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La ciudad perdida

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ATLANTIDA

Los escritos de Platón sitúan la isla en el océano Atlántico, "delante de las Columnas de Hércules";2 la describen como "más grande que Libia y Asia juntas",3 y la señalan como una potencia marítima que 9000 años antes de la época del legislador ateniense Solón habría conquistado gran parte de Europa y el norte de África, siendo sólo detenida por una hipotética Atenas prehelénica, luego de lo cual habría desparecido en el mar a causa de un violento terremoto y de un gran diluvio, "en un sólo día y una noche terribles".4

La precisa descripción de los textos de Platón y el hecho que en ellos se afirme que se narra una historia verdadera, ha llevado a que, especialmente a partir de la segunda mitad del siglo XIX, durante el Romanticismo, se hayan propuesto numerosas conjeturas sobre la existencia y real ubicación de la isla. No obstante, hoy se sabe que el relato presenta anacronismos y datos imposibles, lo que descartaría su verosimilitud literal. Con todo, se admite la posibilidad de que el mito haya sido inspirado en un fondo de realidad histórica vinculado a alguna catástrofe natural, como podría ser una inundación, un gran terremoto o una erupción volcánica.

La Atlántida ha servido de inspiración para numerosas obras literarias, musicales y cinematográficas, especialmente historias de fantasía y ciencia-ficción.

La leyenda cuenta que la Atlántida era una isla de grandes dimensiones, se podría considerar un continente, según algunas hipótesis en el Mediterráneo, en otras versiones en el Océano Atlántico, fue destruida por un terremoto o tsunami que inundó totalmente sus tierras dejándola por siempre sumergida bajo las aguas y olvidada en el pasado.

Sus habitantes poseían una tecnología y cultura muy superior a la de los contemporáneos de su época y fueron decisivos en los avances de todas las culturas mundiales. Su ubicación les permitía el acceso a culturas tan dispares como la egipcia y la Maya y eran consumados viajeros, dominando con sus barcos todos los mares y océanos del planeta. La similitud entre estructuras arquitectónicas como las piramides Mayas y Egipcias, o el parecido fonético de algunas palabras en culturas separadas por aguas y miles de kilómetros de distancia se deben según los partidarios de la existencia de dicha isla o continente y a la influencia que los Atlantes (nombre con el que habitualmente se designa a los habitantes de la Atlántida) gracias a su avanzada tecnología marcaron culturas de todo el mundo.

La imagen romántica de una isla fabulosa tragada por el mar, ha significado que su ubicación haya sido buscada desde la época de Platón, aunque nadie está seguro si existió realmente muchos son los investigadores que la buscaron, una empresa no del todo descabellada, pues al fin y al cabo también la Troya de Homero se creía producto de la fantasía, hasta que el arqueólogo Heinrich Schliemann la descubrió en 1903. Las ubicaciones sugeridas para la Atlántida, incluyen lugares diversos a continuación enumeraré algunas de las ubicaciones más nombradas:

MITO "La Atlántida... la ciudad perdida" es uno de los mitos más antiguos basado en la historia de una civilización floreciente que vive en una "isla más allá de las columnas de Hércules", y que fue contada por Platón, el cual a su vez citaba como fuente al historiador Solón, que 200 años antes había oído hablar en Egipto sobre la destrucción de una isla "al oeste". Así, Platón convirtió el mito de la isla destruida en una parábola sobre una civilización que, cegada por su propio poder y esplendor, desafía a los mismos dioses, por lo que es destruida en un día y una noche, sobre el año 9.500 a.C (la fecha varía entre el 10.000 y el 8.500).

La leyenda de la Atlántida es Universal y todos los pueblos del mundo aceptan como hecho, la existencia hace milenios y milenios, de este maravilloso continente cuya cultura dejó escrita en vagos relatos Homero y los grandes escritores e historiadores de la antigüedad. 

El Océano Atlántico se conecta con la Atlántida, porque se dice y asegura que allí existió este enoerme continente hundido para siempre; Atl, que significa agua en lengua náhuatl, también se identifica con ese nombre fabuloso Atl-Atlántida y se cree que de allí vino su voz.

Sin embargo, nadie hasta ahora ha podido ubicar con certeza el lugar del mar o de la tierra en donde estuvo La Atlántida, que aseguran fue un país de maravillas, de gran cultura y adelantos científicos.

