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Revisión del 12:19 9 mar 2010

Palacio de Aguas Corrientes
Depósito Ingeniero Guillermo Villanueva
Monumento histórico

Fachada del edificio
Localización
País Argentina
Localidad Balvanera
Ubicación Av. Córdoba 1950, Balvanera
Buenos Aires
Bandera de Argentina Argentina
Coordenadas 34°36′02″S 58°23′42″O / -34.600555555556, -58.395{{#coordinates:}}: no puede tener más de una etiqueta principal por página
Información general
Estilo Eclecticista
Declaración 1989
Inicio 1887
Finalización 1894
Construcción 1887
Inauguración 1894
Coste $ 5.531.000
Propietario AySA
Altura 21 m.
Detalles técnicos
Plantas 3
Superficie
Diseño y construcción
Arquitecto Olof Boye
Ingeniero civil Carlos Nystönner
Contratista Bateman, Parsons & Bateman
https://www.aysa.com.ar/lobuenodelagua/palacio

El Palacio de Aguas Corrientes (llamado Ingeniero Guillermo Villanueva) es un edificio emblemático de la ciudad de Buenos Aires, Argentina. Fue construido para alojar los tanques de suministro de agua corriente de la creciente ciudad a fines del siglo XIX, envueltos en una arquitectura suntuosa de materiales importados. Se encuentra en la Avenida Córdoba nº 1950, barrio de Balvanera.

Historia

Caños de agua

En la segunda mitad del siglo XIX, la ciudad de Buenos Aires comenzó a crecer rápidamente, recibiendo sucesivas oleadas migratorias y consolidándose como puerto. El progresivo aumento de la población trajo con él los problemas del hacinamiento y la falta de preparación de los servicios públicos para abastecer a una cantidad cada vez mayor de personas.

Las epidemias comenzaron a abundar: en 1867 el cólera mató a 1500 personas, en 1869 la tifoidea mató a 500, y en 1871 aconteció la histórica epidemia de fiebre amarilla que se llevó a 14000 de las 178000 personas que vivían en Buenos Aires.

Ante los signos alarmantes del deficiente sistema de agua potable, las autoridades del recién unificado país tomaron la decisión de proveer a la capital de una red de agua corriente de avanzada, aprovechando una época de abundancia económica y de prosperidad. Siguiendo los planes del ingeniero civil inglés John Bateman, el gobierno nacional decidió que el depósito de aguas se instalaría en la zona norte de la ciudad, y se proveería a la misma de caños subterráneos, con la voluntad de que el edificio del depósito fuera un edificio fastuoso, cuyo presupuesto alcanzó los 5.531.000 de pesos fuertes.

El museo

La compañía Bateman, Parsons & Bateman estuvo a cargo de la construcción, que fue dirigida por el ingeniero sueco Carlos Nystönner y el arquitecto noruego Olof Boye. Las obras comenzaron en 1887, emplearon a 400 obreros y finalizaron en 1894, siendo inaugurado el edificio por el presidente Luis Sáenz Peña.

Sucesivamente, el depósito fue operado por Obras Sanitarias de la Nación (que ubicó allí sus oficinas hacia 1930), Aguas Argentinas y Agua y Saneamientos Argentinos (actualmente). En 1989, mediante el decreto 325, el Palacio de Aguas Corrientes se transformó en Museo Histórico Nacional.

Descripción

El edificio es uno de los más exuberantes de Buenos Aires, y una muestra de la arquitectura ecléctica que encantaba a las clases altas que gobernaron la Argentina hasta 1916. El estilo puede encuadrarse dentro del impuesto en el Segundo Imperio Francés, y se destacan las piezas de cerámica policromada y los abundantes ornamentos en la fachada.

En sus tres niveles, contiene 12 tanques de agua con capacidad total de 72 millones de litros de agua, con un peso calculado de 135000 toneladas. Estos son sostenidos por una estructura portante de vigas, columnas y cabriadas metálicas. Las paredes son de hasta 1,80 metro de espesor, y sostienen a las 180 columnas, distanciadas seis metros entre sí. En el centro del palacio, un patio interno provee de luz y aire a los ambientes.

Sin embargo, es la fachada lo más conocido y admirado del Palacio de Aguas Corrientes. Su revestimiento fue realizado en 130 mil ladrillos esmaltados y 170 mil piezas de cerámica importados de Bélgica e Inglaterra y numerados para facilitar su colocación. Las piezas de mármol que pretendían cubrir la fachada en el proyecto original fueron reemplazadas por piezas de terracota elaboradas en las fábricas Royal Doulton & Co., de Londres, y Burmantofts Company, de Leeds. Los techos fueron realizados en pizarra verde traída de Francia.

La idea de transformar un depósito de tanques de agua en un palacio ha recibido numerosas críticas, en general en relación con la falta de necesidad de dotar a una instalación de este tipo de semejante lujo, considerándolo una exageración y un derroche. Sin embargo, era usual en esos tiempos que edificios de funciones utilitarias, como depósitos o terminales ferroviarias, fueran envueltas en exteriores de aspecto palaciego.

Referencias