abr 2010

«Mother and Child», pintura de Josip Račić.
La violencia doméstica engloba toda aquella forma de violencia ejercida en el ámbito doméstico.

La violencia doméstica, violencia familiar o violencia intrafamiliar comprende todos aquellos actos violentos, desde el empleo de la fuerza física hasta el matonaje, acoso o la intimidación, que se producen en el seno de un hogar y que perpetra al menos un miembro de la familia contra otro u otros.[1]

Terminología

El término «violencia de género», es un termino muy basto frecuentemente utilizado. Sería una expresión menos concreta y que en cierto modo suaviza la verdadera naturaleza de la violencia contra la mujer.[2]​ Menos concreta porque se referiría a la violencia practicada desde ambos sexos; y, en cierto modo, edulcorada, ya que obvia un factor que no es simétrico, que únicamente es causa en la violencia del hombre contra la mujer: el sentimiento de superioridad y dominación de éste sobre ella y, más extensamente, el machismo. Otro tanto ocurriría con los términos «violencia sexista» y «violencia de pareja».

No fue hasta 1960, que se reconoció que la violencia y el maltrato en el ámbito familiar eran un problema social. Antes de esta fecha, la violencia contra la mujer se consideraba como algo anormal y se le atribuía a personas con trastornos psicopatológicos o problemas mentales.

La existencia de este tipo de violencia indica retraso cultural en cuanto a los valores que son tan importantes como la consideración, tolerancia, empatía y el respeto por las demás personas; independientemente de su sexo. Este tipo de violencia no es precisamente un mal de la actualidad, pero si es más común que se vea.

El maltrato doméstico se refiere a las agresiones físicas, psicológicas o sexuales llevadas a cabo en el hogar por parte de un familiar que hacen vulnerable la libertad de otra persona y que causan daño físico o psicológico.


¿Qué es violencia psicológica? La violencia psicológica, que también se conoce como violencia emocional; es una forma de maltrato por lo que se encuentra en una de las categorías dentro de la violencia doméstica. La intensión que trae consigo la violencia psicológica es la de humillar, hacer sentir mal e insegura a una persona, deteriorando su propio valor. Difiere del maltrato físico ya que éste es sutil y es mucho más difícil de percibirlo o detectarlo.

¿Cómo se manifiesta? A través de palabras hirientes, descalificaciones, humillaciones, gritos e insultos. Si se desvaloriza, se ignora y se atemoriza a una persona a través de actitudes o palabras, esto es maltrato o violencia psicológica. También se convierte en “violencia pasiva” cuando el individuo desde pequeño no recibió amor y protección por parte de sus padres o quien lo haya criado o atendido en su etapa de niñez; éste comienza a hacer alguno o todos estos tipos de manifestaciones de violencia antes mencionadas.

Sus consecuencias...

Las consecuencias de éste y de cualquier otro tipo de maltrato son que la autoestima de la persona disminuye y afecta el desarrollo emocional. En la mayoría de los casos la persona termina en drogas y alcohol y hasta en delincuencia; también si no se recupera a tiempo suele repetir este patrón de maltrato. La baja autoestima se manifiesta en todas las personas que sufren de algún tipo de maltrato y se refleja mucho en el ámbito escolar, se tiene problemas de identidad y mucha dificultad en cuanto al manejo de la agresividad. Se le hace difícil construir relaciones afectivas (por la desconfianza), ya que el maltrato psicológico tarda mucho en convertirse en maltrato físico. Una vez se vuelve en maltrato físico ya se ha destruido la confianza en sí mismo del individuo afectado y el resentimiento ha ido en aumento.


