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Los fallos del MCCA con respecto a Honduras provocó que la culpa recayera sobre El Salvador.<ref>{{Cita Harvard |Alcántara Sáez|1980| pp=732|sp=sí}}</ref>Por tanto se empezó a gestarse un boicot a sus productos y se promovió el consumo de productos nacionales, aparte de desarrollarse un sentimiento nacionalista contrario al vecino país, y especialmente contra los campesinos salvadoreños residentes.<ref name=perez_uno/>(8-10pp)<ref name=overall_uno/>Esto además ayudaba al gobierno hondureño a desviar la reforma de una eficiente reforma agraria y a disminuir las protestas de maestros y estudiantes.<ref>{{Cita Harvard |Alcántara Sáez|1980| pp=731|sp=sí}}</ref>
Los fallos del MCCA con respecto a Honduras provocó que la culpa recayera sobre El Salvador.<ref>{{Cita Harvard |Alcántara Sáez|1980| pp=732|sp=sí}}</ref>Por tanto se empezó a gestarse un boicot a sus productos y se promovió el consumo de productos nacionales, aparte de desarrollarse un sentimiento nacionalista contrario al vecino país, y especialmente contra los campesinos salvadoreños residentes.<ref name=perez_uno/>(8-10pp)<ref name=overall_uno/>Esto además ayudaba al gobierno hondureño a desviar la reforma de una eficiente reforma agraria y a disminuir las protestas de maestros y estudiantes.<ref>{{Cita Harvard |Alcántara Sáez|1980| pp=731|sp=sí}}</ref>


Para Thomas Anderson, dicha balanza comercial era negativa de igual forma con los Estados Unidos como los vecinos centroamericanos, pero siendo el país norteamericano un importante socio en el abastecimiento de armas, créditos y el negocio de las bananas, era más fácil encontrar culpables en Centroamérica, específicamente con El Salvador, pese a que en realidad este estaba entre los más favorecidos con el MCCA. Sin embargo existieron las voces de quienes empezaron a notar que Honduras se estaba convirtiendo en una colonia salvadoreña en el aspecto económico. Esto tenía su base en que los salvadoreños competían en Honduras por empleos y tierras.(TA,65)
Para Thomas Anderson, dicha balanza comercial era negativa de igual forma con los Estados Unidos como los vecinos centroamericanos, pero siendo el país norteamericano un importante socio en el abastecimiento de armas, créditos y el negocio de las bananas, era más fácil encontrar culpables en Centroamérica, específicamente con El Salvador, pese a que en realidad este estaba entre los más favorecidos con el MCCA. Sin embargo existieron las voces de quienes empezaron a notar que Honduras se estaba convirtiendo en una colonia salvadoreña en el aspecto económico. Esto tenía su base en que los salvadoreños competían en Honduras por empleos y tierras.<ref>{{Cita Harvard |Anderson|1981| p=65|sp=sí}}</ref>(TA,65)


Aunque no se considera un factor decisivo en el estallido del conflicto, el régimen hondureño tampoco haría lo necesario para que el MCCA naufragara, por el hecho que de todos modos no le traía ningún beneficio.<ref name=arieh_tres/><ref name=arieh_cuatro/>
Aunque no se considera un factor decisivo en el estallido del conflicto, el régimen hondureño tampoco haría lo necesario para que el MCCA naufragara, por el hecho que de todos modos no le traía ningún beneficio.<ref name=arieh_tres/><ref name=arieh_cuatro/>
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== Antes del conflicto ==
== Antes del conflicto ==
=== Migración de salvadoreños a Honduras ===
=== Migración de salvadoreños a Honduras ===
Se presume que en 1969, el año del conflicto, existían unos 300 mil salvadoreños en Honduras,<ref name=perez_dos>{{Cita Harvard |Pérez Pineda|2014| pp=5-7|sp=sí}}</ref> (5-6 pp), un estimado del 10% del total de población de ese país.<ref name=arieh_dos>{{Cita Harvard |Arieh Gerstein|1970| pp=558|sp=sí}}</ref> Se sabe que la migración había comenzado desde finales del siglo XIX cuando llegaban desde la costa norte hondureña a contratar trabajadores en El Salvador, ya que la mano de obra nacional era insuficiente, aparte que se había impedido la llegada de trabajadores desde las islas del caribe y ayudaba a mantener salarios bajos a los productores bananeros.<ref name=saez_uno>{{Cita Harvard |Alcántara Sáez|1980| pp=729|sp=sí}}</ref> Además llegaron por el trabajo en las minas ubicadas en el centro del país. De hecho, ya para los años 1960s Honduras se había convertido en un destino prioritario de emigración para los salvadoreños, debido a múltiples factores que empujaron a dejar el país, entre ellos el latifundismo, pues según estimaciones de la época el 2% de población poseía alrededor del 60% de extensiones de tierra.(TA, pp. 33-35)Otra causa para el arribo de los salvadoreños fue el auge de las plantaciones de algodón para la década de los años 1950, años en los que su presencia ya generaba incomodidad. Como muestra de ello, en la presidencia de Julio Lozano Díaz se emitió una ley que impedía a extranjeros comprar tierras a 40 km de la costa o la línea fronteriza.<ref name=perez_dos/>(5-7pp)<ref name=overall_uno/>(TA, 71-75)
Se presume que en 1969, el año del conflicto, existían unos 300 mil salvadoreños en Honduras,<ref name=perez_dos>{{Cita Harvard |Pérez Pineda|2014| pp=5-7|sp=sí}}</ref> (5-6 pp), un estimado del 10% del total de población de ese país.<ref name=arieh_dos>{{Cita Harvard |Arieh Gerstein|1970| pp=558|sp=sí}}</ref> Se sabe que la migración había comenzado desde finales del siglo XIX cuando llegaban desde la costa norte hondureña a contratar trabajadores en El Salvador, ya que la mano de obra nacional era insuficiente, aparte que se había impedido la llegada de trabajadores desde las islas del caribe y ayudaba a mantener salarios bajos a los productores bananeros.<ref name=saez_uno>{{Cita Harvard |Alcántara Sáez|1980| pp=729|sp=sí}}</ref> Además llegaron por el trabajo en las minas ubicadas en el centro del país. De hecho, ya para los años 1960s Honduras se había convertido en un destino prioritario de emigración para los salvadoreños, debido a múltiples factores que empujaron a dejar el país, entre ellos el latifundismo, pues según estimaciones de la época el 2% de población poseía alrededor del 60% de extensiones de tierra.<ref>{{Cita Harvard |Anderson|1981| pp=33-35|sp=sí}}</ref>(TA, pp. 33-35)Otra causa para el arribo de los salvadoreños fue el auge de las plantaciones de algodón para la década de los años 1950, años en los que su presencia ya generaba incomodidad. Como muestra de ello, en la presidencia de Julio Lozano Díaz se emitió una ley que impedía a extranjeros comprar tierras a 40 km de la costa o la línea fronteriza.<ref name=perez_dos/>(5-7pp)<ref name=overall_uno/><ref name=anderson_uno>{{Cita Harvard |Anderson|1981| pp=71-75|sp=sí}}</ref>(TA, 71-75)


Para el final de esa década, se comenzaban a dar los ataques a los salvadoreños, tanto que inició el retorno a su país.(TA,71-75)Con el golpe de estado que llevó a la presidencia a Villeda Morales las afrentas a los salvadoreños disminuyeron, pero en general existía tensión con los países vecinos de Guatemala y Nicaragua con respecto a diferendos limítrofes.(TA, 71-75)
Para el final de esa década, se comenzaban a dar los ataques a los salvadoreños, tanto que inició el retorno a su país.<ref name=anderson_uno/>(TA,71-75)Con el golpe de estado que llevó a la presidencia a Villeda Morales las afrentas a los salvadoreños disminuyeron, pero en general existía tensión con los países vecinos de Guatemala y Nicaragua con respecto a diferendos limítrofes.<ref name=anderson_uno/>(TA, 71-75)


Para regular la migración de salvadoreños se firmaron tratados en El Amatillo (1962) pero no existió esfuerzo por hacerlos valer, como por ejemplo las disposiciones relativas a la documentación de los inmigrantes.<ref name=perez_dos/>(5-7pp)Existió además la llamada declaración de Marcala, ratificado en la ciudad de San Miguel (1965). Otro en 1968.<ref name=overall_uno/>
Para regular la migración de salvadoreños se firmaron tratados en El Amatillo (1962) pero no existió esfuerzo por hacerlos valer, como por ejemplo las disposiciones relativas a la documentación de los inmigrantes.<ref name=perez_dos/>(5-7pp)Existió además la llamada declaración de Marcala, ratificado en la ciudad de San Miguel (1965). Otro en 1968.<ref name=overall_uno/>
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Por parte de Honduras, el latifundismo era igualmente predominante. Ya desde los gobiernos liberales en el siglo XIX se favorecía la adquisición de tierras a personas de poder económico.<ref name=cococh>{{cita publicación |autor=Consejo Coordinador de Organizaciones Campesinas de Honduras |año= |título=Reforma agraria, agricultura y medio rural en Honduras|páginas=13-17 |url=http://bvirtual.infoagro.hn/xmlui/bitstream/handle/123456789/174/08_COCOCH_Reforma_Agraria_en_Honduras.pdf?sequence=1 |fechaacceso=1 de abril de 2017}}</ref>(cococh 13)Sin embargo en el siglo XX se emitieron disposiciones legales para tratar el tema agrario, especialmente para adjudicar lotes de familia, así como el establecimiento de colonias agrícolas a partir de los años 1950s. Esto ayudaba a enfrentar los despidos de trabajadores a partir de la huelga de 1954, y la toma de tierras por campesinos.<ref name=cococh/><ref>{{cita publicación |autor=Instituto Nacional Agrario |año= |título=Breve reseña histórica|páginas=1-3 |url=http://ina.hn/userfiles/file/historia_del_ina.pdf |fechaacceso=1 de abril de 2017}}</ref>(cococh 14-)(INA-his)
Por parte de Honduras, el latifundismo era igualmente predominante. Ya desde los gobiernos liberales en el siglo XIX se favorecía la adquisición de tierras a personas de poder económico.<ref name=cococh>{{cita publicación |autor=Consejo Coordinador de Organizaciones Campesinas de Honduras |año= |título=Reforma agraria, agricultura y medio rural en Honduras|páginas=13-17 |url=http://bvirtual.infoagro.hn/xmlui/bitstream/handle/123456789/174/08_COCOCH_Reforma_Agraria_en_Honduras.pdf?sequence=1 |fechaacceso=1 de abril de 2017}}</ref>(cococh 13)Sin embargo en el siglo XX se emitieron disposiciones legales para tratar el tema agrario, especialmente para adjudicar lotes de familia, así como el establecimiento de colonias agrícolas a partir de los años 1950s. Esto ayudaba a enfrentar los despidos de trabajadores a partir de la huelga de 1954, y la toma de tierras por campesinos.<ref name=cococh/><ref>{{cita publicación |autor=Instituto Nacional Agrario |año= |título=Breve reseña histórica|páginas=1-3 |url=http://ina.hn/userfiles/file/historia_del_ina.pdf |fechaacceso=1 de abril de 2017}}</ref>(cococh 14-)(INA-his)


