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Lucha Libre en el Cine Mexicano[editar]

Lucha Libre en la pantalla grande

Desde 1952 comenzaron a aparecer las primeras películas de cine de luchadores, las cuales asumieron hasta finales de los años setenta la función de la difusión audiovisual masiva de la lucha libre, al pertenecer al público del cine, en su mayor parte, a la misma clase social que los espectadores de las presentaciones en vivo.[1]

Comienzos[editar]

El cine de luchadores amplio el grado de conocimiento de la lucha libre más allá de este círculo. Esto significa el primer boom de la lucha libre, lo que se conoce como los “tiempos de oro”, tuvo lugar sin la intervención de la televisión privada. En aquellas épocas, acudir al cine de barrio era una costumbre cotidiana de las clases medias y bajas, las películas de lucha libre circulaban en los llamados círculos B-Movie, pues no se proyectaba en los cines grandes y elegantes, y no eran realizadas por directores de renombre. Desde un principio se trato de un “genero pobre, que desde que nació fue pobre”[2]​, y a que pesar de ello era extraordinariamente popular.

Las primeras cuatro películas fueron completamente distintas entre si: se trataba de un melodrama, una comedia, una parodia y una película de acción; la primera de ellas contaba con el héroe “El Santo” como luchador incansable contra el mal, y si bien el mismo no actuaba, si era conocido por su nombre. En esta diversidad de películas subyace ya una de las características de este tipo de cine, en el sentido de que utiliza continuamente otro tipo de géneros para que los luchadores actúen en la pantalla, y al mismo tiempo la lucha libre se convierte en uno de los protagonistas. Los luchadores encuentran legitimación en campos como los Westerns, películas de crimen, melodramas o comedias, sin embargo, las películas de terror o ciencia ficción, que son las películas de “Santo, el Enmascarado de Plata”, son las que más tuvieron éxito a lo largo del tiempo. Hasta 1994 se habían filmado 135 películas de lucha libre, de las cuales 48 son con “El Santo”. [3][4]

De acuerdo con el historiador de cine Ayala Blanco las películas están habitadas por:

Maniáticos estranguladores de mujeres, cerebros del mal, viajeros espaciales, profanadores de tumbas, sabios enloquecidos, y asistentes contrahechos […] por sectas secretas de asesinos […] seres convertidos en figuras de ceras, enterrados en vida, zombis, laboratorios con aparatos de plásticos que hacen bip-bip, monstruos terroríficos de cartón, marcianos que invaden la tierra […] combates a muerte, jovencitas indefensas, villanos del ring, maquinas del tiempo[…] saltos que dejan la fuerza de gravedad en calidad de mugre tramite burocrático,[…] tremendistas revelaciones del esperadísimo lugar común […[5]​]

En esta descripción de la “flora y fauna” de las películas de lucha libre se muestra ya su característica primordial: debido a los costos mínimos con que fueron producidas, estas películas se caracterizaron por una realización muy pobre, con frecuencia abundante en improvisaciones ocurrentes que especialmente en las películas de ciencia ficción y de terror, dan lugar a escenas de humor involuntario. Sin embargo, este humor involuntario solo tiene lugar a partir de un análisis distanciado; en la época del florecimiento del género de películas se tomaban en serio y se disfrutaban con entusiasmo. A la pregunta de si sus películas no caían a veces en lo cómico, “El Santo” respondió en 1980 en una entrevista:

No creo. Claro, que puede haber alguna situación así: yo no puedo decir que no puedo caer en ese bache, que alguna de mis películas en lugar de causar terror pueda causar risa. Cuando es una cinta de terror, tratamos de que no vaya a caer en el ridículo, ni que de risa. Si causa risa no es cosa del actor, ni del productor, mas bien seria ocas del director […] Ahora bien, en alguna de mis películas pudo haber causado risa algún monstruo, pero el monstruo no soy yo, yo estuve actuando en otro sentido, estoy tratando de trabajar en contra de los monstruos, el monstruo tal vez pueda causar risa si tu quieres, pero “El Santo” no ve eso, sobre todos en filmación: El Santo no sabe lo que esta haciendo el monstruo. [6]

Estas películas despertaron también posturas ambivalentes en su recepción internacional. En festivales franceses de películas fantásticas y surrealistas se proyectaron cintas de “El Santo”, mientras que, en México, debido a la existencia real del héroe, estas películas nunca se consideraron como no realistas[7]​.[8]​ Estas recepciones distintas fueron favorecidas por el hecho de que casi d todas las películas se realizaron dos versiones: una mexicana, apta para niños, y una mas liberal, hecha para exportación, a la que se le añadían elementos eróticos.