La expresión violencia de género es la traducción del inglés gender-based violence o gender violence, expresión difundida a raíz del Congreso sobre la Mujer celebrado en Pekín en 1995 bajo los auspicios de la ONU. En el inglés se documenta desde antiguo un uso translaticio de gender como sinónimo de sex,[3]​ sin duda nacido del empeño puritano en evitar este vocablo. Con el auge de los estudios feministas, en los años sesenta del siglo xx se comenzó a utilizar en el mundo anglosajón el término gender con el sentido de «sexo de un ser humano» desde el punto de vista específico de las diferencias sociales y culturales, en oposición a las biológicas, existentes entre hombres y mujeres.[4]​ En español las palabras tienen género, mientras que los seres vivos tienen sexo. En español no existía tradición de uso de la palabra género como sinónimo de sexo. Mientras que con la voz sexo se designaba una categoría meramente orgánica, biológica, con el término género se ha venido aludiendo a una categoría sociocultural que implica diferencias o desigualdades de índole social, económica, política, laboral, etc. En esa línea se habla de estudios de género, discriminación de género, violencia de género, etc. Y sobre esa base se ha llegado a extender el uso del término género hasta su equivalencia con sexo.[5]

Los términos «violencia familiar» o «violencia intrafamiliar», en sí comprenden la violencia entre todos los miembros de la familia. Con una importante presencia en Sudamérica, se vienen utilizando desde 1988 y 1993 para referirse a la violencia ejercida contra la mujer en el ámbito de la familia, y más concretamente de la pareja, debido a que frecuentemente la violencia ejercida en este ámbito va dirigida contra la mujer. Sería específica de estos casos, y referida a sucesos de violencia contra la mujer en este ámbito no debería ofrecer dudas. De igual modo, desde 1983 también se utiliza «violencia doméstica» ya que resulta común que la violencia contra la mujer aparezca en el ámbito doméstico.

En todo caso, existen controversias sobre la terminología a usar en los marcos legislativo y penal.

Según estudios que se han hecho en diferentes países…

Estudios recientes encontraron que en hogares donde existe maltrato o violencia psicológica o cualquier otro tipo de violencia, los hijos son quince (15) veces más propensos a manifestar algún tipo de maltrato en su etapa adulta. Los procesos que viven las afectadas representan un gran reto para quienes actúan desde fuera. La violencia psicológica es la forma de agresión en la que la mayoría de los países las afectadas van a quejarse y casi nunca toman acción en cuanto a dicho tipo de violencia, ya que en este caso se unen la falta de opciones legales de denuncia y protección frente a esta forma de violencia. La señal o señales de violencia son más fácil de ocultar si es emocional, pues las mujeres no aceptan el maltrato de forma “pasiva” según estudios recientes dijeron que la mayoría de las mujeres maltratadas no lo aceptaron y que se resistieron a él. Estas acciones de defensa hicieron que la violencia psicológica se viera como una agresión mutua y algunas instituciones la catalogaron como un conflicto de pareja. Sin embargo de los estudios realizados en Honduras solo dos de las mujeres entrevistadas aceptaron que eran agredidas emocionalmente, antes de ser maltratadas físicamente. Gracias a diferentes campañas públicas y con el conocimiento de programas estatales las mujeres tuvieron más claridad acerca de la agresión psicológica que experimentaron. Las mujeres que no reconocen como agresión la violencia psicológica no significan que no vean esta forma de violencia como algo que las dañe o las deshaga o como algo indeseable. De hecho si lo ven y son estos episodios de maltrato emocional lo que más las mueve a hablar de sus malestares con personas de confianza así como familiares, amigos o personas de las iglesias y es aquí donde tratan de librarse de esas formas de agresión. Encuestas confidenciales hechas para el 1995 a mujeres casadas, que conviven o que estuvieron casadas o convivieron en algún momento por la Asociación Contra la Violencia Doméstica hacia la mujer en Durango México revelaron que en nueve ciudades de la República Mexicana prevaleció que la violencia hacia la mujer fue: en lo físico un 81%, en lo emocional o psicológico un 76% y sexual un 32%. Quiere esto decir que la mas que se ve es la física pero la psicológica ha ido avanzando y ya casi alcanza el porciento de la violencia física o sea q cada vez va en aumento y esto es peligroso para nuestra sociedad. A pesar de no ser la más grave si no se hace nada por evitarla se puede convertir en la más grave y no es saludable.

