Cisticerco

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Imagen de Cysticercus carmín maximizada

Los cestodos en general son parásitos heteroxenos, es decir, que tienen dos formas evolutivas diferentes, el parásito adulto y el estadio juvenil, intermedio o larval, también llamado metacestodo, que se desarrollan en dos hospedadores de especies también diferentes (aunque en algunos casos el mismo huésped puede albergar las dos formas).

El cisticerco, forma juvenil del género Taenia, entre las que señalamos a T. saginata, T. solium, T. hydatigena, T. taeniformis y T. pisiformis, de las cuales sólo las formas adultas de las dos primeras afectan a los seres humanos, se caracteriza por ser una vesícula delimitado con una membrana plasmática convencional y que en su interior contiene el fluido vesicular. La membrana plasmática es continua a lo largo del parásito, por lo que se denomina sincitial continua y en uno de los polos del parásito sufre una invaginación que da origen al escólex (el cual está formado por ventosas y que puede o no estar armado con una doble hilera de ganchos, según la especie). Su tamaño varía desde el de un grano de arroz a una ciruela y se observan en los tejidos de diferentes animales, incluido el ser humano, distribuyéndose en el conjuntivo subcutáneo, el conjuntivo interfascicular de los músculos esqueléticos, de las serosas y, eventualmente, de otros órganos, como el corazón, pulmones, hígado, ojo y cerebro, originando el cuadro conocido como cisticercosis.

Estas formas intermedias, también conocidas como metacéstodos o formas larvarias, no son más que la expresión de una dualidad evolutiva de un mismo parásito. Al no interpretárselas adecuadamente como una unidad específica, han sido designadas con nombres diferentes de los de las formas adultas que las originan.

Estos nombres, a pesar de haber persistido en el tiempo, carecen de sentido sistemático y su empleo sólo tiene el valor que le han conferido el uso y la tradición. los cisticercos se dividen en malignos y benignos.