Discusión:Pesca con mosca

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Si alguien está dispuesto a hacer la extensa lista de peces pescables a mosca, adelante. En caso contrario, creo que debería borrarla debido a que resulta engañoso que los peces pescables a mosca solamente sean tres.

Estoy de acuerdo contigo, pero creo que no es necesario crear una lista, sino documentar la sección.
Sobre ..creo que debería borrarla debido.., aqui se podría decir que borrar es pecado, aqui se usa más bien mejorar, si estas ducho en el tema.. adelante, eso si siempre siguiendo las normas.
Un saludo --Silvestre 12:27 9 may 2006 (CEST)
Entiendo que borrar está "feo", pero me parece que nombrar como tipos de peces a pescar solamente tres especies conduce a error. Los peces pescables a mosca son... todos los que tu caña pueda aguantar.
Sinceramente, yo por ahora no tengo tiempo para crear una lista con las especies más importantes, y creo que es mejor no informar que desinformar.
Un saludo. Álvaropelos.
gracias por tu colaboración, y la verdad es que tenía un poco abandonado este artículo, no obstante estoy de acuerdo contigo, ya que soy pescador tal vez ortodoxoso ya que no reconozco tipos de pesca y peces a pescar , determinados, un saludo y gracias --Silvestre 18:24 9 may 2006 (CEST)

Sobre nuestra historia del Arte de la Pesca con Mosca.[editar]

Muy serio y bien documentado encuentro tu escrito sobre el Arte de la Pesca con Mosca,mas podríamos ampliar algo la historia y la leyenda de ella.Por eso me he atrevido a enviaros este capítulo de un libro inédito que,quizá,nunca se edite.Deseo os sea de interés.Acá está.

Cuando el primitivo Homo sapiens viera subir una trucha sobre un insecto alado, su curiosidad le llevaría al análisis del hecho y se preguntaría ¿qué hace ese pez? No tardaría en comprender las causas de ese comportamiento de los peces y allí nacería la pesca con seca. Posiblemente le seguiría la pesca con ahogada al constatar cómo se cebaban también los peces bajo el agua.

Lo anterior no deja de ser una hipótesis basada en mi experiencia personal. De hecho, he visto evolucionar de manera similar a pescadores aislados en su río, también demostrado por la literatura piscatoria española.

Y que la pesca con seca es tan antigua como el Hombre mismo no nos cabe la menor duda. Por pinturas rupestres se podría sostener tal afirmación: en la cueva de Saelices de la Sal (Guadalajara), podemos ver un grabado que representa a un pescador “cazando” un enorme pez, posiblemente un salmón, ya que parece ser que éstos han subido por el Tajo hasta épocas históricas y, lógicamente, por los ríos afluentes como es el Salado, río éste que se encuentra en las proximidades de la mencionada cueva.

El testimonio más antiguo del cual he tenido vagas noticias referentes a la pesca con mosca, es el de unos monjes pre – budistas (los bon presumiblemente) que bajaban a pescar con mosca seca antes de iniciar sus prácticas diarias de meditación. Que esto posee visos de autenticidad lo confirma nuestra experiencia: la pesca con mosca es una excelente manera de vaciar nuestras mentes del cúmulo de ideas y tensiones diarias, lo cual predispone a una meditación profunda. Siempre he mantenido que la pesca con mosca es una auténtica medicina para nuestro espíritu y nunca quiero admitir que sea un “deporte” competitivo.

Los modernos historiadores de la pesca con mosca nos citan a Aeliano (siglo II después de Cristo) como la fuente escrita más antigua disponible sobre la pesca con mosca: Los pescadores de Macedonia (río Astracus), confeccionaban unas moscas parecidas a las libélulas (Hippurus) sobre las cuales se cebaban unos peces jaspeados, casi sin duda truchas. Y, desde luego, las tomaban en superficie (De Natura Animalium, libro XV)

Pero creo que la anterior cita no es la referencia más antigua que existe sobre nuestro Arte de pesca. De hecho en la Península Ibérica, los ribereños de Calatayud pescaban truchas en el Jalón mediante el empleo de anzuelos adornados con lanas coloreadas. Nos lo dice antes que Aeliano el bilbilitano Valerio Marcial, el famoso epigramista hispano – romano. Sus paisanos usaban, pues, la misma técnica de pesca, y posiblemente de montaje, que los macedonios, imitando las moscas naturales mediante lanas enrolladas en el anzuelo. Precisa Aeliano, “sobre lana púrpura enrollaban dos plumas de la esclavina de un gallo de color similar a la cera”, (podría estar refiriéndose al flor de escoba crudo)

