Carta de Enrique IV sobre los poderes de la Iglesia y del Estado, para invitar a los obispos germánicos a la dieta de Worms, abril de 1079:
Para decir solo pocas cosas entre muchas, él usurpó tanto el reino como el sacerdocio contra la voluntad de Dios. Al hacer esto, despreció el mandato santo de Dios, por el cual los dos poderes (reino y sacerdocio) deben estar no en las manos de una sola persona, sino de dos, como el Salvador mismo durante su pasión simbólicamente quiso, hablando de las dos espadas. Cuando se le dijo: «Señor, he aquí dos espadas», Él respondió: «Basta» queriendo decir, que al bastar esta dualidad, se requiere en la Iglesia dos espadas, para detener todo mal: la espiritual y la material, es decir, enseñando que con la espada sacerdotal se debe obligar a los hombres a obedecer al rey, después que a Dios y que con la espada real externamente se deben vencer a los enemigos de Cristo, e internamente obligar a todos los hombres a obedecer al Sacerdocio; y que entre una y otra haya relación de amor, de manera tal que el reino no sea privado del honor del sacerdocio, ni el sacerdocio del del reino.
Monumenta Germaniae Historica, Leges, Sectio IV, vol. I, p. III
Carta e Federico Barbarroja sobre el poder imperial, octubre de 1157
Ya que el reino y el imperio nos pertenecen, puesto que nos han sido confiados a través de la elección de los príncipes, por Dios mismo, que ha sometido al mundo en la pasión de Cristo, su hijo, al gobierno de las dos espadas necesarias...
Monumenta Germaniae Historica, Leges, sectio IV, vol. I, p. 230
