Diferencia entre revisiones de «Perla»

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Las perlas son el producto de una reacción de enquistamiento de una partícula extraña dentro del cuerpo blando de los [[molusco]]s, especialmente en los [[bivalvo]]s. Las '''perlas''' más conocidas son las consideradas como [[gema]]s o piedras preciosas, por su simetría y su particular lustre. Las perlas preciosas son producidas en su inmensa mayoría por las ostras pertenecientes a la familia [[Pteriidae]].
Las perlas son el producto de una reacción de enquistamiento de una partícula extraña dentro del cuerpo blando de los [[molusco]]s, especialmente en los [[bivalvo]]s. Las '''perlas''' más conocidas son las consideradas como [[gema]]s o piedras preciosas, por su simetría y su particular lustre. Las perlas preciosas son producidas en su inmensa mayoría por las ostras pertenecientes a la familia [[Pteriidae]].



Revisión del 20:59 6 sep 2009

Perlas de Tahití.

Las perlas son el producto de una reacción de enquistamiento de una partícula extraña dentro del cuerpo blando de los moluscos, especialmente en los bivalvos. Las perlas más conocidas son las consideradas como gemas o piedras preciosas, por su simetría y su particular lustre. Las perlas preciosas son producidas en su inmensa mayoría por las ostras pertenecientes a la familia Pteriidae.

Las perlas naturales se forman cuando un cuerpo extraño penetra al interior del cuerpo del molusco, el cual reacciona cubriendo lentamente la partícula con una mezcla de cristales de carbonato de calcio (CaCO3) y una proteína llamada conchiolina, formando la sustancia conocida como nácar, que es la sustancia que forra la cavidad paleal del animal (las paredes interiores de las valvas). Al cabo de un período variable la partícula termina cubierta por una o más capas de nácar, formando una perla.

Las perlas son de tamaño, color y forma variables. El valor de la perla se determina en función de criterios varios pero puede decirse que se centran en tres: una forma deseable (por ejemplo, las esferas perfectas o las "lágrimas"), la rareza de su color (casi toda la gama entre el blanco y el negro) y naturalmente la talla. Aunque las características estéticas y de tamaño son fundamentales en la valoración de una perla, el precio final depende en gran medida de las tendencias de la moda del momento.

El brillo de la perla proviene de la reflexión luminosa en la superficie cristalina, mientras que la iridiscencia proviene de la refracción y difracción luminosas en las múltiples capas de nácar translúcido que forman una perla cualquiera.

Historia

La Infanta Isabel Clara Eugenia adornada con perlas (Alfonso Sánchez Coello, 1531/1532

Se ignora cuál fue el primer pueblo que extrajo las perlas de las ostras, para luego usarlas como decoración. Pero, debido a que las perlas tienen lustre y brillo casi inmediatamente salidas de la ostra que las fabricó, es muy posible que se hayan utilizado como adorno desde épocas prehistóricas.

Lo que sí puede decirse es que la fabricación de joyas a base de perlas era una actividad bastante extendida y favorecida entre los pueblos antiguos. Sin embargo, debido a su extrema rareza, las perlas eran una de las gemas más valiosas conocidas por los pueblos del mundo antiguo, reservadas para la nobleza y personajes extremadamente acaudalados.

Parece que la costumbre de adornarse con perlas tuvo origen en la India y otros puntos de Asia, desde donde los fenicios la propagaron por Europa. Los griegos llamaron a la perla margarites, pero no parece que se generalizara su uso hasta después de la guerra de los persas y de las conquistas de Alejandro. En Asia Menor se extendió su empleo después de la conquista de Lidia por Ciro. En los Proverbios se habla repetidas veces de las perlas, lo cual indica que los hebreos las conocían. Durante la dominación de los Tolomeos en Egipto, el uso de las perlas adquirió proporciones extraordinarias, y más tarde los grandes señores de nuestras cortes de Europa se servían de las perla no sólo para adorno, empleadas en collares, brazaletes, pendientes, sortijas, etc., sino para bordados de vestidos o simplemente como guarnición de éstos.[1]

Actualmente las perlas no tienen tanto valor monetario como en épocas pasadas, principalmente debido a que la mayoría de ellas son cultivadas, lo que las ha devaluado por aumento en la oferta.

De allí que numerosas parábolas y dichos que nos han llegado al presente referentes al proverbial valor de las perlas no tengan la misma resonancia y valor semántico hoy en día.

La perla Peregrina

La perla Peregrina es una de las pocas joyas que lleva tras de sí una historia tan fascinante. Una joya que ha peregrinado por diversos países desde que fuera descubierta por un esclavo, en Panamá, hace más de 400 años.

Las perlas en forma de lágrima son muy apreciadas por su belleza y escasez, y es por ello que la Peregrina se convirtió en objeto de deseo de la realeza de la época, como Margarita de Austria, Isabel de Borbón o María Luisa de Parma.

En 1580 la perla es llevada de Panamá a Sevilla y cae en manos del Rey de España Felipe II. La lucirían las sucesivas reinas que ocuparon el trono español. La reina Isabel de Borbón, primera esposa de Felipe IV, la luce en un retrato ecuestre terminado por Velázquez.

La Peregrina permaneció en España hasta 1808, cuando José Bonaparte ocupa el trono español en lugar de Carlos IV y exige que le entreguen las joyas reales más valiosas. Envía la perla a su esposa, que residía en París, si bien años después la pareja se separa y Bonaparte se lleva la perla a Estados Unidos. En su testamento, la lega al futuro Napoleón III, quien la vende hacia 1848 a un marqués inglés. Entre 1914 y 1969, la perla pasó por una firma de joyeros londinenses y por dos coleccionistas más.

En 1969 la Peregrina sale a subasta, y un enamorado Richard Burton la adquiere por la simbólica cantidad de 37.000 dólares, como regalo a su amada Elizabeth Taylor. Taylor la incorpora a un collar de rubíes y diamantes, diseñado por la prestigiosa joyería Cartier de París, haciendo a la Peregrina, todavía más si cabe, una pieza de valor incalculable. La luciría en la película A little Night Music en el año 1977. Actualmente Liz Taylor sigue siendo su propietaria, si bien según las malas lenguas, un caniche de la actriz mordisqueó la perla y le causó algunas muescas.

Véase también

Referencias

  1. Diccionario enciclopédico popular ilustrado Salvat (1906-1914)

Enlaces externos