Es así que el desarrollo de la agricultura en Honduras comenzó a despuntar en los años 1960 con apoyo del Estado, con la fundación del INA en 1961, que trataba de conseguir una "reforma agraria práctica", pero en la que no se quitarían tierras a latifundistas <ref name=cococh/>(cococh 14...)Las medidas eran contraproducentes pues surgió otro problema de la escasez de tierras principalmente por la expansión de la ganadería. De hecho, el país tenía, como en El Salvador, el latifundismo muy extendido con el 63,3% de la tierra en manos del 8,8% de la población.(TA,53)(cococh 14...)
Es así que el desarrollo de la agricultura en Honduras comenzó a despuntar en los años 1960 con apoyo del Estado, con la fundación del INA en 1961, que trataba de conseguir una "reforma agraria práctica", pero en la que no se quitarían tierras a latifundistas <ref name=cococh/>(cococh 14...)Las medidas eran contraproducentes pues surgió otro problema de la escasez de tierras principalmente por la expansión de la ganadería. De hecho, el país tenía, como en El Salvador, el latifundismo muy extendido con el 63,3% de la tierra en manos del 8,8% de la población.<ref>{{Cita Harvard |Anderson|1981| p=53|sp=sí}}</ref>(TA,53)(cococh 14...)


Por tanto se inició una competencia por las tierras baldías o estatales en las que ya estaban asentados campesinos salvadoreños, lo que provocó el inevitable conflicto entre campesinos y terratenientes.<ref name=perez_dos/>(5-7pp)A esto se unió el progresivo desempleo causado por la reducción de trabajadores desde los años 1950 por parte de la United Fruit Company y la Standard Fruit Company.<ref name=perez_dos/> (5-7pp)
Por tanto se inició una competencia por las tierras baldías o estatales en las que ya estaban asentados campesinos salvadoreños, lo que provocó el inevitable conflicto entre campesinos y terratenientes.<ref name=perez_dos/>(5-7pp)A esto se unió el progresivo desempleo causado por la reducción de trabajadores desde los años 1950 por parte de la United Fruit Company y la Standard Fruit Company.<ref name=perez_dos/> (5-7pp)
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Sánchez Hernández, pese a las crecientes demostraciones de protesta y una oposición política fuerte como el PDC no enfrentaba una inestabilidad seria.<ref name=perez_tres>{{Cita Harvard |Pérez Pineda|2014| pp=11-15|sp=sí}}</ref>(11-13pp)López Arellano por el contrario, había tenido que enfrentar una huelga general en 1968 y la creciente demanda de tierras por parte de campesinos, a lo que se agregaban los salarios paupérrimos,(63-64TA)lo que chocaba con los intereses de los grandes terratenientes, especialmente en febrero y marzo de 1969 cuando en Olancho la Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos ejercieron su poder para influir en el Instituto Nacional Agrario para proteger los grandes latifundios. Ellos claramente plantearon mediante carta dirigida al presidente que eran salvadoreños los que usurpaban las propiedades rurales.<ref name=arieh_tres/>
Sánchez Hernández, pese a las crecientes demostraciones de protesta y una oposición política fuerte como el PDC no enfrentaba una inestabilidad seria.<ref name=perez_tres>{{Cita Harvard |Pérez Pineda|2014| pp=11-15|sp=sí}}</ref>(11-13pp)López Arellano por el contrario, había tenido que enfrentar una huelga general en 1968 y la creciente demanda de tierras por parte de campesinos, a lo que se agregaban los salarios paupérrimos,(63-64TA)lo que chocaba con los intereses de los grandes terratenientes, especialmente en febrero y marzo de 1969 cuando en Olancho la Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos ejercieron su poder para influir en el Instituto Nacional Agrario para proteger los grandes latifundios. Ellos claramente plantearon mediante carta dirigida al presidente que eran salvadoreños los que usurpaban las propiedades rurales.<ref name=arieh_tres/>


En consecuencia, el INA ejerció la reforma agraria siguiendo precisamente planteamientos nacionalistas.<ref name=arieh_tres/>El 1 de noviembre de 1962 se publicó el Decreto Ley No. 2-62, que contenía la conocida como “Primera Ley de Reforma Agraria”, que en realidad no se empezó a aplicar hasta 1969.<ref>{{Cita Harvard |Bologna|1978| pp=77|sp=sí}}</ref>Dicha ley iba dirigida tanto a nacionales como a extranjeros,<ref name=saez_uno/></ref>pero los más afectados de dicha reforma fueron los campesinos salvadoreños, los más vulnerables en este escenario, específicamente estipulaba el requisito de ostentar la nacionalidad hondureña para ser beneficiario de la distribución de tierras por parte del INA, institución para la que la presencia salvadoreña en tierras públicas había sido un "sistemático plan de invasiones y acaparamiento".<ref name=perez_cuatro>{{Cita Harvard |Pérez Pineda|2014| pp=108-109|sp=sí}}</ref>(108pp)(TA,63-64)
En consecuencia, el INA ejerció la reforma agraria siguiendo precisamente planteamientos nacionalistas.<ref name=arieh_tres/>El 1 de noviembre de 1962 se publicó el Decreto Ley No. 2-62, que contenía la conocida como “Primera Ley de Reforma Agraria”, que en realidad no se empezó a aplicar hasta 1969.<ref>{{Cita Harvard |Bologna|1978| pp=77|sp=sí}}</ref>Dicha ley iba dirigida tanto a nacionales como a extranjeros,<ref name=saez_uno/></ref>pero los más afectados de dicha reforma fueron los campesinos salvadoreños, los más vulnerables en este escenario, específicamente estipulaba el requisito de ostentar la nacionalidad hondureña para ser beneficiario de la distribución de tierras por parte del INA, institución para la que la presencia salvadoreña en tierras públicas había sido un "sistemático plan de invasiones y acaparamiento".<ref name=perez_cuatro>{{Cita Harvard |Pérez Pineda|2014| pp=108-109|sp=sí}}</ref>(108pp)<ref>{{Cita Harvard |Anderson|1981| pp=63-64|sp=sí}}</ref>(TA,63-64)


Sumada a la incapacidad del gobierno hondureño de absorber y legalizar la creciente inmigración,<ref name=arieh_dos/> se inició la expulsión masiva de salvadoreños desde Honduras,<ref name=perez_tres/>(11-15pp)a lo que sumó la negación de servicios de salud a estos residentes.<ref name=overall_uno/>(TA, 91-92) (art.68 Ley agraria).
Sumada a la incapacidad del gobierno hondureño de absorber y legalizar la creciente inmigración,<ref name=arieh_dos/> se inició la expulsión masiva de salvadoreños desde Honduras,<ref name=perez_tres/>(11-15pp)a lo que sumó la negación de servicios de salud a estos residentes.<ref name=overall_uno/><ref>{{Cita Harvard |Anderson|1981| pp=91-92|sp=sí}}</ref>(TA, 91-92) (art.68 Ley agraria).


Para mediados de junio de 1969, comenzó el arribo de los salvadoreños expulsados con las pocas posesiones que les acompañaban, que pese a la opinión general que llegaban maltratados, existían testimonios que lo negaban, aunque sí se mostraban exhaustos, hambrientos y desorientados. De acuerdo a datos de la Cruz Roja antes y después del conflicto el número de refugiados ascendió a 80 mil. (101-103,TA)
Para mediados de junio de 1969, comenzó el arribo de los salvadoreños expulsados con las pocas posesiones que les acompañaban, que pese a la opinión general que llegaban maltratados, existían testimonios que lo negaban, aunque sí se mostraban exhaustos, hambrientos y desorientados. De acuerdo a datos de la Cruz Roja antes y después del conflicto el número de refugiados ascendió a 80 mil. <ref>{{Cita Harvard |Anderson|1981| pp=101-103|sp=sí}}</ref>(101-103,TA)


A este situación hostil se sumaban las viejas disputas fronterizas entre ambos países. Debido a su impresición, dichas áreas eran sujeto de invasiones mutuas desde tiempo atrás, con más imputaciones a salvadoreños que tomaban tierras en los departamentos fronterizos de Honduras, pero que se agravaron desde 1967. Especialmente los salvadoreños transgredían la línea fronteriza con grupos paramilitares y la Guardia Nacional que iban tras supuestos delincuentes.(80 TA)
A este situación hostil se sumaban las viejas disputas fronterizas entre ambos países. Debido a su impresición, dichas áreas eran sujeto de invasiones mutuas desde tiempo atrás, con más imputaciones a salvadoreños que tomaban tierras en los departamentos fronterizos de Honduras, pero que se agravaron desde 1967. Especialmente los salvadoreños transgredían la línea fronteriza con grupos paramilitares y la Guardia Nacional que iban tras supuestos delincuentes.(80 TA)

Revisión del 02:42 25 may 2017

Contexto

Situación política de El Salvador y Honduras antes del conflicto

El Salvador se encontraba gobernado por regímenes militares desde el ascenso al poder de Maximiliano Hernández Martínez en 1931. Terminado su gobierno, el Estado tomó un rol protagónico en la economía nacional, aunque cimentado en la explotación del cultivo del café. Dicho protagonismo también impidió el crecimiento de una oposición política fuerte. El país gozó de cierta prosperidad durante la década de los años 1950 precisamente la buena cotización del precio del café, aparte de un aire de modernización imprimido por el general Óscar Osorio. Pese a todo, las condiciones económicas de las mayorías no mejoraron (170), y la inestabilidad política se hacía notar en lo gobiernos militares: José María Lemus fue derrocado en 1960 en medio del auge de los movimientos de oposición de carácter izquierdista. Para 1962 asumió el poder el teniente coronel Julio Adalberto Rivera, considerado un continuador del oficialismo, pero ya entonces la oposición política tenía presencia en la Asamblea Legislativa. Para 1968, y con apoyo de Rivera, llegó al poder el general Fidel Sánchez Hernández.

