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San Sebastián atendido por Santa Irene y su criada[editar]

San Sebastián atendido por Santa Irene y su criada se trata de una obra pictórica ejecutada entre 1630-1640 y atribuida al pintor barroco valenciano José de Ribera (Jàtiva, 1591 - Nápoles, 1652). Este cuadro está situado actualmente en el Museo de Bellas Artes de Valencia, procedente del legado de María de la Concepción Castellví y Cardona del Ràfol entregado a la Academia de Bellas Artes de San Carlos de Valencia en 1848.

Localización[editar]

Se desconoce su localización y el propietario original de esta obra debido a la escasa comunicación al respecto

La única documentación conservada afirma que perteneció a la colección de la familia de la marquesa del Ràfol María de la Concepción Castellví y Cardona (1783-1847) cuyo legado acabó albergando gran cantidad de obras artísticas, literarias y objetos de gran valor[1]​. Se desconoce su localización y propietario original.

Tras su muerte, en el testamento dejó por escrito el destinatario de su colección de obras pictóricas, concediendo varias de ellas a la Academia San Carlos, ya que su marido fue un académico más de esta institución. Sin embargo tan solo dos se conservan actualmente en el Museo de Bellas Artes de Valencia (San Sebastián atendido por Santa Irene y su criada de José de Ribera y San Pedro Pascual diciendo misa ayudado por el Niño Jesús de Jerónimo Jacinto de Espinosa).

Análisis formal[editar]

Sobre un fondo oscuro y apagado podemos diferenciar dos planos.

En primer plano, la figura masculina semidesnuda se encuentra postrada sobre unas piedras en posición forzada, es decir, pendiente de ambos brazos atados. En el fondo de la composición, se encuentran dos figuras femeninas en semipenumbra, una de las cuales está sacando la única flecha clavada en el cuerpo de la figura principal.

En esta composición vertical se pueden apreciar dos diagonales principales: una recorre el cuerpo del herido y la restante es trazada por las cabezas de las figuras secundarias y la propia flecha. Esta flecha marca el centro del cuadro y a su vez es el punto donde coinciden ambas diagonales.

Respecto a la luz y las sombras, este cuadro destaca por sus intensos claroscuros opuestos al cuerpo inconsciente del mártir, que destaca sobre el resto de oscuros colores cálidos y tenues. En cuanto a los contornos no presentan nitidez a causa del sfumatto. La luz es focalizada que se centra en destacar al personaje principal de esta obra, dejando en cierta penumbra a los personajes secundarios.

Esta composición carece de dinamismo, sin embargo, hay un movimiento contenido marcado por el escorzo y el amarre del cuerpo desvanecido del mártir. En el caso de las figuras secundarias femeninas se podría destacar cierto estatismo.

Análisis estilístico[editar]

El estilo de Ribera tendía a la representación naturalista llena de misticismo y violencia heredada en cierto modo de Caravaggio durante sus años de formación en Lombardía. Además, nos remite a la España del s. XVII, donde las representaciones abundaban en misticismo, dramatismo y pathos.

En toda su obra recoge aquello más naturalista y lúgubre de la sociedad española y sus tradiciones: los martirios, los mendigos y aquello más despreciado. Así se desligaba de aquella escuela italiana que todavía seguía anclada en el Cinquecento y el clasicismo renacentista.

Los claroscuros son los causantes del gran dramatismo que genera esta íntima escena, una clara influencia del pintor italiano Caravaggio, quien fue maestro de Ribera.

José de Ribera[editar]

José de Ribera (Xàtiva, 1591-Nápoles, 1652), también conocido como “Lo Spagnoletto”, fue un pintor, grabador y dibujante valenciano que realizó la mayor parte de su obra en Italia.

Ribera recoge características tanto de la escuela española como de la italiana. De la española adoptará aquello místico y realista y de la italiana las formas del Cinquecento y del tenebrismo.

A pesar de su presencia en Italia, allí no fue bien recibido, ya que lo consideraban violento, cruel y dominante por su descarada y dramática obra. Pero en el Imperio español tendrá prestigio junto a otros artistas del Siglo de Oro como Velázquez o Zurbarán, quien fue maestro suyo.

Durante su formación en Lombardía recibió influencias de Caravaggio, lo cual marcará toda su obra tenebrista. Ribera desarrollará su obra a partir de las bases adquiridas en las academias, caminando hacia un estilo más personal.

Mientras Nápoles formaba parte de la corona de Felipe IV de España, Ribera se quiso beneficiar del mercado español y sus mecenas incluyendo a los encargos de la corona española. En esta ciudad fue uno de los artistas más reconocidos y tuvo una mayor libertad de encargos que Velázquez, quien se vió atado a la corte de Felipe IV por su profesión y encargos.

Estando en Nápoles empezó a realizar grabados al aguafuerte ya que era una técnica mucho más sencilla que la xilografía, entre otras.