En otro estudio realizado en España se entrevistaron a mujeres que fueron víctimas de violencia para evaluar la intensidad de los síntomas en el cuadro clínico en diferentes sucesos traumáticos y también acerca de los síntomas depresivos.

De todos estos estudios se obtuvo que muchas mujeres a principio no querían admitir que habían sido víctimas de la violencia psicológica o emocional en algún momento de sus vidas. En un estudio en Honduras solo dos admitieron haber experimentado daño psicológico antes de ser maltratadas físicamente.

Violencia

Habitualmente este tipo de violencia no se produce de forma aislada, sino que sigue un patrón constante en el tiempo. Los principales sujetos pasivos son las mujeres, niños y personas dependientes. Lo que todas las formas de violencia familiar tienen en común es que constituyen un abuso de poder y de confianza. Dada la complejidad y variedad del fenómeno, es muy difícil conocer sus dimensiones globales.

Cabe añadir que la Dogmática considera de forma unánime que el término violencia se refiere tanto a violencia física como psicológica, considerándose igualmente tanto las lesiones físicas como las psicológicas.[6]

La violencia familiar incluye toda violencia ejercida por uno o varios miembros de la familia contra otro u otros miembros de la familia. La violencia contra la infancia, la violencia contra la mujer y la violencia contra las personas dependientes y los ancianos son las violencias más frecuentes en el ámbito de la familia. No siempre se ejerce por el más fuerte física o económicamente dentro de la familia, siendo en ocasiones razones psicológicas (véase síndrome de Estocolmo) las que impiden a la víctima defenderse.

El síndrome de la abuela esclava es otra forma de maltrato frecuente en el siglo XXI, descrito sobre todo en países hispanoamericanos, que afecta a mujeres adultas con gran carga familiar, voluntariamente aceptada durante muchos años, pero que al avanzar la edad se torna excesiva. Si la mujer no expresa claramente su agotamiento (o lo oculta), y sus hijos no lo aprecian y le ponen remedio, la sobrecarga inadecuada provoca o agrava diversas enfermedades comunes: hipertensión arterial, diabetes, cefaleas, depresión, ansiedad y artritis. Estas manifestaciones no curan adecuadamente si no se reduce apropiadamente la sobrecarga excesiva. Ocasionalmente puede provocar suicidios, activos o pasivos[7]

Violencia contra la mujer en la pareja

Zaragoza casco viejo. Grafiti contra la violencia machista. Cada sirueta se corresponde con una mujer muerta a manos de su pareja en 2007. Un símbolo identifica el típo de violencia sufrida.
La idea de la sumisión de la mujer como mejor forma para asegurar la paz dentro del matrimonio está todavía arraigada entre nosotros.
Inés Alberdi

La violencia contra la mujer por parte de su pareja o ex-pareja está generalizada en el mundo dándose en todos los grupos sociales independientemente de su nivel económico, cultural o cualquier otra consideración. Aun siendo de difícil cuantificación, dado que no todos los casos trascienden más allá del ámbito de la pareja, se supone que un elevado número de mujeres sufren o han sufrido este tipo de violencia. Estudios realizados en países por desarrollar arrojan una cifra de maltrato en torno al 20%, encontrándose los índices más bajos en países de Europa, en Estados Unidos, Canadá, Australia y Japón con cifras en torno al 3%.[8]