¿Dónde nació la pesca con mosca seca? Resulta absurdo pretender que naciese en un sólo lugar de la Tierra, como aseguran los ingleses y otros pueblos. Los seres Humanos poseen dotes de observación e inventiva similares en todos los lugares del planeta y fueron capaces de entender la manera en la cual se cebaban los peces. Mas de tener que señalar un lugar como la primitiva cuna de ésta pesca, me inclino por China u otro país del Asia lejana, dada la antigüedad del Homo sapiens allí y, consecuentemente, de la cultura y costumbres en general. Pero lo que tengo claro es que de ahí no necesitó pasar a otras latitudes por transmisión personal: en muchos lugares, en muchos ríos, la pesca con mosca nacería de manera espontánea, como resultado de la observación directa del mundo natural por el correspondiente ribereño. Al menos éste es mi personal criterio, y siento desilusionar a muchos absurdos “nacionalismos” (los nacionalismos son todos absurdos... máxime para muchos de nosotros, pescadores a mosca)

Por lo que antecede, podemos hablar de técnicas locales, incluso en zonas tan próximas, geográfica e históricamente hablando, como Aragón y León. Para confirmarlo, curioseemos en sus orígenes históricos: veamos esas dos escuelas piscatorias haciendo referencia a sendos libros, como son el Tratadico de Basurto (año 1425) y el Manuscrito de Astorga (año 1624)

Fernando Basurto, aragonés de Jaca, al hablar de la pesca con mosca de la trucha (Tratadico de la Pesca) nos describe el montaje de una mosca artificial tipo “nadadora”, o sea, la “moderna” streamer. Y también nos dice cómo usarla (conservo la ortografía dentro de lo posible):

“ ...La pluma se pone en el anzuelo en esta manera. Vuelto en el anzuelo el sedal que sea de media buelta bien templado; tomarán unas poquitas de las plumas y dende la enxeridura del anzuelo ponerlas han que vayan las plumas hazia el sedal; y començaránlas a atar dende casi la buelta del anzuelo, hasta la paleta; y llegada la atadura hasta allí, retornaran las plumas azia el anzuelo de manera que con ellas le escondan hasta encima de la punta. Y hecho aquello, harán la cabeça dela mosca junto a la paleta de seda negra que esté encima de la pluma; y después harán el cuerpo de seda negra, y pondrán encima la seda amarilla, que quede como escalerica para que el cuerpo se parezca debaxo dela pluma. La pluma escura de color es buena para en agua muy clara, para las mañanas. La pluma muy clara de color es buena para en agua algo pardilla, por las tardes. Y aun para las mañanas. Con la pluma se tiene de pescar como dicho es: en los raudales, sin plomo y sin vela, sino con sola la pluma, echándola abaxo del rezial y subiéndola por el río arriba, con razonable presteza, de manera que vaya la pluma arrastrando por encima del agua hasta lo alto del rezial, porque de aquella manera se cevan las truchas a las moscas verdaderas, que por ello las engañan con las artificiales...”

Los ríos del Pirineo, pedregosos y de fuertes corrientes no pueden, por lo general, ser pescados como los más serenos ríos leoneses. Las moscas secas del Manuscrito de Astorga (que no ahogadas como creían hasta hace poco los pescadores que han tratado el tema) con sus delicadas y sugerentes riñonadas que reproducen fielmente las sutiles luces y tonos de las naturales, no funcionarían correctamente en la mayor parte de las ocasiones en las tumultuosas corrientes del Alto Aragón. De tal manera se fundaron esas viejas escuelas de montaje, por cierto, tan primitivas como puedan serlo otras muchas del resto del mundo. Y si alguien lo duda, que lea a Valerio Marcial que escribió en el siglo I de nuestra era. Por lo mismo, resulta novelesca la hipótesis de que fueron los vikingos los que trajeron desde Macedonia la técnica de pesca con seca hasta Inglaterra, pasando por Italia, España y Francia. Creo razonable sostener, una vez más, que cada región de la Tierra tendría su propia iniciativa en tal sentido. Lo contrario es negar la natural creatividad del ser humano.

