Encomienda de Tenabo
La encomienda de Tenabo duró 242 años y siempre perteneció a la familia del primer encomendero: Juan Gracia de Llanes.
Inicio de la encomienda
En 1544, después de su conquista, Francisco de Montejo y León "el Mozo", da en Encomienda, en nombre del Emperador Carlos V, el pueblo de indios mayas Tnab a Juan Gracia de Llanes. Este hecho, inicia la colonización del pueblo, su nombre se castalleniza y empieza a llamarse Tenabo.[1] Los habitantes del pueblo tributaban a su encomendero en especie: maíz, mantas de algodón y con trabajo, a cambio de ser cristianizados.
Periodo de la encomienda
Durante el periodo de la encomienda se planificó el pueblo. En 1594 se construyó la iglesia de la Asunción. En 1607, la Minuta de Encomenderos arrojó la cantidad de 5,000 indios tributarios para Campeche; y para fines del siglo XVII, la lista de Encomiendas de 1688 reportó 1,116, de los cuales 54 pertenecían a Tenabo,[2] en el año de 1632 la Encomienda de Tenabo estaba adjudicada a Don Iñigo Figueroa,[3] para el siglo XVII la Encomienda de Tenabo perteneció a María Josefa Buendía[4]
Fin de la encomienda
El 18 julio 1780 se dió Cédula nombrando a doña María Josefa Fernández de Buendía para el goce de la encomienda de los pueblos de Baca, Tenabo y Yalcón, en la provincia de Yucatán y para 1786, Tenabo dejó de ser encomienda, al suprimirse de manera global.[5] La última persona a quien perteneció esta encomienda fue a María Josefa Gracia.
Referencias
- ↑ Enciclopedia de los municipios de México. Campeche. Tenabo. Consultado el 5 de agosto del 2009.
- ↑ Historia Mínima de Campeche, Revisión y actualización José Manuel Alcocer Bernés, 2° Edición, Gobierno del Estado de Campeche, 1999
- ↑ Yucatán, Población y Encomienda Bajo las Austrias, Manuela Cristina García Bernal, Editorial CSIC - CSIC Press, 1979
- ↑ Monografía del Estado de Campeche, Juan José Bolivar Aguilar, Universidad Autónoma del Carmen, 2001 ISBN 968 6624 16 13
- ↑ Pinet Plasencia, Adela. La peninsula de Yucatan en el Archivo General de la Nación. México: UNAM, 1998. Pág. 102