Debido a su simpleza formal y de contenidos, al cine de luchadores se le ha llamado, “cine de neandertales”.

Características[editar]

Estas películas son inconcebibles sin la presencia de un ring de lucha, aunque este pueda tener -según la trama- distinta importancia. En algunas ocasiones ahí es donde se resuelve el conflicto, es decir, el sometimiento del adversario. En otras, se desarrollan ahí peleas de lucha libre que se intercalan a lo largo de toda la película, durante las cuales el espectador puede desligarse de la trama en la que estaba inmerso y – como si se tratara de una pausa comercial- contemplar la pelea como si estuviera sentado en la arena.[9]

Las tensiones internas, el suspense, se sustituyen a cada rato con el terror permanente y con escenas de lucha. La intención de las películas era la de entretener de una manera simple. Esta simplicidad se propicia a un más con la elección de los adversarios: con frecuencia, el conflicto entre los opuestos “bien” y “mal” no se desarrollaba en absoluto a manera de ficción. Los monstruos y las otras amenazas son malignos, y su aparición es suficiente para iniciar las acciones que culminarían necesariamente en una confrontación luchistica con el enemigo. En la mayoría de los casos, las tomas de los adversarios son a la distancia, desde una cámara estática. Con esto, la dirección de cámaras se equiparaba a las tomas de presentaciones de teatro o de transmisiones televisivas de lucha libre que eran comunes en los principios de sus transmisiones por televisión; solo se volvió más elaboradas en películas posteriores.

El éxito de la lucha libre en el cine se basa sobre todo en los siguientes factores:

  • La lucha libre contaba ya en la arena y en los medios con el rango de espectáculo, y el luchador ya era un ídolo.
  • Hacía falta nuevos ídolos en el cine, las estrellas de cine de charros, como por ejemplo Pedro Infante, y Jorge Negrete habían fallecido ya.
  • Al mezclarse con el ya exitoso genero de cine de terror, las películas de lucha libre se volvieron más atractivas; algunas de las figuras que existían sobre la arena podían ser transferidas al género, eran “personajes aptos para el terror”
  • Las convenciones de lucha libre se asumieron también en el cine; al observar, los espectadores se convertían en cómplices
  • Gracias a la cercanía respecto al pueblo de los héroes, los cuales aparecían “vivos y en persona” en la arena, el publico contaba con mayores posibilidades de identificación.
  • La estructura simple, al igual que la caracterización sencilla de los personajes, facilitaba la recepción de las películas; la teatralidad de la lucha libre y el atractivo de las peleas hacían que las situaciones espeluznante mente inverosímiles de las tramas pasaran a segundo plano.
  • Gracias a los numerosos luchadores que eran famosos entonces en las arenas, durante un tiempo – y al lado de la figura aparentemente inmortal del “El Santo”- puedo el cine construir nuevos ídolos.

Decadencia[editar]

A partir de la muerte de “El Santo”, en 1984, el, cine de luchadores estaba en completa decadencia, si bien las películas que habían sido rodadas hasta entonces siguieron teniendo buena recepción, sobre todo en provincia. En particular para los niños en sitios en el interior de México, durante mucho tiempo la presencia de “El Santo” fue mucho más fundamental que las figuras cinematográficas estadounidenses.[10]

Los escasos intentos de revivir el género con la participación de estrellas de la triple A, o de “El hijo del santo”, de perseguir con la carrera cinematográfica, fracasaron ante la competencia de películas de karate provenientes de Hong-Kong. Tampoco las versiones pornográficas proporcionaron nueva vida a este tipo de cine, y a pesar de las entusiastas presentaciones quedaron como simples curiosidades:

Perpetrada con saña por un equipo de desinhibidos desconocidos, esta curiosa cinta es sin dudad un hito de la cinematografía nacional: e trata de la primera película porno autóctona, y es, además, de luchadores. Por otra parte, el apabullante desfile de celulitis, flacideces, dientes torcidos y cicatrices la convierte también en seria contendiente por el titulo de la peor (y más fea) jamás filmada en el universo entero. Como México, no hay dos [11]

De este modo, las películas de la “época dorada” continúa siendo una difundida en vídeo y en las matinés dominicales de la televisión.

