Discusión:Distrito de Canis

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Crear un blog[editar]

Los pobladores del distrito de Canis tienen mucho que contar, por ello les ruego que no compartan sus interesantes historias acá en Wikipedia donde no son consideradas enciclopédicas, sino en un blog (como en blogger que es gratuito). Un saludo MarcoMogollón (discusión) 22:15 2 ene 2015 (UTC)[responder]

Fuentes primarias[editar]

Traslado fuentes primarias colocadas en el artículo principal. Marco ATM (discusión) 16:31 29 jun 2015 (UTC)[responder]

El hecho más sorprendente es la versión recogida de labios de doña "Allicha" Alvarado, quien manifiesta que cuando era niña, encontró dentro de una de las construcciones una momia junto a una especie de libro cuya portada era de un color amarillento debido al paso del tiempo. Lamentablemente, ella y sus dos amiguitas, que eran pastoras de ovejas, sin conocer su importancia, la destruyeron.

Teódulo Vergara también dice haber visto en Pashpa Pampa, dentro de las construcciones de piedra, a una momia con una especie de libro en la mano. Abraham Nieves y Joaquín Dolores dicen haber visto en Triscashantivo a una momia que tenía entre sus manos un arpa, mucho más pequeño que las arpas actuales.

Leyenda de su origen[editar]

Una leyenda cuenta que en Wamanwaca, a unos 10 km. de Canis, en tiempos inmemoriales existían dos ayllus: Los Wamán y los Aldave que vivían en completa paz y armonía. Con el correr del tiempo, por la apropiación de uno de los ayllus de una inmensa campana llamada “Mariangola”, las relaciones de amistad comenzaron a deteriorarse hasta que se tornaron enemigos irreconciliables, produciéndose de esta manera la lucha encarnizada entre los Wamán y los Aldave. Como la vida ya no era llevadera en Wamanwaca, los dos ayllus decidieron separarse definitivamente y repartirse los bienes que hasta entonces habían usado en común; así mismo, cada ayllu tomó posesión de sus santas patronas. De esta manera los Aldave se quedaron con la Virgen de las Nieves, y los Wamán, con la Virgen de la Natividad. Se dice que ambas eran hermanas. La campana, “Mariangola” como era la única, una buena noche desapareció. Según dicen que fue enterrada en un lugar desconocido para que ninguno de los ayllus fuese el poseedor.

Los Wamán decidieron irse hacia las alturas, y se establecieron en las faldas de Cashamarca, a unos 4 km. de Wamanwaca; mientras tanto, los Aldave bajaron hacia la quebrada y construyeron sus casas en las cercanías de un puquial, hoy denominado Canis.

Se dice que ambas vírgenes no se acostumbraban en cada uno de estos pueblos. "Naticha", según cuentan los cajamarquillanos, no tenía hijo, por eso quería tanto al hijo de la Virgen de las Nieves, y de noche, como se extrañaban, ambas vírgenes volvían a Wamanwaca. De las Nieves, al ver que sufría su hermana, le entregó a su hijo.

Tanto los Aldave como los Wamán, cansados de hacer retornar a sus vírgenes en solemnes procesiones, los encadenaron en el altar mayor de sus respectivas iglesias.

Desde aquella fecha, las dos hermanas se separaron definitivamente y los llamaron “La Colocada”, por estar en la parte superior del altar de donde ya no lo sacaron ni para las procesiones, más bien, mandaron construir sus réplicas para los días de sus fiestas: El 5 de Agosto, en Canis; y el 8 de Setiembre, en Cajamarquilla. Se cuenta que el 5 de Agosto, a la hora de la procesión de la Virgen de las Nieves, mientras doblaban las campanas, siempre aparecía volando un picaflor de color blanco y su presencia era visible por todo el tiempo que duraba la procesión alrededor de la plaza de armas, luego la avecita, zumbando se dirigía veloz con dirección a la quebrada de Huanus.

Desde que sucedieron estos hechos, el pueblo de Wamanwaca quedó completamente despoblado y en ruinas. Según el decir de las gentes, el día de la fiesta central de cada una de estas vírgenes, se escuchan los tañidos largos y ondulantes de la “Mariangola”, que hasta la fecha, a pesar de su incesante búsqueda, permanece enterrada entre las ruinas de este pueblo que floreció en la antigüedad.

