Diferencia entre revisiones de «Basilea II»

De Wikipedia, la enciclopedia libre
Contenido eliminado Contenido añadido
SuperBraulio13 (discusión · contribs.)
m Revertidos los cambios de 201.216.47.9 (disc.) a la última edición de 84.76.223.243
Línea 86: Línea 86:
* A través de una encuesta realizada por el ''Financial Stability Institute'' (FSI), al menos 95 países (adicionales a los 13 miembros del Comité de Basilea) indicaron que implantarían BIS II.
* A través de una encuesta realizada por el ''Financial Stability Institute'' (FSI), al menos 95 países (adicionales a los 13 miembros del Comité de Basilea) indicaron que implantarían BIS II.
* Muchos países han anunciado ya calendarios de implantación.
* Muchos países han anunciado ya calendarios de implantación.
* Basilea II ya se ha implantado en la toda la Unión Europea, Japón y Austalia (13 países en toda Asia y europa )
* Basilea II ya se ha implantado en la toda la Unión Europea, Japón y Austalia (13 países en toda Asia)
* La implantación en Asia está sentando tendencias que se imitarán en el resto del mundo, especialmente en lo referente al Pilar III (información pública).
* La implantación en Asia está sentando tendencias que se imitarán en el resto del mundo, especialmente en lo referente al Pilar III (información pública).
* La Implantación en Europa se ha realizado a través de directivas (leyes de obligado cumplimiento en todos los países de la UE), y cuenta con la cobaloración especial del CEBS (''Comité de Supervisores Bancarios Europeos''). En ciertos aspectos está liderando el desarrollo futuro de la regulación, como por ejemplo en las reglas de funcionamiento de los colegios de supervisores.
* La Implantación en Europa se ha realizado a través de directivas (leyes de obligado cumplimiento en todos los países de la UE), y cuenta con la cobaloración especial del CEBS (''Comité de Supervisores Bancarios Europeos''). En ciertos aspectos está liderando el desarrollo futuro de la regulación, como por ejemplo en las reglas de funcionamiento de los colegios de supervisores.

Revisión del 23:35 30 ene 2010

Basilea II es el segundo de los Acuerdos de Basilea. Dichos acuerdos consisten en recomendaciones sobre la legislación y regulación bancaria y son emitidos por el Comité de supervisión bancaria de Basilea. El propósito de Basilea II, publicado inicialmente en junio de 2004, es la creación de un estándar internacional que sirva de referencia a los reguladores bancarios, con objeto de establecer los requerimientos de capital necesarios, para asegurar la protección de las entidades frente a los riesgos financieros y operativos.

Basilea I

En diciembre de 1974, el Comité de Basilea, compuesto por los gobernadores de los bancos centrales del G-10, donde se publicó el primero de los Acuerdos de Basilea, un conjunto de recomendaciones alrededor de una idea principal: Se trataba de un conjunto de recomendaciones para establecer un capital mínimo que debía tener una entidad bancaria en función de los riesgos que afrontaba.

El acuerdo establecía una definición de "capital regulatorio" compuesto por elementos que se agrupan en 2 categorías (o "tiers") si cumplen ciertos requisitos de permanencia, de capacidad de absorción de pérdidas y de protección ante quiebra. Este capital debe ser suficiente para hacer frente a los riesgos de crédito, mercado y tipo de cambio. Cada uno de estos riesgos se medía con unos criterios aproximados y sencillos.

Este acuerdo era una recomendación: cada uno de los países signatarios, así como cualquier otro país, quedaba libre de incorporarlo en su ordenamiento regulatorio con las modificaciones que considerase oportunas.

Entró en vigor en más de cien países.

Basilea II

Introducción

La principal limitación del acuerdo de Basilea I es que es insensible a las variaciones de riesgo y que ignora una dimensión esencial: la de la calidad crediticia y, por lo tanto, la diversa probabilidad de incumplimiento de los distintos prestatarios. Es decir, consideraba que todos los créditos tenían la misma probabilidad de incumplir.

Para superarla, el Comité de Basilea propuso en 2004 un nuevo conjunto de recomendaciones. Éstas se apoyan en los siguientes tres pilares.

Pilar I: el cálculo de los requisitos mínimos de capital

Constituye el núcleo del acuerdo e incluye una serie de novedades con respecto al anterior: tiene en cuenta la calidad crediticia de los prestatarios (utilizando ratings externos o internos) y añade requisitos de capital por el riesgo operacional.

La norma de Basilea I, que exige

fondos propios > 8% de activos de riesgo , considerando: (riesgo de crédito + riesgo de negociación+ riesgo de tipo de cambio)

mientras que ahora considera: (riesgo de crédito + riesgo de negociación+ riesgo de tipo de cambio + riesgo operacional)

El riesgo de crédito se calcula a través de tres componentes fundamentales:

  • PD, o probabilidad de incumplimiento
  • LGD, o pérdida en el momento de incumplimiento (también se conoce como "severidad")
  • EAD, o exposición en el momento del incumplimiento

Habida cuenta de la existencia de bancos con distintos niveles de sofisticación, el acuerdo propone distintos métodos para el cálculo del riesgo crediticio. En el método estándar, la PD y la LGD se calculan implícitamente a través de las calificaciones de riesgo crediticio publicadas por empresas especializadas (agencias de rating) utilizando una serie de baremos. En cambio, los bancos más sofisticados pueden, bajo cierto número de condiciones, optar por el método de ratings internos avanzado (AIRB), que les permite utilizar sus propios mecanismos de evaluación del riesgo y realizar sus propias estimaciones. Existe un método alternativo e intermedio (foundation IRB) en el que los bancos pueden estimar la PD, el parámetro de riesgo más básico, y utilizar en cambio valores precalculados por el regulador para la LGD.

