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Diferencia entre revisiones de «Duda metódica»

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La hipótesis del genio maligno es un recurso argumentativo propuesto por René Descartes en las [[Meditaciones metafísicas]]. Con él Descartes culmina la duda metódica, que adquiere así la máxima radicalidad.
La hipótesis del genio maligno es un recurso argumentativo propuesto por René Descartes en las [[Meditaciones metafísicas]]. Con él Descartes culmina la duda metódica, que adquiere así la máxima radicalidad.


Descartes sugiere que tal vez hemos sido creados por un dios que nos obliga a engañarnos sistemáticamente, que ha dispuesto nuestra naturaleza de tal modo que creemos estar en la verdad cuando realmente estamos en el error. Con esta hipótesis se cuestiona la legitimidad de las proposiciones que parecen tener la máxima evidencia, las que se presentan con "claridad y distinción" (excepto las referidas a la propia mente, como mostrará el descubrimiento del cogito), proposiciones del tipo "dos más tres es cinco" o "la suma de los ángulos de todo triángulo es igual a dos rectos". Por lo tanto, llega a cuestionar la veracidad de la propia matemática.
Descartes sugiere que tal vez hemos sido creados por un dios que nos obliga a engañarnos sistemáticamente, lo cual es mentira, que ha dispuesto nuestra naturaleza de tal modo que creemos estar en la verdad cuando realmente estamos en el error. Con esta hipótesis se cuestiona la legitimidad de las proposiciones que parecen tener la máxima evidencia, las que se presentan con "claridad y distinción" (excepto las referidas a la propia mente, como mostrará el descubrimiento del cogito), proposiciones del tipo "dos más tres es cinco" o "la suma de los ángulos de todo triángulo es igual a dos rectos". Por lo tanto, llega a cuestionar la veracidad de la propia matemática.


El objetivo de este extraño supuesto es investigar si es posible encontrar algo que sea absolutamente indudable: si encontramos una creencia que llegue a superar esta hipótesis, su calidad como verdad será extraordinaria. Aunque Descartes no explica ni justifica cuidadosamente la hipótesis del genio maligno, parece que se refería a las siguientes cuestiones: podemos considerar que nuestro reconocimiento de algo como verdadero es consecuencia de nuestra naturaleza (nosotros diríamos ahora de nuestro cerebro) y podríamos pensar que vemos algo como verdadero porque estamos hechos como estamos hechos, de tal forma que a distinta constitución distinto conocimiento.
El objetivo de este extraño supuesto es investigar si es posible encontrar algo que sea absolutamente indudable: si encontramos una creencia que llegue a superar esta hipótesis, su calidad como verdad será extraordinaria. Aunque Descartes no explica ni justifica cuidadosamente la hipótesis del genio maligno, parece que se refería a las siguientes cuestiones: podemos considerar que nuestro reconocimiento de algo como verdadero es consecuencia de nuestra naturaleza (nosotros diríamos ahora de nuestro cerebro) y podríamos pensar que vemos algo como verdadero porque estamos hechos como estamos hechos, de tal forma que a distinta constitución distinto conocimiento.

Revisión del 22:07 25 feb 2013

El objetivo de Descartes es encontrar verdades absolutamente ciertas sobre las cuales no sea posible dudar en absoluto, verdades evidentes que permitan fundamentar el edificio del conocimiento con absoluta garantía. El primer problema planteado es cómo encontrarlas y, para resolverlo, elabora el método.

Una vez obtenido, se cuestiona por dónde empezar la búsqueda. La respuesta y el primer momento de este proceso de búsqueda del conocimiento verdadero es la llamada duda metódica.

La duda metódica

Exigir un punto de partida absolutamente verdadero obliga a un largo proceso de crítica y eliminación de todos los conocimientos que hasta el momento eran considerados verdaderos, pero que, sin embargo, no poseen una certeza absoluta que esté más allá de cualquier posibilidad de duda, por muy radical y extrema que sea. Los sentidos nos ponen en contacto con el mundo material y nos proporcionan un conocimiento de cosas que solemos aceptar como verdadero. Pero también sabemos que, a veces, los sentidos nos engañan.

Todo lo que he admitido hasta el presente como más seguro y más verdadero lo he aprendido de los sentidos o por los sentidos; ahora bien, he experimentado que a veces tales sentidos me engañan, y es prudente no fiarse nunca por entero de quienes nos han engañado alguna vez.

