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Diferencia entre revisiones de «Proxemia»

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Te amo, Proxemica. Esto no quiere decir que su discurso se situe en un “más allá” de la filosofía que certifique como un hecho su “muerte”, algo tan patético en nuestro mundo actual, sino que se instala en un límite. No hay, por tanto, ni un estar dentro ni un estar fuera de la filosofía, sino un mantenerse en sus márgenes, porque sólo a partir de ahí y mediante lo que Derrida llama “el doble juego” es posible acceder a una nueva forma de pensamiento que se oponga a la supremacía del logos occidental, es decir, a la razón occidental logocéntrica.
'''Proxémica''' es el término empleado por el [[antropología|antropólogo]] [[Edward T. Hall]] en [[1963]] para describir las distancias medibles entre las personas mientras éstas interactuan entre sí. El término '''proxemia''' se refiere al empleo y a la percepción que el ser humano hace de su espacio físico, de su intimidad personal; de cómo y con quién lo utiliza.
Ahora bien, la operación mediante la cual se debe producir este “afuera” del discurso filosófico tradicional - la desconstrucción - no puede ser entendida como un tránsito desde un interior a un exterior. Exceder el discurso de la filosofía, que siempre se ha ceñido a asegurar el dominio del límite, no puede significar dar un paso fuera de la clausura, porque el afuera pertenece a las categorías del adentro. La transgresión - sea en el ámbito de la filosofía, de las artes, o de la literatura - se decide, por lo tanto, en los márgenes de la clausura, pero solamente de una manera estratégica que es históricamente finita: De esta forma resume el propio Derrida lo que acabamos de señalar:
“No hay una transgresión si se entiende por eso la instalación pura y simple en un más allá de la metafísica, en un punto que sería también, no lo olvidemos, y, en primer lugar, un punto del lenguaje o de escritura... Por el trabajo que se hace de una y otra parte del límite, el campo interior se modifica y se produce una transgresión que, por consiguiente, no está en ninguna parte presente como un hecho consumado”(P., p.19)
Este equilibrio inestable genera la inseguridad característica que conlleva toda posición crítica radical. El propio Derrida es consciente de que es imposible hablar contra la razón, contra el orden de la razón: “contra ella,-dice- sólo se puede apelar a ella, sólo se puede protestar contra ella en ella, sólo nos deja en su propio terreno el recurso a la estratagema y a la estrategia” (ED, p.54) He aquí la clave para comprender la desconstrucción y la posición marginal del pensamiento de Derrida: puesto que la revolución crítica contra el sistema o la Razón sólo puede hacerse en ella misma, es necesario servirse de una estrategia que permita desconstruir la propia filosofía ( o las artes visuales ), estrategia que piensa la genealogía estructurada de sus conceptos desde un interior, pero también desde un cierto exterior en el que se pueda determinar lo que de alguna manera se ha tratado de disimular o prohibir a través de una represión interesada (P.,p.12) Aquí el esclavo liberado no se olvida del amo, sino que insiste en sus derechos sobre el amo, es decir, en la dependencia dialéctica del texto de la filosofía con respecto a sus márgenes. Por eso, pretender situarse en un terreno neutral desde el que poder elevar todo tipo de argumentos contra algo tan inamovible como es el legado de nuestra propia cultura es una verdadera falacia. Ni siquiera el propio Derrida puede escapar a las redes de un lenguaje heredado que nos impide renunciar a una cierta complicidad con la propia metafísica. La argucia entonces no puede ser otra que la estrategia.


A continuación analizaremos cómo entiende Derrida esa estrategia de la desconstrucción y sus modalidades. Sólo de esta forma estaremos en condiciones de poder entender hasta dónde llega la exposición teórica y, al mismo tiempo, las distintas manifestaciones desconstructivistas que ha generado.
El estudio mostrado en este artículo ejemplifica la [[cultura]] [[estadounidense]] estudiada por [[Edward T. Hall|Hall]]. Por esta razón, es importante mencionar que en el estudio completo [[Edward T. Hall|Edward Hall]] hacía notar que diferentes culturas mantienen diferentes estándares de espacio interpersonal. En las [[culturas latinas]], por ejemplo, esas distancias relativas son más pequeñas, y la gente tiende a estar más cómoda cerca de los demás. En las culturas [[nórdico|nórdicas]] es lo contrario. Darse cuenta y reconocer estas diferencias culturales mejoran el entendimiento intercultural, y ayudan a eliminar la incomodidad que la gente pueda sentir si la distancia interpersonal es muy grande o muy pequeña dependiendo de la cultura con la que trate. Adicionalmente, las distancias personales también dependen de la situación social, el género, y la preferencia individual.
I