Se dice que la raza atlante desapareció para siempre tragada en forma inmisericorde por las aguas, en medio de un cataclismo espantoso, tan tremendo y destructor como el mismo diluvio y sin embargo, relatos y leyendas aventuradas hacen suponer que algunas de las razas y pueblos que llegaron a Mesoamérica -especialmente la maya-, fueron originarios del continente perdido.

Esta aseveración se presta a discusiones y agrias polémicas puesto que asegura que los teotihuacanos fueron también atlantes y que los olmecas y que los mixtecos y que muchos habitantes de América, antes de la conquista llegaron de La Atlántida.

El obstáculo principal para aceptar esta teoría, la presenta el lenguaje, pues la lengua hablada por mayas, toltecas, mixtecos, zapotecas, totonacas, teotihuacanos y olmecas eran y siguen siendo distintas y sus culturas también aunque se han encontrado ciertas semejanzas tanto en sus cuestiones políticas como religiosas. Pero es que tanto el antropólogo, como el arqueólogo, como el investigador, piensan en La Atlántida como un solo continente, con una misma cultura y un mismo idioma, unas mismas costumbres y una sola religión y no hay una cosa más equivocada, puesto que La Atlántida fue un continente inmenso que se sumergió en las aguas pero en el cual estaban asentadas varias naciones que hablaban distintas lenguas y tenían varias costumbres y culturas.

Pueden ser entonces descendientes o supervivientes de aquellos atlantes, los pueblos que arribaron a Mesoamérica trayendo sus pasmosas culturas que aún hoy asombran a los más eruditos y los llenan de interrogantes con respecto a cómo pudieron hacer esto y como lograr a aquellos prodigios de edificios, de tallado escultórico, de transporte de pesadísimos monolítos y de material de construcción. Cómo llegaron al conocimiento de la astronomía y la aritmética, y el calendario y las artes y la orfebrería.

Aceptado esto, debe echarse por tierra la idea de que los cultos y maravilloso pobladores de Mesoamérica, no fueron producto de la evolución, que no saltaron de las chozas o de las tribus nómadas a un asentamiento cultural asombroso, pues tal cosa no se logra en unos miles de años.

¿En dónde estuvo? ¿Existió la Atlántida?

Cuentan los viejos más viejos que los viejos, que allá en los tiempos remotos, cuando el mundo y el mar tenían otra forma, florecieron por el lado Poniente o sea el Mar Pacífico, una formidable cultura que se localizaba en el Continente de Lemuria. Los lemures fueron tipos que habían llegado a una casi perfección en leyes, artes, cultura, religión, sociedad, etc.

Por el lado del Oriente o el pavoroso Mar Atlántico, estaba el inmenso continente de La Atlántida, en donde también se había alcanzado un alto grado de madurez cultural, artística, política y de organización social y religiosa. Se trabajaban los metales preciosos y las piedras finas.

Entonces ocurrió el más formidable cataclismo de que se tenga memoria. Se levantaron los mares, se revolvieron las montañas, se hundieron los continentes y surgieron otras tierras y en medio de ese caos espantoso, algunos lograron sobrevivir, escapar entre los océanos tormentosos abordo de bajeles abordados a última hora y con gran premura.

Como es lógico suponer, los lemures arribaron a las costas de lo que hoy es América, en sus costas del Océano Pacífico, que desde entonces yace quieto y azul. Llevaron sus costumbres y cultura y se asentaron en tierras que fueron de Incas, en la Isla de Pascua, a lo largo de las costas que les brindaron asilo y protección, lugar para un nuevo asentamiento.

Por el Golfo de México que es hoy, arribaron varios grupos de La Atlántida, hombres miembros de pueblos de la misma tierra pero de distintas naciones y esos pueblos se llamaron olmecas, procedentes de Olman, tierra del hule, los mayas, los totonacas, los mixtecas o zapotecas. De allí ciertas diferencias étnicas, lengua, costumbres y cultura. Los teotihuacanos se adentraron hasta el altiplano, por temor a un nuevo cataclismo que pudiera barrer las costas, buscando la seguridad de una altura que los mantuviera al margen de un nuevo desastre.