En Honduras, por su parte, a partir de las reformas liberales al terminar el siglo XIX el país se abrió a la inversión extranjera, especialmente en la costa norte donde se concesionaron tierras tanto a inversionistas nacionales como a extranjeros. Sin embargo, en las primeras décadas del siglo XX la inestabilidad política fue el común denominador, hasta la llegada al poder de Tiburcio Carías Andino quien se mantuvo en el poder desde 1933 hasta 1946. A inicios de los años 1950, pese a un notable desarrollo del sector público y crecimiento del sector privado en áreas de manufactura, construcción, comercio y banca, surgieron las demandas laborales que desembocaron en la huelga de 1954 que tuvo su principal centro de protestas en la costa norte. A mediados de esa misma década volvieron los golpes de Estado que llevaron al poder una Junta Militar en 1956. Para 1957 llega a la presidencia Ramón Villeda Morales a quien derroca el militar Osvaldo López Arellano a pocas semanas de terminar su mandato. Este fue legitimado en el poder a través de elecciones generales en 1965.

El Mercado Común Centroamericano

Un nuevo esfuerzo de integración regional centroamericano se desarrolló a a partir la década de los años 1950 con la creación de la Organización de Estados Centroamericanos (Odeca) con base en la Carta de San Salvador suscrita el 14 de octubre de 1951. La firma de otros tratados a partir de entonces tenían como objetivo la integración económica regional para superar el estancamiento de sus propias economías, a través de la creación de un espacio común entre los estados que compartían una historia y unidad geográfica. El 13 de diciembre de 1960 se suscribió el Tratado de Integración Económica Centroamericana en la ciudad de Managua por cuatro de los cinco países de la Odeca, ya que Costa Rica se adhirió dos años después. Este instrumento jurídico fue la base del Mercado Común Centroamericano, en el cual se fijó el plazo de cinco años para el «perfeccionamiento» de una zona de libre comercio.[1]​A jucio de la CEPAL el MCCA debía tener logros comparados a la Comunidad Económica Europea.[2]

Para julio de 1968, un año antes del conflicto, los cinco presidentes centroamericanos firmaron una declaración conjunta con el presidente de los Estados Unidos Lyndon B. Johnson en el que se reforzaba el proceso de integración.[3][1]

Honduras y el MCCA

Pese a que el MCCA tuvo un crecimiento notable en sus primeros años, este no benefició por igual a los países involucrados. Nicaragua y Honduras fueron los menos favorecidos. La balanza comercial hondureña era negativa, especialmente con el estado vecino de El Salvador.[4]​(8-10 pp)La economía hondureña, de hecho, tenía una menor base productiva, y la mediana y pequeña empresa no podían competir ante las mismas nacientes industrias hondureñas y especialmente las salvadoreñas.[5]

Pese a que El Salvador tenía más desarrollo industrial con respecto a Honduras, esta se adhirió al proceso de integración en el entendido de que esperaba beneficios como la instalación de más industrias, facilidades arancelarias para sus productos y participación de utilidades del comercio regional. De hecho la balanza comercial para Honduras comenzó a ser negativa tras la integración, pues en 1968 llegó a 37,8 millones de Lempiras. Aparte que los productos provenientes de Centroamérica los adquiría más caros, y al tener estos preferencia arancelaria no tenía ingresos fiscales.[6]​El Salvador tenía un importante participación en su economía si se toma en cuenta que el 79,8% de su producción salvadoreña en 1969 se dirigía a este país.[7]

Los fallos del MCCA con respecto a Honduras provocó que la culpa recayera sobre El Salvador.[8]​Por tanto se empezó a gestarse un boicot a sus productos y se promovió el consumo de productos nacionales, aparte de desarrollarse un sentimiento nacionalista contrario al vecino país, y especialmente contra los campesinos salvadoreños residentes.[4]​(8-10pp)[5]​Esto además ayudaba al gobierno hondureño a desviar la reforma de una eficiente reforma agraria y a disminuir las protestas de maestros y estudiantes.[9]

Para Thomas Anderson, dicha balanza comercial era negativa de igual forma con los Estados Unidos como los vecinos centroamericanos, pero siendo el país norteamericano un importante socio en el abastecimiento de armas, créditos y el negocio de las bananas, era más fácil encontrar culpables en Centroamérica, específicamente con El Salvador, pese a que en realidad este estaba entre los más favorecidos con el MCCA. Sin embargo existieron las voces de quienes empezaron a notar que Honduras se estaba convirtiendo en una colonia salvadoreña en el aspecto económico. Esto tenía su base en que los salvadoreños competían en Honduras por empleos y tierras.[10]​(TA,65)

Aunque no se considera un factor decisivo en el estallido del conflicto, el régimen hondureño tampoco haría lo necesario para que el MCCA naufragara, por el hecho que de todos modos no le traía ningún beneficio.[6][11]

Antes del conflicto

Migración de salvadoreños a Honduras

Se presume que en 1969, el año del conflicto, existían unos 300 mil salvadoreños en Honduras,[12]​ (5-6 pp), un estimado del 10% del total de población de ese país.[13]​ Se sabe que la migración había comenzado desde finales del siglo XIX cuando llegaban desde la costa norte hondureña a contratar trabajadores en El Salvador, ya que la mano de obra nacional era insuficiente, aparte que se había impedido la llegada de trabajadores desde las islas del caribe y ayudaba a mantener salarios bajos a los productores bananeros.[14]​ Además llegaron por el trabajo en las minas ubicadas en el centro del país. De hecho, ya para los años 1960s Honduras se había convertido en un destino prioritario de emigración para los salvadoreños, debido a múltiples factores que empujaron a dejar el país, entre ellos el latifundismo, pues según estimaciones de la época el 2% de población poseía alrededor del 60% de extensiones de tierra.[15]​(TA, pp. 33-35)Otra causa para el arribo de los salvadoreños fue el auge de las plantaciones de algodón para la década de los años 1950, años en los que su presencia ya generaba incomodidad. Como muestra de ello, en la presidencia de Julio Lozano Díaz se emitió una ley que impedía a extranjeros comprar tierras a 40 km de la costa o la línea fronteriza.[12]​(5-7pp)[5][16]​(TA, 71-75)

Para el final de esa década, se comenzaban a dar los ataques a los salvadoreños, tanto que inició el retorno a su país.[16]​(TA,71-75)Con el golpe de estado que llevó a la presidencia a Villeda Morales las afrentas a los salvadoreños disminuyeron, pero en general existía tensión con los países vecinos de Guatemala y Nicaragua con respecto a diferendos limítrofes.[16]​(TA, 71-75)

Para regular la migración de salvadoreños se firmaron tratados en El Amatillo (1962) pero no existió esfuerzo por hacerlos valer, como por ejemplo las disposiciones relativas a la documentación de los inmigrantes.[12]​(5-7pp)Existió además la llamada declaración de Marcala, ratificado en la ciudad de San Miguel (1965). Otro en 1968.[5]

Por parte de Honduras, el latifundismo era igualmente predominante. Ya desde los gobiernos liberales en el siglo XIX se favorecía la adquisición de tierras a personas de poder económico.[17]​(cococh 13)Sin embargo en el siglo XX se emitieron disposiciones legales para tratar el tema agrario, especialmente para adjudicar lotes de familia, así como el establecimiento de colonias agrícolas a partir de los años 1950s. Esto ayudaba a enfrentar los despidos de trabajadores a partir de la huelga de 1954, y la toma de tierras por campesinos.[17][18]​(cococh 14-)(INA-his)

Es así que el desarrollo de la agricultura en Honduras comenzó a despuntar en los años 1960 con apoyo del Estado, con la fundación del INA en 1961, que trataba de conseguir una "reforma agraria práctica", pero en la que no se quitarían tierras a latifundistas [17]​(cococh 14...)Las medidas eran contraproducentes pues surgió otro problema de la escasez de tierras principalmente por la expansión de la ganadería. De hecho, el país tenía, como en El Salvador, el latifundismo muy extendido con el 63,3% de la tierra en manos del 8,8% de la población.[19]​(TA,53)(cococh 14...)