Hall dividió su estudio de la siguiente manera: [[vera]]


Para muchos, la “desconstrucción” ha venido a designar el contenido y la forma del pensamiento de J. Derrida. La forma en la que se presenta es, como ya hemos indicado, la de una estrategia o estratagema que se ejerce sobre ese texto general que es la cultura, cuestionando y transformando ese mismo texto. El término en sí fue, ciertamente, poco afortunado; y esto por varias razones: 1) por las connotaciones estructuralistas que encierra: “desconstruir -dice Derrida - era también un gesto estructuralista, en cualquier caso, era un gesto que asumía cierta necesidad de la problemática estructuralista. Pero era también un gesto antiestructuralista; y su éxito se debe en parte a este equívoco”(Ps.,p.389). 2) por sus connotaciones metafóricas relativas a la arquitectura: desconstruir significaría desmontar algo que se ha construido. De esta forma se le asociaba un significado negativo.
* '''Espacio fijo''': es el marcado por estructuras inamovibles, como las barreras de los países.
* '''Espacio semifijo''': espacio alrededor del cuerpo. Varía en función de las [[cultura]]s, ya que cada cultura estructura su espacio físico. Este espacio puede ser invadido. Si se utiliza un territorio ajeno con falta de respeto (mirar fijamente a alguien u ocupar dos asientos con bolsas cuando hay gente de pie) se da una violación del terreno.
Esta equivocidad respecto al sentido del término es lo que posibilitó que la desconstrucción fuese rápidamente apropiada, primero por el criticismo literario americano ( Paul de Man ) y posteriormente por las artes visuales, la pintura y la arquitectura(Tschumi, Eisenman) Pero lo cierto es que el propio Derrida al utilizar el término “desconstrucción” lo hacía situándose en una clara línea filosófica que recogía el legado de la crítica destructiva de los valores de Nietzsche y traducía según sus propios intereses la posición destructiva de Heidegger frente a la metafísica occidental. Nietzsche - Heidegger - Derrida: he ahí la herencia oculta que se esconde bajo ese término.
Nietzsche con su método genealógico y su crítica al lenguaje conceptual articula una estrategia que trata de desenmascarar las contradicciones inherentes a la cultura occidental asentada sobre sus pilares platónicos. Su pensamiento se desarrolla como un proceso destructivo de la filosofía de la identidad para abrir el camino a un pensamiento libre mediante la afirmación y rememoración de la multiplicidad y la diferencia. Esto es lo que significa la “muerte de Dios”, la muerte de todos los valores absolutos y la afirmación drástica de la diferencia, de las diferencias; “más allá del bien y del mal” está la diferencia, el resultado de la desarticulación del marco dogmático idealista en el que se encerró la tradición metafísica y con ella nuestra propia cultura. Esto es lo que algunos han llamado la “revolución copernicana” de Nietzsche.
Heidegger , siguiendo también las huellas del propio Nietzsche, pero tratando de superar el sistema desde dentro, se propuso como tarea principal la “destrucción” de la historia de la ontología. Para superar la metafísica desde el punto de vista de sus conceptos privilegia las creación de un nuevo lenguaje capaz de expesar lo no dicho por el lenguaje de la metafísica occidental y de este modo abrir el acceso a la manifestabilidad del ser. Pero se ve acosado por sus propias contradicciones radicales, quedando atrapado finalmente en el lenguaje poético como úncio subterfugio. Al final, como él mismo afirmaba lacónicamente, nos ha faltado el lenguaje.
