Diferencia entre revisiones de «Javier López»

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Unos meses después, González derrocó a Aráoz y asumió el gobierno tucumano, enviando a prisión a los leales al caudillo, entre ellos López. Pero se escapó y derrocó a González el 8 de enero de 1822. El gobierno fue ocupado por Diego Aráoz, pariente del anterior y suegro de López, que nombró a éste jefe de su ejército. Como don Diego se enemistó con don Bernabé, López lo derrocó y asumió el gobierno el 15 de julio de [[1822]]. Enseguida se olvidó de su protector, pero éste logró desplazarlo.
Unos meses después, González derrocó a Aráoz y asumió el gobierno tucumano, enviando a prisión a los leales al caudillo, entre ellos López. Pero se escapó y derrocó a González el 8 de enero de 1822. El gobierno fue ocupado por Diego Aráoz, pariente del anterior y suegro de López, que nombró a éste jefe de su ejército. Como don Diego se enemistó con don Bernabé, López lo derrocó y asumió el gobierno el 15 de julio de [[1822]]. Enseguida se olvidó de su protector, pero éste logró desplazarlo.


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== Las guerra civil en Tucumán ==


Durante los meses siguientes, la provincia entró en un período de anarquía violenta, en que los dos Aráoz y Javier López se arrebataron mutuamente el gobierno. Ninguno tenía realmente otra ambición que mandar, y no tenían programas políticos distintos. Bernabé Aráoz se apoyaba en la población rural, por lo que sus partidarios llegaron a ser el partido federal, mientras que los amigos de López, de base más urbana, llegarían a ser [[unitarios]]. Si muchos de los caudillos federales sólo peleaban por conseguir el mando de sus feudos, Javier López dejó en claro que también muchos caudillos unitarios tenían ese objetivo.
Durante los meses siguientes, la provincia entró en un período de anarquía violenta, en que los dos Aráoz y Javier López se arrebataron mutuamente el gobierno. Ninguno tenía realmente otra ambición que mandar, y no tenían programas políticos distintos. Bernabé Aráoz se apoyaba en la población rural, por lo que sus partidarios llegaron a ser el partido federal, mientras que los amigos de López, de base más urbana, llegarían a ser [[unitarios]]. Si muchos de los caudillos federales sólo peleaban por conseguir el mando de sus feudos, Javier López dejó en claro que también muchos caudillos unitarios tenían ese objetivo.

Revisión del 13:13 7 oct 2009

Javier López


19.° Gobernador de la Provincia de Tucumán
11 de mayo de 1821-2 de junio de 1821
Predecesor Bernabé Aráoz
Sucesor Bernabé Aráoz


10.° Gobernador de la Provincia de Tucumán
15 de julio de 1822-26 de noviembre de 1825
Predecesor Diego Aráoz
Sucesor Gregorio Aráoz de Lamadrid


17.° Gobernador de la Provincia de Tucumán
20 de febrero de 1829-14 de abril de 1829
Predecesor Manuel Lacoa
Sucesor Javier Paz

9 de diciembre de 1829-22 de febrero de 1831
Predecesor Javier Paz
Sucesor José Frías

Información personal
Nacimiento 1794 Ver y modificar los datos en Wikidata
Monteros (Argentina) Ver y modificar los datos en Wikidata
Fallecimiento 24 de enero de 1836 Ver y modificar los datos en Wikidata
San Miguel de Tucumán (Argentina) Ver y modificar los datos en Wikidata
Causa de muerte Herida por arma de fuego Ver y modificar los datos en Wikidata
Nacionalidad Argentina
Información profesional
Ocupación Militar
Rango militar General Ver y modificar los datos en Wikidata
Partido político Federal

Javier López (Monteros, provincia de Tucumán, 1794Tucumán, 24 de enero de 1836), militar argentino, caudillo del partido unitario y gobernador de su provincia.

El criado del caudillo

Su nombre completo era Francisco Javier López, pero nunca lo usó entero. Era de origen humilde, pero de antigua alcurnia, y descendía de los fundadores de la casi mítica ciudad de Esteco. De joven se dedicó a correr caballos, la diversión favorita de los tucumanos, y su pista era en el llamado "Campo de las Carreras", donde se peleó la batalla de Tucumán.

El futuro caudillo Bernabé Aráoz lo empleó en su tienda, le enseñó a escribir y lo envió de comisionado de sus negocios a Buenos Aires. En 1819, recién asumido el mando de la república del Tucumán, Aráoz lo hizo coronel de caballería. Cuando Güemes invadió Tucumán, en 1821, fue vencido por las tropas de Abraham González y Javier López en Rincón de Marlopa.

Unos meses después, González derrocó a Aráoz y asumió el gobierno tucumano, enviando a prisión a los leales al caudillo, entre ellos López. Pero se escapó y derrocó a González el 8 de enero de 1822. El gobierno fue ocupado por Diego Aráoz, pariente del anterior y suegro de López, que nombró a éste jefe de su ejército. Como don Diego se enemistó con don Bernabé, López lo derrocó y asumió el gobierno el 15 de julio de 1822. Enseguida se olvidó de su protector, pero éste logró desplazarlo.

Las guerra civil en Tucumán

Durante los meses siguientes, la provincia entró en un período de anarquía violenta, en que los dos Aráoz y Javier López se arrebataron mutuamente el gobierno. Ninguno tenía realmente otra ambición que mandar, y no tenían programas políticos distintos. Bernabé Aráoz se apoyaba en la población rural, por lo que sus partidarios llegaron a ser el partido federal, mientras que los amigos de López, de base más urbana, llegarían a ser unitarios. Si muchos de los caudillos federales sólo peleaban por conseguir el mando de sus feudos, Javier López dejó en claro que también muchos caudillos unitarios tenían ese objetivo.