Hasta la fecha, muchas entidades bancarias gestionaban su riesgo crediticio en función de la pérdida esperada, , que determinaba su nivel de provisiones frente a incumplimientos. La nueva normativa establece una nueva medida, el RWA, que se fija no en la media sino en un cuantil elevado de la distribución de pérdida estimada a través de una aproximación basada en la distribución normal.

El riesgo de crédito se cuantifica entonces como la suma de los RWA correspondientes a cada una de las exposiciones que conforman el activo de la entidad.

Dentro del riesgo de crédito se otorga un tratamiento especial a las titulizaciones, para las cuales se debe analizar si existe una transferencia efectiva y significativa del riesgo, y si son operaciones originadas por la entidad o generados por otras.

El riesgo de negociación y el riesgo de tipo de cambio se siguen calculando conforme a Basilea I.

El riesgo operacional se calcula multiplicando los ingresos por un porcentaje que puede ir desde el 12% hasta el 18%. Existen 3 métodos alternativos para calcularlo dependiendo del grado de sofisticación de la entidad bancaria.

Por último, la definición de capital regulatorio disponible permanece casi igual a la de Basilea I.

Hay que advertir una objeción en este cálculo del riesgo: que se ignora los efectos agravantes/mitigantes de la concrentración/diversificación de riesgos (estructura de correlación probabilística entre las diversas exposiciones). Esta es una de las principales diferencias entre capital regulatorio y Capital Económico.

Pilar II: el proceso de supervisión de la gestión de los fondos propios

Los organismos supervisores nacionales están capacitados para incrementar el nivel de prudencia exigido a los bancos bajo su jurisdicción. Además, deben validar tanto los métodos estadísticos empleados para calcular los parámetros exigidos en el primer pilar como la suficiencia de los niveles de fondos propios para hacer frente a una crisis económica, pudiendo obligar a las entidades a incrementarlos en función de los resultados.

Para poder validar los métodos estadísticos, los bancos estarán obligados a almacenar datos de información crediticia durante periodos largos, de 5 a 7 años, a garantizar su adecuada auditoría y a superar pruebas de "stress testing".

Además se exige que la alta dirección del banco se involucre activamente en el control de riesgos y en la planificación futura de las necesidades de capital. Esta autoevaluación de las necesidades de capital debe ser discutida entre la alta dirección y el supervisior bancario. Como el banco es libre para elegir la metodología para su autoevaluación, se pueden considerar otros riesgos que no se contemplan en el cálculo regulatorio, tales como el riesgo de concrentración y/o diversificación, el riesgo de liquidez, el riesgo reputacional, el riesgo de pensiones, etc.

Para grupos financieros multinacionales se establecen Colegios Supervisores que, bajo la coordinación del supervisor de la entidad matriz, se encargan de la coordinación internacional de la supervisión del grupo financiero.

Pilar III : La disciplina de mercado

El acuerdo establece normas de transparencia y define la publicación periódica de información acerca de su exposición a los diferentes riesgos y la suficiencia de sus fondos propios. El objetivo es:

1) La generalización de las buenas prácticas bancarias y su homogeneización internacional.

2) La reconciliación de los puntos de vista financiero, contable y de la gestión del riesgo sobre la base de la información acumulada por las entidades.

3) La transparencia financiera a través de la homogeneización de los informes de riesgo publicados por los bancos.

Inicialmente la información incluirá:

  • Descripción de la gestión de riesgos: objetivos, políticas, estructura. organización, alcance, políticas de cobertura y mitigación de riesgos.
  • Aspectos técnicos del cálculo del capital: diferencias en la consolidación financiera y regulatoria.
  • Descripción de la gestión de capital.
  • Composición detallada de los elementos del capital regulatorio disponible.
  • Requerimientos de capital por cada tipo de riesgo, indicándo el método de cálculo utilizado.

El requisito inicial es que se publique al menos anualmente, aúnque es previsible que la frecuencia será mayor (al menos resumida) y a sus contenidos mínimos se irá añadiéndo la información que el mercado exija en cada momento.