Por tanto se inició una competencia por las tierras baldías o estatales en las que ya estaban asentados campesinos salvadoreños, lo que provocó el inevitable conflicto entre campesinos y terratenientes.[12]​(5-7pp)A esto se unió el progresivo desempleo causado por la reducción de trabajadores desde los años 1950 por parte de la United Fruit Company y la Standard Fruit Company.[12]​ (5-7pp)

Causas son la pérdida de empleos en la industria bananera, desigualdades en la balanza de pagos en el MCC y crecimiento poblacional, comenzaron la campaña en contra de los salvadoreños residentes, principalmente en el gobierno de Villeda Morales (5-7pp)

La Ley de Reforma Agraria de Honduras de 1962 y la expulsión de salvadoreños

Sánchez Hernández, pese a las crecientes demostraciones de protesta y una oposición política fuerte como el PDC no enfrentaba una inestabilidad seria.[20]​(11-13pp)López Arellano por el contrario, había tenido que enfrentar una huelga general en 1968 y la creciente demanda de tierras por parte de campesinos, a lo que se agregaban los salarios paupérrimos,(63-64TA)lo que chocaba con los intereses de los grandes terratenientes, especialmente en febrero y marzo de 1969 cuando en Olancho la Federación Nacional de Agricultores y Ganaderos ejercieron su poder para influir en el Instituto Nacional Agrario para proteger los grandes latifundios. Ellos claramente plantearon mediante carta dirigida al presidente que eran salvadoreños los que usurpaban las propiedades rurales.[6]

En consecuencia, el INA ejerció la reforma agraria siguiendo precisamente planteamientos nacionalistas.[6]​El 1 de noviembre de 1962 se publicó el Decreto Ley No. 2-62, que contenía la conocida como “Primera Ley de Reforma Agraria”, que en realidad no se empezó a aplicar hasta 1969.[21]​Dicha ley iba dirigida tanto a nacionales como a extranjeros,[14]​</ref>pero los más afectados de dicha reforma fueron los campesinos salvadoreños, los más vulnerables en este escenario, específicamente estipulaba el requisito de ostentar la nacionalidad hondureña para ser beneficiario de la distribución de tierras por parte del INA, institución para la que la presencia salvadoreña en tierras públicas había sido un "sistemático plan de invasiones y acaparamiento".[22]​(108pp)[23]​(TA,63-64)

Sumada a la incapacidad del gobierno hondureño de absorber y legalizar la creciente inmigración,[13]​ se inició la expulsión masiva de salvadoreños desde Honduras,[20]​(11-15pp)a lo que sumó la negación de servicios de salud a estos residentes.[5][24]​(TA, 91-92) (art.68 Ley agraria).

Para mediados de junio de 1969, comenzó el arribo de los salvadoreños expulsados con las pocas posesiones que les acompañaban, que pese a la opinión general que llegaban maltratados, existían testimonios que lo negaban, aunque sí se mostraban exhaustos, hambrientos y desorientados. De acuerdo a datos de la Cruz Roja antes y después del conflicto el número de refugiados ascendió a 80 mil. [25]​(101-103,TA)

A este situación hostil se sumaban las viejas disputas fronterizas entre ambos países. Debido a su impresición, dichas áreas eran sujeto de invasiones mutuas desde tiempo atrás, con más imputaciones a salvadoreños que tomaban tierras en los departamentos fronterizos de Honduras, pero que se agravaron desde 1967. Especialmente los salvadoreños transgredían la línea fronteriza con grupos paramilitares y la Guardia Nacional que iban tras supuestos delincuentes.(80 TA)

Pese a todo, existían voces disidentes en la sociedad hondureña, para quienes la expulsión, iniciada oficialmente por el INA a finales de abril de 1969, había sido una "propaganda demagógica".[22]​(109pp)De hecho, un editorial de La Prensa calificó cualquier "persecución indiscriminada" como "cobarde".[26]​(116-117pp) Por el contrario, políticos, intelectuales y la misma prensa hacían caso omiso de los desmanes contra los residentes extranjeros.[26]​(116-117pp)

Sin embargo, el despojo de las tierras de los salvadoreños, también atrajo la rapiña sobre sus bienes por aquellos que aprovecharon el abandono de las autoridades.(TA, 93) La situación generó el surgimiento de grupos fuera de la ley que atentaron contra los salvadoreños, que aumentaron después de los encuentros de fútbol entre las selecciones de ambos país en el marco de la eliminatoria para la copa del mundo de 1970.[5]​Especialmente señalada fue la denominada Mancha brava, que pese a que algunos negaban su existencia o carecía de organización, sí habían fuertes grupos violentos como en Olancho al que se le adjudican agresiones.(TA,79) A esta amenaza también se sumó la prensa hondureña que apoyó las acciones del INA .(TA,93)

Para Pérez Pineda los salvadoreños se identificaron como un "problema nacional", "una presencia indeseable que debía ser erradicada aunque fuera parcialmente".[27]​(104 pp)La prensa hondureña jugó un rol importante al estigmatizar a los salvadoreños en el territorio, como sujetos que habían tomado las mejores tierras a través de "argucias y juego sucio", entre otras afrentas.[27]​(106 pp)El estado de hostilidad llegó al punto de agredir a hondureños al confundirlos con los salvadoreños.[28]​(113pp)Por otro lado, se señala que esto favorecía a los grupos de poder salvadoreños para evadir una reforma agraria en su propia tierra, incitando a la población contra el vecino país.(TA,79)La cuestión de los salvadoreños se llevó a las disputas electorales en las que los partidos políticos se acusaban de utilizar "indocumentados salvadoreños" para obtener votos fraudulentos.[29]

Por otro lado, se levantaron actas notariales para recabar los testimonios de los desplazados para reforzar las acusaciones a las autoridades hondureñas, la mayoría de ellos tras los encuentros de fútbol. De los testimonios se conoce las turbas lideradas por autoridades locales, civiles o militares, conformadas por hombres, mujeres o incluso niños, todos armados de garrotes, y piedras, que algunos fueron sacados de sus residencias, especialmente señalaban al Cuerpo Especial de Seguridad; u obligados por el INA a abandonar las tierras que cultivaban, otros habían sido testigos de ahorcamientos; aunque existían los que dijeron no haber recibido daño alguno o haber visto hechos atentatorios contra compatriotas. Además se anotaron saqueos y otras agresiones físicas. Se conoció además de comités de vigilancia armados ante infundados rumores de ataques "quintacolumnistas" salvadoreños.[30][31]​(82-89pp)(122pp)Pese a que no fue un ataque generalizado en todo el territorio contra los extranjeros del vecino país, tampoco existió una condena unánime contra los actos de vandalismo comprobados.[32]​(126pp)

Sin embargo, para Arieh fue precisamente el conocimiento de las vejaciones -reales o presuntas- hacia los salvadoreños lo que realmente enardeció a la opinión pública de este país.[33]

La eliminatoria de Concacaf para la Copa Mundial de Fütbol de 1970

Para junio de 1969 se tenía prevista la serie a visita recíproca entre las selecciones nacionales de El Salvador y Honduras, que formaba parte de la clasificación de Concacaf para la copa mundial de fútbol que se realizaría en México el año siguiente. El ambiente para el encuentro internacional comenzó a enrarecerse cuando en la primera semana de ese mismo mes, ya la prensa salvadoreña había revelado la llegada de los salvadoreños expulsados del territorio hondureño.[32][34]​(126pp)(17-24pp)y de igual forma, como también ocurrió con la radio en ambos países, se tendió a exagerar muchos incidentes.(TA,101)

El primer juego se llevó a cabo en Tegucigalpa el 8 de junio con victoria local de 1-0. Antes del encuentro, los jugadores salvadoreños fueron molestados con el ruido generado por el alboroto fuera del hotel donde se encontraban.(TA, 95-96)

En el segundo juego en San Salvador, realizado el 15 de junio, los aficionados correspondieron de la misma forma: se reportaron tiros al aire mientras el bus transportaba a la selección visitante,[35]​y se generó mucho ruido durante su estadía en el hotel. Pero la prensa hondureña reportó más incidentes: vehículos dañados, ataques a los visitantes durante la partida, insultos y el irrespeto al himno nacional[34]​(17-24pp) Pero lo peculiar del caso es que dichos incidentes fueron tomados con suma gravedad.(TA,95-96)

Además, tras este segundo encuentro, ganado por los locales 3-0, los diarios hondureños reportaron vejámenes en contra de salvadoreños residentes[35]​ y saqueos por bandas delincuenciales en colonias de Tegucigalpa en establecimientos donde vendían productos salvadoreños, y pese a los llamados de las autoridades y medios de comunicación a no destruir propiedad privada y prevenir cualquier tipo de desórdenes, y se atribuyeron los hechos a delincuentes comunes.(11-15pp)Pese a que también se condenaba el primitivismo de la afición salvadoreña en contra de los visitantes.[20]​(11-15pp)

Los hechos llevaron al canciller hondureño, Tiburcio Carías Castillo a enviar una nota de protesta a su similar de El Salvador, y por parte de Honduras existió una denuncia ante la OEA por las agresiones en El Salvador.(TA,95-96)

En El Salvador se capturaron a sospechosos por las agresiones antes del juego a la delegación e hinchada hondureña realizadas en el hotel Gran San Salvador y se les tildó de afiliación comunista.[20]​(11-15pp)Pese a todo, se aseguró que no se dañó a los hondureños residentes en el país.[34]​(17-24pp)Sin embargo, un punto que se resaltó en cierto periódico de la prensa hondureña fue la perpetración de violaciones de mujeres en el mismo estadio nacional, pese a que este hecho no se detalló en otros medios, y la misma Secretaría de Relaciones Exteriores solo se pronunció ante los abusos de «mujeres indefensas». La cancillería, en la que estaba al frente Tiburcio Carías Castillo, en tanto, adujo que los ataques había sido planificados y masivos, ligó la violencia "antihondureñista" al problema de la migración hondureña, y justificó los ataques a los residentes salvadoreños como "lógica" reacción. De hecho, y pese a que los primeros ataques se consideran espontáneos después del segundo encuentro, estos se fueron incrementando con el paso de los días. La prensa hondureña, en tanto, se mostraban los argumentos en favor de la calma como de justificación a los ataques.[34]​(17-24pp)

En El Salvador, en tanto, el presidente Sánchez Hernández exacerbó los ánimos de la población con mensajes nacionalistas y antihondureños.[36]

Debido a la situación, un subcomité de Derechos Humanos de la OEA se desplazó a ambos países para investigar las agresiones, que corroboró los incidentes y criticando la pasividad de la autoridades en El Salvador, así como la violencia ejercida sobre los salvadoreños en Honduras.(TA,97)

Al final la eliminatoria entre ambas selecciones se resolvió en la Ciudad de México con triunfo para los salvadoreños y su posterior clasificación a la copa del mundo.