Tal dicen los viejos más viejos que los viejos, que no dejaron crónicas escritas ni talladas de este suceso, porque todos estos pueblos lo sabían y conocían. No hay detalles de esta arribazón de gentes procedentes de La Atlántida y todos son atlantes como hoy pudieran ser europeos los alemanes, frenceses, ingleses, italianos, etc. y americanos los colombianos, venezolanos, argentinos, mexicanos, etc, que no son idénticos ni en lenguas, ni en costumbres, ni en sangre.

De allí la divergencia también de las dos culturas correspondientes a las costas americanas, la peruana, la inca, los viricochas, los gigantes del Machu Pichu, la cultura del valle de Nasca, los colosales monolitos y construcciones de Tiahuanaco, en fin.

Dicen los viejos... que todo esto sucedió mucho antes de que los chichimecas, los otomíes y esas tribus nómadas se unieran en un plan belicoso y destructor, para apoderarse de los grandes centros culturales y religiosos y destruir esas asombrosas civilizaciones de las que por fortuna aún nos quedan vestigios sorprendentes.

Esta puede ser la explicación de las grandes incógnitas de los calendarios, de los numerales, de las cuestiones astronómicas de cómo pudieron trasladar enormes piedras, bloques, monolitos y construir altos edificios, haciendo uso de su gran conocimiento de la hidráulica, de la física, de la mecánica y de todos esos elementos que les facilitaron esas obras titánicas.

Todo esto cuentan los viejos... y aseguran que lo contaban los olmecas, única raza de la cual no se conservan escritos, de la que se desconoce su lenguaje y sus caracteres ideográficos, porque decían con gran razón, que todos los pueblos sabían su origen, su tragedia y nadie olvidaba el gran cataclismo que los arrojó a estas playas.

Eran tiempos en que el mar no estaba en donde está y la tierra tenía diversas formas, unas formas distintas a las actuales. Esta leyenda se va deformando y tal vez olvidando por los siglos de los siglos....

Archivo:LA CIUDAD.jpg|Descripción2 </gallery> Descubrimiento de la Atlántida

En nuestro pequeño planeta azul, solitario, hasta donde se sabe, en el frío y basto espacio, aún quedan muchas incógnitas por contestar, misterios y leyendas que han sido materia de investigación por cientos o miles de años; sin embargo, la existencia y ubicación de la Atlántida podría ser no más una incógnita, pues existe un hombre, Santiago Martínez Concha, quien asegura haber localizado su ubicación.

Desde un principio, la investigación de Martínez Concha ha tratado de localizar en el más posible lugar, esto en el Océano Atlántico, ya que anteriores investigaciones la ubican en el Mar Mediterráneo, pero, basado en lo escrito por los primeros historiadores, como Platón, señalan que contaba con una gran extensión.

“Esta investigación me ha llevado 25 años de documentación, pero los más valiosos años son los últimos, en donde la tecnología de la fotografía satelital me ha permitido completar la observación de los mares para ubicar la Atlántida, localizando 23 características que señala Platón en su descripción de este sitio�?.

Santiago Martínez, colombiano, lleva 25 años dedicado al estudio de este tema. Es amante de las ciencias naturales y la historia; sus investigaciones por más de 30 años abarcan temas diversos en estos campos.

Su pasión por el mundo antiguo, en particular la prehistoria y el mundo antediluviano, así como su agudo ojo de observador entrenado y su capacidad de exploración y análisis lo han encaminado a conocer diferentes aspectos de la historia y resolver enigmas nunca antes contestados.

En el mes de agosto del 2006 anunció un de los descubrimientos más importantes de todos los tiempos, el descubrimiento de la única y verdadera Atlántida, el cual fue publicado en el diario “El Tiempo�? de Colombia, y es ampliamente sustentado en su más reciente libro “Códex�?.

En “Códex�?, los estudios de Santiago Martínez Concha se centran en cinco campos principales: el primero es la cultura antediluviana de los gigantes llamados “nefilim�?; el segundo es la descripción del lugar puntual en donde se encuentra escondido el Tesoro del Dorado, en el Perú; el tercero es el descubrimiento de la Atlántida donde la localiza Platón; el cuarto es el desciframiento de los monumentos de Stonhedge en Escocia y el lugar dónde está escondido el “Código del origen de la vida�?, en la península de Lisán, en Israel y por último, el quinto campo trata la extraña relación que existe entre la cultura Atlante y el planeta Marte.