Iconografía[editar]

La iconografía sobre San Sebastián ha ido variando a lo largo del tiempo. Durante el Renacimiento San Sebastián fue múltiples veces representado porque era un cómodo pretexto para glorificar la belleza del cuerpo desnudo. Aún así, dos arquetipos se suceden cronológicamente, el de la escuela española (vestido como doncel) y el de la italiana (semidesnudo).

Como se puede ver en el San Sebastián atendido por Santa Irene y su criada, Ribera toma la vestimenta italiana para representar al mártir, evitando el modelo español. En la obra se rompe con aquello tradicional y correcto, mientras a su vez se difunde la representación pagana de San Sebastián semidesnudo, solamente vestido con una tela en la cintura.

El modelo pagano del renacimiento italiano predominará a lo largo de la historia del arte, que dará como fruto múltiples semidesnudos de un joven San Sebastián inconsciente.

Historia del martirio[editar]

San Sebastián nació en las Galias pero fue criado en Milán, siendo centurión de la primera cohorte durante el imperio de Diocleciano.

Fue denunciado a causa de la firmeza de su fe cristiana y la alentación de ésta hacia sus amigos Marcos y Marcelino. Diocleciano mandó que fuese atado a un poste situado en el Campo de Marte para usarlo como diana viva para los arqueros. Con el paso del tiempo su cuerpo fue llenándose de flechas hasta que una matrona viuda llamada Irene–la cual más tarde sería Santa Irene–levantó su cuerpo para inhumarlo, con la sorpresa de que éste todavía tenía vida. Irene vendó sus heridas y le salvó la vida a San Sebastián, quien tras ser sanado se presentó ante Diocleciano para recriminar su violencia contra los cristianos.

Nuevamente, fue martirizado por segunda vez. El mártir sufrió una apaleamiento que finalmente acabó con su vida frente a todos los espectadores del circo donde ocurrió. Sus restos fueron arrojados a la cloaca Máxima. Posteriormente el cadáver fue encontrado por Santa Lucila gracias a las indicaciones que recibió por la propia aparición de San Sebastián en sus sueños.

San Sebastián es el tercer patrón de Roma, junto a Pedro y Pablo, y a su vez, es el patrón de los armeros. Es apelado contra la peste y la epilepsia.

Atributos[editar]

En cuanto al atributo identificativo de San Sebastián, a partir del siglo XV será la gavilla de flechas, que a diferencia de otros santos, nunca llevará en la mano, sinó atravesado por ellas. Estas fechas suelen ser tres, pero en algunos casos está repleto de ellas acompañado excepcionalmente por un arco.

En el caso de Irene de Roma, uno de sus atributos es un ramo de olivo. Esto se debe a que su nombre–de procedencia griega–significa paz. Irene no fue martirizada ni canonizada. Principalmente se encuentra asociada a San Sebastián por ser su cuidadora y por ello fue definida como patrona de las enfermeras. A causa de esto tiene como atributos–además del ramo de olivo–un vaso de farmacia y una caja de ungüentos.

A pesar de todos los atributos que se han codificado a lo largo de la historia de estos personajes, el cuadro de Ribera no cuenta con los atributos ni de Santa Irene ni de San Sebastián, quien solo está herido con una flecha en su costado. La obra se centra más en la escena de curación que en la simbología de sus atributos.

Referencias[editar]

  1. Pérez-Martín, Mariángeles (12 de mayo de 2021). «El testamento de la marquesa del Ràfol. Concepción Castellví (1783-1847), un testimonio desconocido del coleccionismo artístico a principios del siglo XIX». Ars Longa. Cuadernos de arte 0 (29): 97-113. ISSN 2605-0439. doi:10.7203/arslonga.29.17084. Consultado el 17 de abril de 2024. 

Bibliografía[editar]

  • Benito Doménech, F. (1993). Homenaje a Ribera. Consell Valencià de Cultura.
  • Belda Navarro, C. (1997). Los siglos del Barroco. Akal.
  • García, A. (2008). Pintura valenciana. Cátedra de Eméritos de la Comunidad Valenciana.
  • Marco García, V. (2021). Pintura barroca en Valencia : 1600-1737. CEEH, Centro de Estudios Europa Hispánica.
  • Pérez-Martín, M. (2020). El testamento de la marquesa del Ràfol. Concepción Castellví (1783-1847), un testimonio desconocido del coleccionismo artístico a principios del siglo XIX. Ars longa (número 29) http://doi.org/10.7203/arslonga.29.17084
  • Pérez Sánchez, Alfonso E.; Spinosa, Nicola (directores científicos) (1992). Ribera (1591-1652) (catálogo de la exposición). Madrid: Museo del Prado. ISBN 84-87317-17-0.
  • Réau, L., & Alcoba, D. (1996). Iconografía del arte cristiano. Serbal.
  • González, H. C. (2015). San Sebastián, mártir y protector contra la peste. Revista Digital de Iconografía Medieval, vol. VII, nº 13, 2015, pp. 55-65. https://dialnet.unirioja.es/servlet/articulo?codigo=5104823