Discusión:Diálogos de paz entre el gobierno colombiano y las FARC-EP (1998-2002)

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Eliminar información no relacionada al tema[editar]

Hola buenas, estuve revisando la sección referente al año 1998 y me parece que es necesario eliminar cierta información no ligada al tema, además que se repite la misma información y resulta tedioso.

Adjunto el texto:

«El éxito de Álvaro Uribe al establecer las condiciones para finalizar el conflicto violento en Colombia con un sometimiento militar primero se debió a la combinación de varios procesos que no dependían del mismo y de varias resoluciones estratégicas y políticas del presidente, que a continuación se detallan entrelazadas. Ante todo, el hecho de que el fracaso del intento creativo y generoso de Andrés Pastrana de poner fin al conflicto fue atribuido por el público a los movimientos guerrilleros. Ya se ha demostrado que el apoyo público a las demandas de esos movimientos dieron al gobierno de Pastrana una fuerte motivación en su búsqueda de vías pacíficas para concluir la contienda. No obstante, la horrenda e incontrolada violencia de la guerrilla durante todo el periodo de negociaciones con el gobierno de Pastrana, logró que se perdiera el apoyo del público a los movimientos combatientes. También la política de secuestros con el fin de obtener rescate o sembrar el miedo adoptada por la guerrilla, su unión a los carteles del narcotráfico y la movilización masiva de niños a sus filas –en realidad más un secuestro o incitación que un convencimiento intelectual de gente para que se uniera a sus filas sobre bases ideológicas– contribuyeron a la pérdida del apoyo público. Esta pérdida se tradujo inmediatamente en un creciente apoyo público al gobierno y a sus dispositivos de seguridad. Ya en el año 2003 Uribe obtuvo el 73% del apoyo público y sus fuerzas de seguridad el 80%, dos datos mucho más altos de lo normal. Y no solo eso, a este apoyo se sumó una gran disposición de la gente a suministrar vital información de inteligencia sobre los movimientos guerrilleros en todo lugar en que fuera revelada a los ojos del público. De ahí en adelante el público aceptó comprensivamente la demanda del gobierno a mantener negociaciones solamente a condición de que las organizaciones cesaran el fuego, lo que también facilitó al gobierno de Uribe tomar la decisión de lanzar una ofensiva mayúscula contra las FARC, definidas por él como el máximo enemigo de Colombia, y ponerlas de rodillas. Lo que también dio ventaja a Uribe fue la falta de una verdadera presión internacional para negociar con la guerrilla. El mundo organizado, y especialmente el Consejo de Seguridad de la ONU, veía el conflicto colombiano como una cuestión interna que no tenía repercusiones internacionales que exigieran su internacionalización y el ejercicio de presión para terminarlo mediante una negociación sin necesariamente con la precondición de un completo alto el fuego por parte de las fuerzas guerrilleras. Otra ventaja de Uribe fue la rotura del techo de cristal del equilibrio estratégico formado entre el estado y los movimientos subversivos. Uribe lo logró invitando e expertos extranjeros, entre ellos a un grupo de ex militares de alto rango de Israel, encabezados por el General Israel Ziv, experto en inteligencia y lucha de comando, retirado del ejército israelí en 2005. Estos expertos entrenaron al ejército colombiano y a la policía en métodos de combate avanzados y extendieron una buena red de inteligencia que contribuyó al rescate de Íngrid Betancourt (junto con otros 14 secuestrados) en julio 2008 y a la localización exacta de todos los movimientos guerrilleros a fin de llevar a cabo ataques focalizados y eficaces a sus fuerzas e instalaciones. En estas acciones fueron muertos todos los cabecillas de las FARC, incluso Raúl Reyes, el número 2 de la organización muerto en marzo de 2008, el jefe militar de la organización, Mono Jojoy, muerto en septiembre de 2010 y el líder Alfonso Cano muerto en noviembre de 2011. Frentes guerrilleros enteros fueron exterminados y sus fuerzas rápidamente empujadas al otro lado de las fronteras colombianas, hacia Venezuela y Ecuador, y también allí continuaron azotándolas las tropas de Colombia. Otra decisión tomada por Uribe, bastante problemática desde el punto de vista político, fue llevar a cabo una reforma constitucional que doblara el periodo presidencial y permitiera la reelección para completar dos periodos consecutivos. Esta reforma constitucional (abolida mientras tanto) efectuada con medios aparentemente no ortodoxos, fue sumamente eficaz en el contexto de la lucha antiguerrillera. De ello dan fe no solo los resultados de la batalla contra las FARC, sino también estadistas destacados como Íngrid