Una extensa e impresionante documentación fotográfica apoyan su investigación y conclusiones, además de una lógica, fruto de arduas horas de trabajo, en donde miles de imágenes, unas tomadas por él mismo, otras trabajadas a partir delas realizadas por la NASA y otras fuentes de gran seriedad, respaldan sus afirmaciones.

Existió una isla continente localizada “…más allá de las columnas de Hércules en medio del Atlántico�?, afirma Platón, isla rectangular del tamaño de Libia y Asia Menor combinadas.

Podría decirse que “Códex�? es un libro de ciencia, pero mirado con otra óptica es también un libro de historia, que por primera vez logra conciliar algunos aspectos sueltos o no contestados de campos tan diversos como la teología, la astrofísica, la oceanografía, la arqueología, la antropología, la historia o la mitología, todo en un lenguaje sencillo.

Información de muy variadas civilizaciones participan de la investigación de Martínez Concha, como datos aportados a este respecto por los mismo mayas.

“Los mayas fueron grandes astrónomos, matemáticos, físicos, ingenieros y constructores que poseían grandes conocimientos para su época�?, señala el autor.

“¿Quién les enseñó a los mayas? ¿De dónde provienen sus conocimientos tan avanzados? ¿Tuvieron contacto con seres espirituales o de otra parte o dimensión de nuestro sistema solar? ¿Cuál fue la conexión con Marte? Fue entonces cuando pensé cuán importante sería volver a estudiar y comprender algunos periodos de la evolución de los continentes, para así tener una perspectiva en cuanto a tiempos, climas y edades se refiere.

Monte Alban, señala el autor, una meseta aplanada por el hombre con extraordinarios templos piramidales, observatorios, plazas, corredores subterráneos y tumbas, recuerdan la “Ciudad Real�?, que debió existir en la Atlántida.

Desde que Platón describió la ciudad perdida de la Atlántida hace mas de 2.000 años atrás muchos han intentando encontrarla. Recientemente se han publicado fotos satelitales del sur de España que muestran una superficie cuyas características coinciden con las descripciones hechas por Platón.

Según el doctor Rainer Kühne del equipo de investigación de Wuppertal- la palabra “isla” se refería simplemente a la región de la costa del sur de España, destruida por una inundación entre 800 y 500 AC.

LA tlántida. la ciudad perdida” es uno de los mitos más antiguos y se basa en la historia de una civilización floreciente que vive en una isla más allá

http://es.wikipedia.org/wiki/Atlantida

EN BUSCA DE LA CIUDAD PERDIDA DE LA ATLÁNTIDA:

Era una tierra ubérrima, bendecida por una vegetación exuberante y por la existencia de valiosos yacimientos minerales, entre ellos los de plata y de oro. Su pueblo gozaba de un alto nivel científico y cultural. El nombre de ese fabuloso reino y de su gran ciudad es Atlántida.

La única descripción de la Atlántida que nos ha dejado la antigüedad es obra del filósofo griego Platón, y data de 347 a. de C. Pero ni siquiera Platón es un testigo de primera mano; el filósofo no hizo más que repetir los relatos escritos por un viajero ateniense, Solón, quien a su vez repetía lo que había nido contar a los sacerdotes egipcios.

La historia narrada por Platón indica que la Atlántida era una gran nación, pero que entró en un periodo de decadencia; su pueblo, entonces, cayó en abominables formas de corrupción y se mereció mal un terrible castigo. «En un día y una noche», la isla entera, de 560 kilómetro de anchura, fue destruida por una catástrofe de magnitud incomparablemente mayor que todas las conocidas.

La isla fue destrozada por una explosión volcánica a la que siguió un maremoto; en veinticuatro horas desapareció bajo el mar. Platón situaba ese trágico momento de la historia de la Atlántida en un periodo que hoy podemos fechar en 9600 antes de la era cristiana.

Esto permitirla localizar la isla en algún lugar del océano Atlántico; pero esta teoría, afirman los geólogos, no puede ser correcta, porque en el lecho del Atlántico no existe ninguna masa terrestre susceptible de haber sido alguna vez la isla de Platón ¿Significa esto que Platón utilizaba datos erróneos?

O que simplemente Inventó toda la historia, como una fábula moralizadora? Todo parece indicar que la narración épica de Platón tiene sólidas apoyaturas en una realidad histórica, a pesar de que sus datos sobre cronología y geografía de la Atlántida fuesen erróneos. De cualquier manera, la isla perdida constituye un enigma que durante siglos ha intrigado a los hombres.