El amor y el cariño de ambas vírgenes, a pesar de sus cautiverios, jamás se apagó, tenían la esperanza de que algún día vivirían juntas.

A raíz del terremoto de 1970 las iglesias de ambos pueblos quedaron casi en ruinas y las imágenes sufrieron ligeros daños, por eso sus hijos los llevaron a Lima para que lo repararan, pero ellas aprovecharon de esta ocasión para quedarse definitivamente en la capital de las República. El sueño de ambas hermanas parece haberse cumplido.

Antecedentes de la creación del distrito[editar]

Durante largos años el pueblo fue anexo del distrito de Cajamarquilla; sin embargo en algunas ocasiones, los de Canis ocuparon algunos cargos políticos importantes; tal es el caso, por muchas temporadas fue Gobernador del Distrito Don Simón Fabián Huamán.

Uno de los gestores fundamentales para que Canis ascendiera a la categoría de Distrito fue Don Tolentino Vergara, y todo surgió por una discrepancia con las autoridades del Distrito. Como Teniente Gobernador del pueblo fue notificado a fin de enrolar a los conscriptos para el Servicio Militar Obligatorio. Don Tolentino, lejos de cumplir con la orden, les puso en sobreaviso a los conscriptos para que se ocultaran. Al llegar a Cajamarquilla dio el informe en el sentido de que no habían sido habidos. El Gobernador por toda respuesta lo encerró en la cárcel, que era un cuarto pequeño, cuya puerta, con aberturas cuadriculadas, daba a la plaza de armas. Desde la prisión, a voz en cuello reclamaba su libertad en forma reiterativa, por lo que se acercó el Gobernador. En el diálogo, que fue bastante acre, ambos se acaloraron. Don Tolentino no soportando el insulto, a boca y jarro le lanzó la siguiente pregunta: “Si tanto conoces, dime, ¿Cuántos sentidos tiene el hombre?. El Gobernador se rio y contestó: “¡Es cosa sencilla!, el hombre tiene cinco sentidos!”. Por esta respuesta, inmediatamente replicó: “¡No sea ignorante señor Gobernador, para que sepa Ud., el hombre tiene seis sentidos!”

Y como ninguno de ellos se convencían, tuvo que cumplir su encierro de 24 horas. Al día siguiente, luego de salir de la cárcel, se sacó el sombrero y se arrodilló en el centro de la plaza de armas de Cajamarquilla y juró con estas palabras: “¡Por mis padres y mis abuelos, juro que nunca más volveré a esta tierra mientras Canis no sea Distrito!”. Se levantó, cogió su sombrero, no miró a nadie y caminó con dirección al pueblo. Los comuneros que lo acompañaban lo siguieron. Al llegar al aguado de Ayar, se sentó y les preguntó a los comuneros que le acompañaban: “¿Para qué tenemos hijos leídos en Canis?, ¿Para qué?”. Al llegar al pueblo dobló las campanas llamando a la comunidad a una asamblea. Allí surgió orgánicamente la decisión de hacer las gestiones en la Capital de la República para que Canis ascendiera a la categoría de distrito.


Costumbres[editar]

Naya Tagshay[editar]

Significa lavado de las ropas del difunto. Después de muerto una persona, los familiares realizan el Naya Tagshay. Muy de mañana hacen la limpieza del cuarto donde se llevó a cabo el velorio, luego buscan a los cargadores que reciben la denominación de “burros”. Generalmente este papel recae en los yernos o las nueras del finado, y si no tuviera, en un familiar cercano.

Es costumbre que en horas de la mañana el postillón da conocer el nombramiento de las autoridades con la anuencia del “Prefecto del Departamento”. En voz alta va anunciando los nombres del “Alcalde”, “Gobernador”, “Juez”, “Agente”. Estos cargos generalmente recaen en las mujeres.

Las “autoridades” son los que ordenan la captura de los “burros” o cargadores. Ante esta orden los cívicos, soga en mano, inician la persecución. Los yernos como las nueras no se dejan atrapar tan fácilmente. Después de denodados esfuerzos son capturados y conducidos ante las autoridades. Ellos los mandan cargar los costales de basuras y ropas del finado. Es el momento más emocionante, ya que los “burritos” y las “burritas” saltan, corren, corcovean y arrojan las cargas. El juego a veces se torna brusco, a pesar de ello, los “burros” son dominados y con la carga fuertemente asegurada son conducidos, amarrados con un lazo desde la cintura, por las calles del pueblo.