Partiendo de este legado Derrida quiso ir más allá. Pensó que el término “destrucción”, sin más, era demasiado negativo, puesto que se podía asimilar a su sinónimo “aniquilar”, y podía también sugerir connotaciones nihilistas. Es cierto que la relectura postexistencialistas de Heidegger y la proclividad hacia el nihilismo de la época contribuían a una interpretación de la “desconstrucción” en un sentido puramente negativo. Pero en realidad, la desconstrucción no tiene nada que ver con la simple negación, destrucción o aniquilación, como tampoco con la simple inversión de la metafísica tradicional. “Más que destruir era preciso, al mismo tiempo, comprender cómo se había construido un ‘conjunto’, y para ello, era preciso reconstruirlo” (Ps.,p.390); pero tal reconstrucción significa al mismo tiempo la des-sedimentación o el desmantelamiento de todas las significaciones que tienen su fuente en el logos.
Estas aclaraciones en torno al término “desconstrucción” son ya una premonición de la marginalidad en la que se colocan conceptos semejantes y de la falta de un lenguaje adecuado. Por eso, a la hora de explicar qué es la desconstrucción tenemos que recurrir a rodeos discursivos o hermenéuticos para poder no siempre expresar claramente lo que el autor quiere decir. En este sentido, la tarea de traducir un término como éste se hace imposible, y más que hablar de “definir”, por las connotaciones metafísicas que encierra, habría que recurrir a la explicación del término por vía negativa, de tal manera que nos permita eludir la pregunta por lo que es la “desconstrucción” y excluir así aquello que ciertamente no es. Ante estas dificultades la reacción puede ser el escepticismo. El propio Derrida confiesa: “Se que los enemigos de la Descosntrucción dicen: ‘Bien, puesto que tú no puedes ofrecer una definición, entonces debe de ser un concepto oscuro y tu debes ser un pensador oscurantista’. A lo que yo respondería que esa Desconstrucción se dirige contra esa forma de pensar que se pregunta siempre :’¿Qué es tal? ¿Cuál es la esencia de..? “(Rizzoli, 73).
Lo cierto es que el propio Derrida rehusa casi siempre responder a la pregunta de qué es la desconstrucción: 1) porque la cuestión de qué es algo es la cuestión que la filosofía ha mantenido desde Platón, es decir, se pregunta por la esencia de las cosas; mientras que aquí se rechaza la posibilidad de que la desconstrucción tenga una naturalea esencial; 2) porque toda definición trata de acotar el significado y de limitarlo, mientras que la desconstrucción es sobre todo diferencia, multiplicidad.(acontecer, actividad).
Esto no significa la renuncia al saber, o hablar para no decir nada, o que no podamos explicar el sentido que tiene la Descosntrucción. El propio Derrida señalaba, en una conferencia pronunciada en Jerusalén en 1986, precisamente bajo el título Cómo no hablar, la forma y el modo en que se puede hablar de la desconstrucción, pero por vía negativa, es decir, algo parecido a lo que hace la teología negativa cuando afirma que de Dios sabemos realmente lo que no es ( no es finito, limitado , no es como nosotros, etc.) pero no sabemos lo que es. Por eso, para alcanzar una cierta comprensión de lo que es la desconstrucción seguiremos los procedimientos de esa via negativa, es decir, nos preguntaremos, con Derrida, por lo quie no es la desconstrucción..
II