¿Es el libro de Dame Juliana Bernes, priora benedictina del convento de San Albano, el “Treatyse of Fisshinge with an Angler” (1496) y supuestamente derivado de un manuscrito de monjes del año 1450, el documento fundacional de la pesca a mosca? Por lo expuesto anteriormente, me atrevo a decir, pidiendo perdón a mis hermanos ingleses, que no y que sí. Es decir, que no encuentro mayor importancia tanto el hecho de su antigüedad como el de su contenido. Resulta evidente que han debido de existir otros manuscritos sobre el tema que nos ocupa tan antiguos, y aun más antiguos que el Treatyse. Opino que lo importante es eso, confirmar la antigüedad milenaria del Arte de la Pesca con Mosca, originalmente seca.

Haciendo un paréntesis en los comentarios literarios, lo que sí me llamó grandemente la atención es la ignorancia entomológica de Fernando Basurto y de sus coetáneos. Al hablar en el Capítulo III de “la mariposica blanca de cuatro cornecicos que de noche vienen a los ríos a dar mantenimiento a los barbos”, dice:

-“... es de saber que ninguna persona hasta hoy supo donde engendra ni se cría, ni de qué partidas [partes] viene a los ríos. Y son tan queridas las unas de las otras que a donde van las unas las siguen todas las otras. [está haciendo alusión a los vuelos de enjambres de machos durante los apareamientos] Y es su venida en éstas partes de España por los meses de junio, julio y agosto, y jamás las ven de día hasta ya que es venida la noche y con la mayor escuridad arriban a los ríos grandes y caudalosos. [sabéis que eclosionan a últimas horas del día]Y en las tablas grandes y hondas donde hay mucho pescado comiençan a bolar junto al agua tanta multitud dellas que en el ruido que hazen parescen a las abejas quando están en la colmena... Donde a saber es que si allí vienen un mil dellas que ninguna se salva que no muere, o ahogadas o comidas de los peces, porque si no muriessen todas hallarían algunas vivas a las mañanas, o verlas ir por los campos a los lugares de sus manidas o alojamientos, más no las hallan sino por las orillas del río todas muertas. E su venida a los ríos es luego que anochesce, y no tienen de vida sino dos o tres horas...”

El comentario que Basurto pone en boca del Pescador de su libro, contradice un poco lo que al principio decía yo sobre las dotes de observación de los seres humanos. Me resulta difícil de entender que aquellos paisanos nuestros no se dieran cuenta de que “la mariposica” vivía en el río como ninfa, eclosionando en los atardeceres del verano. Es una mosca tan abundante y escandalosa que muy ciego hay que estar para no verlas eclosionar a nuestro lado.

Lo que no cabe duda es que Basurto nos está refiriendo con toda claridad la mosca Palometa (Oligoneuriella sp.) mosca que aun hoy sigue haciendo las delicias del que la sabe imitar en seca, y no sólo para los barbos, sino también para las truchas y otros peces. (Id al capítulo dedicado al Diálogo de Basurto) No obstante, debo advertir, aunque estoy seguro que lo sabéis de sobra, que existen en la Península tres moscas similares en su apariencia externa de Oligoneuriellas: la duerensis, la rhenana y la Oligoneuriopsis skounate.

Pero sigamos. En la Edad Media hubo abundancia de obras francesas sobre la pesca. Así encontramos un libro titulado “De Vetula”, poema escrito en latín, de autor desconocido, y posteriormente vertido al francés romance por el Procurador del Parlamento del rey Carlos V, Jean Lefèbre. Otro manuscrito sobre la pesca con mosca debió de existir en la Abadía de San Bertín, localidad de Sant Omer. Por lo que parece, los eclesiásticos han sentido siempre devoción por la pesca.

En fin; sea como fuere, los ribereños mosqueros han ido copiando las moscas naturales de distintas maneras, según los materiales de que disponían, de las características físicas del río que pescaban y de su particular ambiente climatológico natural. Pero en esa copia siempre se buscó una serie de parámetros que, aun hoy, y quizá mañana también, nos han interesado e inquietado, si bien el refinamiento de las artificiales conseguidas es cada día más sofisticado, pero nunca perdemos el rumbo general de los siglos pasados. Son éstos parámetros las luces, los halos, los niveles de flotación, amén de las posibilidades de hacerlas evolucionar sobre el agua de manera natural, etc. Y resulta tan obsesivo para los pescadores ese conjunto de parámetros que se podría realizar un seguimiento cronológico del Arte en la Tierra basándonos en la evolución de los mismos. Intentemos hacer un breve bosquejo, desde luego desde mi personal punto de mira que, evidentemente, no tiene porque ser totalmente exacto. Para eso deberíamos acudir a los historiadores pescadores, porque de lo contrario los errores se multiplicarían.