Por el camino que conduce al manantial de Tecllo, los “burros” corren por uno y otro lugar respingando y arrojando la carga. Los que conducen se arman de valor bebiendo su cuartito de ron. Finalmente, cansados y sudorosos llegan a Tecllo, lugar donde discurre el agua limpia y en abundancia. Allí, hombres y mujeres, entre ocurrencias y recuerdos de las acciones del finado se ponen a lavar las frazadas y las ropas.

Mientras esta comisión lava las ropas, las “autoridades” hacen una visita a la casa de los familiares para que obligatoriamente donen cuyes o conejos, los mismos que en horas de la tarde, luego del retorno del Naya Tagshay, servirán para el Jaca Turiay.

El retorno de los lavadores de ropa es similar al de la ida. Los “burros” cargan las frazadas y las ropas húmedas. Al llegar a casa del finado, las “autoridades” ordenan que le sirvan su locro de res o carnero y su botella de ron.

Jaka Turiay[editar]

Los cuyes recolectados por las “autoridades”, así como los obsequios de los amigos del finado son destinados al jaca turiay o toreo de cuyes.

Los hombres y las mujeres aprovechan el naya tagshay para en el trayecto cortar las espinas de las maras o pencas azules. Estas espinas son amarradas en unos palos de 30 cm. y cual si fueran puyas o lanzas, sirven para estocar a los cuyes en el toreo.

Todos los individuos provistos de sus puyas o lanzas se sientan en cuclillas, pegados el uno al otro, formando un círculo, no dejando ni un espacio en blanco. Estando ya listos, la “autoridad” anuncia el ingreso al ruedo del “toro más bravo” de fulano de tal y portando al cuy lo suelta en el centro del ruedo. Los toreadores atacan al animal con sus puyas. Si el cuy logra escapar por el lugar cuidado por alguien, la persona que deja escapar paga una multa consistente en una botella de ron. Si el toreador, luego de haber pinchado, levanta al animal con la puya es merecedor de un premio consistente en una botella de aguardiente. Si el toreador, en vez de levantar con la puya, maltrata al animal, es detenido por la “autoridad” y a su vez paga la multa, también consistente en una botella del mismo licor.

Waka Turiay[editar]

Concluido el jaca turiay las “autoridades” ordenan el waca turiay. Las mujeres entre ellas mismas se designan quien saldrá primero haciendo el papel de vaca brava. Provistos de estacas o cuernos de vaca salen furiosas atacando a todo aquel que encuentra en su camino. Animados por la fiesta que empieza, los borrachitos y todo el público sacan sus ponchos y empiezan a torear a las “vacas” que atacan sin temor. Más de las veces hay contusos y heridos. Las “vacas” se embravecen más cuando el público le designa apelativos, tales como: “¡Pasín waca!”, “¡Cuca waca!”, “¡Paksaq waca!”, “¡Tambucar waca!”, y así van enumerando los campos donde pastan las vacas. Finalmente, todos los concurrentes comen picante de cuy preparado con los cuyes muertos en el jaca turiay, tocándole la mejor parte a los toreadores.

El Gayakuy[editar]

Significa “mandar llamar al espíritu del enfermo”. Es un tratamiento para las personas enfermas, cuyo espíritu ha sido aprisionado por el jirka. Las curanderas afirman que las personas que se caen en el campo o los que se asustan por cualquier motivo, son víctimas del jirka. Con el susto, el espíritu se les sale y el jirka los aprisiona, entonces el individuo se torna pálido y a diario empieza a enflaquecer. Ningún remedio casero o de las farmacias logran rehabilitarlo; entonces, la curandera, especialista para estos casos, se propone a liberar el espíritu de su paciente del poder del jirka. A media noche, cuando el enfermo duerme profundamente, se dirige al campo causante de estos males. Para prevenir el ataque del jirka se hace acompañar, a una prudente distancia, de uno o más individuos. Sola, ya frente al jirka, rompe la quietud del silencio de la noche llamando por tres veces el nombre del enfermo. La voz fuerte, profunda y prolongada llega a los más lejanos confines escalofriando el cuerpo. Si la persona fuera por decir Silvano Huaraca, la curandera llama así: -¡Silvano Huaraaaaacaaaaa, kutikamuuuuuuyyyyy! ¡Putacaray jirkaaaaaa: kacharamuuuuuyyyyy! ¡Ama kuyapaysu!, ¡Warminpis, surinkunapis wagayanmiiiii! Ama apayrajsuuuuu! (¡Silvano Huaraca, vuelve a tu cuerpo! ¡Campo de Putacaray: suéltale! ¡No lo cariñes, no lo retengas! Su mujer y sus hijos aquí lloran! ¡Todavía no te lo lleves!)