En primer lugar la “desconstrucción” no es ni un análisis, ni una crítica. No es un análisis porque la desconstrucción no finaliza en un elemento simple o en un orígen, más allá del cual ya no se puede ir. Origen y elemento simple, en cuanto conceptos metafísicos, son “valores” también objeto de la desconstrucción. Y no es una crítica al estilo kantiano, pues también debe ser objeto de desconstrucción la estructura de la crítica trascendental kantiana.
Por otro lado, Hall notaba que la distancia social entre la gente, está generalmente correlacionada con la distancia física y describía cuatro diferentes tipos de distancia. Estas distancias serían subcategorías del ''espacio personal o informal''.


Tampoco es la desconstrucción un método. En palabras del propio Derrida: “La desconstrucción no es un método ni puede ser transformada en método” (Ps., p.309). Este, tal vez, haya sido uno de los malentendidos más frecuentes. Se habla heterodoxamente del “método de la desconstrucción” y se aplica a las disciplinas más diversas. Incluso, en el campo literario, sobre todo en los círculos de la crítica textual americana, se ha llegado a crear una escuela, la Escuela de Yale, con representantes tan significativos como Paul de Man.
* '''Distancia íntima''': es la distancia que se da entre 15 y 45 centímetros (6 a 18 pulgadas). Es la más guardada por cada persona. Para que se dé esta cercanía, las personas tienen que tener mucha confianza y en algunos casos estarán emocionalmente unidos, pues la comunicación se realizará a través de la [[vista|mirada]], el [[tacto]] y el [[sonido]]. Es la zona de los amigos, parejas, familia etc. Dentro de esta zona se encuentra la zona inferior a unos 15 centímetros del cuerpo, la llamada zona íntima privada.
* '''Distancia personal''': se da entre 46 y 120 centímetros (1,56 - 4 pies). Estas distancias se dan en la oficina, reuniones, asambleas, fiestas, conversaciones amistosas o de trabajo. Si estiramos el brazo, llegamos a tocar la persona con la que estamos manteniendo la conversación.
* '''Distancia social''': se da entre 120 y 360 centímetros (4 - 12 pies). Es la distancia que nos separa de los extraños. Se utiliza con las personas con quienes no tenemos ninguna relación amistosa, la gente que no se conoce bien. Por ejemplo: la dependienta de un comercio, el albañil, los proveedores, los nuevos empleados, etc.
* '''Distancia pública''': se da a más de 360 centímetros (12 pies) y no tiene límite. Es la distancia idónea para dirigirse a un grupo de personas. El tono de voz es alto y esta distancia es la que se utiliza en las conferencias, coloquios o charlas.


Al acentuar su significado técnico y metodológico, y al utilizarlo como si fuera un nuevo método de lectura e interpretación, desvirtúa y contradice su propio contenido estratégico. La desconstrucción no se ajusta ni a códigos ni a metalenguajes preestablecidos y regulados, aunque ciertamente opera desde un cierto punto fuera de la filosofía. Por eso se suele decir que la extrametodicidad es casi uno de sus a priori.


Aquí no cabe, por tanto, la justificación metódica que tanta relevancia tuvo en el campo de la ciencias del espíritu. Sin embargo, esto no significa que Derrida se una a las tesis anarquistas de Feyerabend, que reivindican la anarquía metódica, ya que él mismo ni siquiera se plantea el alcance positivo de la ausencia de método. Simplemente se afirma que un sistema metódico es imposible y con ello, lo que se hace, es tematizar la “indecibilidad”, pues de lo contrario estaríamos de nuevo dentro de la metafísica de las oposiciones ( metódico-extrametódico, conocimiento científico-conocimiento metafísico, etc. ) que es precisamente lo que trata de desconstruir la filosofía de Derrida.
Un término relacionado es [[propincuidad]], uno de los factores definidos por [[Jeremy Bentham]] para medir la cantidad de placer en un método conocido como [[felicific calculus]].


En este contexto, la desconstrucción implica también la desconstrucción del concepto de método, tanto en un sentido científico como filosófico, puesto que - lo mismo que para Heidegger - los conceptos científico y filosófico de método son conceptos reductivos que desfigurarían el camino del pensamiento y nos retrotraerían dentro de la órbita de los conceptos y categorías tradicionales, que han organizado el discurso de la razón occidental desde el tiempo de los griegos.
== Véase también ==
* [[Capacidad intercultural]]
* [[Comunicación intercultural]]
* [[Cronémica]] (Pedonia)
* [[Fórmulas de tratamiento]]
* [[Lenguaje corporal]]
* [[Quinésica]]
* [[Kinésica]]
* [[Zoosemiótica]]
menea
enrola
sabiqsi
omfg lol

== Enlaces externos ==
* [http://www.ucm.es/info/eurotheo/diccionario/C/comunicacion_corporal.pdf Comunicacion corporal -kinésica, proxémica- por Antonio Muñoz Carrión (UCM).]

