Cide Hamete Benengeli
Cide Hamete Benengeli es un personaje ficticio, un supuesto historiador musulmán creado por Miguel de Cervantes en su novela Don Quijote de la Mancha.
Esta habilidosa pirueta literaria metaficcional parece buscar dar más credibilidad al texto, haciendo creer que don Quijote fue un personaje real y que la historia podría tener décadas de antigüedad. Sin embargo, por otro lado es obvio para el lector que tal cosa es imposible, pues la presencia de Cide Hamete plantea múltiples incongruencias temporales.
Cide Hamete es morisco: aunque no se le aplica explícitamente este adjetivo, sí dice Cervantes que es «arábigo y manchego», es decir, un musulmán español de lengua árabe, y no un norteafricano o un otomano.
Sobre el nombre
Se han hecho muchas elucubraciones acerca del significado del nombre de este autor ficticio. El primer elemento, «Cide», es el que plantea menos problemas, ya que como el propio don Quijote aclara, significa «señor» en árabe: es una perversión de سيد sīd.
El nombre «Hamete» es también la forma castellana de un nombre propio indoeuropeo de onomástica hispanomusulmana. Sin embargo, los autores no están muy de acuerdo en su equivalencia exacta en árabe, que puede corresponder a tres nombres de varón muy parecidos y etimológicamente afines. El hispanista egipcio Abd al-Aziz al-Ahwani lo hace equivaler a حمادة Ḥamāda; el hispanista Abd al-Rahman Badawi opta por حميدḤāmid, mientras que el también hispanista Mahmud Ali Makki afirma que se trata de أحمدAḥmad, nombre éste de uso más corriente que los dos anteriores.
El significado de «Benengeli» ha hecho correr más tinta. El primero en proponer una interpretación fue el arabista José Antonio Conde (m. en 1820), que lo interpretó como castellanización de ابن الأيل ibn al-ayyil, «hijo del ciervo», con la que Cervantes aludía de forma sutil a su propio apellido. De la misma opinión fue el cervantista Diego Clemencín y la siguió Abd al-Rahman Badawi.
El orientalista Leopoldo Eguílaz y Yanguas hizo proceder «Benengeli» de berenjena, una interpretación que también hace Sancho Panza en la novela.
Los cervantistas Saadeddine Bencheneb y Charles Marcilly propusieron como etimología ابن الإنجيل ibn al-Inŷīl, esto es, «hijo del Evangelio», con el que Cervantes haría un juego de palabras irónico con el nombre del supuesto autor del Quijote y su carácter musulmán y el carácter cristiano del autor real, él mismo.
Para el hispanista Mahmud Ali Makki, ninguna de las interpretaciones anteriores tiene consistencia y, como otros autores, se inclina por suponer que el nombre es simplemente una invención, aunque apunta que quizá pueda estar inspirado en el apellido de una conocida familia andalusí originaria de Denia, los Beni Burungal o Berenguel (بني برنجل, apellido de origen catalán —Berenguer—, arabizado y luego nuevamente romanceado en Berenguel).
Respecto a la relación de Cervantes con lo árabe y lo morisco en general y la lengua árabe en particular (sin la cual no habría podido hacer esos juegos de palabras que se le atribuyen en el caso de «Benengeli»), hay que recordar que pasó cinco años cautivo en Argel. Como cautivo de rescate, se le permitía moverse por la ciudad y relacionarse con sus habitantes. Por otro lado, Américo Castro fue el primero en señalar su posible origen converso, hipótesis que ha sido sostenida en mayor o menor grado por autores posteriores. Y La Mancha, por último, así como buena parte de la mitad sur de la Península, estaba densamente poblada por moriscos. En cualquier caso, lo árabe y lo islámico no le era ajeno.
Parodia de los libros de caballerías
Este aspecto estilístico procede de los libros de caballerías, género cuyo autor parodiará con este recurso tan utilizado en dichos libros, como el Cristalián de España de Beatriz Bernal, en el que cuenta el haber encontrado un libro en una tumba antigua y su decisión de copiarlo. Otro ejemplo de este recurso podemos verlo en Florisando de Páez de Ribera, el cual dice haber traducido del toscano una obra de origen griego. De modo que estas aventuras nunca se presentan como invenciones de los propios autores, dándole con ello mayor verosimilitud. Esta manera de contar la historia le dará a Cervantes la oportunidad de hacer comentarios jocosos, irónicos acerca de la misma e incluso hacer varios juegos ficcionales. Un ejemplo de ello es el manuscrito que le enseñan al Quijote de sus aventuras en la primera parte. Por lo tanto, se puede decir que este recurso parte de una parodia del género caballeresco pero que se va transformando gracias al talento del escritor.
Referencias
- Abd Al-Aziz al-Ahwani, trad. árabe y notas a Don Quijote de la Mancha, El Cairo, 1957.
- Abd Al-Aziz al-Ahwani, «Cervantes y sidi Hamada», Al-Maŷalla, núm. 96, El Cairo, diciembre de 1964, págs. 14-22.
- Abd al-Rahman Badawi, trad. árabe y notas a Don Quijote de la Mancha, Abu Dhabi, Al-Madà, 1998.
- Ángel González Palencia, «Cervantes y los moriscos», Boletín de la Real Academia Española, núm. XXVII, 1948, págs. 107-122.
- Américo Castro, Cervantes y los casticismos españoles, Madrid, Alfaguara/Alianza, 1974.
- Diego Clemencín, ed. y notas a Don Quijote de la Mancha, Madrid, Castilla, 1967.
- Leopoldo Eguílaz y Yanguas, «Notas etimológicas a El ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha», en Homenaje a Menéndez Pelayo en el año vigésimo de su profesorado, vol. II, Madrid, Librería General de Victoriano Suárez, 1899, págs. 121-142.
- Charles Marcilly y Saadeddine Bencheneb, «Qui était Cide Hamete Benengeli?», en Mélanges à la mémoire de Jean Sarrailh, vol. I, París, Centre de recherches de l'Institut d'études hispaniques, 1966, págs. 97-116.
- Mahmud Ali Makki, «Los Banu Burungal, una familia de intelectuales denienses», Sharq al-Andalus, núm. 21, Alicante, 1993-1994.
- VV.AA. «Historia de la literatura española» Vol. II. Renacimiento y Barroco.Everest. págs. 702-703