Éstas son algunas de ellas: Atlántico central. A lo largo del fondo marino del Atlántico norte y sur, se extiende un vasto dorsal en forma de 8, desde Islandia hasta la isla de Tristán da Cunha. Algunos sugieren que las partes más altas de esta cadena montañosa, sobre todo las de alrededor del arco de las Azores, estuvieron alguna vez por encima del nivel del mar, formando la tierra de Atlántida. América del Norte.

El interés público por el reino perdido de la Atlántida si reavivó tan pronto como Cristóbal Colón regresó a Europa con sus relato!, acerca de las tierras del otro lado del océano. El filósofo inglés Francis Bacón relacionó íntimamente la leyenda y la realidad histórica en su obra La Nueva Atlántida. Por su parte, el historiador John Sevain dejó escrito: «Se puede tener que en un tiempo América formó parte de esa gran región que Platón Mié la isla Atlántida, y que los monarcas de esa isla mantenían relaciones comerciales con los pueblos de Europa y África.»

Los puentes continentales. Se han propuesto diversas teorías acerca de puentes continentales que, en tiempos remotos, pueden haber vinculado África con América del Sur, o Europa —a través de las Islas Británicas, Islandia y Orodrilandia— con América del Norte. El mar de los Sargazos. La palabra portuguesa sargoso designa a una alga flotante; esas algas constituyen, precisamente, el mar de los Sargazos. Durante mucho tiempo, los marineros creyeron que las algas cubrían bajíos; éstos podrían haber sido alguna vez la Atlántida hundida. Pero no hay bajíos debajo te los sargazos: el mar tiene allí 456 metros de profundidad media.

Las islas Scilly. Los historiadores fenicios, griegos y romanos coinciden en referirse a ciertas «islas de estaño”, situadas cerca de las costas británicas. Esas islas existen realmente, a la altura de Cornualles, y constituyen los únicos centros. Pero no tienen parentesco alguno con la exuberante isla descrita por Platón.

Bimini. Cayce agregó que la Atlántida fue destruida por una explosión atómica, ya que sus habitantes dominaban la ciencia de la fisión nuclear. El vidente americano situó geográficamente la Atlántida en la isla de Bimini septentrional, pequeña integrante de las Bahamas, y pronosticó que en 1968 o 1969 «podrían descubrirse algunos aspectos de los antiguos templos» de la civilización perdida.

Sin embargo, en 1968, un veterano zoólogo y experto buzo americano, el doctor J. Manson Valentine, descubrió bajo el mar, a la altura de la costa de Bimini septentrional, una extraña estructura pétrea. El muro principal de alrededor de 600 kilómetros de longitud, estaba construido con inmensos bloques de piedra, de más de cinco metros cuadrados cada uno. Las expediciones posteriores —y hubo muchas— apoyaron y refutaron, alternativamente, las conclusiones del doctor Valentine. Estas conclusiones, en lo fundamental, decían que la estructura pétrea era un puerto construido por el hombre. Una nueva Atlántida ha sido desechada-»

Sin embargo, las dos últimas expediciones americanas a Bimini, realizadas en 1975 y 1977, regresaron con hallazgos que inducen a conclusiones muy diferentes. A pesar de todo, el lugar más probable donde tal vez haya existido alguna vez la Atlántida, entre los numerosos sitios que se han propuesto, no está en el Caribe. En la actualidad, muchos arqueólogos creen que Platón cometió dos errores de bulto, en su descripción de la isla perdida.

Sin embargo, hoy sabemos que alrededor de esa fecha el centro de la isla de Minos de Kalliste —que se conoce actualmente como Santorín y está a mitad de camino entre Creta y Grecia continental— estalló por obra de una erupción volcánica de incalculable poder destructivo. El cráter abierto en medio de la isla fue cubierto de inmediato por el mar. Los arqueólogos excavan en la actualidad los depósitos de ceniza volcánica, de 30 metros de profundidad, que cubren lo que una vez fuera la fabulosa isla descrita por Platón.