[[Categoría:Comunicación no verbal]]
[[Categoría:Psicología social]]

[[ar:قربيات (اجتماع)]]
[[cs:Proxemika]]
[[de:Proxemik]]
[[en:Proxemics]]
[[fr:Proxémie]]
[[gl:Proxémica]]
[[he:תאוריית הקרבה הבין-אישית]]
[[id:Proxemiks]]
[[it:Prossemica]]
[[pl:Proksemika]]
[[pt:Proxêmica]]
[[ru:Проксемика]]
[[sk:Proxemika]]

Revisión del 14:45 24 oct 2012

Te amo, Proxemica. Esto no quiere decir que su discurso se situe en un “más allá” de la filosofía que certifique como un hecho su “muerte”, algo tan patético en nuestro mundo actual, sino que se instala en un límite. No hay, por tanto, ni un estar dentro ni un estar fuera de la filosofía, sino un mantenerse en sus márgenes, porque sólo a partir de ahí y mediante lo que Derrida llama “el doble juego” es posible acceder a una nueva forma de pensamiento que se oponga a la supremacía del logos occidental, es decir, a la razón occidental logocéntrica.

Ahora bien, la operación mediante la cual se debe producir este “afuera” del discurso filosófico tradicional - la desconstrucción - no puede ser entendida como un tránsito desde un interior a un exterior. Exceder el discurso de la filosofía, que siempre se ha ceñido a asegurar el dominio del límite, no puede significar dar un paso fuera de la clausura, porque el afuera pertenece a las categorías del adentro. La transgresión - sea en el ámbito de la filosofía, de las artes, o de la literatura - se decide, por lo tanto, en los márgenes de la clausura, pero solamente de una manera estratégica que es históricamente finita: De esta forma resume el propio Derrida lo que acabamos de señalar:

“No hay una transgresión si se entiende por eso la instalación pura y simple en un más allá de la metafísica, en un punto que sería también, no lo olvidemos, y, en primer lugar, un punto del lenguaje o de escritura... Por el trabajo que se hace de una y otra parte del límite, el campo interior se modifica y se produce una transgresión que, por consiguiente, no está en ninguna parte presente como un hecho consumado”(P., p.19)


Este equilibrio inestable genera la inseguridad característica que conlleva toda posición crítica radical. El propio Derrida es consciente de que es imposible hablar contra la razón, contra el orden de la razón: “contra ella,-dice- sólo se puede apelar a ella, sólo se puede protestar contra ella en ella, sólo nos deja en su propio terreno el recurso a la estratagema y a la estrategia” (ED, p.54) He aquí la clave para comprender la desconstrucción y la posición marginal del pensamiento de Derrida: puesto que la revolución crítica contra el sistema o la Razón sólo puede hacerse en ella misma, es necesario servirse de una estrategia que permita desconstruir la propia filosofía ( o las artes visuales ), estrategia que piensa la genealogía estructurada de sus conceptos desde un interior, pero también desde un cierto exterior en el que se pueda determinar lo que de alguna manera se ha tratado de disimular o prohibir a través de una represión interesada (P.,p.12) Aquí el esclavo liberado no se olvida del amo, sino que insiste en sus derechos sobre el amo, es decir, en la dependencia dialéctica del texto de la filosofía con respecto a sus márgenes. Por eso, pretender situarse en un terreno neutral desde el que poder elevar todo tipo de argumentos contra algo tan inamovible como es el legado de nuestra propia cultura es una verdadera falacia. Ni siquiera el propio Derrida puede escapar a las redes de un lenguaje heredado que nos impide renunciar a una cierta complicidad con la propia metafísica. La argucia entonces no puede ser otra que la estrategia.


A continuación analizaremos cómo entiende Derrida esa estrategia de la desconstrucción y sus modalidades. Sólo de esta forma estaremos en condiciones de poder entender hasta dónde llega la exposición teórica y, al mismo tiempo, las distintas manifestaciones desconstructivistas que ha generado.

I


Para muchos, la “desconstrucción” ha venido a designar el contenido y la forma del pensamiento de J. Derrida. La forma en la que se presenta es, como ya hemos indicado, la de una estrategia o estratagema que se ejerce sobre ese texto general que es la cultura, cuestionando y transformando ese mismo texto. El término en sí fue, ciertamente, poco afortunado; y esto por varias razones: 1) por las connotaciones estructuralistas que encierra: “desconstruir -dice Derrida - era también un gesto estructuralista, en cualquier caso, era un gesto que asumía cierta necesidad de la problemática estructuralista. Pero era también un gesto antiestructuralista; y su éxito se debe en parte a este equívoco”(Ps.,p.389). 2) por sus connotaciones metafóricas relativas a la arquitectura: desconstruir significaría desmontar algo que se ha construido. De esta forma se le asociaba un significado negativo.