En la tercera llamada, a veces el jirka escucha sus súplicas y libera el espíritu del enfermo con un sonido similar a: ¡chiiiiiiiiiiiinnnnnnnnnn......! Otras veces el jirka responde y reacciona de diferentes maneras: ya sea jaloneándole, golpeándole a la curandera. Otros cuentan que se les aparece en forma de bulto y los persigue a pedradas hasta que vuelva ella y sus acompañantes hasta la población. Si el gayakuy ha sido positivo, es decir se ha logrado arrancar al espíritu del poder del jirka, el paciente se recupera pronto; si no ha dado resultado, el paciente esa misma noche se debilita y finalmente muere.

Juegos infantiles[editar]

Pacallero[editar]

En este juego participan en grupos de cuatro o más individuos. Todos ellos se sientan haciendo un círculo. Los varones se sacan los sombreros y los colocan boca arriba entre sus piernas, mientras las mujeres hacen un hoyo en sus faldas o en todo caso forman un cóncavo con ambas manos. Una vez que ya están acomodados hacen el sorteo para nominar quien deberá iniciar el juego. El niño asignado coge una piedrecilla en el puño de la mano y pronuncia repetidamente la palabra: “¡Pacallero, pacallero, pacallero...!”, a la vez que va introduciendo el puño ya sea en el sombrero, en la falda o en las cuencas de las manos de los demás jugadores, hasta que finalmente en forma disimulada deja la piedra en cualquiera de ellos. El jugador sentado a la derecha del que inició el juego tiene que adivinar dónde se encuentra depositado la piedrecilla. En caso de encontrar se libera del castigo y pasa a dirigir el juego; en caso de no encontrar hasta por tres veces consecutivos recibe el castigo que consiste en soplar un puñado de tierra colocado a la altura de los labios con los ojos abiertos; otras veces son obligados a cantar o bailar.

Challac Challac[editar]

Este juego imita a la mamá perdiz. Los jugadores que son más de diez se reúnen y nombran a uno que hará el papel de la mamá perdiz. El resto, por sorteo, unos serán polluelos y otros galgos. La mamá perdiz generalmente es una mujer, ella, sentada, esconde las cabezas de los galgos entre sus faldas, otras veces los cubre con un poncho o con una manta, momento en que los polluelos se esconden por los alrededores. Cuando la mamá ve el momento más conveniente, suelta a los galgos gritando: ¡Challac, challac, challac...!

A esta voz, los galgos van en busca de los polluelos. Aquellos que son capturados, en el siguiente juego harán el papel de galgos. Los polluelos que a pesar de la búsqueda de los galgos no son habidos, son llamados por la madre: ¡Yurikamuy, yurikamuy, yurikamuuuuy! (¡Aparezcan, aparezcan, aparezcaaaan!) Entonces las perdicitas corren a toda velocidad con dirección a la madre, tratando de no ser atrapados por los galgos.

El galgo que no atrapa a los polluelos en tres veces consecutivos es sancionado con el castigo que impone la madre. Para que el juego sea más emocionante la perdiz exige que el galgo cante o diga una adivinanza, o en todo caso, narre un cuento; si no cumple estos castigos es condenado a lamer la tierra.

Danzas[editar]

Las Kiyayas[editar]

Son danzantes conformadas por las solteronas o las viudas, también denominadas warmi kawaj, que no tienen quien los represente en las faenas comunales.

Su disfraz es natural: Polleras primorosamente bordadas con diferentes colores, monillas de colores llamativos, llicllas o mantas, collares y el sombrero adornado de flores.