Rompimiento de relaciones diplomáticas

Para el mismo mes de junio la iglesia católica, a través de la Conferencia Episcopal, hizo un llamado a la concordia entre las dos naciones. También la Asociación de Industriales Salvadoreños entregó un comunicado a los empresarios hondureños para que intervinieran en los incidentes contra el patrimonio de los salvadoreños en el vecino país.[34]​(17-24)

Pese a los incidentes reportados, el gobierno salvadoreño tenía una posición más bien conciliadora,[34]​(17-24) en comunicado del 20 de junio se llegó a afirmar la "colaboración" del gobierno hondureño contra las hostilidades hacia los salvadoreños.[37]​(25-26pp)Aunque existió una dura carta de protesta enviada un día antes del canciller Francisco José Guerrero a Tiburcio Carías Castillo.(104TA)La reacción de otros sectores de la sociedad ante la postura fue inmediata: entre ellas la del alcalde de San Salvador José Napoleón Duarte que solicitó una reunión urgente con el gobierno.[37]​(25-26pp)También el consejo de profesores del Instituto Nacional Francisco Menéndez exigió reinvindicar el "tradicional prestigio de pueblo valiente".[37]​(25-26pp)Se resaltó también, por parte de la Asociación de Abogados de Oriente, la nula reacción del gobierno ante la llegada de salvadoreños desde Honduras, cuyo vacío se llenó por la Cruz Roja.[37]​(25-26pp)

Hasta el 22 de junio el número de expulsados ascendía a 3500.[37]​(27-28pp)La cobertura de los medios de comunicación ante este suceso motivó la movilización de los sectores para ayudar a los desplazados. Ante esto, ya para el 24 de junio el gobierno asumió una posición enérgica,[37]​(27-28pp)por lo que ese mismo día se dio a conocer un comunicado del consejo de ministros, dirigido a la Comisión Interamericana de Derechos Humanos, en el que se le exigía la comprobación del delito de Genocidio en territorio hondureño, por lo que se exigió el nombramiento de una subcomisión que comprobara los hechos violatorios a los salvadoreños en Honduras y en la zona fronteriza.[37]​(29pp)[38]​A lo que el gobierno hondureño denunció los vejámenes a los aficionados hondureños durante el encuentro deportivo en San Salvador y atribuyó la conducta de los salvadoreños al propósito de entorpecer las negociaciones sobre la delimitación de la frontera.[38]


También la Asamblea Legislativa salvadoreña emitió una resolución de condena.(104TA)Dos días después, el 26 de junio, el canciller salvadoreño José Francisco Guerrero dirigió una nota a su par hondureño, Tiburcio Carías Castillo, en el que se resolvía el rompimiento de las relaciones diplomáticas entre ambos países.[37]​(29pp)Por su parte el presidente hondureño López Arellano difundió la noticia en casa presidencial, y a partir de entonces se constituyó el comité cívico pro defensa nacional que mostró su respaldo ante los acontecimientos, de una situación creada por los mismos salvadoreños para provocar una suerte de estado de guerra".(105TA)

El estado de tensión política también movilizó a los cancilleres de las demás repúblicas centroamericanas (Guatemala, Nicaragua y Costa Rica) que hicieron un llamado para detener el conflicto político y diplomático. Para el 30 de junio dichos representantes propusieron una serie de medidas para facilitar la mediación, entre ellas se encontraba el respeto a la propiedad y personas extranjeras que viviesen en los países y la concentración de las fuerzas militares a cinco kilómetros de la frontera, además la aplicación de justicia para los responsables de haber generado el conflicto y la realización de un tratado a nivel regional que pusiera orden en la migración en el istmo. Las recomendaciones sin embargo, no estipulaban un calendario de ejecución.[11]​ El presidente Sánchez Hernández rechazó el punto relativo al retiro de las tropas, en tanto que Honduras la aceptó, así como la presencia de mediadores en el país. Además, ambos gobiernos rechazaron en lo relativo a las investigaciones judiciales (caso de El Salvador) y las indemnizaciones (caso de Honduras).[39]​(31-32pp)

El conflicto armado

Mientras en El Salvador crecía la aversión al gobierno hondureño, en este país surgió la persecución de supuestos "quintacolumnistas" salvadoreños (eventuales colaboradores de su gobierno gobierno) por parte de comités de civiles que provocó el rechazo de los mismos ciudadanos hondureños, ya que se realizaban censos de nacionales y extranjeros sin autorización alguna.[40]​(33-34pp)

Para el 8 de julio el canciller hondureño Carías Trujillo reveló la posición de su gobierno ante las expulsiones de los salvadoreños a la comisión interamericana de derechos humanos. Entre otros detalles, resaltó que su gobierno no había ordenado la expulsión de los salvadoreños, y que los que se habían ido lo hicieron porque carecían de documentos, y otros porque entendían que era "natural y justificable...la furia del pueblo hondureño frente a los abusos sufridos en El Salvador por miles de hondureños".[40]​(35-37pp)

Para el investigador Carlos Pérez Pineda la expulsión y consecuente retorno al territorio salvadoreño de los numerosos desplazados que necesitaban ayuda inmediata, hizo temer a la cúpula económica y militar la generación de una insurrección popular, azuzada por el comunismo, debido a la presencia de miles desplazados sin tierra y trabajo, pues su economía agraria era incapaz de absorber mano de obra.(35-37pp).[41]

El gobierno hondureño no daba muestra alguna de hallar una solución, de hecho, el ministro de gobernación Virgilio Ramírez afirmó la aplicación de la ley agraria a los salvadoreños residentes. Se dice que el gobierno hondureño se encontraba confiado que El Salvador no se atrevería a iniciar un conflicto armado debido a que el gobierno estadounidense no lo permitiría.[40]​(35-37pp)

Por otro lado, se dice además que Sánchez Hernández deseaba evitar el conflicto, pero existía la impaciencia de los militares de la FAES descontentos por su indecisión. Se temía por tanto un golpe de Estado, aparte que la presión de la opinión pública era muy importante,.(109-111TA)Pese a que el gobierno alegaba a su favor el libre movimiento de mano de obra según los acuerdos del MCCA,[13]​existe la opinión de que el sector de latifundistas salvadoreños estaba particularmente alarmado por el retorno de campesinos a su propio país, ya que esto vendría a presionar en el área rural por la demanda de tierras y la creciente densidad demográfíca.[42]​El resquemor salvadoreño también estaba animado además por un suceso vergonzoso ocurrido en 1967, cuando una patrulla fue tomada por sorpresa por las autoridades hondureñas en un caso conocido como los "bellos durmientes",[43]​en el que se presumió que un grupo de militares salvadoreños partió para apoyar el derrocamiento de López Arellano.[44]

López Arellano, en contraparte, había cerrado cualquier diálogo con los salvadoreños.[40]​(35-37pp)

Pese a las diferencias políticas, Sánchez Hernández respondió al llamado de José Napoleón Duarte del PDC para formar una unidad nacional ante el conflicto. Miembros del gabinete de gobierno se reunieron con otras representaciones políticas -aunque de corte anticomunista- para enfrentar la crisis.(107,TA)

Primeras escaramuzas

Cuando iniciaba el mes de julio se dieron choques armados entre los ejércitos en los sectores de El Poy y Nueva Ocotepeque. Uno de los primeros incidentes graves fue el ataque con fuego antiaéreo a un avión DC-3 de la compañía SAHSA)[5]​ que había despegado en Nueva Ocotepeque el 3 de julio. Se sabe que los salvadoreños desplegaron aeronaves civiles en el territorio vecino en una misión de cartografía por un eventual conflicto.[5]​(109-111TA) A esta altura Sánchez Hernández convocó a una reunión de urgencia en casa presidencial a importantes representantes de la sociedad. Entre ellos estaba la Asociación Nacional de Agricultores que le demostró su apoyo, mientras Sánchez Hernández estableció la disposición de la FAES para cumplir su función constitucional. Además, la Asamblea Legislativa decretó la Ley del Impuesto de Emergencia (2 de julio), a instancias de Sánchez Hernández, pues se requería del "El esfuerzo económico de todos los salvadoreños", así como se emitieron bonos, llamados "Bonos de Dignidad Nacional" [45]​(95-96pp)En Honduras, en tanto, crecía las expulsiones a lo que se sumó el boicot a los productos de origen salvadoreño.[46]​(40-41)

Sin embargo, los movimientos diplomáticos continuaban. La CIDH recibía las denuncias sobre violaciones a los derechos humanos, los cancilleres centroamericanos hacían sus propuestas para evitar el conflicto, y la OEA fijó la fecha del 10 de julio para una reunión. El presidente estadounidense Richard Nixon también hizo un llamado al entendimiento, sin éxito.[46]​(40-41pp)El mismo Henry Kissinger le había informado del creciente nacionalismo salvadoreño ante la expulsión de los compatriotas, y el crecimiento del apoyo de los militares para recurrir a las armas, hacían inevitable el conflicto armado.ref name=perez_once/>(42-44pp)

Asimismo, aunque la diplomacia centroamericana trataba de evitar el conflicto, las tropas comenzaron a reunirse para el 2 de julio.(108TA)

