Huella de Fortines
Huella de Fortines en una travesía de 100 km a caballo y en carruajes uniendo los antiguos fortines y mojones ubicados en el partido de Carlos Casares, Buenos Aires, Argentina. Es un recorrido que se realiza dos veces por año (generalmente en abril y noviembre), cuyo objetivo es resaltar la figura de los pueblos originarios, dueños de la tierra, como así también la del gaucho, en un homenaje conjunto.[1]
Al mismo tiempo, este homenaje llama al pensamiento, reflexión y maduración sobre los crudos enfrentamientos que se llevaron a cabo en esas tierras en el pasado, en las que el hombre contra el hombre se destruía a sí mismo, en las que el gaucho fue obligado a matar y el originario condenado a morir. La Huella de Fortines, es una síntesis de un recuerdo que debe ser interpretado como un llamado a la confraternidad y convivencia en armonía entre los seres humanos.[1]
La participación en la huella y la asistencia a los espectáculos es libre y gratuita. Las personas que concurren a la misma llevan para comer su tradicional asado de campo, vino, gaseosas entre otros alimentos, o de otro modo hay puestos de servicio de comida a precios accesibles y sanitarios en todas las paradas. Al final del día, en cada uno de sus dos "descansos", y principalmente la última noche, se recrean la danza, el canto, el teatro, la preservación de las tradiciones, el amor por el caballo y el recuerdo de una historia siempre viva.[2]
Al final del recorrido se emprende el regreso hacia la ciudad de Carlos Casares, donde el pueblo espera el arribo de los caballos y carruajes, que hacen una especie de desfile que concluye en la plaza principal, donde hay nuevamente más espectáculos.[3]
La Línea de Fortines[editar]
Era la corrección de la línea de fronteras que en 1869 Domingo Faustino Sarmiento presidente de Argentina en ese entonces, encomendó la misión de construir fortines para proteger y defender la frontera Oeste de Buenos Aires. En Argentina fueron el principal punto estratégico de batalla en la Conquista del Desierto; es así que se construían líneas de fortines ubicados a 10 km unos de los otros (dos leguas), para avanzar sobre territorios aún no controlados por los españoles o posteriormente los criollos. En determinados momentos, dichas líneas retrocedían por los ataques de los aborígenes
Dentro del Partido se encontraban los siguientes fortines: Fortín Rifles, Fortín Aliados, Fuerte General Paz, Fortín Luna, Fortín Barrera, Fortín Urbero, Fortín Séptimo, Fortín La Larga, Fortín Algarrobos, Fortín Comisario, Fortín Guevara o Bagual (límite con Lincoln y 9 de Julio). Todos pertenecen a la 2.ª. Avanzada de los fortines.
Estas eran construcciones rudimentarias que buscaban desarrollarse en lugares altos, contando en las cercanías con aguadas o a la vera de algún río. Estaban rodeados por un ancho foso, protegido por una empalizada echa de palos impuestos de manera vertical, que rodeaban un perímetro aproximado de 500 metro² del fortín. En el interior, había ranchos que generalmente eran para los oficiales o comandantes, existían ranchos o barracas para las tropas, una rudimentaria prisión o celda, un depósito de alimentos y un establo. Para vigilar el horizonte o el desierto fuera del perímetro de los fortines, se hacían mangrullos, estructuras de palos rústicas en forma de torre con una altura máxima de 10 a 15 metros. Estos permitían avistar claramente la zona desde la altura frente al acercamiento de extraños o malones de aborígenes.[2]
Referencias[editar]
- ↑ a b «Una travesía por la historia en Carlos Casares». En 40 Líneas. 2014. Consultado el junio de 2014.
- ↑ a b «Carlos Casares: Huella de Fortines». Suteba. 2014. Consultado el abril de 2012.
- ↑ «Carlos Casares vive su Huella de Fortines». Ba Noticias. 2014. Consultado el 16 de noviembre de 2013. (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última).