El cráter lanzó al aire roca fundida y vomitó ceniza y piedra pómez sobre las embarcaciones hacinadas; la gente de los barcos, imposibilitada de escapar, sufrió una muerte lenta, horrible, mientras el torrente de lava ardiente crecía hacía irrespirable la atmósfera. Para algunos, la agonía terminó con la llegada de una ola gigantesca, tal vez de 60 metros de altura, que Sarrió la isla y destrozó las embarcaciones.

La enorme ola, que viajaba a más de 240 kilómetros por hora, alcanzó pronto Creta, corazón del imperio minoico; el agua arrasó todas las ciudades y aldeas a lo largo de la costa septentrional y destruyó el puerto que abastecía a la capital, Knossos. La lluvia de cenizas abarcó un área de más de 16.000 kilómetros cuadrados. Hoy, cuando figura en los mapas con el nombre de Santorín, la isla aparece dividida en fragmentos y desolada bajo una estéril capa de cenizas; en realidad, se ha convertido en un grupo de pequeñas islas: las dos principales, Thesa y Therasia, se caracterizan por sus inaccesibles acantilados, de 300 metros de altura; está” divididas por una vía de agua de doce kilómetros de ancho, qué en algunos tramos tiene 300 metros de profundidad.

El agua del mar ha cubierto la caldera, el corazón muerto del volcán, formada cuando la roca fundida se enfrió y se desplomó. Están constituidos por rocas de lava negra, y a de ellos se elevan perezosas columnas de humo: pálido pero amenazas recuerdo del cataclismo que tal vez destruyó el legendario reino de Atlántida.


La Atlántida de Platón: En el centro de la Isla (Atlántida) extendiese una llanura, reputada como la más bella y fértil de todas las llanuras. Alrededor de la colina, como medas de cano, aparecían dos anillos de tierra, rodeados de tres anillos de mar. En el centro de la colina estaba situado un santuario consagrado a Poseidón ya Cleito; rodeaba al templo un muro de oro, que estaba vedado traspasar. Todo esto producía en abundancia aquella; isla santificada, cuando aún estaba bajo el sol.

Otro templo, dedicado sólo a Poseidón, estaba hecho enteramente de plata excepto las estatuas, que eran de oro. Dos fuentes, una cálida y otra fría, proveían a la isla de ilimitadas cantidades de agua; junto a ella se habían construido cálidas termas, destinadas a los reyes y a los plebeyos, a las mujeres y a los caballos.

En los anillos exteriores de tierra se asentaban los astilleros y los puertos, rodeados por un muro denso de edificios, de casas. De esta área, donde vivía una población muy numerosa, surgía un constante estrépito de voces y ruidos, durante e día tanto como durante la noche. Más allá se extendían las llanuras donde alcanzaban la perfección esas aromáticas sustancias que también hoy produce la tierra y están hechas ya de raíces, ya de hierbas de árboles, flores o frutos. Todo esto producía en abundancia aquella; isla santificada, cuando aún estaba bajo el sol. Critias y Timeo, de Platón

El resurgimiento de la Atlántida El adivino y curandero americano Edgar Cayce (1877-1945) profetizó en junio de 1940 que la Atlántida reaparecería pronto: «Poseidia será una de las primeras zonas de la Atlántida que resurgirán. Se espera que ocurra en el 68 o 69. No falta mucho.»

Llegó incluso a concretar el sitio: en las Bahamas. Por una extraordinaria coincidencia, unos aviadores fotografiaron en 1968 lo que parecían ser edificios hundidos frente a la costa de Bimini del Norte, en las Bahamas.

Las exploraciones submarinas han revelado la existencia de formaciones rocosas parecidas a anchas calles empedradas en el fondo del mar, y también se han mencionado murallas ciclópeas, pirámides y círculos de piedra. Hasta el momento, no existen pruebas tangibles de estas descripciones.

Por cierto, es ésta una zona adecuada para buscar la Atlántida. Hace mucho que se cree que el mar de los Sargazos, al otro lado de las Bahamas, era los «bajíos innavegables» que quedaron tras el hundimiento de la Atlántida de Platón. Pero durante siglos se ha hablado asimismo de «calles» y «murallas» sumergidas a lo largo de la costa atlántica europea, como supuestas pruebas de la veracidad de las leyendas acerca de «ciudades hundidas».

De hecho, todo lo que se parezca a una estructura artificial acaba siendo relacionado, tarde o temprano, con la idea de una «ciudad sumergida». El tremendo impacto de la Atlántida de Platón tiene mucho que ver al respecto.