Esta equivocidad respecto al sentido del término es lo que posibilitó que la desconstrucción fuese rápidamente apropiada, primero por el criticismo literario americano ( Paul de Man ) y posteriormente por las artes visuales, la pintura y la arquitectura(Tschumi, Eisenman) Pero lo cierto es que el propio Derrida al utilizar el término “desconstrucción” lo hacía situándose en una clara línea filosófica que recogía el legado de la crítica destructiva de los valores de Nietzsche y traducía según sus propios intereses la posición destructiva de Heidegger frente a la metafísica occidental. Nietzsche - Heidegger - Derrida: he ahí la herencia oculta que se esconde bajo ese término.

Nietzsche con su método genealógico y su crítica al lenguaje conceptual articula una estrategia que trata de desenmascarar las contradicciones inherentes a la cultura occidental asentada sobre sus pilares platónicos. Su pensamiento se desarrolla como un proceso destructivo de la filosofía de la identidad para abrir el camino a un pensamiento libre mediante la afirmación y rememoración de la multiplicidad y la diferencia. Esto es lo que significa la “muerte de Dios”, la muerte de todos los valores absolutos y la afirmación drástica de la diferencia, de las diferencias; “más allá del bien y del mal” está la diferencia, el resultado de la desarticulación del marco dogmático idealista en el que se encerró la tradición metafísica y con ella nuestra propia cultura. Esto es lo que algunos han llamado la “revolución copernicana” de Nietzsche.

Heidegger , siguiendo también las huellas del propio Nietzsche, pero tratando de superar el sistema desde dentro, se propuso como tarea principal la “destrucción” de la historia de la ontología. Para superar la metafísica desde el punto de vista de sus conceptos privilegia las creación de un nuevo lenguaje capaz de expesar lo no dicho por el lenguaje de la metafísica occidental y de este modo abrir el acceso a la manifestabilidad del ser. Pero se ve acosado por sus propias contradicciones radicales, quedando atrapado finalmente en el lenguaje poético como úncio subterfugio. Al final, como él mismo afirmaba lacónicamente, nos ha faltado el lenguaje.

Partiendo de este legado Derrida quiso ir más allá. Pensó que el término “destrucción”, sin más, era demasiado negativo, puesto que se podía asimilar a su sinónimo “aniquilar”, y podía también sugerir connotaciones nihilistas. Es cierto que la relectura postexistencialistas de Heidegger y la proclividad hacia el nihilismo de la época contribuían a una interpretación de la “desconstrucción” en un sentido puramente negativo. Pero en realidad, la desconstrucción no tiene nada que ver con la simple negación, destrucción o aniquilación, como tampoco con la simple inversión de la metafísica tradicional. “Más que destruir era preciso, al mismo tiempo, comprender cómo se había construido un ‘conjunto’, y para ello, era preciso reconstruirlo” (Ps.,p.390); pero tal reconstrucción significa al mismo tiempo la des-sedimentación o el desmantelamiento de todas las significaciones que tienen su fuente en el logos.

Estas aclaraciones en torno al término “desconstrucción” son ya una premonición de la marginalidad en la que se colocan conceptos semejantes y de la falta de un lenguaje adecuado. Por eso, a la hora de explicar qué es la desconstrucción tenemos que recurrir a rodeos discursivos o hermenéuticos para poder no siempre expresar claramente lo que el autor quiere decir. En este sentido, la tarea de traducir un término como éste se hace imposible, y más que hablar de “definir”, por las connotaciones metafísicas que encierra, habría que recurrir a la explicación del término por vía negativa, de tal manera que nos permita eludir la pregunta por lo que es la “desconstrucción” y excluir así aquello que ciertamente no es. Ante estas dificultades la reacción puede ser el escepticismo. El propio Derrida confiesa: “Se que los enemigos de la Descosntrucción dicen: ‘Bien, puesto que tú no puedes ofrecer una definición, entonces debe de ser un concepto oscuro y tu debes ser un pensador oscurantista’. A lo que yo respondería que esa Desconstrucción se dirige contra esa forma de pensar que se pregunta siempre :’¿Qué es tal? ¿Cuál es la esencia de..? “(Rizzoli, 73).

