Vehículo submarino no tripulado

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Los vehículos de exploración submarina son aparatos submarinos autopropulsados, equipados para el estudio de los ecosistemas marinos y los fenómenos que en ellos tienen lugar. Son vehículos automatizados de exploración y trabajos submarinos son sofisticados robots especialmente adaptados al medio marítimo.

Aunque su diseño se halla en consonancia con el trabajo que tienen encomendado, la mayoría de estos avanzados aparatos incorpora las últimas tecnologías de la informática y de la robótica y dispone de sistemas autónomos de negación y propulsión.

Entre los trabajos usuales que deben realizar los vehículos submarinos destacan la exploración, el estudio y la explotación de recursos del fondo marino; el tendido de cables de comunicación; la construcción y el mantenimiento de plataformas petrolíferas y de oleoductos, y la localización de navíos u otros objetos hundidos.

Descripción

Los vehículos submarinos, gobernados por control remoto (bien por cable, bien por ondas), son complejos aparatos especialmente diseñados y preparados para realizar multitud de funciones en un medio tan inhóspito para el hombre como es el fondo del mar.

Los vehículos submarinos autónomos son los más avanzados de toda la gran familia de los robots submarinos. Estos modelos disponen de eficaces sistemas de orientación (sonar y visión artificial) y de desplazamiento (hélices sobre todo, pero también ruedas, orugas o patas).

Estos sofisticados dispositivos mecánicos tienen un programa informático de navegación y control muy complicado. Gracias a la incorporación de sensores y sentidos electrónicos y de diseños de inteligencia artificial, estos aparatos pueden ver, reconocer y sortear obstáculos; buscar, analizar y reparar piezas defectuosas; cambiar de rumbo y efectuar correcciones funcionales sin la necesidad imperiosa de la intervención del operador de superficie.

Los vehículos submarinos autónomos tienen capacidad para realizar miles de fotografías y grabar centenares de metros de cintas de vídeo. Los modelos más avanzados transmiten en directo imágenes por televisión a través de delgadísimos cables de fibra óptica.

Uno de estos vehículos submarinos de diseño eficaz y con prestaciones destacadas es el Epaulard (orca, en francés), controlado a distancia por un operador situado en un barco de superficie. El aparato puede descender a más de 1.000 m sin necesidad de mantener una conexión física con el barco nodriza. Tiene una capacidad restrictiva para seguir un programa previamente grabado en su memoria, pero fácilmente se mantiene online, en comunicación abierta con la superficie. Está equipado con cámaras e la proa que fotografían la escena elegida desde todos los ángulos, por lo que se ha mostrado muy valioso en la localización de objetos diversos en el fondo del mar y para el estudio del lecho oceánico.

En pruebas recientes este aparato ha descendido ya a 5.300 m, aunque puede alcanzar los 6.000 m, ha fotografiado docenas de kilómetros cuadrados del fondo del océano Pacífico, ha localizado enormes depósitos de lava cerca de las costas del estado norteamericano de Oregón y ha investigado un volcán de la costa italiana. Sus motores son alimentados por una batería con autonomía de ocho horas, dispone de cinco ordenadores de navegación y control, sonar, faros y sensores de profundidad. Se sumerge a razón de 80 centímetros por segundo y se desplaza a siete metros del fondo a una velocidad de un metro por segundo. El vehículo indica su posición a la base de superficie cada diez segundos.

Nuevos artefactos como el de James Cameron  que ha creado un submarino el Deepsea Challenger en forma de torpedo que funciona en una posición vertical, con el que ha logrado alcanzas el fondo de la fosa de las marianas, en el  año 2012  https://www.nationalgeographic.com/news/2012/3/120325-james-cameron-mariana-trench-challenger-deepest-returns-science-sub/

La salud en el fondo del mar

A pesar de los enormes avances de la tecnología submarina y la mejora constante de los vehículos y equipos automatizados de exploración y trabajo submarinos, el hombre aún debe descender a las profundidades marinas. Los buzos profesionales han de ser muy valientes y tener una salud de hierro. Con el tiempo, sin embargo, acostumbran padecer dolores de oído y de las articulaciones. Su vida profesional activa termina, con suerte, hacia los 40 años, pues el riesgo que corren es grande y los accidentes, lamentablemente, muy frecuentes.

Petróleo en el fondo del mar

Desde mediados de los 70, con al explotación de los recursos petrolíferos del mar del Norte, un equipo muy importante de hombres y de material mantiene en constante buen estado los 6.000 km de tuberías y las 129 plataformas flotantes de perforación que allí se encuentran instaladas.

Estos trabajos, a profundidades a menudo considerables, pueden realizarse gracias a los vehículos submarinos teledirigidos como el Ametek-Straza, que con sus brazos articulados realiza 8 funciones preprogramadas, o el Eave Est que funciona mediante un sistema de inteligencia artificial y envía imágenes de Tv en directo.

Referencias