En agosto de 1823, Bernabé Aráoz fue nuevamente expulsado del poder, y huyó a Salta. Fue un grave error: el gobernador Arenales le dio asilo, pero después lo arrestó y lo entregó a López, que lo hizo fusilar.

En febrero, López había sido electo gobernador y estaba ahora firmemente asentado en el gobierno. Eliminada la competencia de Nicolás Laguna, el más importante de los dirigentes federales civiles de la provincia, y también la de su suegro don Diego Aráoz, López se dedicó a gobernar. Reorganizó la Legislatura, disolvió el Cabildo, envió diputados al Congreso General de 1824 (uno de ellos era el coronel Alejandro Heredia), y envió varios jóvenes a estudiar a Buenos Aires, entre ellos iban Juan Bautista Alberdi y Marcos Paz. Si bien hubo algunos intentos de revueltas, la provincia permaneció mayormente en paz. Cuando el Congreso estaba por sancionar una constitución unitaria, López se pronunció por ese partido.

A fines de 1825 llegó a la provincia el coronel Gregorio Aráoz de Lamadrid, enviado para reunir tropas para la guerra contra el Imperio del Brasil. Sabiendo que se tramaba una invasión contra éste en su ausencia al interior de la provincia, a fines de noviembre tomó el poder en un audaz golpe de mano y la Legislatura lo nombró gobernador. Su idea era vengar la muerte de su pariente Bernabé Aráoz. López regresó para enfrentarlo, pero fue derrotado en La Ciudadela por Lamadrid y tuvo que huir a Metán, en Salta.

La Liga del Interior

A principios de 1826 se trasladó a Buenos Aires, donde se hizo amigo del ministro de guerra, Carlos de Alvear. Cuando éste se hizo cargo de la campaña contra el Brasil, lo llevó como su edecán. Estuvo presente en la batalla de Ituzaingó y mandó un regimiento de caballería en la batalla de Camacuá.

Regresó a Buenos Aires con Alvear, y de allí a Tucumán. Allí era gobernador nuevamente Nicolás Laguna, pero fue pronto reemplazado por Silva. López dirigió una revolución en su contra, y tras el interinato de un militar peruano de apellido Lacoa, el 2 de febrero de 1829, López se hizo elegir gobernador.

Lo primero que hizo fue manifestar su adhesión a la revolución de Juan Lavalle, que había derrocado al gobernador porteño Manuel Dorrego e iniciado una guerra civil que arrastraría a todo el país. Preparó a su provincia para la guerra civil y se unió a la Liga Unitaria del Interior, dirigida por José María Paz desde Córdoba. Su primer paso fue invadir Catamarca, donde depuso al gobernador federal. Luego se incorporó al ejército de Paz en Córdoba, y peleó a sus órdenes en La Tablada. Tuvo que soportar a Lamadrid en el mismo ejército, pero se negó a aceptar que se uniera a la división tucumana.

Volvió a invadir Catamarca y volvió a poner en el poder a los unitarios, y desde allí atacaron La Rioja, ocupando brevemente la capital evacuada por el caudillo Facundo Quiroga. Apenas regresado a Tucumán, tuvo que intervenir por tercera vez en Catamarca, lo que le impidió luchar en la batalla de Oncativo.

En mayo de 1830 invadió Santiago del Estero, derrocando a su caudillo Juan Felipe Ibarra. Pero en diciembre de ese mismo año sería derrotado por los federales en Santiago, que volvió al poder de los federales.

En febrero de 1831, renunció a la gobernación, y fue reemplazado por Frías; eso sí, quedó al mando del ejército de Tucumán. Intentaría varias veces recuperar Santiago, pero en agosto se retiró definitivamente hacia su propia provincia. El 2 de febrero de 1831 terminó su período, y después de asegurarse el comando del ejército provincial, hizo elegir en su lugar a José Frías.

En mayo, Paz fue tomado prisionero, y el mando del ejército pasó a manos de Lamadrid. Acosado por los federales desde casi todas direcciones, éste se retiró a Tucumán. Encomendó el comando del ejército al gobernador salteño Rudecindo Alvarado, pero éste se negó a unir sus fuerzas a las de Lamadrid. Aprovechando esto, López licenció a sus tropas para que no tuvieran que luchar a órdenes de su rival.

Con las tropas que pudo reunir, y con el ala derecha de su ejército al mando de Javier López, Lamadrid fue derrotado por Quiroga en la batalla de La Ciudadela, el 4 de noviembre de 1831. Todos los líderes unitarios debieron huir a Bolivia.

La última campaña

Se radicó en Tupiza, donde se dedicó al comercio. En Tucumán, su sobrino Ángel López intentó varias insurrecciones contra Alejandro Heredia, y luego se refugió en Tupiza. En junio de 1835, ambos marcharon hacia Salta, pero fracasaron en su invasión. Esta invasión contó con apoyo del gobernador salteño Pablo Latorre, y fue causa de una guerra civil entre federales.

Su último intento de volver al poder fue en enero de 1836, acompañado de su sobrino y el coronel Roca bajaron de la Puna hasta Santa María (Catamarca), y de allí invadieron Tucumán. Pero fueron derrotados por Heredia, que los condenó a muerte porque

"no he encontrado un punto seguro en la tierra para que en lo sucesivo no sigan haciendo males."

Sólo se salvó el coronel Segundo Roca, porque se casó con la hija del ministro de Heredia, con la cual fueron padres de don Julio Argentino Roca, el futuro presidente.

Murió fusilado junto con sobrino Ángel López en la plaza Independencia de Tucumán, el 24 de enero de 1836.