En la reunión de la OEA los representantes de El Salvador favorecieron la mediación por medio del organismo, pese a que en los hechos ya se preparaba para la campaña militar.[46]​(40-41pp) En tanto, para el 11 de julio sucedió un grave incidente en territorio hondureño cuando una fuerza militar sufrió una emboscada en la que perdieron cuatro elementos, aparte, para este día la zona fronteriza entre El Poy y El Amatillo ya había sido evacuada.[47]​(97pp) Mientras los argumentos de los diplomáticos seguían en la OEA, y al caer la tarde de ese día, los hondureños denunciaron la invasión del país. Carías Castillo comparó el hecho con el ataque japonés a Pearl Harbor.[46]​(42-44pp)

14 de julio

En efecto, el alto mando militar salvadoreño de la FAES decidió lanzar un ataque aéreo sobre el territorio hondureño (día D), el cual inició antes de las 17:00 horas. Los objetivos fueron el aeropuerto de Toncontín, sede del cuartel central de la Fuerza Aérea Hondureña, el aeropuerto La Mesa en San Pedro Sula, así como el bombardeo de las poblaciones de Catacamas, Valladolid, Nueva Ocotepeque, Santa Rosa de Copán, Nacaome, Amapala, Quipure, Yoro, Guarita, Jinigual, La Labor y La Virtud.[48]​ Estas acciones serían ejecutadas por aviación militar, con aviones DC3 en función de bombarderos, mientras que otros puntos dispersos en la frontera lo serían por aeronaves civiles. El plan inicial que pretendía destruir la aeronaves del enemigo, sin embargo, resultó fallido. El aeropuerto de Toncontín fue bombardeado sin daños de mayor consideración; además, por causas aún debatidas el objetivo de La Mesa fue cambiado por Santa Rosa de Copán y Ocotepeque. Un caso curioso fue el aterrizaje de un Cavalier Mustang TF-51D en la Ciudad de Guatemala, cuando debía haber llegado al Aeropuerto de Ilopango.[48]

En suma el ataque dejó más impacto psicológico que táctico, ya que se obviaron objetivos más trascendentes como refinerías de petróleo por poblaciones sin valor estratégico,[48]​Sin embargo, la población de Tegucigalpa entró en pánico - de hecho la población se mantuvo a oscuras a lo largo del conflicto-,[35]​ y el bombardeo agarró a la aviación hondureña estaba desprevenida, ya que se dice que los pilotos tenían permiso de salida.[49]​(48-50pp)

Por su parte, las operaciones terrestres se habían organizado en cuatro frentes por parte de los militares salvadoreños:

  • Teatro de Operaciones Norte (TON).
  • Teatro de Operaciones de Chalatenango (TOCH)
  • Teatro de Operaciones Occidental (TOOC)
  • Teatro de Operaciones Oriental (TOO).

A las fuerzas militares de once batallones de infantería y uno de artillería repartidos en los frentes, se sumó la Guardia Nacional con nueve compañías, bajo las órdenes del TON que era donde se concentraba el principal ataque de los salvadoreños para capturar la ciudad de Nueva Ocotepeque.[50]​(52pp)Ambas sumaban unos 9 mil hombres (8 mil de tropas regulares y mil de las fuerzas de seguridad)(116TA) Sin embargo, el primer avance se realizó en el TOO para capturar Nacaome.[48]​Por otra parte, a las fuerzas salvadoreñas en el TON se sumaron estructuras de vigilancia civiles y paramilitares entre ellas ORDEN y los llamados "Tigres del Norte" conformados por voluntarios de origen campesino, aunque se sabe que su participación fue más bien de apoyo como vigilancia y patrullaje. También existieron escoltas que servían como guías de las tropas y custodios de prisioneros hondureños.[51]​(98-103pp)

El presidente López Arellano reaccionó a la incursión salvadoreña a las 23 horas cuando autorizó el contraataque. Se dice que el mandatario no tenía la suficiente confianza en su capacidad para ejercer el mando por parte de su estado mayor,[50]​(53pp)y que se mostraba reticente a responder rápido al ataque aéreo, para no malgastar recursos.[48]

El ejército hondureño estableció dos frentes para contrarrestar la invasión:

  • Teatro de Operaciones Sur.
  • Teatro de Operaciones Suroccidental.

Las tropas hondureñas alcanzaban unos 2500 hombres, muy inferior a las tropas salvadoreñas. Además contaban en su mayor parte con viejos fusiles M1, inferiores a los rifles automáticos de procedencia alemana de los contendientes. A esto se sumaba una escasa organización y un alto mando amenazado de corrupción.(116TA)

15 de julio

Ya desde el principio de la década de los años 1960, la Fuerza Aérea Hondureña ()FAH había recibido instrucción y asistencia material por parte de militares estadounidenses. Al momento de estallar la guerra contaban con 630 oficiales y elementos de tropa.[49]​(47pp)Tenía a su favor además el hecho que los aviadores eran adiestrados directamente desde su vida civil, sin tener que lograr antes un grado de infantería. Pese a que la ventaja con la FAS no era abrumadora (35 aparatos de diverso tipo contra 31 de los salvadoreños)[49]​ (47pp) sí contaban con mejor entrenamiento,[49]​(50-51pp)estaban mejor equipadas y organizadas.[52]​Esta superioridad aérea contrastaba con el ejército, que para ese tiempo era el más pequeño en número en Centroamérica, y de hecho, estaba previsto que su número aumentase en caso de conflicto con milicianos civiles, pero con propósitos ofensivos. Por tanto, según Mario Overall, "carecía de capacidades ofensivas",[52]​ ya que existen testimonios de soldados que fueron desplegados sin objetivos claros, por lo que partía en desventaja con respecto a las fuerzas salvadoreñas, con mejor armamento, más profesional, y con mejor logística.[53][54]

Pese a la petición del canciller hondureño Carías Castillo de evitar el ataque aéreo y concentrarse en la defensiva terrestre del territorio para declarar agresores a sus vecinos ante la OEA, en horas de la madrugada del día 15, un avión C-47 bombardeó el Aeropuerto de Ilopango causando daños en la pista y un hangar (aunque reportes salvadoreños alegan que no hubo daño alguno)[55]​ luego tres cazas F4U-5N, y un F4U-4 se dirigiern a los puertos de La Unión, pero a su paso por Ilopango, y en medio de fuego antiaéreo, dejaron caer cuatro bombas de la que una causó daños en la infraestructura. A su regreso atacaron el puerto de Cutuco causando daños en depósitos de asfalto y tanques de combustible lo que provocó una enorme humareda; en Acajutla también sobrevolaron aviones F4U-4, que partieron desde La Mesa sin encontrar oposición, aquí se reportaron la mayor cantidad de daños en tanques de gasolina y diesel, consumiendo un 20% del combustible en el lugar. Pese a esto, no se dañó el suministro de combustible a las tropas militares salvadoreñas. En contraste, aviones salvadoreños FG-1D y Cavalier Mustang dejaron caer bombas sobre Toncontín ppero sin ocasionar mayores daños,[50]​(53-55pp)[55]​siendo contrarios los reportes salvadoreños que han afirmado haber provocado daños, aparte que se realizó un fallido bombardeo a la Casa Presidencial hondureña.[56]

Al despuntar el día, a las 5 horas, las fuerzas militares salvadoreñas, con apoyo de la Guardia Nacional, invadieron el territorio hondureño en el TON y el TOC. Este sector era era conocido por los hondureños como el Teatro de Operaciones Sur Occidental, bajo el control del Batallón Lempira con apoyo del Cuerpo de Seguridad Especial (CES). Pese a la tenaz resistencia, la infantería salvadoreña, con apoyo de aviones Corsario y Mustang, llegaron al suburbio de la ciudad de Nueva Ocotepeque por la tarde, siendo tomada hasta el día siguiente por temor a una reacción de la FAH, lo que no ocurrió.[57]​(57-58pp)A este inconcebible retraso, se sumó que los defensores lograron reagruparse en las poblaciones de El Portillo y La Labor, ya que no fueron completamente desbaratados por las tropas salvadoreñas.[57]​(57-58pp)El combate más intenso tuvo lugar en El Ticante.

Para la toma de esta población los salvadoreños se organizaron en tres columnas, una de ellas compuesta por GNS y comandada por el general José Medrano; mientras que también existió otra que se desplazó a San Marcos Ocotepeque.[58]

Una vez ocupada Nueva Ocotepeque y aldeas vecinas, cuyos habitantes huyeron en su mayor parte a Guatemala,(120TA) se acondicionó una pista de aterrizaje para recibir suministros de C-47. [55]

En tanto, en el Teatro de Operaciones Oriental para la noche del 15 de julio los salvadoreños cruzaron el río Goascorán en el sector del punto fronterizo de El Amatillo con transporte blindado y ocuparon poblaciones de Alianza, Goascorán, Aramecina y Caridad en el departamento de Valle, así como tomaron islas del Golfo de Fonseca. La operación se llevó a cabo rápidamente hasta que los hondureños tomaron acciones defensivas cerca de Langue. En este punto la artillería y transporte blindado de personal fue superior por parte de los invasores. Pero a medida que pasaron las horas, la escasez de municiones se hizo sentir en ambos bandos.(122TA)

La respuesta hondureña ante el avance enemigo fue el envío de la Guardia de Honor Presidencial desde Tegucigalpa a Santa Rosa de Copán más otros elementos de infantería en aviones C-47, escoltados por Corsarios F4U-4 y Trojans T-28. Sin embargo, a esta altura ambas fuerzas comienzan a darse cuenta de lo limitado de los recursos aéreos entre aviones disponibles por los hondureños y falta de maniobrabilidad de las naves salvadoreñas de los Cavalier Mustangs por la ubicación de tanques de combustible en las puntas de las alas.[55]​ Se estima que a dos días del conflicto las tropas salvadoreñoas ocuparon 1600 km2 del territorio hondureño.[59]