Sin entrar en el progreso técnico del propio anzuelo, desde los primitivos de hueso hasta los actuales de afilado químico, pasando por los de hierro forjado, los de paleta y los de ojal (inventado en el año 1660 por el también religioso Grammont de Fortín, aunque ya era conocido en Asia muchos siglos antes...) nos centraremos en la propia confección de la mosca.

Artificiales primitivas son las que aun permanecen en la actualidad usadas por los pescadores españoles de vara. Resultan moscas toscas, que demandan pocos materiales y poca habilidad manual (otra cosa es su manejo en el río...) Para ellas se usan las lanas, sedas, hilos y plumas, preferentemente las de capón de gallo. Están ideadas para lograr una excelente postura alta en el río, río bastante bullicioso casi siempre, aunque he comprobado que también funcionan en otros tipos de corrientes.

Luego se perfeccionó la técnica de montaje con el empleo de materiales más sofisticados. Ello marca un punto de inflexión de la máxima importancia histórica: estamos llegando a las moscas del Manuscrito de Astorga, para la confección de las cuales se usaban hasta cinco plumas diferentes, básicamente de gallo, todas mezcladas entre sí con suma atención para permitir a los rayos de luz jugar entre las “capas”. O sea, ni collares muy densos ni muy escasos. Es el punto máximo de progreso en la perfección Mosquera, moscas secas capaces de reproducir los halos de las naturales desde enero hasta San Juan, ese día que, también hoy, sigue marcando la época reina de la seca de cada temporada. Por cierto que coincide con el plenilunio de julio, única luna buena para la pesca (la de septiembre también suele ser discretamente buena, ¡y hasta muy buena!) cosa que he podido comprobar por mis apuntes de salidas de pesca durante varios decenios. A ello dedico el capítulo del Plenilunio de julio.

Bien; el Manuscrito copia con fidelidad las moscas pero, y esto es lo más importante, lo hace desde el punto de vista truchero y no desde el humano. Puedo asegurar que tales imitaciones no han sido superadas aun en la actualidad. Son imitaciones “impresionistas” y no “realistas” a nuestros ojos, que no a los de ellas, pues sabemos que las mismas les resultan muy “naturales” y apetitosas.

Cotton (1676) es otro gran padre de las moscas “modernas” en Inglaterra. Sus famosas Doce Especies no son otra cosa que las doce maneras de presentar las moscas SOBRE el agua. Su discípulo J. Chettam (1681) acrecentó la caja del montador con el empleo de nuevos y abundantes materiales, iniciando la popularización de los dubbings. Así, sus “Dub Flies” (moscas en dubbing) emplean para los cuerpos pelos de marta, de oso, de perro, de camello, de gato, de vaca y de otros muchos animales. Mas las plumas que les confieren la sensación de vida, de movimiento, son siempre de gallo.

No se quedan atrás los franceses del siglo XVIII: aparece un libro que describe cinco moscas para trucha; es el Tratado de Toda Clase de Caza y Pesca que, por cierto, no he logrado conocer por más que lo busqué. Toda mi referencia de él se reduce a párrafos aparecidos en distintas publicaciones de mosca. Por ello prefiero no hacer mayores comentarios sobre el mismo.

Igual cosa se puede decir de Luis Peña en León, que escribió en 1835 un catálogo de moscas, si bien éste profundiza bajo el agua la imitación, perfeccionando lo que ya se había iniciado siglos antes. Precisamente es éste libro de Peña el que ha causado, a Louis Carrere. la vieja creencia equivocada. La popularizó en su libro “Mouche noyée” (1937) Para él y sus seguidores las moscas del Manuscrito eran ahogadas. Tal error, hoy plenamente subsanado, ha generado la creencia entre los amantes de la mosca que la tradición leonesa ha sido siempre la de mosca ahogada. Ved los comentarios en el capítulo dedicado al Manuscrito donde, se trata de tal asunto exhaustivamente.