«Es un hecho que en una relación de pareja la interacción entre sus miembros adopta formas agresivas». En todas las relaciones humanas surgen conflictos y en las relaciones de pareja también. Las discusiones, incluso discusiones acaloradas, pueden formar parte de la relación de pareja. En relaciones de pareja conflictivas pueden surgir peleas y llegar a la agresión física entre ambos. Esto, que podría alcanzar cotas de violencia que serían censurables y perseguibles, formaría parte de las dificultades a las que se enfrentan las parejas. El maltrato nada tiene que ver con esto; en el maltrato el agresor siempre es el mismo: «Por definición, el conflicto es una modalidad relacional que implica reciprocidad y es susceptible de provocar un cambio. Por el contrario, el maltrato, aunque adopte las mismas formas –agresiones verbales y físicas-, es unilateral, siempre es la misma persona la que recibe los golpes».[9]

En la pareja el maltrato es mayoritariamente ejercido por él contra ella. Tiene unas causas específicas: los intentos del hombre por dominar a la mujer, la baja estima que determinados hombres tienen de las mujeres; causas que persiguen instaurar una relación de dominio mediante desprecios, amenazas y golpes.

Los rasgos más visibles del maltrato son las palizas y los asesinatos, son los que trascienden del ámbito de la pareja; sin embargo, los maltratos de «baja intensidad», los maltratos psíquicos que mantenidos en el tiempo socavan la autoestima de la mujer, son los que mayoritariamente se dan.[10]​ Cuando trasciende un caso de maltratos, la mujer puede llevar años sufriéndolos. Y si los maltratos pueden producirse en cualquier etapa de la historia de la pareja, es en el momento de la ruptura y tras esta, si se produce, cuando llegan a exacerbarse.

«Mujer maltratada con un bastón», dibujo de Goya.

Es frecuente tratar el tema de los maltratos como casos individuales, los maltratadores sufrirían una suerte de trastornos que les conducirían a maltratar a la mujer y a ésta, en su fragilidad, a recibir esos maltratos. Esta sería una visión del problema tranquilizadora que no pondría en cuestión el modelo patriarcal.

El modelo psicopatológico explica la violencia como resultado de conductas desviadas propias de ciertos individuos cuya historia personal está caracterizada por una grave perturbación. Este enfoque, al fin y al cabo tranquilizador, habla de un «otro», un «enfermo» o «delincuente», al que, después de examinarlo, se le puede castigar o tratar médicamente. Desde el punto de vista feminista la violencia masculina se percibe como un mecanismo de control social que mantiene la subordinación de las mujeres respecto de los hombres. La violencia contra las mujeres se deriva de un sistema social cuyos valores y representaciones asignan a la mujer el status de sujeto dominado.
Maryse Jaspard.[11]

Las consecuencias últimas de la violencia contra la mujer en la pareja son la de decenas o cientos de mujeres muertas cada año, en los diferentes países, a manos de sus parejas o ex-parejas. Y en muchos casos, esta violencia a manos de sus parejas o ex-parejas contra la mujer quien es madre además del estrés posttraumatico que puede seguir produzcan efectos muy negativos para el desarrollo psicológico de los niños en el hogar. [12]