Betancourt, quien dijo que sin ese paso el conflicto no hubiera terminado y ella misma no hubiera sido liberada. Cabe mencionar también el hecho de que la movilización de oficiales israelíes se llevó a cabo recién en 2005, y fue accionada plenamente solo en el segundo periodo de Uribe. Este es también el periodo que preparó a quien sustituiría a Uribe en el poder, Juan Manuel Santos, que ofició como Ministro de Defensa en los años 2006-2009 durante el secundo gobierno de Uribe. Es muy probable que si Uribe hubiera cesado ya en 2006, como debía hacerlo según la constitución, su vigorosa línea de acción contra el movimiento guerrillero hubiera cambiado de rumbo. Las motivaciones que impulsaban a Uribe, quien había perdido a su padre, Alberto Uribe Sierra, en un intento de secuestro de las FARC en 1983, no necesariamente hubieran sido las de su sucesor en el poder. Al lograr Uribe someter a las FARC, se abrió el camino para una negociación sin condiciones previas, es decir, manteniendo una tregua absoluta. De este modo, inmediatamente después de asumir el poder, Juan Manuel Santos inició las tratativas con la organización que en 2016 culminaron en un acuerdo de paz. En estos días se llevan a cabo negociaciones de paz con el ELN en La Habana, Cuba, no exentas de dificultades e interrupciones, la última con el atentado perpetrado el 17 de enero del corriente año (2019) contra la Escuela de Cadetes de Policía General Santander, usando un coche bomba que se cobró la vida de 21 cadetes y dejó un saldo de 68 heridos, y otro atentado contra la Policía en Saravena, el 23 del mismo mes, pero ante la debilidad de la organización, que actualmente cuenta con menos de mil quinientos combatientes solamente, y el gran poderío del estado que no está dispuesto a avenencia alguna con el ELN en cuanto a mantener negociaciones de paz bajo el fuego, cabe esperar en breve la maduración de las conversaciones y la firma de un acuerdo de paz. Con ello finalizará el capítulo violento más prolongado de la historia de Colombia, que comenzó con el asesinato de Gaitán en abril de 1948, y el país podrá iniciar un nuevo camino. Un camino más sensible a cuestiones de justicia e igualdad social, que tanto las repúblicas autónomas de los años cincuenta y sesenta como los movimientos guerrilleros marcaron como imperativas, rumbo a la creación de Colombia como un estado nación. La apertura de la política colombiana al multipartidismo, después de 150 años de dualidad política oligárquica, es un signo más que promete el nuevo rumbo que se perfila en Colombia. El éxito de Álvaro Uribe al establecer las condiciones para finalizar el conflicto violento en Colombia con un sometimiento militar primero se debió a la combinación de varios procesos que no dependían del mismo y de varias resoluciones estratégicas y políticas del presidente, que a continuación se detallan entrelazadas. Ante todo, el hecho de que el fracaso del intento creativo y generoso de Andrés Pastrana de poner fin al conflicto fue atribuido por el público a los movimientos guerrilleros. Ya se ha demostrado que el apoyo público a las demandas de esos movimientos dieron al gobierno de Pastrana una fuerte motivación en su búsqueda de vías pacíficas para concluir la contienda. No obstante, la horrenda e incontrolada violencia de la guerrilla durante todo el periodo de negociaciones con el gobierno de Pastrana, logró que se perdiera el apoyo del público a los movimientos combatientes. También la política de secuestros con el fin de obtener rescate o sembrar el miedo adoptada por la guerrilla, su unión a los carteles del narcotráfico y la movilización masiva de niños a sus filas –en realidad más un secuestro o incitación que un convencimiento intelectual de gente para que se uniera a sus filas sobre bases ideológicas– contribuyeron a la pérdida del apoyo público. Esta pérdida se tradujo inmediatamente en un creciente apoyo público al gobierno y a sus dispositivos de seguridad. Ya en el año 2003 Uribe obtuvo el 73% del apoyo público y sus fuerzas de seguridad el 80%, dos datos mucho más altos de lo normal. Y no solo eso, a este apoyo se sumó una gran disposición de la gente a suministrar vital información de inteligencia sobre los movimientos guerrilleros en todo lugar en que fuera revelada a los ojos del público. De ahí en adelante el público aceptó comprensivamente la demanda del gobierno a mantener negociaciones solamente a condición de que las organizaciones cesaran el fuego, lo que también facilitó al gobierno de Uribe tomar la decisión de lanzar una ofensiva mayúscula contra las FARC, definidas por él como el máximo enemigo de Colombia, y ponerlas de rodillas. Lo que también dio ventaja a Uribe fue la falta de una verdadera presión internacional para negociar con la