Como antes dije, creo que Cotton es otro punto cumbre de nuestro Arte, marcando un hito histórico que, posteriormente, fue acrecentado por los Bowlker, padre e hijo, con su libro Art of Angling (1747) En él encontramos los nombres de moscas que hoy aun seguimos montando con constante éxito: Black Gnat, Iron Blue, Cadis Fly, Red Spinner, Spider Fly, Grey Drake, Grannom... Ya comprendieron la enorme importancia de los niveles en el agua: en seca (dun y spinner) y en la ninfa. Más aun, imitaban posturas de seca SOBRE, EN y BAJO el agua valiéndose de hackles de gallos, con alas en punta de hackle y en fibras. Además, sus ahogadas están deseando levantar el vuelo en los críticos instantes de la emergencia, lo mismo que lo hicieron otras escuelas siglos antes, pero de manera más rudimentaria e intuitiva, es decir, sabiendo menos lo que se hace... ¡y porqué se hace!

No alargaré mucho más éste comentario histórico, pero es obligado hablar del furor mosquero del siglo XIX. Para mí, destaca Ronald, fundador de la moderna clasificación de moscas naturales para la pesca, sin olvidar a Odgen, el cual avanzó en el perfecto equilibrio de los montajes de seca, tal como hoy los entendemos, o sea, con posturas que buscan lo natural y que permiten hacer evolucionar con eficacia por las corrientes a esas maravillas, siempre con la habilidad del propio pescador que maneja la caña para hacerlas adoptar posturas idóneas en el río.

Corona la moderna historia mosquera Marryat, el modesto amigo de Halford, tan modesto que quiso permanecer en segunda fila, pero sabemos que era el verdadero innovador de los montajes de Halford; por ello fue, evidentemente, el prototipo de Pescador con mayúsculas.

Consigue Marryat equilibrar mejor el conjunto para poder realizar posadas etéreas, y es que estamos en la era del furor de las “presentaciones perfectas” y de las copias “humanas” de las moscas naturales. No creo que Halford sea famoso tanto por el legado de esas moscas artificiales (que, dicho sea de paso y a mi modesto entender, representan una regresión en el sutil sentido del Arte como actualmente lo entendemos algunos) como por su fama de estrella mundial. Sus grandes resultados se debieron a ese perfecto equilibrio con el cual se conseguía presentar la imitación por sorpresa ante la trucha, ayudados por las innovaciones en el aparejo: el sedal pesado (line o línea) generalmente de seda en aquel entonces y la cola de rata de crin de caballo, en perfecta conicidad desde su arranque en el anzuelo hasta el comienzo de la línea. Ésta es la época de la pesca con seca por excelencia, pero nuestros hermanos ingleses se olvidan de que no hay nada nuevo bajo el sol... Debemos siempre mirar atrás, porque todo fue ya inventado anteriormente, de no ser en la actualidad con el uso de materiales sintéticos en abundancia, algunos verdaderamente maravillosos para el fin que con ellos buscamos.

Equilibra la exclusiva pasión por la seca, el también inglés Skues con sus fantásticas ninfas cercanas a la superficie del agua, tan cerca que podemos hablar de las modernas imitaciones emergentes. Pero aun así, Skues no olvida la seca y nos regala sus excelentes imitaciones de moscas con deseos de volar, esas que hoy podemos usar con todo éxito. Y es que estamos llegando al punto de convergencia del conocimiento entomológico con el artístico, si bien nunca se debería descuidar la intuición.

Louis de Boisset en Francia (1939) crea sus fantásticas efímeras, dignamente comercializadas por Chamberet y su viuda. Durante un tiempo fueron las imitaciones más próximas a nuestros ríos ibéricos y las que los viejos usamos con proliferación morbosa. La serie Gállica es la cumbre de las efímeras artificiales modernas, si bien en la actualidad hayamos avanzado un paso más, tal como iremos viendo con el paso de las páginas del libro.

En las Gállicas se encierra un profundo estudio entomológico, amén de un punto de vista muy “truchero”, es decir, como se suponía que veían las truchas (hoy nos encontramos, como acabo de señalar, un paso mas adelante, pero sin perder el camino...) Resumiendo; creo que con las Gállicas estamos llegando al estadio actual de entender cómo ven los salmónidos, dejando a un lado la interpretación visual humana. Y digo visual, porque las cuestiones psicológicas nos separarán eternamente: cabe preguntarse algo tan básico como la manera de interpretar el mundo por peces y hombres. O sea: ¿es lo mismo el agua para ellas que para un ave, o para nosotros? En el Epílogo intento aclarar, quizá sin conseguirlo, esta cuestión fundamental a la hora de interpretar los fenómenos y las cosas.