Véase también

Referencias

  1. Sin embargo, domus en latín tenía un sentido amplio, no solo comprendía la casa, sino también la patria y la familia.
  2. En realidad tiene implicaciones políticas y denominándola de esta manera «violencia de género», pienso que se pretende esconder que en realidad es el maltrato que los hombres dan y han dado a lo largo de los años a las mujeres de su familia.
    Cristina Segura Graiño. Prólogo de Historia de la violencia contra las mujeres, Antonio Gil Ambrona, 2008.
  3. OED, acep. 3.
  4. OED, acep. 3b
  5. «El sistema justo sería aquel que no asigna premios ni castigos en razón de criterios moralmente irrelevantes (la raza, la clase social, el género de cada persona)» (El País, 28.11.02); «Los mandos medios de las compañías suelen ver cómo sus propios ingresos dependen en gran medida de la diversidad étnica y de género que se da en su plantilla» (El Mundo, 15.1.95)
  6. Francisco Muñoz Conde, Derecho penal. Parte Especial., 16º ediciòn, Tirant lo Blanch, Valencia, 2007. ISBN 978-84-8456-942-8
  7. Antonio Guijarro Morales, El Síndrome de la Abuela Esclava. Pandemia del Siglo XXI. Grupo Editorial Universitario. Granada 2001. ISBN 978-84-8491-124-1.
  8. Maryse Jaspard, 2006, p. 283.
  9. «El conflicto puede verse como una de las modalidades funcionales de las relaciones interpersonales duraderas, mientras que el maltrato es una disfunción de la relación conyugal». Maryse Jaspard, 2006, pp. 272-273.
  10. Belén Nogueiras García, 2005, p. 40.
  11. Maryse Jaspard, 2006, p. 269.
  12. Schechter DS, Zygmunt A, Coates SW, Davies M, Trabka KA, McCaw J, Kolodji A., Robinson JL (2007). Caregiver traumatization adversely impacts young children’s mental representations of self and others. Attachment & Human Development, 9(3), 187-20.

Alvarado- Zaldivar G, Saqlvador- Moysén J, Estrada- Martínez S, Terrones- González A, (1998) Prevalencia de violencia doméstica en la ciudad de Durango. Salud pública Mex. vol. (40) págs. 481- 486.

González L, (2005) Violencia emocional o psicológica miércoles, 14 de septiembre de 2005. *Esto parece ser de un periódico que circula vía internet (prensa.com)*

Organización Panamericana de la salud (2000) La ruta crítica de las mujeres afectadas por la violencia intrafamiliar en América Latina.

Maldonado Leslie E., Rivera Blanca E. (1993) Análisis reflexión y acción psicológica ante la violencia y la criminalidad en Puerto Rico. Río Piedras, Puerto Rico: Asociación de Estudiantes de psicología de Puerto Rico. (1993).

Gilberty E., compiladora; Naddeo María E. (2005) Abuso sexual y malos tratos contra niños, niñas y adolescentes: perspectiva psicológica y social. Buenos aires: Espacio Editorial; Consejo de los Derechos de niños, niñas y adolescentes.

de Jesús Guishard M. (2004) Violencia en la pareja: visión masculina: opinión sobre violencia doméstica, relaciones de poder, patrones de comunicación y manejo de conflictos en la relación de pareja de hombres participantes en programas de desvío bajo la ley 54 a mayo 2004. Págs. 147-152.

Bibliografía

  • Mills, Linda G. (2003). Insult to Injury: Rethinking Our Responses to Intimate Abuse. Princeton University Press. ISBN 0-691-09639-2. 
  • Vara Horna, Arístides (2006). Mitos y verdades sobre la violencia familiar: Hacia una delimitación teórica conceptual basada en evidencias. Lima: EDITORIAL. ADM. Nº 2006-3694. 
  • Elena Soler, Pilar Barreto, Remedios González. Cuestionario de respuesta emocional a la violencia doméstica y sexual [1].  Texto « editorial: Revista: Psicothema, , año/Vol.17, número 002. Institución: Universidad de Oviedo

Paginas: 267-274 » ignorado (ayuda); Texto « año: 2005 » ignorado (ayuda)

  • Palermo G., (2005), La violenza intrafamiliare tra diritto e mediazione, La città del sole, Napoli, ISBN: 88-8292-285-5
  • VV. AA., dirigido por: Cristine Ockrent, coordinado por: Sandrine Treiner, Le libre noir de la condition des femmes, 2006, El libro negro de la condición de la mujer, 2007, Trad.: Manuel monge Hidalgo, apéndice de la edición en español: Carmen Alborch, Santillana Ediciones Generales S. L., ISBN 978-84-03-09730-8
    • Maryse Jaspard, La violencia conyugal en Europa.
    • Inés Alberdi, La violencia contra las mujeres en el seno de la pareja.

Enlaces externos