guerrilla. El mundo organizado, y especialmente el Consejo de Seguridad de la ONU, veía el conflicto colombiano como una cuestión interna que no tenía repercusiones internacionales que exigieran su internacionalización y el ejercicio de presión para terminarlo mediante una negociación sin necesariamente con la precondición de un completo alto el fuego por parte de las fuerzas guerrilleras. Otra ventaja de Uribe fue la rotura del techo de cristal del equilibrio estratégico formado entre el estado y los movimientos subversivos. Uribe lo logró invitando e expertos extranjeros, entre ellos a un grupo de ex militares de alto rango de Israel, encabezados por el General Israel Ziv, experto en inteligencia y lucha de comando, retirado del ejército israelí en 2005. Estos expertos entrenaron al ejército colombiano y a la policía en métodos de combate avanzados y extendieron una buena red de inteligencia que contribuyó al rescate de Íngrid Betancourt (junto con otros 14 secuestrados) en julio 2008 y a la localización exacta de todos los movimientos guerrilleros a fin de llevar a cabo ataques focalizados y eficaces a sus fuerzas e instalaciones. En estas acciones fueron muertos todos los cabecillas de las FARC, incluso Raúl Reyes, el número 2 de la organización muerto en marzo de 2008, el jefe militar de la organización, Mono Jojoy, muerto en septiembre de 2010 y el líder Alfonso Cano muerto en noviembre de 2011. Frentes guerrilleros enteros fueron exterminados y sus fuerzas rápidamente empujadas al otro lado de las fronteras colombianas, hacia Venezuela y Ecuador, y también allí continuaron azotándolas las tropas de Colombia. Otra decisión tomada por Uribe, bastante problemática desde el punto de vista político, fue llevar a cabo una reforma constitucional que doblara el periodo presidencial y permitiera la reelección para completar dos periodos consecutivos. Esta reforma constitucional (abolida mientras tanto) efectuada con medios aparentemente no ortodoxos, fue sumamente eficaz en el contexto de la lucha antiguerrillera. De ello dan fe no solo los resultados de la batalla contra las FARC, sino también estadistas destacados como Íngrid Betancourt, quien dijo que sin ese paso el conflicto no hubiera terminado y ella misma no hubiera sido liberada. Cabe mencionar también el hecho de que la movilización de oficiales israelíes se llevó a cabo recién en 2005, y fue accionada plenamente solo en el segundo periodo de Uribe. Este es también el periodo que preparó a quien sustituiría a Uribe en el poder, Juan Manuel Santos, que ofició como Ministro de Defensa en los años 2006-2009 durante el secundo gobierno de Uribe. Es muy probable que si Uribe hubiera cesado ya en 2006, como debía hacerlo según la constitución, su vigorosa línea de acción contra el movimiento guerrillero hubiera cambiado de rumbo. Las motivaciones que impulsaban a Uribe, quien había perdido a su padre, Alberto Uribe Sierra, en un intento de secuestro de las FARC en 1983, no necesariamente hubieran sido las de su sucesor en el poder. Al lograr Uribe someter a las FARC, se abrió el camino para una negociación sin condiciones previas, es decir, manteniendo una tregua absoluta. De este modo, inmediatamente después de asumir el poder, Juan Manuel Santos inició las tratativas con la organización que en 2016 culminaron en un acuerdo de paz. En estos días se llevan a cabo negociaciones de paz con el ELN en La Habana, Cuba, no exentas de dificultades e interrupciones, la última con el atentado perpetrado el 17 de enero del corriente año (2019) contra la Escuela de Cadetes de Policía General Santander, usando un coche bomba que se cobró la vida de 21 cadetes y dejó un saldo de 68 heridos, y otro atentado contra la Policía en Saravena, el 23 del mismo mes, pero ante la debilidad de la organización, que actualmente cuenta con menos de mil quinientos combatientes solamente, y el gran poderío del estado que no está dispuesto a avenencia alguna con el ELN en cuanto a mantener negociaciones de paz bajo el fuego, cabe esperar en breve la maduración de las conversaciones y la firma de un acuerdo de paz. Con ello finalizará el capítulo violento más prolongado de la historia de Colombia, que comenzó con el asesinato de Gaitán en abril de 1948, y el país podrá iniciar un nuevo camino. Un camino más sensible a cuestiones de justicia e igualdad social, que tanto las repúblicas autónomas de los años cincuenta y sesenta como los movimientos guerrilleros marcaron como imperativas, rumbo a la creación de Colombia como un estado nación. La apertura de la política colombiana al multipartidismo, después de 150 años de dualidad política oligárquica, es un signo más que promete el nuevo rumbo que se perfila en Colombia.»

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