16 de julio

En tanto, las tropas hondureñas ejercieron una intensa ofensiva en el Teatro de Operaciones Oriental de las milicias salvadoreñas. Esto obligó a renunciar al objetivo de tomar la ciudad de Nacaome por parte de los invasores, aunque no se cedió territorio conquistado.[60]​(67-68)Se considera este enfrentamiento como el más duro de todo el conflicto.(70)Los hondureños ejercieron el contraataque con trece misiones aéreas apoyadas por el primer batallón de infantería, que era la unidad más fuerte de la FAH.[61]​(70) Sin embargo, las tropas hondureñas sufrieron numerosas bajas.[61]​(70) Se presume que con esta ofensiva el alto hondureño trataba de desviar la atención de los salvadoreños al sector del Amatillo, dada la difícil situación que se tenía en Nueva Ocotepeque.[62]​Por otro lado, según Mario Overall, las misiones de los aviones de la FAS para este día, había disminuido considerablemente.[62]

17 de julio

Se reactivan el combate en la zona de Nueva Ocotepeque. Los aviones de la FAH atacan posiciones salvadoreñas, entre esta localidad y Nueva Ocotepeque, así como bombardearon El Poy. En la zona de El Amatillo, mientras tanto, se registraron combates aéreos que dejaron como resultado relevante tres aviones de la FAS derribados por el mayor Fernando Soto Henríquez a bordo de un Chance Vought F4U Corsair, entre ellas la baja del capitán Douglas Varela quien pilotaba un Cavalier Mustang, lo que para Overall fue un golpe que desmoronó el ánimo de los pilotos de la FAS.[63]http://www.latribuna.hn/2015/07/17/honduras-recuerda-la-guerra-contra-el-salvador/

En tanto, en Nueva Ocotepeque, las fuerzas hondureñas se anotarían otra victoria parcial. Establecidos en Nueva Ocotepeque, la infantería salvadoreña tomó rumbo a El Portillo, en el sureste. Se sabe que en el trayecto, los oficiales al mando de la columna de vehículos fueron informados por el mayor José Alfredo Mulato, de la GN, de la inexistencias de fuerzas enemigas. Sin embargo, a veinte minutos de haber continuado la marcha fueron emboscados por fuerzas hondureñas acantonadas en los cerros El Morral y la finca? San Rafael Mataras, al ataque se unieron dos aviones F4U-4 que descargaron bombas de 100 libras y cohetes 2,25.[64]​(60-61)Esta victoria militar de Honduras pasó a conocerse como la batalla de Las Mataras. No se sabe con certeza el número de bajas de los salvadoreños (aunque para Overall fueron más de 30),[63]​ pero sí es cierto que sufrieron el mayor número de bajas en una sola acción durante el conflicto.[64]​(60-61)La acción desarticuló el primer batallón de infantería salvadoreño y además paró la ofensiva del TON alrededor de las 17:00 horas.[65]​(65)

Los oficiales de las fuerzas invasoras, ante la derrota, decidieron consolidarse alrededor de Nueva Ocotepeque. Pese a todo, una columna de la GN logró capturar Llano Largo el día 17, para así amenazar el poblado de La Labor.[64]​(62)Se establece un bloqueo? a Santa Rosa de Copán, en tanto que aviones de la FAH intentan expulsarlos, sin éxito, aparte que la oscuridad impidió continuar la contraofensiva.[63]​Por otra parte, en los frentes del norte y occidental fallaron en realizar una incursión significativa.(122TA)

18 de julio

Los aviones de la FAH continuaron bombardeando a las tropas salvadoreñas en las posiciones de San Marcos de Ocotepeque, Llano Largo, Guarita y Cololaca en el occidente, y en la colina El Ujuste y El Amatillo en el oriente, con bombas de Napalm.[66]​En horas de la tarde, el Segundo Batallón de Infantería hondureño había logrado ingresar en el territorio salvadoreño en el departamento de Morazán (Arambala y Perquín). pero en a las 21:30 reciben la orden de retirada al ser informados que se había llegado a un acuerdo con la OEA para el conflicto se terminara a las 22:00 horas.[66]​Aunque en realidad fue hasta el mediodía del 20 de julio que el intercambio de disparon terminó.(124TA)

Cese al fuego

Ya desde el día 16, representantes de la OEA visitaron los países en conflicto. La delegación se enfrentaba a la posición salvadoreña que alegaba que los hondureños debían pagar por los daños inflingidos a las propiedades de los salvadoreños residentes, así como que garantizara la seguridad de los que todavía residían allí. Ante el rechazo hondureño, también pesaba la amenaza de la OEA de aplicar sanciones económicas contra El Salvador si no se obedecía el cese al fuego y se ordenaba el retiro de tropas.[66]​ Este fue ordenado por el consejo de la OEA a partir de las 22 horas del 18 de julio. Se dice que tras el cese al fuego del 19 de julio las fuerzas salvadoreñas estaban "al lado" del puesto de mando hondureño.[61]​(71)La decisión no era del todo inoportuna, ya que se considera que ambos bandos estaban al borde del agotamiento.[54]

Se sabe que el alto mando salvadoreño tenía planeado el lanzamiento de toda la tropa de paracaidistas sobre el aeropuerto de Toncontín, para la 1 am del 18 de julio, lo que fue interrumpido por el cese al fuego.(72)

La demanda de la OEA comprendía el retiro de las tropas en territorio ocupado, lo que era pertinente al ejército salvadoreño. Sin embargo, las hostilidades en realidad pararon alrededor del mediodía del 20 de julio.[67]​(75)

El retiro de las tropas fue lento y bajo la supervisión de observadores de la OEA, la que envió un elevado número de observadores de varios países en ambas capitales para que la entidad estuviera lo más ampliamente representada.(124TA) Las autoridades salvadoreñas, calificadas como el país agresor por el organismo internacional, iniciaron el retiro el 29 de julio y lo alargaron hasta el 2 de agosto,[59][35]​ y demandaban la supervisión de la OEA para que verificara la seguridad de los salvadoreños residentes en áreas fronterizas.[68]

Para el 31 de julio los ministros de Asuntos Exteriores de la OEA aprobaron tres resoluciones definitivas que ponían fin al conflicto armado. Dichas disposiciones fueron tomadas como parciales por los salvadoreños. Se resumían así las disposiciones:

La primera de estas resoluciones preconizaba la retirada inmediata de las tropas salvadoreñas de los territorios que ocupaban; la restitución de estos territorios a Honduras se haría por intermedio de una comisión de la OEA. La segunda establecía el acuerdo formal de cada uno de los dos países de garantizar la vida y los bienes de los ciudadanos del otro sobre su territorio —dicho acuerdo seria controlado por la OEA—. y la tercera resolución preveía que la OEA continuaría en reunión consultiva a nivel de embajadores hasta que las disposiciones contenidas en las dos primeras resoluciones fueran ejecutadas.[69]

Se estableció una zona de seguridad de tres kilómetros a cada lado de «una línea tradicional indefinida», en la que no era permitida la presencia de efectivos militares, paramilitares, ni fuerzas de seguridad pública. También se fijó otra zona de seguridad aérea, que cubría cinco kilómetros del borde de la misma zona de seguridad terrestre, y otra zona de seguridad marítima en el golfo de Fonseca.[69]


Objetivos

En un contexto amplio, en Honduras se han vertido opiniones con respecto a que la ofensiva salvadoreña fue ocasionada por los problemas demográficos de dicho país y la consecuente huida al territorio vecino, aparte de la búsqueda de una salida al océano Atlántico y el bloqueo a Honduras para que este tenga una salida marítima por el Golfo de Fonseca.[70]

Además, autores como Mario Overall, han aseverado que el alto mando salvadoreño ya tenía elaborado el llamado Plan de Campaña Gerardo Barrios desde 1967.(overall)También se habría conformado una fuerza expedicionaria integrada por nueve compañías de la GN bajo el mando del TON. El objetivo, en función de la real capacidad de la fuerza armada, era controlar los principales pueblos fronterizos y a partir de eso solicitar la intervención de la OEA para buscar una solución negociada.[71]

Para el autor Thomas Anderson entre los salvadoreños predominaba la idea de un ataque similar al realizado por Israel sobre la coalición árabe en 1967 en la Guerra de los Seis Días.(109-111TA)De hecho, para la fuerza aérea salvadoreña era importante un ataque sorpresa para destruir las naves de fuerza hondureña con el fin de "igualar" ambas flotas.[56]

Además, para el presidente Sánchez Hernández el objetivo era poner presión sobre Honduras para que desistiera de su política antisalvadoreña por lo que no deseaban una "victoria total" —de hecho en el discurso oficial salvadoreño la campaña recibió el nombre de "Guerra de Legítima Defensa" o Guerra de la Dignidad Nacional—. la estrategia ofensiva demostraba que en realidad se deseaba adentrarse lo más posible en Honduras,(112TA)esto es, alcanzar el valle Sula «en tiempo récord y siempre contando con el elemento sorpresa».[72]​ Un recurso con el que se pretendía neutralizar a la fuerza aérea hondureña, fundamental en la Guerra de los Seis Días, era precisamente un ataque aéreo, lo que estaba lejos de realizarse ante la desventaja de la fuerza hondureña.(114TA)

La movilización civil en el conflicto

En El Salvador

El gobierno carecía de la capacidad para manejar el flujo de refugiados que llegaban desde Honduras. Por eso debió aceptar el apoyo de organizaciones civiles, entre ellas la Cruz Roja, que junto a estudiantes de la Facultad de Medicina de la UES brindaron apoyo en la atención y traslado de heridos. Así como la solidaridad se incrementaba, en igual proporción lo hacía la indignación contra las autoridades hondureñas, tanto que se repetía una Cruzada de Dignidad Nacional. Asimismo, numerosas organizaciones salieron a la luz (asociaciones religiosas y vecinales, clubes, sindicatos, maestros) en una sociedad cuya política cotidiana era dominada por los partidos políticos, en especial el PCN. De igual forma, los medios de comunicación, sacaban los testimonios de aquellos expulsados del país vecino.[73]​(79-81pp)

