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Oración a san Miguel arcángel

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El Papa León XIII instituyó una oración a san Miguel arcángel para toda la Iglesia Católica. Estableció la recitación de esta oración después de la misa baja, y se recitó hasta el Concilio Vaticano II, cuando fue suprimida.

La visión

El padre Domenico Pechenino escribe: "No recuerdo el año exacto. Una mañana el Sumo Pontífice León XIII había celebrado la santa misa y estaba asistiendo a otra de agradecimiento, como era habitual. De pronto, le vi levantar enérgicamente la cabeza y luego mirar algo por encima del celebrante. Miraba fijamente, sin parpadear, pero con un aire de terror y de maravilla, demudado. Algo extraño, grande, le ocurría.

Finalmente, como volviendo en sí, con un ligero pero enérgico ademán, se levanta. Se le ve encaminarse hacia un despacho privado. Los familiares le siguen con premura y ansiedad. Le dicen en voz baja: "Santo Padre, ¿no se siente bien? ¿Necesita algo?" Responde: "Nada, nada". Al cabo de media hora hace llamar al secretario de la Congregación de Ritos y, dándole un folio, le manda imprimirlo y enviarlo a todos los obispos diocesanos del mundo. ¿Qué contenía? La oración que rezamos al final de la misa junto con el pueblo, con la súplica a María y la encendida invocación al príncipe de las milicias celestiales, implorando a Dios que vuelva a lanzar a Satanás al infierno".[1]

"San Miguel arcángel, defiéndenos en batalla,
sé nuestro amparo contra las maldades y asechanzas del diablo,
que Dios le reprenda
es nuestra humilde súplica;
y tú, Príncipe de las huestes celestiales,
por el poder de Dios,
arroja al Infierno a Satanás
y a los demás espíritus malignos,
que rondan por el mundo
buscando la ruina de las almas. Amén."

Oración por la Familia

Es otra oración dedicada a San Miguel:

Oración por la Familia:
Arcángel San Miguel, protector y guardián de los hombres,
tú que brillas con resplandor, líbranos de todo mal.
Con plena confianza recurrimos a ti
para que guardes en unión y amor a nuestras familias.
Fortalece con tu presencia la unión familiar
y libérala de todo egoísmo y discordia. Amén