Implantación

  • El Comité de Basilea ha creado un subgrupo de trabajo para colaborar en la implantación internacional del acuerdo: el Accord Implementation Group (AIG).
  • A través de una encuesta realizada por el Financial Stability Institute (FSI), al menos 95 países (adicionales a los 13 miembros del Comité de Basilea) indicaron que implantarían BIS II.
  • Muchos países han anunciado ya calendarios de implantación.
  • Basilea II ya se ha implantado en la toda la Unión Europea, Japón y Austalia (13 países en toda Asia)
  • La implantación en Asia está sentando tendencias que se imitarán en el resto del mundo, especialmente en lo referente al Pilar III (información pública).
  • La Implantación en Europa se ha realizado a través de directivas (leyes de obligado cumplimiento en todos los países de la UE), y cuenta con la cobaloración especial del CEBS (Comité de Supervisores Bancarios Europeos). En ciertos aspectos está liderando el desarrollo futuro de la regulación, como por ejemplo en las reglas de funcionamiento de los colegios de supervisores.
  • En América la implantación va más atrasada. Estados Unidos está siendo un caso especial, ya que no será generalizada para todos sus bancos y tendrá normas especiales. Canadá la implantación va más avanzada que en los Estados Unidos, y algunos países latinoamericanos están siendo muy activos en la adaptación de sus normas nacionales para que sea posible la transición (no puede ser más rápida por la necesidad de cambiar leyes y porque también están adoptando las normas internacionales de contabilidad -NICs-).

Críticas y modificaciones previstas

Las principales críticas se han centrado en que se considera que es demasiado "procíclico" (podría acentuar la debilidad económica en caso de recesión y fomentarla en época de bonanza).

Quizás pedirle a la banca que fuera el elemento equilibrante, o la balanza económica, sería pedir demasiado, ni siquiera sabemos si es conveniente para la economía y ni siquiera si es conveniente para los ciudadanos o empresas que sea así, a veces las crisis son buenas para sanear y airear los rincones para que surjan nuevas ideas y mejores formas de relación.

Será, también, que sabemos que no puede ser infalible al 100 % por muchos ratios que quiera determinar, jamás será óptimo mientras la concesión crediticia no vaya acompañada del márgen de confianza clásico en que no se concedía un préstamo nada más cuando suponía el banquero que verdaderamente era necesario para el solicitante y por tanto iba a cumplir en su devolución, bajo unas condiciones razonables para cualquiera. No solo debe estudiarse el dejar el crédito o cederlo, si no también los medios que puede poner el deudor para retornarlo, es decir, fuera de épocas de bonanzas aplicar también esto.

Ante un despido, el pago de una hipoteca no es posible. Ante una crisis, la banca se retrae en conceder préstamos, primero a las empresas y luego a los particulares, generando e incrementando la crisis. A pesar de esto, la banca hace de ente regulador, lo único que se le achaca es que lo realiza en lucro propio, sin tener en cuenta a la ciudadanía, como absorbente de los más débiles.

No es de extrañar que entonces los particulares reaccionen cediendose particularmente el dinero, dentro de las familias, cosa arcaica para un mundo moderno y también crea falta de ingresos en la propia banca, pues siempre también se nutrió de la rotación del capital en sus arcas.

El problema, por tanto es que los Gobiernos no deben dejar a la banca como ente regulador de la economía, ni tampoco satisfacerla, pues ese proyecto no beneficia ni alcanza a la ciudadanía, cuando es con los dineros del contribuyente como se paga a las entidades bancarias insuflándoles dinero en las crisis.

La práctica demuestra, que una vez cobrado ese dinero del Gobierno, la banca se vende la deuda, y cuando lucra doblemente, vuelve a hacerlo, para volver a comprarla a bajo precio, para gestionarla con el excedente de empleados, después de sanearse de ellos también. Siempre la banca mostrará beneficios, quien no lo haga es absorbido. La banca es el lucro por el lucro.

Hoy en día, visto esto, se levanta como ave fénix, esperemos que con nuevas ideas, más allá de Basilea II, y se comprometa con una banca más ética. La otra vertiente es la cultura del ahorro. De tener el ciudadano esta cultura, la autoregulación partiría de sí mismos, apoyando solo la banca en los momentos más imprescindibles.

De momento, estamos un poco lejos de conseguir esto, por lástima ya tanto por parte de la banca como por parte de los ciudadanos.

Ambos tienen que saber que con un espíritu del ahorro más desarrollado, generará siempre el ciudadano confianza para un crédito.

Así también, el banquero, una vez se generara una crisis, debiera considerar, no solo salvar su propia empresa, si no en ceder cuando menos, parte de esas obligaciones que por no tener él mismo asumidas debe cedérselas el Gobierno y siendo así, los ciudadanos, vieran poderse beneficiar de esos capitales, que a fin de cuentas son las contribuciones de todos para la Hacienda y por tanto con derecho, les debería alcanzar en beneficio. Los ciudadanos piensan que debería el Gobierno en estos casos obligar a la Banca a condonar automáticamente parte de la morosidad, aliviando la crisis.

Esto, a la postre solo se puede conseguir con la negociación directa y no todos los ciudadanos se ven capaces de afrontarla.

Algunas imperfecciones del modelo se han puesto de manifiesto con la crisis económica actual y ya se están proponiendo algunas modificaciones. Los puntos más discutidos son:

  • Titulizaciones
  • Divulgaciones del Pilar III
  • Riesgo de mercado
  • Sistemas de control de riesgos
  • Hipotecas

Otros artículos

Enlaces externos