Recuperatio Imperii

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Justiniano I.
Mapa del Imperio Bizantino en 550. En verde las conquistas durante el reinado de Justiniano I.

La Recuperatio Imperii o Renovatio imperii fue un programa militar ideado por el Emperador bizantino Justiniano I con el fin de recuperar los territorios que habían conformado antiguamente el Imperio romano de Occidente y que ahora estaban bajo el poder de los bárbaros. La reunificación del Imperio romano era una idea popular en aquellos tiempos, ya que es una formulación que responde a los sentimientos extendidos entre amplias capas de la población de Occidente (sobre todo entre el elemento senatorial urbano y sectores vinculados con la administración) y en parte del gobierno del Imperio oriental, que intelectualmente juega con la continuidad imperial en Occidente; de hecho, el sentimiento de romanitas se encuentra -en el siglo VI- ampliamente extendido por todo el Imperio y es correspondido por la ideología oficial del gobierno imperial -según la cual éste no se hundió en Occidente sino que los bárbaros gobiernan allí en nombre del Emperador de Oriente- y por parte de la intelligentia de Constantinopla (por ejemplo, es el caso del escritor Juan Lido, contemporáneo de Justiniano).

Estos sentimientos son aprovechados por la administración de Justiniano I para realizar, precisamente, una política en consonancia con ellos (fuese sincera o interesada). Este programa fue dirigido por el brillante militar bizantino Belisario, y consiguió recuperar el norte de África, el sur de la península Ibérica y la práctica totalidad de Italia. En las 3 invasiones de conquista del programa el Imperio usó siempre la excusa de que sus intereses en la región habían sido violados (casi siempre con el destronamiento o muerte de un rey favorable al Imperio) para así efectuar la invasión y posterior conquista.

Sin embargo, el Imperio bizantino quedó debilitado para los retos del futuro y además, la hacienda bizantina quedó vacía tras los monumentales gastos de Justiniano para sus campañas de conquista en Occidente y sus grandes construcciones arquitectónicas, como la basílica de Santa Sofía. Sus sucesores no podrían afrontar el reto de dirigir un Imperio atacado en todos los frentes y terminarían por perder gran parte de las conquistas de Justiniano I, y peor aún, perder Siria, Palestina y Egipto, que constituían gran parte del Imperio bizantino, a manos de los árabes.

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