Diferencia entre revisiones de «Diálogo»

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Un diálogo puede consistir desde una amable conversación hasta una acalorada discusión sostenida entre los interlocutores, y es empleado en géneros literarios como la [[novela]], el [[cuento]], la [[fábula]], el [[teatro]] o la [[poesía]]. En una obra literaria, un buen diálogo permite definir el carácter de los personajes: la palabra revela intenciones y estados de ánimo, en definitiva, lo que no se puede ver, y en ello radica su importancia. Esta modalidad exige un gran esfuerzo de creación, ya que obliga a penetrar en el pensamiento del [[personaje]], como en el caso de ''[[Edipo rey (Sófocles)|Edipo rey]]'' de [[Sófocles]].
Un diálogo puede consistir desde una amable conversación hasta una acalorada discusión sostenida entre los interlocutores, y es empleado en géneros literarios como la [[novela]], el [[cuento]], la [[fábula]], el [[teatro]] o la [[poesía]]. En una obra literaria, un buen diálogo permite definir el carácter de los personajes: la palabra revela intenciones y estados de ánimo, en definitiva, lo que no se puede ver, y en ello radica su importancia. Esta modalidad exige un gran esfuerzo de creación, ya que obliga a penetrar en el pensamiento del [[personaje]], como en el caso de ''[[Edipo rey (Sófocles)|Edipo rey]]'' de [[Sófocles]].


== Necesidad objetiva de diálogo ==
Hoy la palabra «diálogo» se ha puesto de moda, y se la emplea para designar los más diversos tipos de conversación, aunque no siempre aparezcan suficientemente en ella los criterios de apertura, atención a las ideas del interlocutor y disposición a modificar los propios puntos de vista. Y, sin embargo, estos criterios deberían presidir todas las conversaciones.

El gran enemigo del diálogo y de toda búsqueda abierta de la verdad es la «voluntad de poder». Tendencia al poder y diálogo se excluyen mutuamente:
Esto no significa incondicionalmente una negativa radical frente a todo poder, sino más bien el requerimiento de que todo poder y autoridad tengan estructura dialogante. Toda pretensión de verdad reclama validez. Pero cuando esta autoridad se niega a dialogar con las otras posiciones o intenta dominarlas, aparece el peligro de faltar a la verdad. La renuncia al poder se puede manifestar en el diálogo de diversas maneras: por ejemplo no reteniendo información al adversario, o exponiendo abiertamente no sólo los puntos fuertes sino también los débiles (no siempre fácilmente percibidos por el interlocutor) de su propia posición. De todos estos factores depende la fructuosidad del diálogo.

Sin embargo, la negación de entablar diálogo no es el único enemigo del mismo. Como ya hemos visto, el diálogo se caracteriza por una búsqueda de la verdad, sin prejuicios que nos impidan contemplar las opiniones que no compartimos. Desde este punto de vista, una forma de "pseudodiálogo" es la [[retórica]], ya que admite la posibilidad de intercambiar ideas y discutir asuntos, pero en realidad se centra en la habilidad para persuadir y convencer, no buscando en realidad alcanzar la verdad, sino manipular la opinión.

==Características==

* Debe estar caracterizado por una apertura sin reservas, en torno al problema común de una verdad importante para la mutua convivencia.
* Ser intento por tener la apertura interior necesaria por comprender al interlocutor y poseer una interior disposición a corregir las propias posturas, posiciones.
* No debe consistir en un mero intercambio de [[monólogo]]s, en los que cada una de las partes intenta justificar su propio punto de vista y el otro “oye” pero no termina de “escuchar” ni aceptar la posibilidad de que esté escuchando la verdad o parte de ella desde el otro.
* No debe intentar síntesis o promedios consensuados de dudosa verdad para evitar confrontaciones, sino conocimiento mutuo, en el que las auténticas contraposiciones se conservan y se sitúan bajo clara luz.
* En el diálogo hay una esencial y necesaria tolerancia, que se mantiene incluso en la más acerada expresión de las oposiciones.
* El gran enemigo del diálogo y de toda búsqueda abierta de la verdad es la «voluntad de poder». Tendencia al poder y diálogo se excluyen mutuamente.
* La meta del diálogo no puede consistir en anular o encubrir, ni siquiera para mantener una supuesta paz.
* El objetivo del diálogo no es quedarse feliz y con ello conformar a las partes, sino la búsqueda de la [[verdad]], aunque ésta sea antipática.