Faltando una semana para la fiesta, el Alcalde Pedáneo publica mediante cartelones la relación de las mujeres que habrán de danzar. En caso de no acatar esta disposición son sancionadas con penas que van desde la multa hasta el encarcelamiento por 24 horas.

El día de la fiesta, muy de mañana, el Alcalde Pedáneo, al compás de la tonada del arpa, que es característica para estos casos, vistiendo un sombrero y un poncho negro, ostentando la Vara que es símbolo de respeto y mando, sale danzando por delante, seguido de sus kiyayas, que previamente ya se han reunido. A este conjunto de danzantes le acompaña un Anti, es decir, una niña con una canasta en la mano que va por delante derramando pétalos de flores.

En el primer día de la fiesta los danzantes recorren las casas de las autoridades y en el segundo día, las casas de los mayordomos. Para cada lugar, las kiyayas se ponen de acuerdo y entonan sus versos que denuncian su estado, su pobreza, sus sufrimientos y otras veces son hasta satíricos.

Cuentos[editar]

Pisanamaría[editar]

Se cuenta que en tiempos antiguos una mala mujer llamada María dio muerte a su madre y para que nadie se diera cuenta de su crimen barrió las últimas gotas de sangre caídas en el piso y escondió el cuerpo asesinado.

Con el correr del tiempo su conciencia le traicionó y todo el pueblo se enteró de su mala acción. Por esta razón tuvo que huir buscando refugio, pero en ningún pueblo lo recibían, más por el contrario, todos le odiaban, le maldecían y le arrojaban a palos.

Finalmente le llegó la maldición de la madre, pues fue convertida en geshia o enfermedad. Cubierta con un vestido incoloro, descolorido por el tiempo y casi cadavérico, portando una escoba en la mano se trasladaba al compás del viento, de un lado para otro, y a su paso barría todo lo que encontraba. Por eso las gentes lo llamaron Pisanamaría.

Se cuenta que en plena procesión llegó al pueblo de Matara y al ver reunida a la gente, los barrió con su escoba dejando al pueblo sin ningún sobreviviente y convertido en ruinas. Su fama de exterminio y muerte se generalizó y todos le llegaron a temer. Por donde pasaba sembraba la epidemia del tifus. Atacados por este mal, hombres, mujeres y niños morían delirando de fiebre. Cuando se aproximaba a los pueblos llegaba lamentándose, gimiendo y llorando y con su escoba barría de canto a canto.

Se dice que pasó por los pueblos que ahora están convertidos en ruinas: Matara (Chiquián), Cushi (Llaclla), Wapchoq (Caruhajara), Jatún Pacocha y Wamanwaca (Canis), Ashaujirca y Curpash (Cajamarquilla y Llipa), Pumallatay y Raján Viejo (Raján), entre otros.

Los demás pueblos ya no sabiendo qué hacer, impotentes ante tantos estragos, al saber que se dirigía hacia Cajatambo, se organizaron y lo esperaron en el cañón de Mama Punko. Ahí, luego de una dura y tenaz lucha lograron apresarla y en el instante le dieron muerte.

Así los hombres dieron fin a la peste y al exterminio causada por esta mala mujer, pero sobre todo vengaron la muerte de su madre y cumplieron con la maldición que llevaba sobre sus hombros Pisanamaría.

Lírica popular[editar]

Los Arwis[editar]

En vísperas de carnavales, sobre todo cuando es buen año con abundante lluvia, grupos de mujeres se organizan en cada barrio, es así, cuando apenas cae la noche, un grupo de mujeres de uno de los barrios, ya sea de Piquipampa, Nucaycucho, Pacaycucho o Panteón entonan un arwi o harawi. Esta canción es respondida por el grupo de mujeres de otro barrio, y así se inicia la competencia de barrio contra barrio. Las mujeres, en coro, con voces sumamente delgadas entonan una canción agitando el aire con la palma de la mano a la altura de la boca para que las voces lleguen ondulantes a lugares más lejanos. En esta competencia también intervienen los varones, ya que al final de cada arwi, ellos acompañan con un fuerte y estentóreo: ¡Waaaaaaaajiiiiiiii....! o japarida.

El ganador de la competencia es el barrio que entona los versos más diversos y hermosos; los que repiten los arwis o abandonan la competencia, pierden.