Existe un gran número de ilusiones y alteraciones perceptivas, como cuando sumergimos un palo en el agua y lo vemos quebrado y, sin embargo, sabemos que está entero. O ver las cosas alteradas por la distancia u otra circunstancia, como cuando vemos desde lejos una torre redonda que luego descubrimos que es cuadrada. Igualmente hay otras alucinaciones y otras alteraciones de la percepción que nos hacen percibir como verdaderas o existentes "realidades" que no lo son en absoluto. Estos hechos son innegables, pero se dudará sobre en qué medida son suficientes para desechar por completo la percepción sensible como fuente de conocimiento o de concluir de esas experiencias que los sentidos nos engañan siempre.

' Hipótesis del sueño: imposibilidad de distinguir el sueño de la vigilia '

Tanto cuando estamos durmiendo, como cuando estamos despiertos, no podemos distinguirlos. En ocasiones nos da la sensación de que sí podemos distinguirlos, porque cuando estamos dormidos los sueños son menos intensos, como estando en una nebulosa, pero cuando tenemos pesadillas las sensaciones se intensifican como si fueran reales. Además, considerando que ya hemos sido engañados por los sentidos, ¿quién nos asegura que mientras estamos leyendo esto no estamos dormidos? Porque en algunos sueños hemos soñado lo mismo que en la realidad, que estamos delante del fuego, con el papel en las manos... Descartes, concluye que no se puede distinguir el sueño de la vigilia.

La existencia del mundo exterior

Aunque es mucho más difícil dudar de que existían realmente cosas fuera del sujeto, sin embargo podemos imaginarnos que nuestras percepciones son como un sueño permanente y universal, y no existe manera de determinar si se trata de una proyección psíquica o de una existencia real. Por lo tanto, tenemos que dudar también de la existencia del mundo exterior. Descartes aunque genio racional por excelencia siempre tuvo cierto escepticismo por lo que su método fue cuestionado por Jean Pino.

Hipótesis del genio maligno

La hipótesis del genio maligno es un recurso argumentativo propuesto por René Descartes en las Meditaciones metafísicas. Con él Descartes culmina la duda metódica, que adquiere así la máxima radicalidad.

Descartes sugiere que tal vez hemos sido creados por un dios que nos obliga a engañarnos sistemáticamente, lo cual es mentira, que ha dispuesto nuestra naturaleza de tal modo que creemos estar en la verdad cuando realmente estamos en el error. Con esta hipótesis se cuestiona la legitimidad de las proposiciones que parecen tener la máxima evidencia, las que se presentan con "claridad y distinción" (excepto las referidas a la propia mente, como mostrará el descubrimiento del cogito), proposiciones del tipo "dos más tres es cinco" o "la suma de los ángulos de todo triángulo es igual a dos rectos". Por lo tanto, llega a cuestionar la veracidad de la propia matemática.

El objetivo de este extraño supuesto es investigar si es posible encontrar algo que sea absolutamente indudable: si encontramos una creencia que llegue a superar esta hipótesis, su calidad como verdad será extraordinaria. Aunque Descartes no explica ni justifica cuidadosamente la hipótesis del genio maligno, parece que se refería a las siguientes cuestiones: podemos considerar que nuestro reconocimiento de algo como verdadero es consecuencia de nuestra naturaleza (nosotros diríamos ahora de nuestro cerebro) y podríamos pensar que vemos algo como verdadero porque estamos hechos como estamos hechos, de tal forma que a distinta constitución distinto conocimiento.

Tal vez las cosas que puedan considerar verdaderas seres pertenecientes a otras especies, o seres racionales que hayan sufrido una evolución biológica diferente (por ejemplo, los extraterrestres), pueden ser distintas a las nuestras. Cabe dudar que la matemática, por ejemplo, tenga una validez universal, en el sentido de que tal vez para otros seres, seres con una naturaleza psicológica o física distinta a la nuestra, las verdades matemáticas sean también distintas a las nuestras. En definitiva, si reflexiones de este tipo nos llevan a pensar que el reconocimiento de algo como verdadero depende de nuestra propia naturaleza o forma de ser, parece que hasta los conocimientos más firmes pueden ponerse en cuestión. Es posible que Descartes introdujese la hipótesis del genio maligno para señalar esta última duda.

En cuanto a la palabra "genio" nos dice Descartes que podríamos llamar así al Dios que tal vez nos ha hecho de ese modo tan falible para no confundirlo con el Dios cristiano, del cual se predica siempre la bondad.

Véase también