Diferencia entre revisiones de «Iagñavalkia»

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Yagñavalkia es un legendario rishi (sabio) de la época védica de la India. En silabario devanágari (del sánscrito) se escribe याज्ञवल्क्य. Se traslitera Yājñavalkya (pronunciado como iágnia válkia). Significa probablemente ‘encargado de hablar durante los sacrificios de fuego’, siendo iagña: ‘sacrificio de fuego’ y valka-vaktrí: ‘orador’.[1]

Aparece como una figura importante en los Upanishads. Es señalado como el autor de los Shatapatha Brahmana (que incluyen el Brijad Araniaka Upanishad). Sus preceptos constituyen una de las más prominentes enseñanzas acerca del Brahman (el Absoluto hindú).

Fue hijo de sabios y alumno de sabios. De acuerdo a la leyenda que él mismo contó, un día, su maestro se enojó con él por su excesivo orgullo debido a su condición de mejor alumno. El enojado mentor le pidió que le devolviera todo el conocimiento que había adquirido de él. Entonces Yagñavalkia vomitó delante de su maestro. Sus compañeros comieron rápidamente el vómito, pues creían que se trataba del conocimiento del joven.

A partir de entonces, Yagñavalkia decidió no tener maestro humano alguno. Por tal motivo, empezó a orar y rendir culto a Suriá, el dios del Sol, a fin de obtener el conocimiento védico que sus enemigos no poseían.

El dios del Sol se apiadó de él y, tomando la forma de un caballo, le entregó fragmentos del Iayur Vedá desconocidos para todos los demás. Yagñavalkia llamó a este conocimiento Shukla Iayurveda o Iayurveda blanco. También se le conoce como Vajasena Iayurveda o Vājasaneyi Samhitá, pues Suriá la emanó a través de sus crines. En sánscrito, vaji significa ‘caballo’.

Yagñavalkia dividió estos Vajasaneya Iayurveda en quince ramas, cada una conformada por cientos de Yajus Mantras. Kanva, Madhyandina y otros las estudiaron y popularizaron.

Yagñavalkia tuvo dos esposas, Maitreí y Katiaianí. De ellas, se sabe que Maitreí fue brahma-vadiní (mujer que se interesa en el conocimiento del Brahman). Cuando Yagñavalkia se aprestaba a abandonar a su familia (saniasa: ‘completa renuncia’) quiso dividir sus propiedades entre sus dos mujeres. Al indicarles a cada una su proporción de los bienes, Maitreí preguntó si acaso podría devenir inmortal a través de la riqueza. Yagñavalkia le respondió que no había esperanza de inmortalidad por tal medio, y que así sólo podría convertirse en una de muchas personas ricas sobre la Tierra. Cuando oyó esto, Maitreí le pidió a Yagñavalkia que le enseñara aquello que él consideraba lo mejor. En ese momento, Yagñavalkia, sorprendido y congraciado con ella, le describió la grandeza del Uno Absoluto, la naturaleza de su existencia, la manera de obtener el conocimiento infinito y la inmortalidad, entre otros grandes temas. Esta conversación trascendental entre Yagñavalkia y Maitreí está registrada en el Brijad Araniaka Upanishad. El tema central del discurso es este:

Todas las cosas son preciosas, no por propia cuenta, sino por cuenta del Uno. Este Uno existe en todas partes. No puede ser comprendido o conocido, pues él mismo es el conocedor y el comprendedor. Su naturaleza no puede ser afirmada positivamente como tal. Es comprendida a través de infinitas negaciones, como «no es esto, no es aquello». El uno es autoluminoso, indestructible e impensable.

Precisamente en el Brijad Araniaka Upanishad es que la sabiduría de Yagñavalkia se muestra en toda su amplitud. Es ahí donde se relata sus diálogos con su esposa Maitreí y con el famoso y legendario rey Janaka. Entre otros aspectos de su vida, figura su participación en una competición organizada por el mismo rey Janaka con la finalidad de seleccionar al gran brahma gñani (conocedor del Brahman, o verdad absoluta, Dios), la cual gana luego de vencer a una gran cantidad de alumnos experimentados y sabios.

Al final de su vida, según se dice en el texto, Yagñavalkia realizó vidwat saniasa (abandono de todo) y se retiró al bosque.

Trabajos

Si las atribuciones del Shatapatha Brahmana y el Brijad Araniaka Upanishad son correctas, Yagñavalkia ha realizado importantes contribuciones a la filosofía —incluyendo la enseñanza apofática del neti-neti (‘no esto, no aquello’)— y a la astronomía, describiendo el ciclo de 95 años que toma la sincronización del Sol y la Luna.[2]

Notas

  1. Según Monier Monier-Williams.
  2. Crystalinks.com (“Astronomy in ancient India”: la astronomía en la antigua India).

Referencias

Véase también