[[Categoría:Pragmática]]

[[bar:Dialog]]
[[bg:Диалог]]
[[bn:সংলাপ]]
[[ca:Diàleg]]
[[cs:Dialog]]
[[de:Dialog]]
[[en:Dialogue]]
[[eo:Dialogo]]
[[fi:Dialogi]]
[[fr:Dialogue]]
[[gl:Diálogo]]
[[he:דיאלוג]]
[[it:Dialogo]]
[[ka:დიალოგი]]
[[kk:Диалог]]
[[ko:대화 (이야기)]]
[[ms:Dialog]]
[[nl:Dialoog]]
[[nn:Dialog]]
[[no:Dialog]]
[[pl:Dialog (literatura)]]
[[pt:Diálogo]]
[[ru:Диалог]]
[[scn:Dialugu]]
[[sh:Dijalog]]
[[sk:Dialóg]]
[[sr:Дијалог]]
[[sv:Dialog]]
[[sw:Mazungumzo]]
[[tg:Муколама]]
[[tr:Diyalog]]
[[uk:Діалог]]
[[vi:Đối thoại (thể loại văn học)]]
[[wuu:对话]]

Revisión del 23:12 27 ago 2009

El diálogo (del griego διά (diá, a través) y λόγος (logos, palabra, discurso) es una modalidad del discurso oral y escrito en la que se comunican entre sí dos o más personas, en un intercambio de ideas por cualquier medio.

También se usa como tipología textual en lingüística y en literatura cuando aparecen dos o más personajes que usan el discurso diégetico, llamados interlocutores. En este sentido constituye la forma literaria propia del género literario dramático y, como tal, se divide en parlamentos o peroraciones entre personajes que se dirigen mutuamente la palabra.

Un diálogo puede consistir desde una amable conversación hasta una acalorada discusión sostenida entre los interlocutores, y es empleado en géneros literarios como la novela, el cuento, la fábula, el teatro o la poesía. En una obra literaria, un buen diálogo permite definir el carácter de los personajes: la palabra revela intenciones y estados de ánimo, en definitiva, lo que no se puede ver, y en ello radica su importancia. Esta modalidad exige un gran esfuerzo de creación, ya que obliga a penetrar en el pensamiento del personaje, como en el caso de Edipo rey de Sófocles.


Hoy la palabra «diálogo» se ha puesto de moda, y se la emplea para designar los más diversos tipos de conversación, aunque no siempre aparezcan suficientemente en ella los criterios de apertura, atención a las ideas del interlocutor y disposición a modificar los propios puntos de vista. Y, sin embargo, estos criterios deberían presidir todas las conversaciones.

El gran enemigo del diálogo y de toda búsqueda abierta de la verdad es la «voluntad de poder». Tendencia al poder y diálogo se excluyen mutuamente: Esto no significa incondicionalmente una negativa radical frente a todo poder, sino más bien el requerimiento de que todo poder y autoridad tengan estructura dialogante. Toda pretensión de verdad reclama validez. Pero cuando esta autoridad se niega a dialogar con las otras posiciones o intenta dominarlas, aparece el peligro de faltar a la verdad. La renuncia al poder se puede manifestar en el diálogo de diversas maneras: por ejemplo no reteniendo información al adversario, o exponiendo abiertamente no sólo los puntos fuertes sino también los débiles (no siempre fácilmente percibidos por el interlocutor) de su propia posición. De todos estos factores depende la fructuosidad del diálogo.

Sin embargo, la negación de entablar diálogo no es el único enemigo del mismo. Como ya hemos visto, el diálogo se caracteriza por una búsqueda de la verdad, sin prejuicios que nos impidan contemplar las opiniones que no compartimos. Desde este punto de vista, una forma de "pseudodiálogo" es la retórica, ya que admite la posibilidad de intercambiar ideas y discutir asuntos, pero en realidad se centra en la habilidad para persuadir y convencer, no buscando en realidad alcanzar la verdad, sino manipular la opinión.

Características

  • Debe estar caracterizado por una apertura sin reservas, en torno al problema común de una verdad importante para la mutua convivencia.
  • Ser intento por tener la apertura interior necesaria por comprender al interlocutor y poseer una interior disposición a corregir las propias posturas, posiciones.
  • No debe consistir en un mero intercambio de monólogos, en los que cada una de las partes intenta justificar su propio punto de vista y el otro “oye” pero no termina de “escuchar” ni aceptar la posibilidad de que esté escuchando la verdad o parte de ella desde el otro.
  • No debe intentar síntesis o promedios consensuados de dudosa verdad para evitar confrontaciones, sino conocimiento mutuo, en el que las auténticas contraposiciones se conservan y se sitúan bajo clara luz.
  • En el diálogo hay una esencial y necesaria tolerancia, que se mantiene incluso en la más acerada expresión de las oposiciones.
  • El gran enemigo del diálogo y de toda búsqueda abierta de la verdad es la «voluntad de poder». Tendencia al poder y diálogo se excluyen mutuamente.
  • La meta del diálogo no puede consistir en anular o encubrir, ni siquiera para mantener una supuesta paz.
  • El objetivo del diálogo no es quedarse feliz y con ello conformar a las partes, sino la búsqueda de la verdad, aunque ésta sea antipática.