Pese a que la economía no sufrió un cambio radical en función de la guerra, o que no hubo un reclutamiento masivo, los civiles sí se ubicaron en apoyo al gobierno, sea con donaciones, compra de bonos, o la donación de material para confeccionar los uniformes militares.[51]​(98-103pp)

Tras el rompimiento de las relaciones diplomáticas, se organizó una "Cruzada nacional de auxilio" entre la fuerza armada y organizaciones civiles, y el 4 de julio se fundó el Comité de Defensa Civil por medio de un comité de Defensa Nacional, como defensa de retaguardia ante el inminente conflicto.[30]​(82-84pp)

En Honduras

En el desarrollo del conflicto se organizaron Comités Civiles de Defensa Nacional en poblaciones importantes. Otros fueron los Comités Cívicos de Emergencia que formaban parte de un plan militar llamado "Congolón" para coordinar las acciones con las fuerzas armadas, aunque no parecieron tener efectividad esperada al inicio de la guerra. De hecho existió un Comité Cívico Pro-Defensa Nacional encabezado por el presidente, y numerosas organizaciones civiles e incluso el arzobispo hondureño, entre otros. Se sabe que también cientos de jóvenes acudieron al llamado de la FEUH -de tendencia izquierdista y opositora del gobierno antes del conflicto-[29]​ para prestar servicio militar. Los estudiantes de educación superior también organizaron "Patrullas Universitarias" junto a comités de barrio en SPS.[74]​ (127-129pp)

En vista que las fuerzas de seguridad pública del estado se encontraban enrolados en el ejército, otros miembros de la sociedad civil tomaron su lugar, tales como los boy scouts en funciones de dirección de tránsito y secretarias y enfermeras jubiladas que pasaron a llenar las plazas desocupadas.[74]​(127-129pp)

Más importante fueron las labores de apoyo en la retaguardia al ejército, incluso peleando a la par de las tropas, especialmente en el occidente. Armados con pistolas, machetes o fusiles de caza, y sin preparación militar adecuada, en unos lugares presentaron más resistencia que otros. Se dice que las bajas de estos elementos no se contaron entre las bajas oficiales, entre ellos los ejecutados sumariamente por el ejército salvadoreño.[75]​ (130-136pp)Incluso el partido opositor, el Partido Liberal, brindó su apoyo incondicional.[29]

Después del conflicto

Para el 25 de julio el gobierno hondureño envió una nota al secretario general de la OEA, Galo Plaza Lazo, para que este pusiera en conocimiento de la CIDH las violaciones a los hondureños por parte del ejército invasor. Se alegaba el desplazamiento de 27000 personas, aparte de los bombardeos indiscriminados contra los poblados, asesinatos, incendios, saqueos, y otras agresiones contra los civiles y sus propiedades.[75]​ (130-136pp)[38]​Para corroborar los hechos, negados por los salvadoreños en una carta del subsecretario de Relaciones Exteriores Guillermo Paz Larín en la que reafirmaba la legítima defensa,[38]​ una sub comisión se desplazó a Honduras para recabar los testimonios de perjudicados.

En todo caso, ante la OEA el estado hondureño se encontraba en una posición más ventajosa desde el punto de vista legal al mostrarse como la nación agredida. Aparte que se justificaban con la situación irregular de la mayoría de salvadoreños que residían sin estatus legal. En contraste la diplomacia salvadoreña, con Alfredo Martínez Moreno a la cabeza, se empeñaron en denunciar la hostilidad gubernamental hacia los salvadoreños del gobierno hondureño que todavía estaban en este país, mientras que en El Salvador, los hondureños no sufrían persecución alguna.(129-130TA)

En suma, las posiciones encontradas se resumían en la exigencia de retirada de las tropas salvadoreñas del territorio por parte de Honduras, y la exigencia de garantías de seguridad de los residentes salvadoreños en el vecino país por parte de El Salvador.[76]

Se considera que la OEA entró en acción demasiado tarde. Para el caso, fue hasta el 23 de julio que se presentó un informe preliminar de la subcomisión de DDHH acerca del conflicto.[11]​El 7 de agosto la CIDH dio a conocer la resolución que contenía las siguientes recomendaciones: cese de propaganda que indujera a actos de persecución, investigación de actos de violencia por parte de las autoridades a los extranjeros residentes de ambos países, reparación de las violaciones a los Derechos Humanos comprobadas.[38]

Pese a todo los observadores militares de la OEA cumplieron su función debidamente.[69]​En cuanto a los Estados Unidos, el investigador Alcántara Sáez fue de la opinión que la potencia prefirió mantenerse alejada del conflicto para limpiar su imagen de intervencionista -que rondó la indiferencia-[35]​ aunque asumió un papel en contra de fuertes sanciones contra El Salvador que podrían «agravar la situación económica salvadoreña, y por otro, deteriorar el estado de ánimo de la población, cuya posición en contra de la OEA se había hecho manifiesta y en cuyo seno comenzaban los movimientos de izquierda a cuestionar el alcance del reciente conflicto». [69]


Bajas

No existe uniformidad en el número de bajas de ambos bandos, en lo que sí hay certeza es que fueron menos de 6 mil las muertes provocadas por el conflicto.[77]

Para Thomas A. Anderson, "dos mil fueron asesinados (grupos irregulares y civiles)(126-128TA), al menos el doble de esa cifra fueron heridos, cien mil resultaron refugiados, cincuenta millones en pérdidas, y el sueño de un América Central unida nuevamente frustrado".(A p.1)Por otra parte, el autor señala que muchos hechos del conflicto fueron exagerados, ya que supo de testimonios de hondureños como de salvadoreños que vivían en el territorio extranjero que no fueron molestados.(98,TA)Además, precisa que el número de salvadoreños perdieron la vida debido a las agresiones en Honduras es desconocido, y que las agresiones no fueron generalizadas en el territorio.(101-103,TA)

Específicamente Anderson señala que entre los combatientes de ambos bandos el número de bajas ronda los 250, 107 por los salvadoreños y 99 por los hondureños.(126-128TA)Además, un reporte del New York Times establecía que al finalizar la guerra, y para el 17 de agosto, existían 8965 salvadoreños detenidos en Honduras, mientras que en El Salvador 238 hondureños estaban en custodia.(126-127TA)

Otras fuentes señalan entre 4 mil y seis mil muerte entre soldados y civiles.[53]

Consecuencias

Para Thomas Anderson, la "tragedia" del conflicto no debería centrarse en el campo de batalla, sino más bien en el masivo desarraigo que produjo en la vida de muchos campesinos en ambos países. Aparte del hecho de incrementar el número de pobres también interrumpió el crecimiento económico de ambas naciones. (126-128TA)Alfredo Bruno Bologna resume así las consecuencias inmediatas en la economía de los países en conflicto: «En el sector agrícola el conflicto perjudicó principalmente a Honduras; en el sector industrial, a El Salvador, ya que el 79,8 por 100 de su producción manufacturera se dirigía a ese mercado».[78]​Esto tuvo consecuencia que Honduras pidiera la revisión del MCCA, del cual se separó el 31 de diciembre de 1970 y aprobó en su lugar tratados bilaterales con los países vecinos. Por su parte, para los demás países existió un marco multilateral.[78]

En tanto, y con las fronteras cerradas, las escaramuzas en las fronteras de ambas naciones continuaron: En el inicio del año 1970 Honduras protestó por el ataque aéreo y terrestre de algunos poblados, mientras que en febrero se reportó la baja de cuatro soldados salvadoreños. Esto motivó la reunión de cancilleres centroamericanos para tratar el tema en el mes de junio en la ciudad de San José en donde el presidente José Figueres jugó un rol importante para la firma del Pacto de San José que entre otros puntos establecía una zona de seguridad de tres kilómetros de ancho en ambas fronteras. Pese a todo, las comunicaciones entre ambos estados se restablecían gradualmente, para 1971, en abril y mayo se registraron nuevos incidentes.(131-133TA)

Para el 15 de septiembre de 1973 se tenía previsto un encuentro entre representaciones oficiales, pero el intento se frustró debido al tema de la demarcación de las fronteras, punto incluido en las negociaciones, y muy importante en la agenda hondureña. En las mismas fronteras, sin embargo, todavía se reportaron intercambios de disparos en diciembre de ese año y en julio de 1976 cerca de la aldea de Sazalapa, Lempira, justo siete años después de terminado en conflicto; de hecho, el 23 de ese mismo mes se reunieron los Jefes de Estados Mayores para detener cualquier hostilidad.[79]​ Otro encuentro oficial se llevó a cabo en Managua en agosto de ese año para cumplir el acuerdo de San José, en el que se creó precisamente el Acta de Managua que se estableció una zona desmilitarizada de 3 km de ancho de cada línea fronteriza con presencia de observadores.[79]​En septiembre de ese año, se reunieron los cancilleres de ambos países quienes firmaron un acuerdo para firmar «un tratado general que dé fin, en forma pacífica, a las diferencias que se ha hecho mención y obtener los avances logrados y los acuerdos que en principio han llegado las partes por la vía de la negociación directa, a fin de que puedan ser eficazmente impulsados».[79]

Pese a todo, al final de la década el tránsito de personas y productos, aunque irregular, tenía cierta fluidez: los hondureños tenían libre tránsito en ambas fronteras, pero no así los salvadoreños residentes en el territorio vecino que eran impedidos de regresar; y los productos salvadoreños no podían ingresar a Honduras, aunque esto se evadía a través de la frontera de Guatemala y Honduras.(134-139TA)

En el plano político, tanto la élite industrial salvadoreña como los gobernantes hondureños salieron airosas de sus respectivos problemas internos. Los primeros en cuanto se evitó la llegada masiva de emigrantes al lograr el respeto de los residentes salvadoreños en el vecino país lo que podría haber provocado una «grave crisis económica», y los segundos en cuanto lograron disminuir las protestas sociales.[69]


Referencias

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Obras

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