La leyenda de una máscara[editar]

Fue hasta 1989 que el director José Buil, con su película La leyenda de una máscara, intento re elaborar una nueva forma las características y los elementos de una película de lucha libre, dirigiéndola también así hacia u publico nuevo y distinto. Basado en la historia de “El Santo”, un detective privado, venido a menos persigue las huellas del difunto ídolo luchistico “El ángel enmascarado”. Su motivación: desea llegar a develar el secreto de la máscara. Mientras que los adversarios de “El Santo” eran todavía momias, monstruos y vampiros, el detective se enfrenta en sus investigaciones con los adversarios de el “el ángel" : personas que se enriquecieron con su fama, managers, productores, autores de historietas, mujeres. Las figuras de este luchador, “El Ángel”, recuerda por su soledad a héroes del cine noir. Las referencias que se citan en la película, en su mayoría de manera paródica, van desde películas de “el santo” hasta citizen cane, de Orson Wells, provocando un seductor acercamiento al enmascarado héroe. Buil juega continuamente con la estética de las películas de lucha libre y de las historietas de luchadores, es decir, con alusiones a las culturas populares mexicanas. Algunos ejemplos de ello son la creación de un doble de “el ángel” a la manera de un monstruo de Frankenstein, un cómic integrado a la película; la caracterización de los personajes, como si fueran de historieta; las peleas de lucha libre montadas entre los sucesos de la película; y el apoyo visual, basado en la estética de las películas de vampiros de “el santo”. Las alusiones al melodrama y al kitsch, como se pueden encontrar siempre en las “típicas” familias mexicanas, son subrayadas por medio de una atmósfera de a temporalidad, la cual tematiza de nueva cuenta el mito aún vigente en México de “El santo”. José Buil explico que “en México mi película se puede definir neorrealista, mientras que en España es fantástica”, una ambivalencia que comparte con las películas de “el santo”. En México, la leyenda de una máscara tuvo éxito entre un público que probablemente solo conocía las películas de “el santo” de su infancia, y demostró que este género “neandertalesco” también se puede manejar de una manera innovadora.  

  1. Möbius, J. (2007). Y detrás de la máscara-- el pueblo: lucha libre, un espectáculo popular mexicano entre la tradición y la modernidad. México, México: Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Estéticas.
  2. Nelson carro, critico de cine, en entrevista con Janina Mobius, el 14/10/1997 en la ciudad de México
  3. de acuerdo con Delgado/Ocampo 1994, p.94. A este respecto, la relación temporal se ve de la siguiente manera: en los años cincuenta se produjeron dos películas de “el santo”; en los sesenta, 22 películas; en los setenta, otra vez 22; y en los ochenta otras dos. Se advierte que la época del florecimiento de este genero se dio en los años sesenta y setenta. en los ochenta ya se da por muerto al género, a pesar de que desde tiempo antes se había intentado hacerlo renacer por medio de la inclusión de luchadoras. Hasta 1989 José Buil retoma nuevamente el género en su película la leyenda de una máscara. Véanse las filmografías Bourgoin 1979, Carro 1984 y Delgado/Ocampo 1994
  4. Canto, Eduardo (1984). El santo, la verdadera historia del enmascarado de plata. Universo. 
  5. Ayala Blanco, Jorge (1986). La búsqueda del cine mexicano. Posada. 
  6. sano 1980, pp.29 y ss. Por el contrario, el estudioso del cine Ayala Blanco considera a “el santo” el cómico cinematográfico sin corona mas popular de su época. Cfr. Ayala Blanco 1986, p.296.
  7. Burgoin, Stéphane, 1979, “le cinema fantastique mexicain”, en madmovies, fanzine du cinema fantastique, núm. 18, pp 17-31
  8. La afinidad de los surrealistas franceses hacia algunos aspectos de la cultura y de la realidad de México puede encontrarse en muchos casos. Cfr. También las películas de mexicanas de Buñuel, en las cuales la intercalación de elementos surrealistas en la realdad mexicana no perturbo en absoluto al pueblo mexicano
  9. un crítico francés demostró a través del ejemplo de la película El santo vs las mujeres vampiro (1962) que la trama de la película sigue la estructura de series, y que las peleas pueden verse como pausas (publicitarias); Carro 1984, p.38.
  10. Carro, Nelson (1984). filmoteca de la UNAM (filmografía Nacional), ed. El cine de luchadores. México. 
  11. Véase el texto del video-cassette de la película mascara vs bikini, de 1983: “¡fuera máscaras, fuera bikinis, a gozar el deporte mas divertido y excitante del mundo! Un espectáculo de lucha y sexo libre.”