Y en España ¿cómo anda la situación? Las imitaciones con seca sufrieron un parón en su evolución debido al éxito de las ahogadas de Luis Peña, hasta el punto que la pesca sólo era concebida con “mosquitos.” Veamos sino el mencionado error reciente de considerar ahogadas las moscas del Manuscrito de Astorga. Y eso sucedió en un país donde la pesca con “vara” es una verdadera pionera en el mundo de la seca como hemos visto, mucho antes de que en los siglos XVIII y XIX progresaran con ella los ingleses agregando el sedal pesado y la cola de rata.

La “vara” sigue siendo hoy día un Arte usado en varios puntos del norte de la Península Ibérica, (no puedo olvidar al bueno de Cholo, en Mieres) y que posee una manera de montar que le es consustancial: las paisanas, buen ejemplo de como la imitación se adapta a los medios físicos del aparejo y de las necesidades ecológicas del sistema fluvial. Con la vara estamos siguiendo el original sendero ibérico marcado por los pescadores coetáneos de Marcial, por Basurto, por el Manuscrito de Astorga y ¡cómo no!, por Dame Juliana en Inglaterra.

¿Por qué esa general coincidencia en lo básico de estilos y técnicas? O si se prefiere, ¿por qué hemos seguido caminos paralelos a través de toda la Historia humana? Es Evidente: la pesca con mosca es universal; ni tiene fronteras ni está marcada por los tiempos. Es algo que nace del río y vive con él y para él. Por eso se dice que todos los mosqueros del mundo somos hermanos y que nuestra patria no es otra que todos los ríos de aguas brillantes de la Tierra.

España, en los últimos tiempos, se ha hermanado con el resto del mundo en materia de montajes, si bien se puede hablar de dos escuelas distintas, tal como he indicado antes. Una de ellas posee una cierta idiosincrasia que la hace original. Es la más antigua en la modernidad, perdón por la expresión, ya que la otra es nacida de la simple copia de moscas internacionales, americanas mayoritariamente, sin olvidar a las inglesas y francesas. La llamada por mi “original” intenta montar moscas que profundizan en el conocimiento de las naturales, vistas con ojos y “mentalidad” de trucha. Busca no sólo los halos, luces y posturas en el río de la artificial, sino que también intenta conseguir una traducción de los colores adaptada a la amplitud cromática de la visión de la trucha, amén de considerar las distintas temperaturas de color emitidas por los materiales a la hora de usarlos para montar. Ésta es, por lo menos, mi personal manera de entender la imitación “perfecta”, y con la cual me estoy esforzando en avanzar, aunque lo haga con lentitud de tortuga reumática... por éste apasionante mundo nuestro.

La otra escuela se reduce a ir seleccionando una serie de imitaciones universales que van dando resultado en nuestras aguas. Es triste que dentro de éste grupo militen personas con aires de “estrellas” de la pesca, auténticos fusiladores de buenas moscas, foráneas o no. Y lo hacen con tanto descaro que, con frecuencia, ni cambian los nombres originales de las mismas, limitándose a firmarlas con el suyo propio... Son los “mareadores de mosca” al decir de los colegas gallegos, que apestan con sus artículos ¡y sus numerosísimos errores! muchas revistas hispanas. Resultaría curioso seguir la pista de los plagiarios y hacer un estudio psicológico de los mismos, mas ello se sale del objetivo de esta reseña. Más adelante rozaré el tema con suma discreción pues no quiero polémicas.

Pero la mejor explicación de la irrupción de tales señores en nuestro pacífico mundo, la podamos encontrar en dos motivaciones: la vanidad de los mediocres y las ansias de ganar buenos duros con sus “inventos”, olvidando que a ellos nada les costó conseguir lo que luego revenden ya podrido...

Deseo que el pescador que esto leyere no se convierta nunca en uno de esos aludidos personajes. De tal manera, conseguirá sacar del Arte de la pesca con sedal pesado y cola de rata la felicidad mas profunda, esa que en el actual mundo consumista brilla por su ausencia. Lo deseo de todo corazón.

    --164.77.221.59 (discusión) 02:46 20 may 2009 (UTC)Bambú.[responder]
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Concretamente el que se refiere al enlace de Reos (truchas de mar), enlaza a reos refiriendose a presos, muchas gracias.

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Elvisor (discusión) 22:56 30 nov 2015 (UTC)[responder]

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