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Como buen pintor [[España|español]] sus personajes son populares, no están idealizados como en las pinturas italianas. Vulcano incluso llega a ser bastante feo y el dios Apolo, aunque tiene un [[aura]] que lo diferencia de los demás, no nos permite juzgar la idealización de su rostro.
Como buen pintor [[España|español]] sus personajes son populares, no están idealizados como en las pinturas italianas. Vulcano incluso llega a ser bastante feo y el dios Apolo, aunque tiene un [[aura]] que lo diferencia de los demás, no nos permite juzgar la idealización de su rostro.


==El error==
Desde siempre en los textos antiguos de [[Homero]] y [[Ovido]], se cita el mito del adulterio de [[Afrodita]] con [[Ares]], y siempre se ha representado por los artistas en la pintura como que fue el dios Apolo el que desvelo el amorio entre los dioses (cosa que no pone en ninguno de los textos), sino el dios [[Sol]], es sin duda el artifice de desvelar ese amorio, ya que es su nombre el que sale en los textos antiguos. Es una gran confusión ya que a los dos se les denominaba con el nombre de Febo, que en castellano significa "resplandeciente".


== Véase también ==
== Véase también ==

Revisión del 09:13 5 jun 2009

La fragua de Vulcano
Año 1630
Autor Diego Velázquez
Técnica Óleo sobre lienzo
Estilo Barroco
Tamaño 223 cm × 290 cm
Localización Museo del Prado, Madrid, España
País de origen España

La fragua de Vulcano es una obra de Diego de Velázquez realizada después de su primer viaje a Italia en 1629, los críticos están de acuerdo en fechar la obra en 1630 al mismo tiempo que su cuadro "La túnica de José". Parece ser que ambos cuadros se hicieron sin el encargo del rey, aunque sí pasaron a formar parte de colecciones reales al poco tiempo. Actualmente se encuentra en el Museo del Prado donde ingresó el 5 de agosto de 1819.

Temática

El cuadro describe el momento en que el dios Apolo, coronado de laurel visita el lugar donde Vulcano se encuentra fabricando armas para la guerra. La corona de laurel sobre la cabeza permite identificar al personaje como Apolo. El dios Apolo comunica a Vulcano el adulterio de su esposa Venus con Marte, dios de la guerra, por esa razón todos los personajes miran con cara sorprendida al dios que acaba de presentarse en el estudio, incluso alguno de ellos abre la boca y los ojos para indicar este gesto de sorpresa.

Velázquez se inspiró para realizar esta obra en un grabado de Antonio Clempesta, modificándolo ampliamente y centró la acción narrativa en el traje de Apolo, mediante un estilo clasicista barroco que no recuerda nada al tenebrismo. Destaca el interés por el desnudo, como influencia de la estatuaria grecorromana y de la corriente clasicista de Guido Reni. De Reni podría provenir también la composición a modo de friso. A Guercino recuerda, por otro lado, los tonos claros de la figura de Apolo.

Esta obra la realizó en Roma sin mediación de encargo a instancias del pintor Pedro Pablo Rubens que había visitado España aquel mismo año de 1629. Velázquez realiza dos grandes lienzos en la casa del embajador español. Son dos lienzos que constituyen pareja y que se trae con su equipaje de regreso a España: La túnica de José y La fragua de Vulcano.

Análisis

El asunto elegido para este lienzo es una escena sacada de la mitología romana, en concreto de La metamorfosis de Ovidio. Velázquez la interpreta en una versión estrictamente humana, con personajes contemporáneos. Apolo se ve envuelto en un manto que deja al descubierto su torso desnudo. Vulcano, en este caso, es simplemente un herrero, al igual que los cíclopes que le ayudan, que son hombres del pueblo que conocen el oficio. Vulcano le contempla con ojos atónitos después de haber escuchado la mala noticia sobre el adulterio de su esposa con el dios Marte a quien le estaba forjando en esos momentos una armadura. La caverna donde el dios herrero forja las armas de los demás dioses es en el cuadro una herrería de tantas como Velázquez pudo ver en España o en Roma. Con la maestría que le caracteriza, pinta además una serie de variados artefactos propios de una fragua.

No es extraño el interés de Velázquez por el desnudo, desde que llegó a Madrid en 1623 comienza a dar muestras de ello, pero este desnudo se acrecienta en sus obras después de su primer viaje a Italia entre los años 1629-1631.

De su viaje italiano no sólo recoge su interés por el desnudo sino también la influencia de la pintura veneciana, que podemos apreciar en la utilización del color para pintar, como se ve en la llamativa túnica naranja del dios Apolo. De su paso por Roma recoge la influencia de Miguel Ángel a la hora de hacer figuras muy fuertes y muy masivas. La musculatura de Vulcano y de otros personajes que le rodean no es desdeñable, son figuras atléticas que muestran sin pudor su fortaleza, incluso fuerzan su posición para que se noten más los músculos.

Por otro lado Velázquez siempre estuvo obsesionado por conseguir profundidad en sus obras. En este caso comienza a utilizar lo que se denomina «emparedados de espacio», es decir, enfrenta unas figuras a otras para que en nuestra mente exista esa sensación de profundidad. Logra la profundidad del espacio de esa manera, y no tanto por el paisaje de la ventana situada al fondo de la estancia.
Por último es destacable, como en muchas de sus obras, la calidad fotográfica de los objetos que aparecen en el cuadro, en este caso principalmente metálicos, armaduras, el yunque, los martillos o el mismo hierro candente muestran un gran realismo llevado al extremo. Al fondo, en la parte superior de la derecha, se ven diversos objetos sobre una repisa que forman un bodegón por sí mismos, lo que es característico de las primeras obras de Velázquez.

Como buen pintor español sus personajes son populares, no están idealizados como en las pinturas italianas. Vulcano incluso llega a ser bastante feo y el dios Apolo, aunque tiene un aura que lo diferencia de los demás, no nos permite juzgar la idealización de su rostro.

Véase también

Bibliografía

  • La pintura en el barroco. José Luis Morales y Marín. Espasa Calpe S.A. 1998
  • Museo del Prado. Pintura española de los siglos XVI y XVII. Enrique Lafuente Ferrari. Aguilar S.A. 1964
  • Cirlot, L. (dir.), Museo del Prado II, Col. «Museos del Mundo», Tomo 7, Espasa, 2007. ISBN 978-84-674-3810-9pp. 24-25

Enlaces externos