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Clericis laicos

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La bula Clericis laicos fue promulgada por el papa Bonifacio VIII el 24 de febrero de 1296.

El título de esta bula proviene de las primeras palabras con que se inicia la misma: Clericis laicos infestos oppido tradit antiquitas («Es una antigua tradición que los laicos sean absolutamente contrarios a los clérigos»).

Contexto

Para poner fin al conflicto que mantenía en guerra al reino de Inglaterra con el de Francia, Bonifacio VIII envió dos legados con la indicación de proclamar una tregua que pusiera fin, al menos temporalmente a las hostilidades de manera que pudieran comenzar, con la ayuda de los mismos legados, la negociación. Sin embargo, los legados al llegar a sus respectivos destinos no comunicaron el mensaje papal, pues consideraron mejor esperar a una tregua de acuerdo que una impuesta.[1]​ Sin embargo, el papa intervino debido a que para costear la guerra, los monarcas habían gravado de impuestos a los eclesiásticos. Bonifacio VIII envió la bula Clericis laicos a estos legados para que la publicaran en Inglaterra y en Francia, aun cuando el decretal era dirigido a todas las autoridades políticas de la cristiandad.

El papa recordaba a los príncipes que de acuerdo con los cánones de los concilios de Letrán (III y IV) no podían disponer de los bienes eclesiásticos sin el permiso previo del papa. Luego prohibía, bajo pena de excomunión, que las autoridades temporales cobrasen o recibiesen impuestos del clero sin una autorización previa del Papa. La pena de excomunión y deposición alcanzaba también a los clérigos que aceptasen el pago del tributo. Los laicos que colaborasen en el cobro de tales impuestos también quedaban excomulgados.

En agosto de 1296, Bonifacio VIII solicitaba todavía al legado en Francia que publicara la bula o que al menos diera noticias de que la orden había sido cumplida.

Consecuencias

Como reacción, Felipe el Hermoso prohibió que ningún diezmo o dinero fuera enviado a Roma e impidió la publicación de la bula. También el rey Eduardo I de Inglaterra puso trabas a la aplicación de la bula. Esto condujo a que en 1297, el obispo Roberto de Winchelsea excomulgara al monarca. Dupré Theseider afirma que si Bonifacio VIII se hubiera limitado a prohibir todo impuesto sobre los eclesiásticos, no hubiese encontrado una oposición tan vehemente. Al afirmar, en cambio, que cualquier tasa que quisiera imponerse al clero debía ser aprobada por el papa, éste se arrogaba el derecho de legitimar un impuesto, cosa que excedía el poder espiritual del pontífice y entraba al terreno del temporal.[2]

Finalmente se alcanzó un acuerdo de compromiso entre el rey de Francia y el Papa.[3]​ Bonifacio VIII, con la bula Romana mater Ecclesia suspendía temporalmente la aplicación de la Clericis laicos dando de ella una interpretación suave. Sin embargo, afirmó en línea de principio la Clericis laicos pidiendo que esta fuera incluida en la colección de decretales conocida como Liber Sextus.

Otros reinos, como el de Aragón, en mano a Jaime II, pidieron al papa interpretaciones de la bula en la línea de lo concedido al monarca de Francia.

Notas

  1. Cf. Paravicini Bagliani (2003:121).
  2. Cf. Dupré Theseider, Enciclopedia dei papi.
  3. Théry, Julien (2004). «Philippe le Bel, pape en son royaume». L'Histoire (289). 

Bibliografía

  • Agostino Paravicini Bagliani, Bonifacio VIII, Giulio Einaudi Editore, Turín 2003, ISBN 88-06-16005-2

Enlaces externos