Lo cierto es que el propio Derrida rehusa casi siempre responder a la pregunta de qué es la desconstrucción: 1) porque la cuestión de qué es algo es la cuestión que la filosofía ha mantenido desde Platón, es decir, se pregunta por la esencia de las cosas; mientras que aquí se rechaza la posibilidad de que la desconstrucción tenga una naturalea esencial; 2) porque toda definición trata de acotar el significado y de limitarlo, mientras que la desconstrucción es sobre todo diferencia, multiplicidad.(acontecer, actividad).

Esto no significa la renuncia al saber, o hablar para no decir nada, o que no podamos explicar el sentido que tiene la Descosntrucción. El propio Derrida señalaba, en una conferencia pronunciada en Jerusalén en 1986, precisamente bajo el título Cómo no hablar, la forma y el modo en que se puede hablar de la desconstrucción, pero por vía negativa, es decir, algo parecido a lo que hace la teología negativa cuando afirma que de Dios sabemos realmente lo que no es ( no es finito, limitado , no es como nosotros, etc.) pero no sabemos lo que es. Por eso, para alcanzar una cierta comprensión de lo que es la desconstrucción seguiremos los procedimientos de esa via negativa, es decir, nos preguntaremos, con Derrida, por lo quie no es la desconstrucción..

II

En primer lugar la “desconstrucción” no es ni un análisis, ni una crítica. No es un análisis porque la desconstrucción no finaliza en un elemento simple o en un orígen, más allá del cual ya no se puede ir. Origen y elemento simple, en cuanto conceptos metafísicos, son “valores” también objeto de la desconstrucción. Y no es una crítica al estilo kantiano, pues también debe ser objeto de desconstrucción la estructura de la crítica trascendental kantiana.

Tampoco es la desconstrucción un método. En palabras del propio Derrida: “La desconstrucción no es un método ni puede ser transformada en método” (Ps., p.309). Este, tal vez, haya sido uno de los malentendidos más frecuentes. Se habla heterodoxamente del “método de la desconstrucción” y se aplica a las disciplinas más diversas. Incluso, en el campo literario, sobre todo en los círculos de la crítica textual americana, se ha llegado a crear una escuela, la Escuela de Yale, con representantes tan significativos como Paul de Man.

Al acentuar su significado técnico y metodológico, y al utilizarlo como si fuera un nuevo método de lectura e interpretación, desvirtúa y contradice su propio contenido estratégico. La desconstrucción no se ajusta ni a códigos ni a metalenguajes preestablecidos y regulados, aunque ciertamente opera desde un cierto punto fuera de la filosofía. Por eso se suele decir que la extrametodicidad es casi uno de sus a priori.

Aquí no cabe, por tanto, la justificación metódica que tanta relevancia tuvo en el campo de la ciencias del espíritu. Sin embargo, esto no significa que Derrida se una a las tesis anarquistas de Feyerabend, que reivindican la anarquía metódica, ya que él mismo ni siquiera se plantea el alcance positivo de la ausencia de método. Simplemente se afirma que un sistema metódico es imposible y con ello, lo que se hace, es tematizar la “indecibilidad”, pues de lo contrario estaríamos de nuevo dentro de la metafísica de las oposiciones ( metódico-extrametódico, conocimiento científico-conocimiento metafísico, etc. ) que es precisamente lo que trata de desconstruir la filosofía de Derrida.

En este contexto, la desconstrucción implica también la desconstrucción del concepto de método, tanto en un sentido científico como filosófico, puesto que - lo mismo que para Heidegger - los conceptos científico y filosófico de método son conceptos reductivos que desfigurarían el camino del pensamiento y nos retrotraerían dentro de la órbita de los conceptos y categorías tradicionales, que han organizado el discurso de la razón occidental desde el tiempo de los griegos.